La mística de Calescoves en Menorca


La belleza de Calescoves cautiva nada más llegar. Este hermoso rincón mediterráneo, situado en el litoral sur de Menorca, está formado por un entrante bífido que conduce a dos calas de reducidas dimensiones. Rodeadas de unos majestuosos acantilados, que alcanzan hasta los cuarenta y cinco metros de altitud sobre el nivel del mar, y encajadas en direcciones opuestas, parecen un capricho de la naturaleza. Con todas estas características no es de extrañar que sea un fondeadero muy apreciado y que ya despertó gran interés en los diferentes pobladores menorquines, desde la prehistoria hasta la época romana. Necrópolis talayótica Aquí se conserva la necrópolis más importante de la época talayótica menorquina, compuesta por casi un centenar de cuevas e hipogeos de enterramiento excavados en la roca caliza de sus acantilados. Hay un embarcadero también de época prehistórica y un establecimiento costero junto a una muralla prehistórica. Los romanos también dejaron su huella con un santuario conocido como la Cova dels Jurats o L'Església, en cuya entrada aún se pueden apreciar unos paneles epigráficos grabados en la roca. Cuando uno llega a este lugar, no puede evitar pensar en los rituales funerarios que se celebraban entre estos acantilados hace más de tres mil años. El aire místico y mágico del lugar solo se puede intentar explicar in situ. El intenso azul turquesa de sus aguas, unas extensas praderas de posidonia –signo del excelente grado de calidad de sus fondos marinos– y la gran riqueza de vida submarina que enamora a todos los submarinistas, hacen que sobren los motivos para visitar Calescoves. Hay uno más: su acceso con desniveles de roca angosta e incómoda provoca la baja afluencia de turismo y bañistas en la zona, aunque es muy frecuentada por barcos de recreo buscando protección del mar y del viento. Viviendas hippies Durante la época del movimiento hippie, a partir de la década de los sesenta, muchas de las cuevas fueron utilizadas como vivienda. En el año 2001 fueron desalojadas y clausuradas  apelando a su alto valor patrimonial. También ellos dejaron huella de su paso por Calescoves. Magdalena Palmer | Periodista
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