Pueblos blancos, una maravilla en Cádiz

Por Mario Morales | Periodista


La poco conocida ruta de los pueblos blancos de Cádiz es una maravilla que sorprende al viajero que llega por primera vez a esta región.

Empiezo mi viaje en Antequera, una ciudad malagueña que supone el aperitivo del gran menú que me espera. Desde allí me dirijo a Arcos de la Frontera por la A-384, una carretera que discurre por buena parte de esta ruta de pueblos blancos, y así voy descubriendo palmo a palmo la belleza paisajística y arquitectónica que sospechaba.

El paisaje está formado por suaves colinas que ocasionalmente se intercalan con cambios geográficos bruscos, como el caso del embalse de Bornos, una gran extensión lacustre que es frecuentada por deportistas. En el camino, localidades como Olvera o Algodonales merecen una visita específica.

Arcos de la Frontera es un destino en sí mismo, porque tiene atractivos históricos y arquitectónicos, pero también es una ciudad habitada por una población alegre, simpática y que se esfuerza por complacer al visitante, como es norma en toda Andalucía. Situada en un promontorio de casi 100 metros de altura, permite divisar desde arriba el impresionante paisaje de la región. Dejamos Arcos para visitar el resto de pueblos de la comarca. En todo el recorrido, el viajero comprobará que la blancura de los edificios es absoluta; para ello se cuidan tanto los habitantes como los ayuntamientos de dar una buena mano de cal cada año.

Zahara de la Sierra es considerado el pueblo más bonito de la provincia, y cuenta con un impresionante castillo del siglo XIII y un notable carácter árabe en toda su estructura. Aunque algo más alejado de la ruta oficial de los pueblos blancos, no hay que dejar de visitar Vejer de la Frontera, un pueblo rescatado de las manos árabes en 1285 y que sus notables encantos le han valido la distinción de conjunto histórico-artístico.

Ubrique es uno de los pueblos más atractivos de esta magnífica sierra, que hará las delicias de quienes se interesen por los productos manufacturados en piel, amén de otras hermosas localidades serranas como El Bosque, situada en una región de grandes concentraciones arbóreas y aguas medicinales, o la red de pueblos que tienen una gran producción de quesos de calidad, como el caso del payoyo de Villaluenga del Rosario.   

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