Seis artistas para seis destinos Baleària

Por Nacho Sánchez


Hay ciudades que no serían las mismas sin los artistas con los que han tenido una relación especial. Son nombres que marcan la historia de localidades en las que nacieron o en las que se asentaron en su madurez. Porque aún hoy decir Picasso es decir Málaga y nombrar a Sorolla es nombrar a València.

Pablo Picasso · Málaga

Pablo Picasso apenas pasó unos años de su infancia en Málaga. Luego residió en A Coruña y Barcelona para acabar viviendo la mayor parte de su vida en Francia. Pero en la capital de la Costa del Sol ha dejado una huella imborrable que hoy se recuerda de numerosas formas. La más llamativa, sin duda, el Museo Picasso Málaga, que el próximo octubre cumple 16 años. Una pequeña pero extraordinaria colección sirve para entender quién fue el genio malagueño. Otro lugar ligado totalmente a su figura es la Casa Natal, de propiedad municipal y donde se organizan exposiciones ligadas al artista, así como actividades y talleres. A partir de ahí, la huella de Picasso se deja ver en la iglesia de Santiago, donde fue bautizado o el palomar del Ateneo, donde su padre daba clases y, posiblemente, el niño Pablo Picasso dio alguno de sus primeros trazos. El mar siempre estuvo presente en su iconografía, aunque la mayor parte de referencias están ligadas a su paso por la Costa Azul, donde residió durante décadas disfrutando de la gastronomía, el clima y los paisajes de Vallauris, Antibes o Mougins.

Estátua de bronce de Pablo Picasso en Málaga

Joaquín Sorolla · València

Joaquín Sorolla es azul del cielo, es mar, arena de playa y reflejos. Sorolla es luz. Y es el pintor que, probablemente, mejor ha sabido retratar al Mediterráneo y sus influjos. Nacido en València, la capital del Túria es hoy otra ciudad gracias a él. Y no hay mejor opción que recorrerla siguiendo sus pasos y adoptando su punto de vista. Un buen lugar para empezar es el Museo de Bellas Artes de València que, desde el pasado 12 de marzo y hasta el próximo 31 de agosto de 2020, acoge la exposición El inicio de la pintura moderna en España: Joaquín Sorolla y su tiempo que cuenta con 125 obras pictóricas y 13 esculturas. A partir de ahí, la casa natal (calle de las Mantas, 8), la Escuela de Artesanos de València, su primero estudio en Calle San Martín, el Museo Lladró -que acoge siete obras de Sorolla- o el monumento València a Sorolla son algunas de las posibles paradas. Por supuesto, sin olvidar la Playa de la Malvarrosa, escenario de algunas de los más valorados trabajos del pintor valenciano y en el que darse un buen chapuzón para acabar el verano.

Andrés García Ibáñez · Melilla

En el coqueto y pequeño laberinto de calles que conforman Melilla la Vieja, muy cerca del puerto de la ciudad autónoma, se encuentra el Museo Ibáñez, ubicado en la Torre de la Vela. El centro ofrece un viaje de dos siglos por el arte español moderno y contemporáneo, aunque centra una mirada especial precisamente al artista que le da nombre: Andrés García Ibáñez, que nació en Olula del Río (Almería) pero ha estado muy ligado siempre con la localidad melillense. De hecho, buena parte de su colección personal está cedida a Melilla, que la ofrece en seis salas de la pinacoteca hermanada con la almeriense Museo Casa Ibáñez. Grabados de Goya, obras de Picasso o Dalí forman parte de este singular edificio que dedica una sala a la escultura modernista local con obras de Juan López, Emilio Manescau y Félix Alonso.

Antoni Gaudí · Barcelona

Nombrar a Gaudí es nombrar a Barcelona, ciudad en la que desarrolló su trabajo, con el que se convirtió en el máximo representantes del modernismo catalán, estilo que hoy hace más que reconocible a la propia Ciudad Condal y se ha convertido en uno de sus mayores atractivos. Basta acercarse hasta la Sagrada Familia para entender la grandeza de este arquitecto o disfrutar de un paseo por el Parque Güell y su ya simbólico lagarto. La capital catalana fue una de las principales inspiraciones del artista, muy unido a Cataluña y en cuya historia, paisajes, naturaleza y geografía se basó para muchas de sus creaciones. Siete de sus obras, entre las que se encuentran la Casa Milá, la Casa Vicens, la Casa Batlló o el Palacio Güell han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Basílica de La Sagrada Familia (Barcelona)

Joan Miró · Mallorca

Aunque Joan Miró nació en Barcelona, durante su vida siempre estuvo ligado a la isla de Mallorca. Allí pasó etapas de su infancia junto a su familia. Más tarde se casó con Pilar Juncosa, mallorquina. Y finalmente, en los años 50 del siglo pasado, se trasladó a vivir a Palma de Mallorca hasta su muerte en 1983. En la isla encontró la paz y la tranquilidad necesarias para su creación, se rodeó de una naturaleza y vivió una rica etapa creativa en los talleres que siempre soñó, construidos por Josep Lluis Sert. Dichas instalaciones son hoy la sede de la Fundación Joan y Pilar Miró, que acumula 7.000 objetos en su colección, la inmensa mayoría de Miró, pero también hay otras de diversos artistas. Este es el lugar más interesante para acercarse al creador y su relación con Mallorca, pero también dejó huella en la Fundación Juan March y en Es Baluard, el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma de Mallorca.

Fundación Joan Miró en Palma de Mallorca

Cesar Manrique · Lanzarote

Las Islas Canarias y, especialmente, Lanzarote, son el refugio de las obras de uno de los artistas más interesantes que, quizás, sea desconocido para muchos. Su nombre, César Manrique, es el que recibe a los miles de turistas que llegan al aeropuerto lanzaroteño, isla que merece la pena visitar solo para seguir la pista a Manrique. Los Jameos del Agua, en el municipio de Haría, son una de sus obras más singulares, como también el Jardín de Cactus de Guatiza o los juguetes de viento que están distribuidos estratégicamente por la isla. Uno de ellos se ubica en su casa, también en Haría, donde el artista encontró la tranquilidad y el contacto con la naturaleza que tanto apreciaba. De hecho, es precisamente la relación con lo natural, con el paisaje y la singularidad de Lanzarote la que marca su obra, que también busca una interconexión especial con el entorno. Basta acercarse al Mirador del Río, en el Risco de Famara, con maravillosas vistas a la isla de La Graciosa, para entenderlo. Pero también por las habitaciones de su casa o cómo cada uno de sus trabajos se funde con la isla.

Nacho Sánchez

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