Alberto Durá Miralles, psicólogo y profesor de formación, ha sido uno de los pilares de Baleària, una de esas personas que siempre han estado allí, incluso desde mucho antes de la fundación de la compañía, porque comenzó a trabajar en Flebasa en 1990.
Y siempre como jefe de personal hasta su jubilación en 2022, aunque, como él mismo explica, la denominación ha ido cambiando a lo largo de los años: «En principio era Departamento de Personal; después fue Recursos Humanos, Dirección de Personas y Gestión del Talento, y actualmente es Dirección de Personas». Eso sí, al hacer balance de sus 30 años en el puesto, Alberto Durá subraya con cierto orgullo que, físicamente, su lugar de trabajo siempre ha estado en Dénia.
Desde su posición, Durá ha sido testigo privilegiado no solo de la evolución de la compañía, sino también de esos dos mundos, el de tierra y el de la mar, que confluyen en una naviera: «En los inicios me encontré como dos mundos en una misma empresa, el de flota y el de tierra, con mentalidades muy distintas, incluso con lenguajes distintos. Los dos primeros años me costaba muchísimo que los de flota me entendieran, la solución fue hacer los cursos marítimos, y el que cambió fui yo. A partir de ese momento la comunicación con flota fue mucho más fluida, y comprensible para todos»; sin duda, recursos de psicólogo pragmático.
Su trayectoria permite a Alberto Durá recordar el final de la época de Flebasa: «Había acreedores por todas partes. La parte que me afectaba a mí es que se dejaron de pagar los salarios, en principio los del personal de tierra, y luego también los de flota; hasta tres meses sin cobrar, pero seguían trabajando, y solo tenían la palabra de que en cuanto se pudiera lo cobrarían todo, pero las promesas no cubren los gastos de las familias; lo poco que se podía conseguir se destinaba a los que estaban embarcados».
Las personas, activo clave
Todo aquello quedó atrás, reflexiona Durá, porque Baleària «es una empresa muy singular, en primer lugar, porque siempre ha tenido una dirección con objetivos claros, y se han puesto todos los medios habidos y por haber para conseguirlos; en cada crisis, cuando otras empresas se replegaban, Baleària aprovechaba para expandirse, arriesgándolo todo, y siempre ha contado con su gran capital, que son los trabajadores», asevera quien ha formalizado miles y miles de contrataciones a lo largo de los años.
Esta especificidad de Baleària y su claro liderazgo son elementos que han hecho posible, a juicio de Alberto Durá, que la sociedad no perciba a la compañía como una empresa lejana y deshumanizada, porque «siempre se ha ido integrando en todos aquellos territorios donde abría una línea, contratando personal local y colaborando con todas las entidades locales en la medida de sus posibilidades; esto ha hecho que, aunque haya crecido muchísimo, se siga percibiendo a Baleària como algo cercano, como una gran familia».