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null María González: «Se percibe a Baleària como una empresa fuerte, moderna e innovadora»

María González: «Se percibe a Baleària como una empresa fuerte, moderna e innovadora»


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En septiembre de 2022, María González Moraleda asumía el puesto de capitana del ferry Passió per Formentera.

 

Un día feliz para Baleària, que sumaba una nueva mujer al mando, y para María, que se había incorporado 15 años antes a la compañía como auxiliar de pasaje y, mientras desarrollaba otras responsabilidades a bordo, estudió náutica, lo que le permitió pasar a ser oficial de puente hasta llegar a ser la máxima responsable del Passió per Formentera, el ferry en el que ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional.


Estabilidad

 

«Gracias a mis logros profesionales, en lo personal he conseguido tener una estabilidad y una felicidad que me llena plenamente», explica la capitana González, cuyo trabajo final de máster en la Escuela Técnica Superior de Náutica de la Universidad de Cantabria fue una guía para el trincaje en ferries de línea regular a través de la cual se busca el equilibro entre seguridad y la rapidez en la operativa. Algo primordial en el buque que manda la capitana González, ya que el Passió per Formentera enlaza varias veces al día Ceuta con Algeciras y es esencial para asegurar la conectividad aun en condiciones de mar adversas.


Desde que embarcó en Baleària como auxiliar de pasaje, María González se sorprendió de la coordinación y el compañerismo a bordo para la consecución de los objetivos y, en especial, para que los embarques y desembarques se pudieran realizar con rapidez y seguridad.

 


 

Sobre la evolución de Baleària, la capitana González considera que la naviera «ha crecido tanto por sus servicios, como por su implicación con el medioambiente y sobre todo porque siempre ha tenido una gran visión de mercado, expandiéndose en muy poco tiempo». Para ella todo ha pasado muy rápido: «Han sido unos años de cambios y crecimiento que he vivido con gran motivación e ilusión por seguir creciendo. Tengo muy buenos recuerdos en general, pero sobre todo cada vez que he ascendido; para mí son, sin duda alguna, mis mejores recuerdos».


Compañía líder

 

La realidad de Baleària, reflexiona María González, ha llevado a que la sociedad la perciba como una gran empresa, fuerte, moderna e innovadora. «Por ello somos líderes», recalca. Baleària,  contrapone la capitana, también ha pasado por momentos duros, «pero ha sabido en todo momento mantenerse a flote y salir adelante con una gran estrategia y convertirse en la empresa líder del sector marítimo español». También reseña que los momentos más duros fueron los años de la COVID-19: «La incertidumbre de lo que pasaría nos invadía a todos».


Cuando, en 2006, María González se incorporó a Baleària dejó atrás, tras una mala experiencia, un trabajo como directora comercial de una agencia de publicidad. Fue su hermana gemela, Carolina, que por aquel entonces trabaja en Buquebus como auxiliar de pasaje en el Patricia Olivia, quien le animó a embarcarse «y probar suerte en el fantástico mundo del mar». Durante el proceso de absorción de Buquebus por parte de Baleària, un día Carolina no llegó al embarque; había fallecido en un accidente de tráfico. «Ella se dirigía al barco y no llegó y yo estaba de descanso ese día. Al despertarme mi vida cambió de la noche a la mañana. Creo que en ese momento se creó un gran vínculo entre Baleària y yo», recuerda, sin ocultar su dolor, la capitana.

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Melilla: modernista, española y divina
Melilla: Sabor a mil culturas
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Melilla: Sabor a mil culturas

  La interculturalidad es el mayor patrimonio de Melilla. Pero la convivencia entre personas de tan diversas culturas, ya sea por su religión u origen, no solo se palpa en las calles. También se ve reflejada en la mesa de los hogares y restaurantes melillenses, con una gastronomía tan variada como rica en su materia prima.   Melilla ha sido, tradicionalmente, lugar de paso de mucha gente. Cada cual traía sus costumbres y recetas, lo que ha contribuido a enriquecer durante siglos una gastronomía muy marcada por la interculturalidad. A nadie extraña en Melilla encontrar en la mesa especialidades árabes junto a platos más propios de la península. Una armonía gastronómica que evoca la convivencia de las comunidades cristiana, musulmana, judía e hindú, que conforman la sociedad. En el menú melillense hay guisos que no son exclusivos de la ciudad, pero se asocian a ella. Es el caso del cuscús, la pastela de marisco o de pollo, o una buena harera, indispensable en la ruptura del ayuno en Ramadán. También el tallín, los pinchitos, el té con hierbabuena y los dulces típicos árabes, algunos habituales en desayunos y meriendas.   Aunque no son recetas exclusivas de Melilla, en esta ciudad se elaboran de forma distinta a la de las zonas más turísticas de Marruecos. La comida bereber que se prepara y sirve en este enclave español en el norte de África es algo diferente, marcada por la forma de cocinar del Rif, pero con el inconfundible toque exótico y especiado de este tipo de cocina. Estos son los platos que más se sirven en los restaurantes con carta de especialidades árabes, que son todo un reclamo para muchos de los que llegan a Melilla. Pero la gastronomía melillense va mucho más allá de los platos bereberes. También abundan las preparaciones de pescado y marisco, ya sean en fritura, a la plancha o cocido, que es de lo más demandado en la ciudad. Un amplio menú La hostelería melillense ha sabido mantener una oferta gastronómica muy amplia, que va de los platos tradicionales (en restaurantes como Caracol Moderno, Posada de Paco Benítez, Restaurante Miguel Benítez, La Pérgola, La Muralla, Casa Juanito la Barca) a una cocina más de vanguardia (La Traviata, El Instinto, Gastrobar La Cala, Almoraima) pasando por mil y una tapas (Rincón de Casa Sadia, La Cervecería, Castelar, La Gaviota, Cinema) que, según los veteranos del gremio, fueron pioneras en España pese a la fama de otros lugares.   Melilla sigue siendo la gran desconocida también en gastronomía. Una cocina que triunfa por su gran variedad y calidad de la materia prima.   Cuscús   Plato típico: rape a la Rusadir por bandera Melilla no tiene un plato típico que abandere su gastronomía. Esa carencia llevó a convocar un concurso, organizado por el Ayuntamiento en 1979 a petición de la Asociación de Amas de Casa, para elegir un plato oficial. El ganador fue la 'Cazuela de rape a la Rusadir', nombre que los fenicios dieron a la ciudad. Pero no ha calado. Ni en los fogones particulares ni en la restauración. Es difícil encontrarlo en algún restaurante, y casi imposible que un melillense de la calle sepa enumerar sus ingredientes o describir su aspecto, característico por el color rojo.   El plato tiene como base colas de rape y diversas verduras (pimiento rojo, tomates, ajo, ñora, guisantes) sofritas, trituradas y salpimentadas y especiadas con comino. Todo se cocina en cazuela de barro, con un fumet de rape, elaborado con los restos del pescado, zanahoria, puerro, apio, cebolla, laurel, pimienta y sal, según la receta facilitada por la Escuela de Hostelería de Melilla. El secreto está en no pasarse al cocinar el rape para que no pierda su jugo.   Costumbre: decanos del tapeo «Melilla es un abanico abierto de tapas». Amaruch Hassan, dueño del restaurante Casa Sadia y expresidente de la Asociación de Hostelería de Melilla, sabe de qué habla. Lleva en el sector desde que tenía 13 años, hace más de medio siglo, y ya se servían tapas en una época en la que los foráneos decían no haber visto nunca aquellos pequeños platos incluidos en el precio de la consumición, igual que ahora. Por eso mantiene que la ciudad es pionera en la cultura del tapeo. Aquí se preparan «tapas de más categoría que en la península, con todo el respeto a otras ciudades», señala Amaruch mientras prepara pinchitos al carbón en su anafre, uno de los principales reclamos de su establecimiento, situado junto a la sinagoga principal, en pleno centro.   Pinchitos de todo tipo que se diferencian de los de otros sitios por el aliño y las especias. El perrito de corvina es el favorito de los jóvenes y de quienes quieren pescado sin complicarse con las espinas. La versión tapa admite salmonetes, boquerones, albóndigas y carne en salsa, caracoles, bravas con especias morunas, huevo con anchoa…   Tapa de caracoles de Casa Sadia


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El puerto de Sóller, el gran refugio de la Tramuntana
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El puerto de Sóller, el gran refugio de la Tramuntana

  El Puerto de Sóller es el puerto natural más grande de la costa norte de Mallorca.   Tiene una longitud de 800 metros y una anchura que supera los 850 metros. Está comunicado desde Palma por carretera (Ma-11) y por tren, y desde Sóller por un tranvía. Se sitúa en el corazón de la Serra de Tramuntana, al pie de las montañas más altas de la isla. Es la salida al mar de un inmenso valle, definido por escritores y poetas como El jardín de las Hespérides del Mediterráneo occidental. Este gran refugio marítimo de la Tramuntana tiene capacidad para 465 embarcaciones, con una longitud no superior a los 15 metros y un calado de no más de 3 metros. Su bocana mide cerca de medio kilómetro. A lo largo de la historia ha servido de abrigo y refugio de pescadores, comerciantes y toda clase de navegantes. Además, durante la Guerra Civil sirvió de base para submarinos.     El Port de Sóller desde el Oratorio de Santa Catalina     Actualmente, es el punto de salida de las excursiones marítimas a lugares costeros de especial interés como Sa Foradada, Cala Tuent, el puerto de la Calobra y el Torrent de Pareis. Para conocer mejor el entorno, proponemos iniciar el paseo a pie en la primera parada del tranvía, a la entrada del puerto. A la izquierda tenemos la desembocadura del Torrent Major y la playa d’en Repic. A la derecha, la Torre del Alcaide, edificio defensivo del siglo XVI de un alto valor histórico y patrimonial.     Playa d’en Repic Es uno de los principales focos de interés turístico del puerto de Sóller. Una playa de fina arena a la que podemos acceder desde la parada del tranvía por un puente que atraviesa el torrente. Desde aquí conectamos con un paseo peatonal por el que se suceden los establecimientos de restauración y de alojamiento turístico, ubicados a pocos metros de la playa, equipada con duchas públicas.     Playa d’en Repic y la montaña de Bàlitx   Torre del Alcaide Conocida también como el Castillo del Puerto, esta torre fue edificada entre 1543 y 1545 para proteger la entrada del puerto de las temidas incursiones piratas. La más importante sucedió años después, el 11 de mayo de 1561, cuando cerca de dos mil piratas desembarcaron en el exterior del puerto con la intención de invadir y saquear el valle. La victoria local sobre los invasores se celebra cada año con un simulacro de batalla entre moros y cristianos, el segundo lunes del mes de mayo.   Los faros del puerto Cuando el viajero se sitúa sobre la playa d’en Repic, frente a la bocana del puerto, queda sorprendido por la presencia de tres faros, algo inusual. El más antiguo es el de Muleta (1841), situado sobre el Cap Gros, a la izquierda. Seguidamente, sobre la punta de la Creu, a la derecha de la bocana, se ubica el segundo faro, construido en 1864, que nunca llegó a entrar en funcionamiento. El tercero, muy cerca del anterior, es el del Bufador (1928).     Faro de la Creu (izquierda) y Faro del Bufador (derecha)     Estación terminal del tranvía (1913) El 16 de abril de 1912 se inauguraba el tren que une Palma y Sóller. Un año después, el 4 de octubre, se ponía en marcha la línea de tranvía eléctrico que todavía hoy conecta Sóller con el puerto. Toda línea, desde Palma hasta el Puerto de Sóller, conserva un aire vintage, que supone un gran atractivo turístico.     Estación terminal tranvía Puerto de Sóller, construida en el año 1913   Barrio de Santa Catalina A la derecha del puerto, encontramos el barrio de Santa Catalina, donde antiguamente habitaban los pescadores y guardaban sus embarcaciones. Con el aspecto típico de una población marinera, con casitas pequeñas situadas en calles estrechas y muy empinadas, Santa Caterina es el lugar perfecto para andar y disfrutar del ambiente tranquilo del barrio.   En la parte más alta, sobre la colina, encontramos el Oratorio de Santa Caterina, datado del siglo XIII, y su mirador, un lugar ideal para disfrutar de unas espectaculares vistas del mar Mediterráneo. Otro punto de interés en nuestro recorrido por el barrio de Santa Catalina es el oratorio de San Ramon de Penyafort, personaje histórico con una curiosa leyenda relacionada con el rey Jaume I de Aragón.     Faro de Muleta


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