
Alina Ionela Prundaru recuerda aún aquel 13 de marzo de 2007 en el que bajaba por las Ramblas de Barcelona arrastrando su maleta y, ya a la altura de Drassanes y tras la estatua de Colón, vio el Isla de Botafoc, el ferry que por aquel entonces cubría la línea Barcelona-Eivissa.
Ese día Alina inició su trayectoria en Baleària, que continúa hoy en día. «Yo soy de Rumanía y vengo de un pueblo de montaña, de los Cárpatos, la tierra del conde Drácula, y siempre soñaba con el mar. Un buen amigo me comentó que, si me gustaba el mar, podría tenerlo como una forma de vivir; y es como envié el currículum a Baleària», rememora.
Después de más de 16 años en Baleària, Alina no lo duda: «Cada día de trabajo es un reto y esto ayuda evolucionar». Y lo dice con conocimiento de causa, tras haber pasado por prácticamente todas las líneas de Baleària: «Me sorprende la facilidad de la compañía para abrir nuevas rutas; y me gusta que, con estos retos, llegamos a ofrecer lo que necesita la gente».
De su día a día recuerda que empezó siendo auxiliar de pasaje y recepción: «Me fascina el trabajo; tener el objetivo de que el viaje sea de lo más placentero para el pasaje; me encanta que la gente esté contenta, que se vaya con una sonrisa y que desee volver».
Vida a bordo
Alina subraya que las tripulaciones tienen un horario de trabajo y de descanso mientras están embarcados, pero que su labor es también velar por la seguridad a bordo, aunque estén descansando; porque la seguridad, asegura, «es un objetivo compartido por todos los tripulantes y que siempre está presente».
La clave del éxito de Baleària para esta tripulante natural de la Rumanía interior es evidente: «Ir un paso por delante; determinar las necesidades de la gente… esto te hace crecer y llegar a la cima, donde estamos ahora», afirma rotundamente, antes de apuntar que «Baleària es ‘el viaje’; no es la necesidad sino el placer de viajar».
Los largos años como tripulante también permiten a esta rumana hacer balance de los peores y mejores momentos vividos a bordo de los buques. Así, afirma que los peores días fueron los más álgidos de la pandemia —«aunque la compañía mitigó las consecuencias para los trabajadores», apuntilla— y que los mejores son muchos, «porque son episodios de la vida diaria a bordo».
En esta línea, y como uno de los cerca de dos mil empleados de la naviera, Alina Prundaru considera que está aportando su experiencia, mejorando día a día: «Para mí es muy importante trabajar en un buen ambiente; me gusta recibir bien a los nuevos compañeros y compartirles mis conocimientos. Me tengo por una buena compañera, positiva y alegre». Y resume su actitud vital como una máxima: «Pregúntate si lo que estás haciendo hoy te acerca al lugar en el que quieres estar mañana».