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Menorca es más gastronómica de lo que te imaginas
Menorca será la Región Gastronómica Europa de 2022 y lo cierto es que el patrimonio gastronómico de esta isla, de 700 km2, es una auténtica potencia. La herencia culinaria milenaria ha sido custodiada por artesanos payeses, resucitada cada vez más por restaurantes tradicionales y cosmopolitas, espacios gastronómicos y culturales únicos, como el Mercado de Peix de Maó, y puesta en valor a través de productos sobresalientes como sus sobrasadas y embutidos, sus sabrosos quesos o las verduras frescas de una huerta cada vez más eco. Porque nadie puede dudar de la calidad de unos pescados, crustáceos y mariscos que nadan en el paraíso
Sa Llagosta o la caldereta de langosta que todos quieren probar
Si hay un plato imprescindible en la cultura gastronómica local, marinera y de cuchara, ese es la caldereta de langosta. Y no, no la probarás una vez, sino que querrás comerla casi cada día. Encontrarás la forma de hacerlo porque se ofrece en casi todas las cartas de los restaurantes. Eso sí, no debes perderte las cientos de maneras de prepararla que suceden en el sacrosanto templo de este producto, Sa Llagosta, en el puerto de Fornells, donde el chef David Coca y su equipo ofrecen tanto las clásicas versiones –en caldereta y frita (inigualables)– como otras con aires asiáticos: en ceviche, en shashimi, en tempura y hasta en mini robster roll con un poco de mahonesa (¿sabías que esta salsa mítica se originó en Menorca y se conoce con este nombre porque salía del puerto de Mahón al mundo?).
El menú degustación de Sa Llagosta cambia cada año, así que no te aburrirás. Pero siempre es un canto a la cocina de proximidad, donde no fallan los pescadores de langosta de Fornells y Ciutadella, el aceite de oliva virgen Son Felip, la sal natural de Flor de Fornells y los vinos de las bodegas Binifadet o Sa Cudia (sí, su carta de vinos es pequeña pero está cuidada al milímetro). En la sala, Mónica Cortasa, su mujer, maneja la batuta de la orquesta impecablemente
Binifadet, comer rodeado de viñas
No todo va a ser caldereta en Menorca. Hagamos una incursión por la Menorca más rural, el otro corazón de la isla. En un entorno muy diferente, rodeado de viñas y sumergido en una atmósfera relajada, el restaurante (y bodega) Binifadet, en Sant Lluís, invita a vivir una experiencia completamente diferente. Tanto en su porche, cubierto con una parra, como en el interior, fresco y sin estridencias, podrás tomar un brunch que abre el apetito con un copa de espumoso Binifadet, además de fruta fresca, embutidos y quesos de la zona, pan artesano con tomate, sobrasada con miel…
Casi tan apetitoso como este desayuno tardío es su carta con platos para picar, como los mejillones de Mahón a la brasa (una locura) o el salmón marinado al Gin Xoriguer, por no mencionar sus carnes de vaca autóctona (vermella menorquina) a la brasa. Por cierto, hay opciones para vegetarianos y los niños son bienvenidos
Ca Na Pilar, una casa menorquina con cocina de altura
También con productos de temporada y de Km 0 (¡y terraza!) el restaurante Ca Na Pilar, en Es Migjorn Gran, es otro acierto seguro en la entrada de este pueblo, en una zona tranquila y en el interior de una típica casa menorquina de más de 200 años. Allí Víctor, en la cocina, y Ona Morante han convertido el lugar en una visita obligada si pasas por la isla. Sus arroces son especiales (prueba el de sepia, costilla de cerdo y gambas), pero también sus carpaccios (el de buey con burrata ahumada, alcachofas, romescu y espuma de almendras es brutal) o su paletilla deshuesada con berenjena a la parmentier. Deja espacio para el helado casero porque te estarás perdiendo uno de los mejores de la isla
Es Llonguet, la cafetería con más encanto de la isla
Además, si estás varios días por la isla, un plan obligado será ir a desayunar a una de las muchas cafeterías con encanto. Es Llonguet nos gusta porque de su horno artesano salen maravillas de esas difíciles de olvidar y que te harán volver otro día a la hora de la merienda. Una vez que estés sentado en su terraza (aunque el interior es de lo más apetecible también) en la calle del Rosario, en pleno Mahón, pide uno de sus crujientes croissants o atrévete con alguna mini llonguet de su nutrida colección: sobrasada, cuixot, jamón… ¡Ah! Y no te pierdas las cocas
La Margarete, un cóctel en el patio de una casa antigua
¿Una antigua fábrica de zapatos reconvertida en un bar de copas? Sí. La Margarete es un lugar con mucho encanto y con uno de esos patios-jardines que son un auténtico oasis en el centro de la ciudad, este concretamente se esconde en el casco antiguo de Ciutadella.
Podrás picar algo (sus tacos y sus hamburguesas merecen que les des una oportunidad), pero sobre todo, sus cócteles y su pomada son perfectos. Además, suele estar animado con música en directo o bien con DJ o grupos locales. Su enorme ficus le aporta personalidad
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