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null Nuria Gago: «Visitar cualquier lugar con mi mascota multiplica el disfrute»

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Nuria Gago: «Visitar cualquier lugar con mi mascota multiplica el disfrute»


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Nuria Gago Roca (Barcelona, 1980) es una escritora y actriz de cine y televisión que se dio a conocer en la conocida serie catalana de TV3 El cor de la ciutat. También ha participado en Hospital Central (Telecinco) o Amar es para siempre (Antena 3). En cuanto a largometrajes la podemos ver en Noviembre (Achero Mañas, 2003) o Primos (Daniel Sánchez, 2011), entre otros. Actualmente, se encuentra grabando un nuevo proyecto para televisión.

Por su trabajo y también en su tiempo libre viaja bastante y no lo suele hacer sola, como en su biografía de Instagram apunta es 'madre perruna' y siempre va acompañada de su perrita Rita. 

Nuria y Rita son ya dos viajeras pet friendly experimentadas a bordo de los ferries de Baleària y su destino indiscutible es Menorca

 

P. ¿Siempre viajas con tu mascota? ¿Desde cuándo viajas con ella? 

R. Viajo con ella en el 90 % de las ocasiones, me tengo que trasladar mucho de ciudad por trabajo y ella y yo somos una unidad familiar indivisible. Cuando hago algún viaje por placer en el que sé que ella no va a estar cómoda, la dejo con alguna persona de mucha confianza. 

 


 

P. Siempre que puedes te escapas a Menorca, ¿qué es lo que más te gusta de viajar en ferry? ¿Qué comodidades y servicios destacarías que lo diferencian de otros medios de transporte? 

R. Sin duda alguna, la mejor manera para viajar a Menorca con Rita es en ferry con Baleària. Puede estar conmigo, salir a cubierta, caminar si lo necesita… es maravilloso. El servicio de cafetería es súper cómodo y son súper puntuales, para mí todo son ventajas. Desde que viajé con Baleària por primera vez no he vuelto a ir a la isla en otro medio de transporte. 

 

P. ¿Cómo es visitar Menorca con tu mascota? 

R. Visitar cualquier lugar con mi mascota multiplica el disfrute, en especial ir a Menorca con ella. Voy a la isla cada verano desde que tengo 11 años, mi vínculo emocional con Menorca es muy especial.  

 

 

P. ¿Qué lugares recomendarías visitar en Menorca con una mascota? 

R. Pasear por Fornells es maravilloso. Recomiendo buscar alguna cala en la que se acepten animales. Tampoco hay que perderse un buen paseo por Ciutadella o por Mercadal. 

 

P. ¿En qué playas / calas de Menorca puedes acceder con tu mascota y cuáles recomendarías? 

R. Yo intento evitar llevar a la perra a las calas cuando hace mucho calor, pero sin duda iría a Binigaus. 

 

P. ¿Recomendarías tu experiencia en el ferry para viajar con tu mascota? ¿Y en Menorca? 

R. Absolutamente, Rita viaja mucho más tranquila en el ferry que en el avión. Es menos estresante para ella y, por lo tanto, para mí también. 

 


 

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Santa Cruz de Tenerife, en dos días
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Santa Cruz de Tenerife, en dos días

Cuando se llega a Santa Cruz de Tenerife por mar la primera toma de contacto con la ciudad será la plaza España, construida sobre el castillo que defendía a la isla de la piratería y del que en la actualidad solo quedan unas murallas. Desde aquí cada día salen visitas guiadas en varios idiomas y también será nuestro punto de partida para una ruta a pie por el casco antiguo de la capital. Dejaremos a mano derecha la calle Castillo, arteria comercial, para llegar a los suelos empedrados de la parte viaje y visitar la Iglesia de la Concepción, templo ligado a la conquista de la ciudad. En la fachada principal destacan los hermosos balcones de tipo canario y en el interior el olor a madera lo inunda todo. [caption id="attachment_2953" align="aligncenter" width="1024"] Plaza de España.[/caption]   Al salir nos encontraremos ya en una de las calles más auténticas, la que todos los chicharreros conocen como calle La Noria y la que nos transportará a un pasado colonial. La magia comienza cuando de sus casitas de colores salen los acordes del Carnaval, ya que es aquí donde las murgas ensayan esas canciones con las que ponen humor e ironía a su Carnaval. Con una sonrisa quizá podamos entrar en alguna de ellas. Destaca, por ejemplo, la Casa del Miedo, de 1712, hogar de la murga Los Mamelucos. Si no ha tenido suerte la mejor opción es tomar algo en alguno de los bares de calle, El Bulán, por ejemplo, conserva parte de los azulejos antiguos y unos bonitos corredores de madera en torno a un patio central. [caption id="attachment_2952" align="aligncenter" width="1024"] Iglesia de la Concepción.[/caption] Si nos quedamos con ganas de Carnaval, a 600 metros bien señalizados encontramos la Casa del Carnaval, un museo de reciente apertura en el que se pueden contemplar los enormes trajes de las reinas del Carnaval o carteles históricos, como uno de 1962 o el que hizo el propio César Manrique. Poniendo dirección hacia el mar se recomienda dedicar un tiempo al Museo de la Naturaleza y el Hombre, donde se encuentra la mayor colección sobre la cultura Guanche, el pueblo aborigen que habitaba Tenerife antes de la llegada de los europeos. El paseo puede terminar en el Auditorio, obra de Santiago Calatrava, en donde se puede disfrutar de una noche de música o simplemente dejarse mimar por la brisa en una terraza que mira al mar.     El segundo día comienza en uno de los bares favoritos de los chicharreros, La Garriga, que desde los cincuenta lleva sirviendo desayunos y vendiendo charcutería. Aunque hace un par de años se cambió de local, en la misma calle Pérez Galdós, la estrella de la carta no ha cambiado: el bocadillo de tortilla con chacina. ¡Ojo, cierra los domingos! Una buena opción para bajar el desayuno es emprender un paseo circular rumbo a la plaza ‘de los Patos’, callejeando para ver la enigmática fachada del Templo Masónico. Llamada en realidad plaza del 25 de julio, por la fecha en la que la ciudad frenó el ataque del Almirante Nelson, en esta plaza encontramos la sensación del “esto lo he visto antes”, ya que su fuente es idéntica a la del parque de María Luisa de Sevilla. Los amantes de lo vintage adorarán los 5.000 azulejos que adornan una veintena de bancos con anuncios antiguos. [caption id="attachment_2957" align="aligncenter" width="1024"] Parque García de Sanabria.[/caption]   Desde este lugar la calle General O’Donnell nos llevará directos al parque García Sanabria, que con 6.721 metros sirve para que los santacruceros se enorgullezcan de tener el parque urbano más grande de Canarias. Este pulmón verdaderamente frondoso contiene una gran variedad de plantas exóticas, esculturas contemporáneas y un reloj de flores con mecanismo suizo. En una de sus esquinas se encuentra la plaza Fernando Pessoa, en donde una altísima palmera canaria lleva un siglo presenciando la transformación de la ciudad. Nuestro paseo circular lo cerraremos descendiendo hasta la plaza del Príncipe y dejando que el Puente Serrador nos lleve en línea recta hasta el Mercado de Nuestra Señora de África, un imprescindible. En la puerta se encuentran la estatua de una lechera y la escultura de dos pescadores que arrastran su barca, un homenaje a las profesiones tradicionales de la isla. Este mercado de abastos es el mejor lugar para comprar quesos, vinos, frutas tropicales o mermeladas de sabores exóticos, eso sin olvidar que en la planta baja están las pescaderías. Aquí se pueden conocer las coloridas especies de las islas y muchos puestos, como el de la Pescadería Nicomedes, ofrecen un festín a base de mariscos, salazones y vino fresquito. [caption id="attachment_2959" align="aligncenter" width="1024"] Mercado de Nuestra Señora de África.[/caption]   Tras reponer fuerzas entre el encantador ajetreo nos podemos relajar disfrutando de una de las exposiciones del TEA (Tenerife Espacio de las Artes), un museo contemporáneo con la exposición permanente del pintor surrealista tinerfeño Óscar Domínguez. Además, el edificio, ejemplo del nuevo urbanismo de la ciudad, alberga una tienda con una gran selección de artesanía canaria moderna perfecta para llevarse un recuerdo auténtico pero diferente de estos dos días en Santa Cruz. La noche puede transcurrir viendo una obra en el teatro en el Guimerá, el más antiguo de Canarias; disfrutando de un clima siempre templado en las terrazas de la plaza de San Francisco o en la calle La Noria; degustando unas tapas en la calle Clavel, donde algunas casas de comidas se esconden en el interior de casas del siglo XIX; o de discotecas en la avenida Anaga. S. Acosta | Periodista  


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Fauna marina, desde casa
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Fauna marina, desde casa

Estos días de confinamiento del COVID19 somos muchas personas las que añoramos el mar y su fauna: tortugas, cetáceos, aves, peces luna o atunes saltarines además de la brisa salada impactando en nuestras caras mirando el azul de nuestros mares. Sin embargo, algunos de estos no han desaparecido completamente de nuestras vidas.  Especialmente si tenemos la suerte de vivir cerca del mar o, incluso mejor, con vistas al mar. Toda la costa, balear o peninsular, incluso canaria o del norte de África, no es uniforme ni alberga la misma fauna. Pero en todas ellas hay aves que penetran en las ciudades, o las sobrevuelan, hasta el punto de llegar a nidificar en algún caso. Las bahías y playas, menos frecuentadas por embarcaciones, han sido recuperadas por algunos cetáceos que se aventuran cerca de playas o bocanas de puertos. E incluso el gran rorcual común se ha avistado en su migración hacia el mar de Liguria desde algunas privilegiadas casas cerca del mar en el litoral de Tarragona. Veamos qué especies marinas son las que más frecuentemente podemos ver y dónde. Cetáceos Hay que tener vistas al mar para intentar observar algún cetáceo desde casa, eso está claro. Sin embargo no se trata de una misión imposible. Con una óptica adecuada, prismáticos o, mejor, un telescopio, podríamos observar un sector litoral importante, tal vez de cuatro o más millas dependiendo de la altura donde estemos. Si las condiciones del mar son de calma, sin oleaje ni crestas, es posible que cualquier alteración del mar, salto o aleta, sea visible. Y ese movimiento de la superficie del mar es posible que corresponda a la aleta de un delfín mular (Tursiops truncatus), el delfín que todo el mundo reconoce de los delfinarios o películas, de color gris y tamaño grande,  y que es muy costero. Habitualmente se observan delfines mulares en las costas de Ibiza, e incluso cerca del puerto, en la bahía de Palma o en la de Alcúdia e inmediaciones de Ciutadella, en Menorca. También en tránsito por la costa peninsular, incluso a las afueras de Barcelona o la comarca del Maresme, al norte de la ciudad condal. En el estrecho de Gibraltar abundan más los cetáceos. Las personas afortunadas con vistas al mar en la zona tal vez observen los allí residentes calderones (Globicephala melas), delfines aparte. En Canarias también los hay, junto con mulares, por ejemplo en algunas zonas costeras de Tenerife. Todo es cuestión de mirar en días favorables, de mar plana. Algunos observadores, sabedores de que estamos en época de migración de rorcuales (Balaenoptera physalus), han invertido horas en intentar obtener alguna cita desde casa. Con éxito. En Tarragona se han observado ejemplares mar adentro desde Torredembarra y pescadores, trabajando estos días en la mar, los han visto en las costas de Barcelona.  Es el segundo cetáceo más grande del mundo después de la ballena azul y su observación a veces es delatada por el chorro de vapor de agua que exhalan desde su espiráculo, situado en su parte superior y cuya forma puede recordar a la silueta de un ciprés. Aves Lo que es cierto es que no todo el mundo puede vivir en primera línea de mar. Pero eso no quiere decir que no podamos disfrutar de algunas especies marinas. Si tenemos un puerto cerca, o una costa rocosa, tal vez podamos observar algún cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis desmarestii), especialmente si estamos en  Balears o en la costa levantina. Algunos puertos acogen charranes, sobre todo patinegros (Thalasseus sandvicensis), que se concentran en boyas o zonas de amarre y que se diferencian de las gaviotas porque capturan peces tirándose al mar, zambulléndose picando desde el aire. En esta época primaveral están a punto de irse, si no lo han hecho ya del todo, los cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo), que a veces sobrevuelan las ciudades en vuelos migratorios en ‘V’. Aunque cría en algunos embalses de la Península, es un invernante frecuente en las costas ibéricas desde las que migra hacia el norte, hacia el Báltico donde nidificará. Cualquier bando de aves negras y grandes, volando altas hacia el norte, bien puede ser de esta especie que, aunque es casi siempre negra, tiene la cabeza blanca en los adultos estivales y la barriga más o menos blanquecina en los jóvenes inmaduros de uno o dos años. Las aves marinas más conocidas, sin embargo, son las gaviotas. Y no todas son especies comunes o incluso molestas para algunas personas. Una de ellas está amenazada de extinción: la gaviota de Audouin (Ichthyaetus audouinii). Esta especie, de tamaño grande, bastante mayor que la de una paloma, tiene las patas grises y el pico rojo. Es propia de la cuenca mediterránea aunque en invierno se puede ver alguna en las Canarias. Nidifica en la ciudad de Ceuta, en las islas Chafarinas, en las Balears, en las salinas de Torrevella en Alacant, València, el Delta de l’Ebre, Tarragona y Barcelona. Frecuentan los puertos y pueden sobrevolar las partes costeras de la ciudad. E incluso algunas de ellas portan una anilla plástica con letras, que indican su lugar de procedencia. Se especula, incluso, que estos días de confinamiento y relativa calma puedan ayudar a que esta especie protegida colonice alguna otra localidad o lugar, lo cual sería de gran interés para la conservación de la especie. Sin embargo, el ave marina que no solo se puede observar en ciudades sino que incluso las ha colonizado y nidifica en algunas terrazas, es la gaviota patiamarilla (Larus michahellis). Esta gaviota, la ‘grande’ a la cual estamos casi todo el mundo familiarizados, presenta las patas y pico amarillos, las partes inferiores blancas y el manto de color gris pizarra. Suele ser sedentaria, aunque puede llegar algún ejemplar invernal de otras latitudes a reforzar las poblaciones locales. En Canarias existe una subespecie más oscura, la ‘atlantis’ que sin embargo por lo demás es similar en diseño de la presente en el Mediterráneo. Durante el mes de abril efectuarán sus puestas, de hasta tres huevos, en sus colonias de cría, normalmente acantilados, playas o lugares apartados, pero también ciudades. Algunas terrazas apartadas pueden acoger una pareja nidificante y lo descubriréis cuando el mes de mayo, en caso de intentar subir y acercaros a los pollos, las gaviotas patiamarillas intenten protegerlos llegando a gritar o volar cerca de los humanos ‘invasores’. Esta ocupación no durará. El mes de junio volarán los pollos y las gaviotas no volverán a ser territoriales hasta el año siguiente. Esos edificios, esas terrazas aisladas, no dejan de ser acantilados artificiales que también acogen otras especies rupícolas como el vencejo real (Apus melba) o el colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) y aunque mucho menos glamurosos que unas deseables vistas al mar, tal vez nos recuerden con sus voces y vuelos nuestros viajes marinos y nuestro anhelado mar que esperemos volvamos a disfrutar bien pronto. Ricard Gutiérrez y Emma Guinart | www.pelagicus.cat


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