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¡A sus órdenes, capitán!

Por Víctor Farradellas


El cine, las series y la literatura se han encargado de forjar una imagen legendaria de los capitanes de barco. El uniforme, la barba blanca y la pipa son algunos de los rasgos asociados a esta figura de autoridad en las embarcaciones, como también funciones fuera del común, como la capacidad para oficiar matrimonios. Más allá de los tópicos (en realidad la ley española indica que los capitanes de barco sólo puede casar una pareja en caso de peligro de muerte de uno de los cónyuges), se trata de profesionales con una gran responsabilidad entre sus manos: salvaguardar la vida de los pasajeros y la integridad de la nave. Llegamos al ferri Abel Matutes cuando todos los pasajeros ya han desembarcado. Nos recibe su capitán, Pedro Puertas, oficial de la marina mercante desde hace 24 años. Puertas se ha pasado rodeado de barcos desde que era un crío y solía curiosear por los muelles de Ceuta, donde su padre estaba destinado como marinero de la Armada. Actualmente es el capitán de una de las principales embarcaciones de Baleària, con la que hace la ruta entre Barcelona y Mallorca. Tiene a sus órdenes una tripulación de unos 50 marineros y bajo su responsabilidad una máquina de 190 metros de eslora y capacidad 2.200 metros lineales de carga, que además está preparada para acoger 900 pasajeros y 247 vehículos. Subimos por pasarelas, escaleras e incluso un ascensor antes de poder alcanzar el lugar más privilegiado de la embarcación, el puente de mando. Si el ferri fuera un ser vivo aquí estaría el cerebro. Es el lugar desde donde se gobierna la nave y se comunican las órdenes al resto de la embarcación. El término proviene de los primeros barcos de vapor, que tenían un puente de madera entre las ruedas de las paletas de impulso.     Frente a uno de los azulejos, contemplando las luces del puerto de Barcelona, nos encontramos con Puertas, que nos recibe con una sonrisa. Al principio de la conversación nos explica que el trabajo del capitán de barco ha cambiado radicalmente en muy poco tiempo. “Cuando estudiaba, aprendíamos a hacer los cálculos para determinar la posición, entonces no existía el GPS. En muy pocos años hemos pasado de navegar con cartas náuticas a tener radares y cartas electrónicas”, recuerda Puertas. Sin embargo, la esencia es la misma que hace siglos: gestionar adecuadamente carga y tripulación y controlar técnicamente la embarcación para que llegue a buen puerto. Hoy todo es mucho más complejo, puesto que tanto la carga como el barco han aumentado de medida y hay que dominar la tecnología que hace posible todo el movimiento. Estos cambios no intimidan a Puertas: “La sensación es como la de conducir un coche. Lo más importante es que no perdemos el norte. A veces, con los estudiantes en prácticas, me doy cuenta que están más preocupados de los mandos del puente que de lo que pasa alrededor de la embarcación. ¡Hay que mirar más por la ventana!”. Con todo, el futuro reserva nuevos adelantos tecnológicos para los barcos de la marina mercante, entro otros retos a los que habrá que adaptarse. El Abel Matutes de Baleària es un buen ejemplo de la revolución silenciosa que experimenta el transporte marítimo, puesto que incorpora un motor de gas natural licuado que genera electricidad y reduce drásticamente las emisiones. De hecho, se trata del ferri más limpio y sostenible que aloja el puerto de Barcelona. Con cambios o sin ellos, el capitán explica que la clave del oficio seguirá siendo la misma: “ser capaz de tomar la decisión correcta en el momento correcto”. Un gran poder para una gran responsabilidad. Víctor Farradellas
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Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry
Planeta sostenible

Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry

Navegar por el Estrecho es un espectáculo para los sentidos. Sonoro, por las olas del mar que hacen bailar al buque a su son; olfativo, por el olor a brisa marina; pero, sobre todo, visual.   El paisaje que presenta la travesía ve incrementada su belleza por las especies marítimas que se pueden descubrir con tan solo pasar un rato mirando el horizonte desde cubierta. Delfines comunes y listados, rocuales comunes, cachalotes… son compañeros habituales de las rutas que realizan los buques de Baleària por el estrecho de Gibraltar. Un entorno que investigadores aprovechan como plataforma científica para realizar censos de especies marítimas a bordo.     Observadora avistando     Los ferries, medio para estudiar los cetáceos Gracias al acuerdo alcanzado en 2018 entre la Fundación Baleària, investigadores de la Universidad de Cádiz y la Asociación Ecolocaliza-TE, se han realizado ya 142 avistamientos de más de 3.000 cetáceos entre delfines y ballenas. Estos estudios se enmarcan dentro del proyecto común denominado 'Los ferries, medio para estudiar los cetáceos' y está coordinado por la bióloga marina Alessia Scuderi. «Es importante realizar este tipo de investigaciones ya que aumenta nuestros conocimientos sobre estas especies protegidas permitiendo un monitoreo a largo plazo que cubre todas las temporadas, llevándolo a cabo de forma sostenible a través de los ferries de Baleària», afirma.     Cría de un mes de delfín mular     Una vez finalizada la Operación Paso del Estrecho (OPE), la Asociación Ecolocaliza-TE ha reanudado los censos de monitoreo en el que participan voluntarios y voluntarias a bordo del Passió per Formentera o el Poeta López Anglada. «Queremos agradecer la implicación de los tripulantes de los buques involucrados, por la increíble acogida y el interés que demuestran cada vez que nos embarcamos», comenta Scuderi.     Delfín común


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Avistamientos de fauna marina en familia
Planeta sostenible

Avistamientos de fauna marina en familia

  Aprender a observar el mar Mediterráneo, conocer a través de la experiencia personal las diferentes especies de fauna marina que en él habitan.   Un grupo de empleados de Baleària, junto con familiares y amigos, recientemente pudieron comprobar de primera mano en qué consisten las tareas de observación y conservación del medio marino a bordo del ferry Nápoles. Para muchos jóvenes grumetes también era su primer viaje en barco, por lo que «la experiencia fue doblemente emocionante», comenta Laia Bort, responsable de Consignaciones de Barcelona.   Esta experiencia es fruto del convenio de colaboración entre la Fundació Baleària y la Generalitat de Catalunya, de tal forma que la naviera pone a disposición de dicha entidad su flota que opera desde Barcelona a Baleares para el estudio de la biodiversidad marina. Cada mes realizan un viaje de avistamiento de media. A continuación te contamos la experiencia que compartieron con empleados de la naviera.     Viaje de ida: rumbo a Ibiza La expedición partía un viernes por la noche, desde el Port de Barcelona hacia Ibiza. Los participantes fueron recibidos por el personal de a bordo y se les acomodó en diferentes camarotes. Pasaron la noche navegando y por la mañana tuvieron tiempo de almorzar en Ibiza y descubrir los encantos de Dalt Vila, el casco antiguo de la ciudad, antes de embarcar de nuevo, y aprovechar el viaje de vuelta del mismo buque para realizar la observación durante el día.     Ricard Gutiérrez, durante la charla divulgativa previa al avistamiento     Viaje de vuelta: Aprender a observar el mar Repartidos en dos turnos, los 20 participantes de este avistamiento recibieron primeramente una charla instructiva sobre la labor que realiza la Generalitat en el estudio y control del número de especies que habitan en el Mediterráneo. Además, se les explicó las diferentes características de las que comprenden el ecosistema marino autóctono. Una vez adquiridas las nociones básicas, visitaron el puente de mando del Nápoles para realizar la observación. Gracias al buen estado del mar, las medusas, peces luna, delfines rayados y aves marinas se dejaron ver fácilmente provocando el asombro de los asistentes. Pero, además, tuvieron la suerte de poder ver ejemplares que por sus características causan más admiración. Sin duda, las estrellas de la jornada fueron una tintorera (tiburón azul),  que avistó muy cerca del ferry una joven visitante, y dos ejemplares de rorcuales comunes, la segunda ballena más grande del mundo, que se dejaron ver a 30 millas náuticas de la llegada al puerto barcelonés.     Fumareles comunes migratorios fotografiados durante el avistamiento (foto: Ricard Gutiérrez)     Durante la jornada, y contando con las sesiones de los dos grupos, se observaron 4 especies de tiburones y túnidos (tintorera, marrajo, pez espada y atunes), 4 de cetáceos (2 rorcuales, 9 calderones grises, un delfín mular y 117 delfines listados), 7 especies de aves marinas (gaviota patiamarilla, pardela balear, fumarel común, gaviota enana, paíño mediterráneo, frailecillo y pardela mediterránea) y 2 aves terrestres migratorias (bisbita arbóreo y golondrina común). «El record anual. No solo por ‘la mar llana’, como se suele decir en términos marítimos, que hubo ese día, sino también por la precisión de los observadores marinos que demostraron tener conocimientos de los habitantes del Mare Nostrum», afirma Ricard Gutiérrez, técnico de fauna litoral y marina de la Xarxa de Rescat de Fauna Marina de la Generalitat.     Delfines avistados durante la jornada (foto: Ricard Gutiérrez)   Laura Sánchez, Comercial de la zona de Catalunya, quien repetía por segunda vez la expedición en familia, califica la experiencia de «muy gratificante porque ayuda a observar el mar con detenimiento y a conocer las diferentes especies a través de la experiencia vivida». Además, todos los participantes coincidieron en que es una actividad que permite relacionarse con compañeros de trabajo fuera del ámbito laboral.     Durante la jornada se avistaron un total de 115 especies


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