Ceuta, mirando al mar


"Ceuta es pequeña y dulce; está acostada en los brazos del mar, como si fuera una niña dormida que tuviera la espuma de las olas por almohada”. Con estas palabras, el poeta ceutí Luis López Anglada comenzaba su poema Ceuta marinera, en el que constataba, entre versos, que la ciudad más al norte de África mira irremediablemente al mar. Pero mirar no es suficiente y se debe acompañar el vaivén de los ojos, hacia un lado y otro del territorio ceutí, con acciones que hagan de sus singulares características un potente futuro náutico del que poder presumir sin complejos. Levantar la vista en cualquier punto de la ciudad de Ceuta permite ver un horizonte bañado en la bahía norte por el océano Atlántico y en la bahía sur por el mar Mediterráneo. Esta especial situación geográfica, se convierte en un lujo que los ceutíes tienen el placer de disfrutar en su día a día y que los turistas contemplan con cara de sorpresa, llevándose en el recuerdo el brillo anaranjado de los mejores atardeceres y amaneceres que hubieran podido imaginar al dar los primeros pasos en este trocito de España en África. Ceuta, actualmente, cuenta con la marca de calidad de Estaciones Náuticas como destino especializado en el turismo náutico. La ciudad tiene enormes posibilidades en lo que a actividades relacionadas con el turismo y el mar se refiere. Fondos marinos únicos que hacen las delicias de cualquier buceador, avistamiento de cetáceos, kayak, paseos en barco turístico, vela, pesca, un foso navegable, el Parque Marítimo del Mediterráneo, un puerto deportivo en pleno centro de la ciudad, rincones únicos y al alcance de la mano de cualquier turista o visitante. Como no podía ser de otra manera, la gastronomía se ve también condicionada por la cercanía del mar. En Ceuta, la frase “del mar al plato” no describe un lujo, sino una cotidianeidad. Un paseo por el mercado central corrobora que el pescado y el marisco que se consume en los restaurantes de la ciudad acaba de salir del agua, ni más, ni menos. Además, los salazones de Ceuta (bonitos, volaores…) son una exquisitez para los sentidos que cada verano se disfruta en la ciudad y alguien debería poner en valor como artesanía, como patrimonio indiscutible de los ceutíes. Quique Rodríguez Castillo | Periodista

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