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La evolución histórica del puerto de Dénia


Desde la griega Hemeroscopeion a la romana Dianium y la moderna Dénia, el puerto de esta ciudad de la costa valenciana ha sido vital para su sociedad y economía. En torno a él ha girado la vida y la historia de la ciudad. La antigua colonia griega Hemeroscopeion, organizada en el siglo VI antes de Cristo, ya se distinguía por ser una rada desde la que comerciaba con todo el oriente y occidente del Mediterráneo. La rada dianense pasó a consolidarse durante la época medieval y moderna después del importante y decisivo período de dominación árabe, cuando Dénia se convirtió en un enclave fundamental para la construcción de barcos con los que poder expandir el poder musulmán en el Mediterráneo. [caption id="attachment_187" align="alignleft" width="300"] Vapor 'Mercedes' de la línea Dénia-Orán, 1925 (autor: D.R.) Vapor 'Mercedes' de la línea Dénia-Orán, 1925 (autor: D.R.)[/caption] A comienzos del siglo XIII la Reconquista dotó a Dénia de un papel muy relevante dentro de las corrientes comerciales de la Corona de Aragón. La consolidación del castillo reforzó también el papel militar y la expansión natural del comercio. El espaldarazo fundamental para la rada dianense vino de la mano de la concesión del cobro de derechos por fondear en el puerto a los navíos que cargaban pasajeros y mercancías procedentes de buena parte de las comarcas valencianas ubicadas al norte de Dénia. La concesión, a principios del siglo XVI, de la posibilidad de imponer exacciones fiscales dotó de autonomía económica al puerto y constituyó el factor fundamental para mejorar el fondeadero. Gracias a esta autonomía financiera, la población pudo ampliar sus conexiones con puertos y comerciantes de la península italiana, así como del norte de África. La consecución del estatus de ciudad en 1612 contribuyó de forma decisiva a consolidar el puerto como instrumento de desarrollo de Dénia, convirtiendo la ciudad en sede permanente de tropas y guarniciones militares. [caption id="attachment_188" align="alignright" width="300"] Velero en Dénia, 1918 (autor: A. Femenía) Velero en Dénia, 1918 (autor: A. Femenía)[/caption] La agricultura comercial de exportación fue el eje central sobre el que basculó el notable empuje mercantil de Dénia en el siglo XIX. La producción pasera en las comarcas de Las Marinas convirtió a la ciudad en el principal puerto de embarque con destino al Reino Unido. A finales del siglo XIX se produjo una drástica disminución de la exportación pasera y el puerto entró en una etapa de atonía comercial. La Guerra Civil y buena parte del período del franquismo no supusieron para el puerto flujos comerciales de envergadura. [caption id="attachment_189" align="alignleft" width="300"] Colocación de piedras en la escollera del puerto de Dénia, 1899 (autor: A. Mayans) Colocación de piedras en la escollera del puerto de Dénia, 1899 (autor: A. Mayans)[/caption] El fracaso en la expectativa de conseguir un puerto nuevo y moderno abocó a fines del siglo XIX a la sociedad local a recurrir a la construcción del ansiado puerto mediante recursos privados y contando, fundamentalmente, con el apoyo del Ayuntamiento. No fue sino en 1904 cuando finalizaron las obras correspondientes a los diques, paralizándose la construcción de los muelles comerciales y las zonas de servicio. Tuvo que ser entre 1928 y 1937 cuando se acabaran las obras de esta fase aunque, en realidad, la culminación total de las obras no ha tenido lugar hasta fines del siglo XX, cuando se transfirieron las competencias de puertos a la Generalitat Valenciana. [caption id="attachment_190" align="alignright" width="300"] Barco maderero en el puerto de Dénia, 1955 del libro de J. Ferrer Barco maderero en el puerto de Dénia, 1955 del libro de J. Ferrer[/caption] El fuerte crecimiento del turismo en España y en las costas valencianas también supuso un importante valor añadido para el puerto de Dénia al generar nuevos tráficos de pasaje, especialmente los que relacionan a Ibiza con la península a través del puerto dianense. Javier Vidal Olivares | Catedrático de Historia Económica
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Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry
Planeta sostenible

Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry

Navegar por el Estrecho es un espectáculo para los sentidos. Sonoro, por las olas del mar que hacen bailar al buque a su son; olfativo, por el olor a brisa marina; pero, sobre todo, visual.   El paisaje que presenta la travesía ve incrementada su belleza por las especies marítimas que se pueden descubrir con tan solo pasar un rato mirando el horizonte desde cubierta. Delfines comunes y listados, rocuales comunes, cachalotes… son compañeros habituales de las rutas que realizan los buques de Baleària por el estrecho de Gibraltar. Un entorno que investigadores aprovechan como plataforma científica para realizar censos de especies marítimas a bordo.     Observadora avistando     Los ferries, medio para estudiar los cetáceos Gracias al acuerdo alcanzado en 2018 entre la Fundación Baleària, investigadores de la Universidad de Cádiz y la Asociación Ecolocaliza-TE, se han realizado ya 142 avistamientos de más de 3.000 cetáceos entre delfines y ballenas. Estos estudios se enmarcan dentro del proyecto común denominado 'Los ferries, medio para estudiar los cetáceos' y está coordinado por la bióloga marina Alessia Scuderi. «Es importante realizar este tipo de investigaciones ya que aumenta nuestros conocimientos sobre estas especies protegidas permitiendo un monitoreo a largo plazo que cubre todas las temporadas, llevándolo a cabo de forma sostenible a través de los ferries de Baleària», afirma.     Cría de un mes de delfín mular     Una vez finalizada la Operación Paso del Estrecho (OPE), la Asociación Ecolocaliza-TE ha reanudado los censos de monitoreo en el que participan voluntarios y voluntarias a bordo del Passió per Formentera o el Poeta López Anglada. «Queremos agradecer la implicación de los tripulantes de los buques involucrados, por la increíble acogida y el interés que demuestran cada vez que nos embarcamos», comenta Scuderi.     Delfín común


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Avistamientos de fauna marina en familia
Planeta sostenible

Avistamientos de fauna marina en familia

  Aprender a observar el mar Mediterráneo, conocer a través de la experiencia personal las diferentes especies de fauna marina que en él habitan.   Un grupo de empleados de Baleària, junto con familiares y amigos, recientemente pudieron comprobar de primera mano en qué consisten las tareas de observación y conservación del medio marino a bordo del ferry Nápoles. Para muchos jóvenes grumetes también era su primer viaje en barco, por lo que «la experiencia fue doblemente emocionante», comenta Laia Bort, responsable de Consignaciones de Barcelona.   Esta experiencia es fruto del convenio de colaboración entre la Fundació Baleària y la Generalitat de Catalunya, de tal forma que la naviera pone a disposición de dicha entidad su flota que opera desde Barcelona a Baleares para el estudio de la biodiversidad marina. Cada mes realizan un viaje de avistamiento de media. A continuación te contamos la experiencia que compartieron con empleados de la naviera.     Viaje de ida: rumbo a Ibiza La expedición partía un viernes por la noche, desde el Port de Barcelona hacia Ibiza. Los participantes fueron recibidos por el personal de a bordo y se les acomodó en diferentes camarotes. Pasaron la noche navegando y por la mañana tuvieron tiempo de almorzar en Ibiza y descubrir los encantos de Dalt Vila, el casco antiguo de la ciudad, antes de embarcar de nuevo, y aprovechar el viaje de vuelta del mismo buque para realizar la observación durante el día.     Ricard Gutiérrez, durante la charla divulgativa previa al avistamiento     Viaje de vuelta: Aprender a observar el mar Repartidos en dos turnos, los 20 participantes de este avistamiento recibieron primeramente una charla instructiva sobre la labor que realiza la Generalitat en el estudio y control del número de especies que habitan en el Mediterráneo. Además, se les explicó las diferentes características de las que comprenden el ecosistema marino autóctono. Una vez adquiridas las nociones básicas, visitaron el puente de mando del Nápoles para realizar la observación. Gracias al buen estado del mar, las medusas, peces luna, delfines rayados y aves marinas se dejaron ver fácilmente provocando el asombro de los asistentes. Pero, además, tuvieron la suerte de poder ver ejemplares que por sus características causan más admiración. Sin duda, las estrellas de la jornada fueron una tintorera (tiburón azul),  que avistó muy cerca del ferry una joven visitante, y dos ejemplares de rorcuales comunes, la segunda ballena más grande del mundo, que se dejaron ver a 30 millas náuticas de la llegada al puerto barcelonés.     Fumareles comunes migratorios fotografiados durante el avistamiento (foto: Ricard Gutiérrez)     Durante la jornada, y contando con las sesiones de los dos grupos, se observaron 4 especies de tiburones y túnidos (tintorera, marrajo, pez espada y atunes), 4 de cetáceos (2 rorcuales, 9 calderones grises, un delfín mular y 117 delfines listados), 7 especies de aves marinas (gaviota patiamarilla, pardela balear, fumarel común, gaviota enana, paíño mediterráneo, frailecillo y pardela mediterránea) y 2 aves terrestres migratorias (bisbita arbóreo y golondrina común). «El record anual. No solo por ‘la mar llana’, como se suele decir en términos marítimos, que hubo ese día, sino también por la precisión de los observadores marinos que demostraron tener conocimientos de los habitantes del Mare Nostrum», afirma Ricard Gutiérrez, técnico de fauna litoral y marina de la Xarxa de Rescat de Fauna Marina de la Generalitat.     Delfines avistados durante la jornada (foto: Ricard Gutiérrez)   Laura Sánchez, Comercial de la zona de Catalunya, quien repetía por segunda vez la expedición en familia, califica la experiencia de «muy gratificante porque ayuda a observar el mar con detenimiento y a conocer las diferentes especies a través de la experiencia vivida». Además, todos los participantes coincidieron en que es una actividad que permite relacionarse con compañeros de trabajo fuera del ámbito laboral.     Durante la jornada se avistaron un total de 115 especies


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