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Las Palmas de Gran Canaria, en dos días


“En un frondoso palmeral, junto al río Guiniguada se fundó, en ese sitio, la ciudad de las Palmas de Gran Canaria en el año 1478”. Para comenzar esta ruta de dos días retamos al viajero a descubrir el lugar en el que se esconde esta frase sobre la fundación de la que fue la primera ciudad de la Corona de Castilla en el Atlántico. Para comprender el presente viajemos al pasado por el histórico barrio de Vegueta, en donde se creó la ciudad. Un buen punto de partida es la Plaza de Santa Ana, protegida por ocho perros cuyo origen se discute, pero que recuerda a la extendida teoría de que Gran Canaria y las Islas Canarias deben su nombre a este animal, de hecho, son dos canes los que custodian el escudo de la Comunidad Autónoma. En esta plaza, en la que se instalaron las instituciones que dieron forma a la ciudad, se levanta la Catedral de Canarias, creada por orden de los Reyes Católicos. La mezcla de estilos fruto de cuatro siglos de construcción se suma a que se puede acceder a su azotea, muy recomendable para disfrutar de una vista panorámica de Las Palmas. La siguiente parada será en la Casa de Colón, que aunque tuvo varios huéspedes pasó a la historia con el nombre del navegante genovés que recaló aquí, rumbo a América, en 1492. En esta casa se divulga la historia de la ciudad y se recrean las expediciones del marinero, además en una de sus esquinas se encuentra la apacible Ermita de San Antonio Abad, que bajo una buganvilla recuerda que allí Colón dejó sus plegarias antes de partir al Nuevo Mundo. No todo es pasado en Vegueta ya que en sus calles empedradas con vistas al mar se encuentra el Centro Atlántico de Arte Moderno, un edificio de tres plantas del siglo XVIII que alberga exposiciones contemporáneas de artistas internacionales. A estas alturas quizá el viajero haya abierto el apetito y el Mercado de Vegueta es una parada imprescindible para empaparse de vida local, disfrutar de los quesos de las islas o mimar la vista y el paladar con una enorme variedad de frutas tropicales. La tarde la dedicaremos al vecino barrio de Triana, llamado así por las similitudes que tenía en sus orígenes con el barrio sevillano. Ahora quizá sea el más cosmopolita de la ciudad con sus edificios caprichosos y como epicentro del “shopping”. No hay que dejar de recorrer la calle Mayor de Triana con sus fachadas modernistas, pero es recomendable perderse por las peatonales calles aledañas.  Si Vegueta recuerda a Colón, Triana homenajea a uno de los canarios universales, el novelista Benito Pérez Galdós.  Se puede visitar su casa natal para contemplar la arquitectura canaria del siglo XVIII, el dormitorio donde nació y muchos de los enseres que le acompañaron a lo largo de su vida. También destaca al sureste el Teatro Pérez Galdós, que en un principio se dedicó al madrileño Tirso de Molina y no a don Benito. El Gabinete Literario, para muchos es el edificio más bonito de la ciudad, merece la pena por dentro y por fuera. Actualmente funciona como institución cultural y el viajero quizá tenga la suerte de coincidir con una exposición o con un concierto, si no la visita sigue teniendo valor y su terraza también es una buena opción para tomar un respiro. Si en Triana hay un edificio que se atreve a rivalizar con el Gabinete Literario ese es el Palacete Rodríguez Quegles, un soberbio palacio modernista con unos encantadores balconcitos de madera que se construyó como un regalo de amor. Al caer la tarde se puede disfrutar de un cóctel con vistas en La Azotea de Benito, de una cerveza en la terraza del  famoso kiosco del Parque de San Telmo, de un tapeo en La Travesía de Triana, de la cocina creativa del íntimo Qué Leche o de una cena al estilo canario en el Bodegón Lagunetas.

Día 2

El segundo día le resultará familiar al viajero que ha llegado a Las Palmas por mar, ya que en torno al Puerto de la Luz se presenta una ruta apetecible que conviene hacer con calzado cómodo, protector solar y tras un buen desayuno, por ejemplo, en el  Mercado del Puerto, donde se pueden tomar unos churros o un pincho de tortilla mientras se contempla el ajetreo propio de un mercado de abastos. Nuestro paseo comenzará en La Puntilla y terminará en el Auditorio Alfredo Kraus, siguiendo la costumbre de los lugareños de dar un paseo por la urbanita playa de Las Canteras. En esta ruta conviene hacer desvíos para visitar el Castillo de la Luz, la fortaleza que desde La Isleta defendió a la ciudad de los ataques de los piratas o el Parque de Santa Catalina, siempre concurrido e ideal para descansar las piernas. Regresando a Las Canteras siempre que al viajero le apetezca puede abandonar el paseo marítimo y caminar por la orilla o detenerse para un chapuzón antes de llegar a uno de los edificios más singulares de la ciudad, el dedicado al tenor canario Alfredo Kraus. El auditorio fue erigido sobre un zócalo de roca volcánica e ideado como un faro. La oferta de conciertos es apetecible y es una buena opción para una noche en la ciudad, eso sí, conviene comprar las entradas con tiempo.
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Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry
Planeta sostenible

Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry

Navegar por el Estrecho es un espectáculo para los sentidos. Sonoro, por las olas del mar que hacen bailar al buque a su son; olfativo, por el olor a brisa marina; pero, sobre todo, visual.   El paisaje que presenta la travesía ve incrementada su belleza por las especies marítimas que se pueden descubrir con tan solo pasar un rato mirando el horizonte desde cubierta. Delfines comunes y listados, rocuales comunes, cachalotes… son compañeros habituales de las rutas que realizan los buques de Baleària por el estrecho de Gibraltar. Un entorno que investigadores aprovechan como plataforma científica para realizar censos de especies marítimas a bordo.     Observadora avistando     Los ferries, medio para estudiar los cetáceos Gracias al acuerdo alcanzado en 2018 entre la Fundación Baleària, investigadores de la Universidad de Cádiz y la Asociación Ecolocaliza-TE, se han realizado ya 142 avistamientos de más de 3.000 cetáceos entre delfines y ballenas. Estos estudios se enmarcan dentro del proyecto común denominado 'Los ferries, medio para estudiar los cetáceos' y está coordinado por la bióloga marina Alessia Scuderi. «Es importante realizar este tipo de investigaciones ya que aumenta nuestros conocimientos sobre estas especies protegidas permitiendo un monitoreo a largo plazo que cubre todas las temporadas, llevándolo a cabo de forma sostenible a través de los ferries de Baleària», afirma.     Cría de un mes de delfín mular     Una vez finalizada la Operación Paso del Estrecho (OPE), la Asociación Ecolocaliza-TE ha reanudado los censos de monitoreo en el que participan voluntarios y voluntarias a bordo del Passió per Formentera o el Poeta López Anglada. «Queremos agradecer la implicación de los tripulantes de los buques involucrados, por la increíble acogida y el interés que demuestran cada vez que nos embarcamos», comenta Scuderi.     Delfín común


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Avistamientos de fauna marina en familia
Planeta sostenible

Avistamientos de fauna marina en familia

  Aprender a observar el mar Mediterráneo, conocer a través de la experiencia personal las diferentes especies de fauna marina que en él habitan.   Un grupo de empleados de Baleària, junto con familiares y amigos, recientemente pudieron comprobar de primera mano en qué consisten las tareas de observación y conservación del medio marino a bordo del ferry Nápoles. Para muchos jóvenes grumetes también era su primer viaje en barco, por lo que «la experiencia fue doblemente emocionante», comenta Laia Bort, responsable de Consignaciones de Barcelona.   Esta experiencia es fruto del convenio de colaboración entre la Fundació Baleària y la Generalitat de Catalunya, de tal forma que la naviera pone a disposición de dicha entidad su flota que opera desde Barcelona a Baleares para el estudio de la biodiversidad marina. Cada mes realizan un viaje de avistamiento de media. A continuación te contamos la experiencia que compartieron con empleados de la naviera.     Viaje de ida: rumbo a Ibiza La expedición partía un viernes por la noche, desde el Port de Barcelona hacia Ibiza. Los participantes fueron recibidos por el personal de a bordo y se les acomodó en diferentes camarotes. Pasaron la noche navegando y por la mañana tuvieron tiempo de almorzar en Ibiza y descubrir los encantos de Dalt Vila, el casco antiguo de la ciudad, antes de embarcar de nuevo, y aprovechar el viaje de vuelta del mismo buque para realizar la observación durante el día.     Ricard Gutiérrez, durante la charla divulgativa previa al avistamiento     Viaje de vuelta: Aprender a observar el mar Repartidos en dos turnos, los 20 participantes de este avistamiento recibieron primeramente una charla instructiva sobre la labor que realiza la Generalitat en el estudio y control del número de especies que habitan en el Mediterráneo. Además, se les explicó las diferentes características de las que comprenden el ecosistema marino autóctono. Una vez adquiridas las nociones básicas, visitaron el puente de mando del Nápoles para realizar la observación. Gracias al buen estado del mar, las medusas, peces luna, delfines rayados y aves marinas se dejaron ver fácilmente provocando el asombro de los asistentes. Pero, además, tuvieron la suerte de poder ver ejemplares que por sus características causan más admiración. Sin duda, las estrellas de la jornada fueron una tintorera (tiburón azul),  que avistó muy cerca del ferry una joven visitante, y dos ejemplares de rorcuales comunes, la segunda ballena más grande del mundo, que se dejaron ver a 30 millas náuticas de la llegada al puerto barcelonés.     Fumareles comunes migratorios fotografiados durante el avistamiento (foto: Ricard Gutiérrez)     Durante la jornada, y contando con las sesiones de los dos grupos, se observaron 4 especies de tiburones y túnidos (tintorera, marrajo, pez espada y atunes), 4 de cetáceos (2 rorcuales, 9 calderones grises, un delfín mular y 117 delfines listados), 7 especies de aves marinas (gaviota patiamarilla, pardela balear, fumarel común, gaviota enana, paíño mediterráneo, frailecillo y pardela mediterránea) y 2 aves terrestres migratorias (bisbita arbóreo y golondrina común). «El record anual. No solo por ‘la mar llana’, como se suele decir en términos marítimos, que hubo ese día, sino también por la precisión de los observadores marinos que demostraron tener conocimientos de los habitantes del Mare Nostrum», afirma Ricard Gutiérrez, técnico de fauna litoral y marina de la Xarxa de Rescat de Fauna Marina de la Generalitat.     Delfines avistados durante la jornada (foto: Ricard Gutiérrez)   Laura Sánchez, Comercial de la zona de Catalunya, quien repetía por segunda vez la expedición en familia, califica la experiencia de «muy gratificante porque ayuda a observar el mar con detenimiento y a conocer las diferentes especies a través de la experiencia vivida». Además, todos los participantes coincidieron en que es una actividad que permite relacionarse con compañeros de trabajo fuera del ámbito laboral.     Durante la jornada se avistaron un total de 115 especies


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