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Diez libros para leer de puerto a puerto


La lectura y el mar combinan bien. El mar siempre inspiró buenos libros. Hubo grandes escritores que fueron marinos. E historias inmensas que sumergen de lleno al lector en olas, piélagos y profundidades. No son esos libros ni esos escritores ni esos marinos los que aparecen aquí. Hay libros que combinan bien con un pequeño trayecto en barco. Historias que se empiezan y se acaban entre dos puertos, que no requieren más tiempo de lectura que un viaje en barco. ‘Tú y yo’ Niccolò Ammaniti, Anagrama, 136 páginas. Un sótano, unos refrescos y unas latas de atún. Ése es el plan de Lorenzo, adolescente, para sus vacaciones, una semana durante la que en casa creen que se va de excursión escolar. En sus planes no entra una inesperada visita que sacudirá todos sus cimientos. ‘La cata’ Roald Dahl, Nórdica, 88 páginas. El final de la exclusiva cena en casa de Mike Schofield no es, para nada, el que prevé el experto en vinos Richard Pratt, un personaje bastante insoportable. La divertida historia de Dahl se complementa en esta edición con unas ilustraciones de las que no se puede perder detalle. ‘Flores para la señora Harris’ Paul Gallico, Alba Editorial, 168 páginas. Una señora de la limpieza del Londres de mediados del siglo XX que se enamora de un vestido de Dior en casa de una de sus clientas. Se enamora tanto, que decide ahorrar y viajar a París para conseguir uno. Así empieza esta deliciosa aventura del periodista Paul Gallico que es imposible leer sin que se pinte una tierna sonrisa en el rostro del lector. ‘En la bahía’ Katherine Mansfield, Alba Editorial, 96 páginas. Un día de verano en la neozelandesa bahía de Crescent. Una estampa idílica, maravillosamente escrita, un tanto melancólica, de un día que parece suspendido en el tiempo, casi bendecido. De esos en los que las olas de la playa tienen la altura perfecta, las ovejas del pastor no se escapan, los maridos quieren volver a casa porque se les olvidó despedirse en condiciones de sus mujeres, las niñas no tiran la sopa al suelo, las criadas canturrean felices... ‘El secreto de Joe Gould’ Joseph Mitchell, Anagrama, 192 páginas. Joe Gould es un indigente. Un personaje del Village. Un sujeto peculiar. Culto. Escritor. Alguien que renunció a los bienes materiales para poder dedicarse a escribir. Así lo retrata el periodista Joseph Mitchell en este libro que incluye los dos perfiles de este personaje escritor con años de diferencia. Dos textos de ese periodismo que, bien escrito y mimado hasta el extremo, engancha como una novela y estremece como la noticia más cruda. shutterstock_255949657 ‘Barba azul’ Amélie Nothomb, Anagrama, 144 páginas. Barba Azul sigue vivo. Ese monstruo que prohibía a sus esposas entrar en una habitación en un sádico juego que acababa en asesinato, sigue vivo. Vive en París, tiene ascendentes españoles y enlaza coinquilinas a las que seduce, enamora y a las que también prohíbe entrar en una habitación. Pero Saturnine, la última de estas coinquilinas, no es como las que la han precedido. Y ésta es su historia, un cuento que en esta ocasión acaba en el cuarto oscuro. Con Barba Azul. Y una botella de Krug-Clos du Mesnil de 1843. ‘Novela de ajedrez’ Stephan Zweig, Acantilado, 96 páginas. Ésta es, sin duda, no sólo una novela para leer entre puerto y puerto, sino una de las mejores historias para leer a bordo de un barco. También en un barco viajan sus protagonistas, Mirko Czentovicz, campeón del mundo de ajedrez, y el misterioso señor B., un noble que huye de los nazis y en el que, de forma inesperada, el rudo Czentovicz encuentra un contrincante a su nivel. La intriga sobre su vida pasada y cómo el ajedrez casi le salvó la vida hacen de esta pequeña obra de Zweig un relato apasionante. ‘La nieta del señor Linh’ Philippe Claudel, Salamandra, 128 páginas. «Abandonar el barco es como abandonar definitivamente lo que todavía lo une a su tierra». Es una de las primeras frases de esta aventura, la aventura de un anciano que desembarca en un país del que lo desconoce todo, hasta la lengua, huyendo de una guerra que se lo ha arrebatado todo menos a su nieta, un bebé que se ha convertido en su único motivo para vivir. La llegada a ese nuevo munco es una fábula sobre la migración, sobre la soledad, sobre la posibilidad de entenderse hablando idiomas diferentes... ‘La sal de la vida’ Anna Gavalda, Seix Barral, 180 páginas. ¿Quién no ha querido huir de una boda familiar? Pues eso es precisamente lo que hacen Simone, Garance y Lola en esta historia que se lee en un par de horas. En un castillo les espera Vincent, el hermano pequeño. Una huida y un reencuentro que supone un viaje a la niñez, a la infancia, a los momentos de sonrisas, de juegos, de música. ‘La librería ambulante’ Cristopher Morley, Periférica, 184 páginas. ‘El Parnaso’, así se llama la librería sobre ruedas que el señor Roger Mifflin, librero ambulante de principios del siglo XX, pretende vender (en un pack que incluye la yegua que tira de ella y su fiel perro) para retirarse a su piso de Brooklyn a escribir sus memorias. Toda una oportunidad para Helen McGill, una soltera madura harta ya de su monótona vida. ‘El Parnaso’ es, para ella, libertad, aventura, emoción. Lo mismo que para los lectores. Marta Torres | Periodista 
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Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry
Planeta sostenible

Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry

Navegar por el Estrecho es un espectáculo para los sentidos. Sonoro, por las olas del mar que hacen bailar al buque a su son; olfativo, por el olor a brisa marina; pero, sobre todo, visual. El paisaje que presenta la travesía ve incrementada su belleza por las especies marítimas que se pueden descubrir con tan solo pasar un rato mirando el horizonte desde cubierta. Delfines comunes y listados, rocuales comunes, cachalotes… son compañeros habituales de las rutas que realizan los buques de Baleària por el estrecho de Gibraltar. Un entorno que investigadores aprovechan como plataforma científica para realizar censos de especies marítimas a bordo. Observadora avistando. 'Los ferries, medio para estudiar los cetáceos' Gracias al acuerdo alcanzado en 2018 entre la Fundación Baleària, investigadores de la Universidad de Cádiz y la Asociación Ecolocaliza-TE, se han realizado ya 142 avistamientos de más de 3.000 cetáceos entre delfines y ballenas. Estos estudios se enmarcan dentro del proyecto común denominado 'Los ferries, medio para estudiar los cetáceos' y está coordinado por la bióloga marina Alessia Scuderi. "Es importante realizar este tipo de investigaciones ya que aumenta nuestros conocimientos sobre estas especies protegidas permitiendo un monitoreo a largo plazo que cubre todas las temporadas, llevándolo a cabo de forma sostenible a través de los ferries de Baleària", afirma. Cría de un mes de delfín mular. Una vez finalizada la Operación Paso del Estrecho (OPE), la Asociación Ecolocaliza-TE ha reanudado los censos de monitoreo en el que participan voluntarios y voluntarias a bordo del 'Passió per Formentera' o el 'Poeta López Anglada'. "Queremos agradecer la implicación de los tripulantes de los buques involucrados, por la increíble acogida y el interés que demuestran cada vez que nos embarcamos", comenta Scuderi. Delfín común.


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Avistamientos de fauna marina en familia
Planeta sostenible

Avistamientos de fauna marina en familia

Aprender a observar el mar Mediterráneo, conocer a través de la experiencia personal las diferentes especies de fauna marina que en él habitan. Un grupo de empleados de Baleària, junto con familiares y amigos, recientemente pudieron comprobar de primera mano en qué consisten las tareas de observación y conservación del medio marino a bordo del ferry Nápoles. Para muchos jóvenes grumetes también era su primer viaje en barco, por lo que “la experiencia fue doblemente emocionante”, comenta Laia Bort, responsable de Consignaciones de Barcelona.   Esta experiencia es fruto del convenio de colaboración entre la Fundació Baleària y la Generalitat de Catalunya, de tal forma que la naviera pone a disposición de dicha entidad su flota que opera desde Barcelona a Baleares para el estudio de la biodiversidad marina. Cada mes realizan un viaje de avistamiento de media. A continuación te contamos la experiencia que compartieron con empleados de la naviera. Viaje de ida: rumbo a Ibiza La expedición partía un viernes por la noche, desde el Port de Barcelona hacia Ibiza. Los participantes fueron recibidos por el personal de a bordo y se les acomodó en diferentes camarotes. Pasaron la noche navegando y por la mañana tuvieron tiempo de almorzar en Ibiza y descubrir los encantos de Dalt Vila, el casco antiguo de la ciudad, antes de embarcar de nuevo, y aprovechar el viaje de vuelta del mismo buque para realizar la observación durante el día. [caption id="attachment_2145" align="aligncenter" width="1000"] Ricard Gutiérrez, durante la charla divulgativa previa al avistamiento.[/caption] Viaje de vuelta: Aprender a observar el mar. Repartidos en dos turnos, los 20 participantes de este avistamiento recibieron primeramente una charla instructiva sobre la labor que realiza la Generalitat en el estudio y control del número de especies que habitan en el Mediterráneo.  Además, se les explicó las diferentes características de las que comprenden el ecosistema marino autóctono. Una vez adquiridas las nociones básicas, visitaron el puente de mando del Nápoles para realizar la observación. Gracias al buen estado del mar, las medusas, peces luna, delfines rayados y aves marinas se dejaron ver fácilmente provocando el asombro de los asistentes. Pero, además, tuvieron la suerte de poder ver ejemplares que por sus características causan más admiración. Sin duda, las estrellas de la jornada fueron una tintorera (tiburón azul),  que avistó muy cerca del ferry una joven visitante, y dos ejemplares de rorcuales comunes, la segunda ballena más grande del mundo, que se dejaron ver a 30 millas náuticas de la llegada al puerto barcelonés. [caption id="attachment_2154" align="aligncenter" width="1000"] Fumareles comunes migratorios fotografiados durante el avistamiento (foto: Ricard Gutiérrez).[/caption] Durante la jornada, y contando con las sesiones de los dos grupos, se observaron 4 especies de tiburones y túnidos (tintorera, marrajo, pez espada y atunes), 4 de cetáceos (2 rorcuales, 9 calderones grises, un delfín mular y 117 delfines listados), 7 especies de aves marinas (gaviota patiamarilla, pardela balear, fumarel común, gaviota enana, paíño mediterráneo, frailecillo y pardela mediterránea) y 2 aves terrestres migratorias (bisbita arbóreo y golondrina común). “El record anual. No sólo por ‘la mar llana’, como se suele decir en términos marítimos, que hubo ese día, sino también por la precisión de los observadores marinos que demostraron tener conocimientos de los habitantes del Mare Nostrum”, afirma Ricard Gutiérrez, técnico de fauna litoral y marina de la Xarxa de Rescat de Fauna Marina de la Generalitat. [caption id="attachment_2152" align="aligncenter" width="1000"] Delfines avistados durante la jornada (foto: Ricard Gutiérrez).[/caption] Laura Sánchez, Comercial de la zona de Catalunya, quien repetía por segunda vez la expedición en familia, califica la experiencia de “muy gratificante porque ayuda a observar el mar con detenimiento y a conocer las diferentes especies a través de la experiencia vivida”. Además, todos los participantes coincidieron en que es una actividad que permite relacionarse con compañeros de trabajo fuera del ámbito laboral. [caption id="attachment_2150" align="aligncenter" width="1000"] Durante la jornada se avistaron un total de 115 especies.[/caption]


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