El Descanso del Guerrero viaja a Ibiza

Por Proyecto Juntos


El Descanso del Guerrero, una iniciativa de la ONG Ibicenca Proyecto Juntos, ha celebrado su cuarta edición acogiendo en Ibiza a nueve familias que hacen frente a enfermedades infantiles de larga duración.

Noah Higón, activista diagnosticada con siete enfermedades raras, amadrinó este proyecto fundamental que «brinda la oportunidad de abrir una ventana al mundo para aquellos a los cuales el destino se empeña en cerrársela».

La asociación ibicenca Proyecto Juntos reactivó hace unas semanas su proyecto estrella: el Descanso del Guerrero. Una iniciativa que acogió en su cuarta edición a nueve familias con niños hospitalizados de larga duración a disfrutar de unos días de descanso en Ibiza con el objetivo de cambiar las paredes del hospital por un entorno lúdico como parte de su terapia.

 


 

El Descanso del Guerrero, en el que este año han participado 42 personas, contó además con Noah Higón como embajadora, activista diagnosticada con siete enfermedades raras que lucha por romper la barrera del silencio y visibilizar la realidad de más de 3 millones de personas que sufren enfermedades poco frecuentes.

 

«Nuestra familia, nuestros hermanos… todos ellos renuncian a diario por nosotros. Poder compartir unos días todos juntos es algo maravilloso», Noah Higón.

 

Baleària, a través de su Fundación y comprometida con proyectos por la igualdad de oportunidades, la interculturalidad, la integración, la no discriminación y la diversidad, ha colaborado por tercer año consecutivo con esta causa. Ricard Pérez, presidente de la Fundación Baleària, afirma: «La solidaridad es uno de nuestros valores, y por eso nos hemos sumado, por tercera vez, al Descanso del Guerrero. El objetivo fue que el viaje para estos pequeños y sus familias empezara a bordo de nuestros barcos, que disfrutaran la experiencia desde el momento de embarcar, así como del mar y la travesía».

 


 

Entre el ir y venir de los más pequeños, destacó una actitud de fuerza asombrosa y optimismo arrasador que se percibió en la expresión de sus caras. Muchos de ellos acumulan a su corta edad más de cuatro años de hospitalización, y algunos pudieron admirar el mar por primera vez. Además,  todos coincidieron en el sentimiento de alegría y agradecimiento por la experiencia. «Estos días han sido un regalo tanto para ellos como para nosotros”, afirma Mª Carmen Doña, abuela de Andreu. «Cuando nos propusieron el viaje, no dábamos crédito. Hasta que no estuve en el barco, no acabé de creérmelo».

 


 

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