Fogones entre olas


Ser chef es seguramente una de las profesiones más vocacionales que existe. Si además de poder cumplir el sueño de poderse dedicar profesionalmente a la cocina se le añade otra pasión, como en el caso de Yassine Imzilne el mar, el trabajo no puede ser más gratificante. Este joven chef marroquí residente en Barcelona heredó su amor por la cocina de su madre y su abuela, ambas cocineras, a las que les gustaba ayudar desde pequeño. Siendo el mediano de ocho hermanos, no fue nada fácil poderse costear sus estudios, pero lo consiguió con creces. Después de secundaria ingresó en la prestigiosa escuela de Hostelería de Assilah, en el norte de Marruecos, donde aprendió la base de la gastronomía. Luego completó su formación en Francia y encontró pronto su primer trabajo en un restaurante de Cádiz, donde revolucionó la ciudad con sus arriesgadas propuestas gastronómicas. Pero nunca ha dejado de estudiar: “ Me gusta lo que hago y me hace feliz”, asegura Yassine. [gallery type="slideshow" link="none" columns="5" size="full" ids="1035,1040,1039,1037,1034"] Siempre viviendo rodeado de mar, no era de extrañar que su próximo destino fuera cocinar sobre las olas a bordo de un buque. Con solo 24 años se enroló en el Martín i Soler de Baleària, convirtiéndose así en el jefe de cocina más joven de la Marina Mercante española. Actualmente se encarga de ponerle sabor a las travesías del Dénia Ciutat Creativa. En este buque trabaja con platos vanguardistas en base a productos frescos y de temporada, pero sin olvidar el sabor tradicional y la calidad de la materia prima. “Ofrecemos una carta variada y completa que hemos completado con hasta siete tipos distintos de paellas”, explica con orgullo el chef. Entre sus platos estrella se encuentra el celebrado tataki de atún rojo, aunque se confiesa acérrimo partidario del uso de las medusas en la cocina. Para Yassine no hay producto o combinación que se le resista: “Deseo que cada bocado sea capaz de llevarnos a sabores de nostalgia o nos embarque en un viaje hacia un nuevo descubrimiento” . Sus platos saben al mar de su Tánger natal, con aderezo de sofisticación francesa  y grandes dosis de Mediterráneo. Todo ello servido con amor y siempre con las olas como fiel acompañante.  

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