Formentera: sostenibilidad, gastronomía y naturaleza

Por Consell de Formentera


Formentera es un lugar idóneo para disfrutar de unas vacaciones o una escapada en un entorno natural y paradisíaco. Además, su privilegiado clima invita a disfrutarla todo el año. Una experiencia de paz interior que comienza en el mismo momento de subir al ferry –único modo de acceder a la isla– y empezar a olvidarse de las prisas y el estrés. Sus escasos 20 kilómetros de oeste a este –de La Savina a El Pilar de la Mola– la convierten en muy asequible, tanto a pie como pedaleando.

Su clara apuesta por la sostenibilidad como clave para un crecimiento equilibrado, sin alterar sus señas de identidad, hace que haya más bicicletas que coches (cuyo acceso es controlado y limitado). Además, Formentera es un destino ideal para comprobar que el espectáculo natural no acaba al anochecer, sino que continúa con un viaje estelar hacia el universo gracias a su ausencia de contaminación lúminica.

En este oasis de paz puedes desde disfrutar de relajados paseos por su centenar de kilómetros de rutas verdes, a escuchar la celestial sinfonía de los pájaros o a sumergirse en sus cristalinas aguas, con una transparencia única que le otorga la Posidonia Oceánica.

 


 

Gracias al solidario ‘Save Posidonia Project’, se pueden apadrinar metros cuadrados de este tesoro submarino. Una planta marina que ejerce una importante función en la filtración de los sedimentos, aportando transparencia a las aguas y manteniendo la calidad del ecosistema submarino, donde se alimentan y reproducen más de 400 especies de plantas acuáticas y un millar de especies animales.

Y es que lo que más atrae al visitante son sus playas y calas. Las hay para todos los gustos en sus 69 kilómetros de litoral. Destaca Ses Illetes, al noroeste, siempre en el top mundial. Paralela a ella, Llevant, mirando al este. Al norte, las playas de Es Pujols (primera playa sin humos) y Ses Canyes tienen continuidad con Sa Roqueta. Al sur, la más larga, Migjorn, 5 kms de playas paradisíacas. Y en la zona litoral de tramuntana, Ses Platgetes, amparadas por Es Caló. 

La menor de las Pitiusas es también un escenario ideal para la práctica de todo tipo de deportes al aire libre, tanto terrestres (Ruta Running, señalizada desde la zona de Levante y rodeando el Estany Pudent; cicloturismo, turismo ecuestre...) como acuáticos (kayak, submarinismo, snorkling, vela...). Todo ello en apenas 83,2 km2 y 20 kilómetros de oeste a este, lo que la hace muy manejable y de fácil acceso.

 


 

Otros de los espectáculos naturales son sus amaneceres y atardeceres de ensueño. Madrugar en la pequeña Pitiusa tiene premio: ver cómo el sol irrumpe desde el horizonte mediterráneo en el faro de la Mola, al extremo más oriental. Es la zona más elevada de la isla... aunque apenas sean 192 metros sobre el nivel del mar. Un lugar que inspiró una de las novelas de Julio Verne, Hector Servadac (1877). Para enamorarnos con los románticos atardeceres deberemos desplazarnos al otro lado de la isla, al oeste. Tanto cala Saona como, sobre todo, el Cap de Barbaria, con sus vertiginosos acantilados, son lugares ideales para despedir el día.

Y como guinda gastronómica, degustar sus productos de proximidad y cocina tradicional con platos como el Frit de polpSofrit de pagèsCalamars a la brutaBullit de PeixPeix sec... y los vinos de sus dos bodegas: Cap de Barbaria y Terramoll.

Silencio, respira profundamente... ¡y enamórate de Formentera! Apuesta segura.

 


 

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