Jennifer Fuentes (Puerto de la Cruz-Tenerife, 1988) creció entre barcos, en un municipio marinero donde su familia materna se dedicaba a la pesca. Con 9 años vio por primera vez una mujer a los mandos de
una lancha, y tuvo claro que ese era su camino. “Nunca he tenido dudas”. Una senda “difícil”, en la que compaginó sus estudios con el trabajo en una cadena de comida rápida. Entró en Baleària hace tres años como alumna de puente, y ahora es primer oficial.
¿Qué es lo que más te gusta de esta profesión?
Que se desarrolla en el mar. Y también he descubierto que dentro de cada barco consigo tener una pequeña familia, con compañeros muy especiales. No hago distinciones de cargo dentro del buque, me gusta que estemos todos a la par y trabajemos cómodos, ya que pasamos mucho tiempo juntos hacemos turnos de seis semanas embarcados y otras seis en tierra, una alternancia que hace más llevadera cada campaña.
¿Cuesta adaptarse a vivir alternativamente en dos mundos?
Te parecerá paradójico, pero a lo que más cuesta adaptarse es a la vida en tierra. Cunado embarcas, para ti la vida familiar y de amigos para allí, pero para ellos la vida sigue y cuando vuelves tienes que volver a acompasarte y retomar tú una rutina normal.
Cuando estás embarcada, ¿cómo es tu día a día?
El día a día a bordo es bastante intenso. He desarrollado varias funciones. Cuando estaba en el Formentera Direct, por ejemplo, una de mis responsabilidades principales era la gestión de la carga. Este barco es singular porque solo cuenta con un oficial y por eso se reparten muchas tareas con el capitán.
Has estado embarcada en ferries y fast ferries, ¿qué rutas prefieres?
Cada una tiene sus cosas. En los ferries de rutas largas puedes aprender mucho y en profundidad y en este es una prueba diaria de compensar conocimientos y ver cómo te desarrollas con las diferentes situaciones, y creo que la voy superando.
¿Qué faceta es la que más te gusta?
Estoy encantada de trabajar en los barcos. Es un trabajo muy dinámico y el hecho de llegar a entablar relaciones tan estrechas con los compañeros es lo que más me sorprende: gente que no conoces de nada y acabamos siendo todos para uno y uno para todos.
¿El objetivo es llegar a ser capitana?
Mi objetivo siempre es el mismo: allá donde esté dar lo mejor de mí y empaparme de todo lo que pueda aprender al máximo. Sin obviar que la meta de cualquier oficial es llegar a capitán, también me conformo con que mi trabajo se desarrolle bien y yo aprenda todo lo que pueda.
Cada vez hay más mujeres en los puentes de mando, ¿pero todavía quedan barreras que superar?
En esta sociedad todavía queda camino por andar. Aunque he tenido la suerte de encontrar pocas situaciones, a veces hay pasajeros que no llevan bien que una mujer les dé indicaciones en la bodega o algún marinero que tiene una visión tradicional masculina de la profesión. Las mujeres tenemos que hacer un sobre esfuerzo para que se nos valore al mismo nivel que a los hombres profesionalmente. También es importante el esfuerzo que se hace desde la empresa para que seamos uno más de la tripulación.
¿Con qué valores de Baleària te sientes identificada?
Lo que más agradezco a la compañía es la posibilidad de ir caminando, ascendiendo y desarrollarte laboralmente.
¿El sueño que tenías tan claro de pequeña se ha cumplido?
Llegar donde estoy ha sido un camino de rosas y espinas del que me siento muy orgullosa, y en el que he contado con el apoyo de mi familia, amigos y los compañeros de los barcos. —