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Menorca, abierto 365 días
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Menorca, abierto 365 días

Por Cristina Abel


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Menorca, la joya del Mediterráneo, es mucho más que un destino de verano. Esta isla cautivadora sorprende y enamora durante todo el año. Descubre su magia a través de nuestros diez  imprescindibles.

 

Como dijo el famoso escritor y viajero Lawrence Durrellen su obra Reflexiones sobre una Venus marina, «Menorca es una isla que despierta el corazón de aquellos que la visitan». Su patrimonio histórico, playas vírgenes, encantadores pueblos de pescadores y una rica tradición gastronómica, convierten a esta singular ínsula en un lugar lleno de rincones por descubrir. Desde recorrer el histórico Camí de Cavalls y visitar los antiguos talayots, hasta disfrutar de la industria artesanal del calzado y relajarse en los spas, esta isla del Mediterráneo ofrece actividades para todos los gustos y en cualquier época del año.

 

 

1. Camí de Cavalls: un viaje alrededor de la isla

 

Ofrece la posibilidad de descubrir a pie, en bicicleta o a caballo una ruta ancestral que abraza toda la costa de Menorca, un sendero histórico repleto de paisajes cautivadores. El Camí de Cavalls ofrece 185 kilómetros de pura aventura, divididos en 20 etapas que el senderista puede adaptar a su ritmo y preferencias. A lo largo del recorrido, el visitante descubrirá playas paradisíacas, acantilados impresionantes, frondosos bosques y campos agrícolas. Una excelente manera de sumergirse en la biodiversidad de la isla.

 

 

Camí de Cavalls. Autor: Roger Salanova
 

 

2. Un festín para los sentidos: queso, sobrasada y caldereta de langosta menorquina

 

La gastronomía menorquina proporciona un recorrido culinario con productos locales que  destacan por su calidad y sabor. El queso Mahón-Menorca, con su Denominación de Origen Protegida, su característico sabor intenso e inconfundible (fruto de su cuidada maduración en cavas, del viento, la humedad y la luz), es uno de los productos más emblemáticos de la isla.

 

En las queserías locales, los amantes de este manjar pueden conocer su proceso de elaboración y degustar las diferentes variedades. La sobrasada, un embutido a base de carne de cerdo, pimentón y sal, es otra delicia que los amantes de la buena gastronomía no deberían perderse. Se puede disfrutar en una simple tostada con pan payés y miel o incluso en platos elaborados. Y entre las recetas más populares de la tierra: la caldereta de langosta, un plato típico de la tradición  marinera.

 

 

Queso Mahón-Menorca, con su Denominación de Origen Protegida
 

 

3. De postre, disfruta de la repostería y dulces típicos de la isla

 

La influencia de otras culturas se percibe también en la repostería, uno de los puntos fuertes de Menorca. Dulcesy pastas saladas llenan los escaparates de numerosos hornos tradicionales, que se han mantenido fieles a los sabores y procesos artesanales de siempre. Carquinyols, amargos, pastissets, flaons, rubiols, formatjades... La lista es larga y deliciosa.

 

 

Repostería menorquina. Autor: Isolda Delgado
 

 

4. Descubre la historia de los talayots

 

Menorca es un museo al aire libre gracias a su rico patrimonio arqueológico. Los talayots, monumentos ciclópeos construidos entre 1.200 y 123 a.C., existen únicamente en Menorca y Mallorca. Recientemente declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la cultura talayótica ofrece una ventana al pasado. Sitios emblemáticos como Torre d’en Galmés, Trepucó y Talatí de Dalt son de visita obligada. Recorre sus murallas ciclópeas, admira las importantes torres de piedra, contempla las enigmáticas taulas (estructuras ceremoniales en forma de T) y explora las navetas, como la de Tudons, unas construcciones funerarias con forma de nave.

 

 

Naveta des Tudons (Menorca Talayótica)
 

 

5. La belleza de los faros menorquines

 

Los faros de Menorca ofrecen algunas de las vistas más espectaculares de la isla. El faro de  Favàritx, situado en un paisaje casi lunar en el Parque Natural de S'Albufera des Grau, es uno de los más icónicos. Con su torre blanca y negra, se alza en una zona árida ofreciendo un panorama impresionante del Mediterráneo.

 

Otra atalaya de luz imprescindible es la de Punta Nati, cerca de Ciutadella, famosa por sus atardeceres. Sin olvidar el faro de Cavalleria, en el extremo norte de la isla, que ofrece vistas panorámicas de la costa y es perfecto para los amantes del trekking y el senderismo. También son de obligada visita el faro de Artrutx, con su restaurante con vistas panorámicas, y el de Sa Farola, el más antiguo de la isla.

 

 

Vista de la costa de Cavalleria
 

 

6. Disfruta del encanto de los paseos marítimos

 

Como Fornells, famoso por su puerto y donde el paseo marítimo invita a caminar y a disfrutar después en algunos de sus restaurantes de cocina tradicional marinera. También, sin duda, merecen una visita el puerto de Maó (uno de los puertos naturales más grandes del mundo), el de Ciutadella, y el encantador puerto de Cales Fonts, ideal para salir a cenar.

 

 

7. Explora las playas vírgenes durante todo el año

 

Menorca es famosa por sus playas de aguas cristalinas, muchas de las cuales se encuentran en su estado natural, lejos del bullicio turístico. Además de las populares calas de arena blanca de la costa sur, son impresionantes las más agrestes del norte. Aunque las playas son especialmente atractivas en verano, en invierno ofrecen una belleza serena y solitaria, perfecta para los amantes de la naturaleza y la tranquilidad.

 

 

Vista de la bahía de Cala Macarelleta
 

 

8. Relájate en sus spas, agroturimos y hoteles boutique

 

Los spas y tratamientos son una excelente manera de desconectar y deleitarse con un día de bienestar en cualquier época del año, rodeado de la tranquilidad y la belleza natural de Menorca, cuya experiencia puedes ampliar alojándote en hoteles rurales, agroturismos o encantadores hoteles boutique en pleno centro histórico y hoteles de costa al lado de la playa.

 

 

9. Observa las estrellas en el Parque Natural de S'Albufera des Grau

 

Este parque, corazón de la Reserva de la Biosfera de Menorca, es un destino ideal para los amantes de la naturaleza y la observación de estrellas. El Parque Natural de S'Albufera des Grau ofrece un cielo nocturno espectacular, libre de contaminación lumínica.

 

Durante el día, se pueden observar los senderos del parque, aves y disfrutar de la biodiversidad del área. Por la noche, este enclave invita al visitante a disfrutar de un cielo nocturno perfecto para perderse entre constelaciones, planetas y la Vía Láctea. La tranquilidad y la oscuridad del parque hacen de este lugar un escenario perfecto para una noche de observación estelar. Una experiencia inolvidable que se puede disfrutar aún más de la mano de guías especializados.

 

 

10. Descubre la industria del zapato menorquín (más allá de las menorquinas)

 

Menorca es famosa por su calzado artesanal de alta calidad. La isla alberga una próspera industria zapatera, con marcas reconocidas como Jaime Mascaró y PonsQuintana. Visitar las fábricas y talleres locales permite observar el meticuloso proceso de fabricación. En todas las poblaciones de la isla hay tiendas que ofrecen una amplia variedad de estilos, y algunas hasta incluso permiten personalizar los zapatos. Además, muchas empresas menorquinas se comprometen con la sostenibilidad, utilizando materiales ecológicos.

 

 

Calzado artesanal. Autor: David Arquimbau

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Pedro Bailón: «En máquinas se forman familias muy fuertes»
Historias del mar

Pedro Bailón: «En máquinas se forman familias muy fuertes»

  A Pedro Bailón (Premià de Mar, 1992) el mar siempre le ha llamado la atención y, aunque hubo un tiempo en que dudó entre el trabajo en un buque y el de tierra, la atmósfera de la vida a bordo le cautivó. Actualmente es jefe de máquinas del Ciudad de Mahón, en el que forma parte de un equipo con un engranaje muy sólido.     P. ¿Cómo es el día a día en la sala de máquinas de un buque? R. Cada día es una nueva aventura y un nuevo reto. Siempre tienes experiencias nuevas que te hacen aprender y ser mejor día tras día. La máquina de un barco es un lugar peculiar,  donde nacen y se forman familias muy fuertes. En cada momento tienes a unos cuantos valientes luchando contra los retos que surgen. Más que hablar del día a día, realmente es un constante trabajo en equipo. Cada jornada se rige por unos trabajos de mantenimiento organizados que hacen que el corazón del barco funcione como un reloj suizo. A partir de aquí se reparte el trabajo a cada uno de los integrantes, porque todo suma y un poco de todos es mucho para el área de Máquinas y para el barco. Impera el buen estar, el buen hacer y el compañerismo; se intenta ser lo más profesional posible y estar a la altura de cada situación. En la vida a bordo también es muy importante saber gestionarse el tiempo... especialmente para la gente de Máquinas es muy importante el descanso, porque nunca sabes qué puede pasar.   P. ¿Cuáles son las cualidades de un jefe de máquinas? R. Sobre todo es imprescindible saber mantener los nervios. Si el jefe de máquinas se pone nervioso... lo contagia a todo el equipo. También es fundamental hacer equipo.   P. ¿Qué te motivó a trabajar en el mar y especializarte en Máquinas? R. Tengo una relación estrecha con el mar desde bien pequeño, cuando veraneaba con mis padres en la costa de Tarragona. La motivación de dedicarme al mar surge sobre todo de su inmensidad y de sus ‘cambios de humor’, que siempre me han fascinado. En cuanto a decantarme por  Máquinas, viene de mi inquietud... siempre me ha gustado investigar y conocer cómo funciona cualquier detalle; y qué mejor sitio que una sala de máquinas para saber el cómo, el cuándo y el porqué de todo. Soy un apasionado de la reparación en general y, además, me encanta la  mecánica.     P. ¿Alguna anécdota curiosa o momento que recordar? R. A bordo cada día es una nueva aventura. Pero si tengo que quedarme con algún momento seguro que sería mi primera vez dentro de una sala de máquinas; nunca lo olvidaré. Los olores de combustibles, que acabamos normalizando, y, por supuesto, el ruido. Evidentemente de anécdotas tengo mil y una, pero como digo, Máquinas es una familia y me quedo con todos los momentos difíciles donde entre todos se ha sacado todo adelante.   P. ¿Qué haces cuando estás desembarcado? R. Al final cuando estás en casa intentas hacer todo lo que no te ha dado tiempo durante tu embarque. Me describiría como un todoterreno; tengo varias facetas, pero la que más me define es mi afición por la pesca, a la cual dedico mucho de mi tiempo libre. También me gusta leer y practico mucho deporte. Me encanta pasar tiempo con los míos e intentar dedicarles mis mejores momentos. Además, disfruto mucho yendo a ver a mi equipo preferido al campo, el RCD Espanyol, y sufriendo con éste. También me estoy aficionando a la cocina, pero aún me falta practicar. Y por supuesto salir en moto.     Con el mar cerca Su pasión por el mar y la mecánica hizo que estudiase en la Facultad de Náutica de Barcelona. Ha trabajado en diferentes sitios, tanto a pie de muelle como a bordo, pasando por remolcadores, empresas de mantenimiento y buques de crucero. Pedro es tanto ‘de mar’, que incluso su  tiempo libre lo dedica a otra de sus pasiones, la pesca.      


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Las mejores playas gaditanas
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Las mejores playas gaditanas

  La costa de Cádiz se enorgullece de contar con algunas de las playas más impresionantes de Europa, paisajes naturales de arena fina y virgen que invitan tanto al relax como a la emoción de deslizarse sobre las olas en una tabla de surf.     Las calas de Roche   Las calas de Roche son como el último sorbo de una buena copa de vino. La costa de Cádiz posee muchos tesoros escondidos capaces de sorprender al visitante, aunque no todos son de fácil acceso. Las calas de Roche son una sucesión de hermosas y pequeñas calas rodeadas de naturaleza y acantilados al norte de Conil. Contemplar el atardecer desde cualquiera de ellas representa una de las experiencias más maravillosas que se puede disfrutar en todo el litoral andaluz.     Una serie de senderos, que parten desde el mismo Conil, bordeando la costa, conducen hasta estas playas en forma de medialuna, difíciles de divisar a simple vista desde la carretera que discurre elevada y paralela al mar. Lo complicado de su orografía es parte de su encanto que, además, se ve fortalecido por su naturaleza efímera, ya que el hecho de poder llegar hasta ellas o gozar de su arena depende por completo del ritmo cadencioso de las mareas. Otro de sus encantos radica en que se han conservado completamente vírgenes, por lo que no disponen de chiringuitos, duchas, aseos o cualquier otro servicio; únicamente naturaleza en estado puro.     Cala Frailecillo, cala Encendida, cala Tío Juan Medina, cala Pato, cala Medina y cala Áspero son la media docena de calas que forman esta espectacular zona del litoral gaditano de apenas 600 metros de extensión. A todas ellas se accede por unas escalinatas excavadas en la roca que descienden desde los acantilados rojizos. Sus vistas son idílicas, el agua siempre cristalina y prácticamente sin oleaje, su olor inconfundible a salitre y, por supuesto, el sonido constante del vaivén de las olas como telón de fondo hacen que uno se sienta como en un cuento de hadas. Ideales para evadirse del mundo y del frenesí diario.        Dunas de Valdevaqueros   La playa de Valdevaqueros, la más bonita de Tarifa, es uno de los pocos lugares vírgenes que quedan en la Costa de la Luz, donde los valles de los ríos desembocan silenciosos en la playa y en la sierra litoral, ajenos al ajetreo de las olas mar adentro donde los amantes del windsurf y del esquí con cometa luchan por subirse a la gran ola. En primera línea de costa, en este edén natural de arena fina, 4 kilómetros de dunas móviles se desplazan al capricho de los vientos engullendo árboles, carreteras y amenazando con sepultar todo aquello que encuentren a su paso.     El médano de Valdevaqueros se formó como consecuencia de las acciones militares llevadas a cabo en la década de los cuarenta, en plena dictadura franquista, para acondicionar los terrenos que daban acceso a los cuarteles de la zona, y para cavar algunas trincheras que impidieran un posible desembarco aliado en la costa. La construcción de un foso de arena alargado paralelo a la costa entre la zona dunar y la orilla del mar, junto con los fuertes vientos de levante desplazaron la arena y provocaron un aumento de la franja dunar que aumenta, imparable, año tras año.    Actualmente, en los días de fuerte viento de levante, la arena invade totalmente la carretera A-2325, en la que habitualmente los turistas curiosos se hacen selfies con las señales de tráfico medio enterradas. Esos días, la vía se vuelve totalmente intransitable y los vecinos quedan incomunicados hasta que las máquinas excavadoras retiran las ingentes cantidades de arena que, a veces, llegan a alcanzar los 30 metros de altura.         Caños de Meca: Faro de Trafalgar   Caños de Meca todavía se asocia a esa imagen de la década de los sesenta en la que ostentaba el título de ser el rincón más hippie de la costa gaditana, frecuentado por bohemios, artistas y, en ocasiones, incluso por algunos de los miembros de la llamada movida madrileña, en busca de esa anhelada libertad. La misma que todavía persiguen hoy en día los que se acercan a este municipio en busca del contacto directo con la naturaleza, el mar, una dieta saludable, atardeceres de película y, sobre todo, la posibilidad de bajar las revoluciones de la vida estresada de las grandes ciudades.      El viento persistente, las dunas doradas y un pasado bucanero envuelven el faro de Trafalgar en una atmósfera misteriosa. Contemplar el atardecer frente a este baluarte histórico de 34 metros de altura representa una auténtica delicia. Solitario ante la inmensidad del océano, el faro se sitúa en una zona repleta de dunas doradas, extensas playas y una vegetación que a veces llega incluso hasta la arena. Una pasarela de madera serpentea por la costa, atravesando acantilados, desde donde se pueden observar infinitos tonos azulados que el océano dibuja según las corrientes. A lo lejos, los surfistas, windsurfistas y kitesurfistas buscan el viento de levante que les haga volar, ajenos al hecho de que hace algo más de 200 años, en este mismo escenario, se libraba la batalla de Trafalgar, un enfrentamiento naval entre la Armada Real Británica y las flotas combinadas de las Armadas francesa y española que tuvo lugar durante la guerra de la tercera coalición. La victoria, por cierto, cayó del lado inglés.     Desde el promontorio del faro, se puede bajar hasta la playa de Trafalgar, una enorme cala virgen de arena fina y dorada que se extiende a lo largo de 2 km desde el cabo hasta la playa de Zahora, al norte.       


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