A los menorquines les va la buena vida, entendida esta como una vida tranquila de pequeños placeres, a ser posible naturales. Uno de ellos, si no el más popular, es el buen comer –y el buen beber– y a él rinden culto en forma de elaborados y deliciosos productos Made in Menorca.
Un queso Cum Laude
El queso de la D.O. Mahón-Menorca es el producto estrella. Se elabora con leche de vaca, es de pasta prensada y forma cuadrada, y tiene un sabor ligeramente salado. En la isla hay 30 queserías, algunas de ellas visitables. En los últimos años, quesos como Hijo de F. Quintana, Son Vives o Sa Canova han sido premiados en los prestigiosos World Cheese Awards.
Oro líquido
El aceite de oliva virgen es uno de los productos emergentes en la isla. Se cultivan diferentes variedades, entre ellas la arbequina, la picual y la griega koroneiki. Algunos productores han empezado a elaborar aceite de acebuchina. Su introducción puede deparar un futuro prometedor para el aceite menorquín.
Dulce mediterráneo
Otro producto de Menorca con recorrido histórico es la miel. Se dice que el escritor griego Plinio 'El Viejo' la consideraba la segunda mejor del mundo –por detrás de la griega, por supuesto. Hoy en día, los apicultores de la isla elaboran miel de zulla, brezo y romero de una calidad excelente.
Delicias porcinas
La sobrasada es la reina de los embutidos menorquines, y baleares. De origen siciliano –soprassata–, se dice que su presencia en la isla se remonta a la época romana. Le siguen a la zaga la carn-i-xulla, una creación propia que puede ser además la más antigua, y el camallot.
Vino con carácter
La historia del vino menorquín viene de lejos –las primeras viñas fueron plantadas por los romanos– y cuenta con episodios de esplendor, como el vivido entre los siglos XVIII y XIX. Actualmente, nueve bodegas elaboran el Vi de la Terra Illa de Menorca, un vino marcado por la tramontana y la salinidad, el marés y un clima mediterráneo fresco. Binifadet y Binitord hacen visitas guiadas y catas en bodega.
Una ginebra con solera
Gin Xoriguer es, probablemente, la ginebra más antigua de España –su origen se remonta a mediados del siglo XIX– y fiel a esta tradición aún hoy la destilan en antiguos alambiques de cobre. Tiene una receta peculiar (alcohol de vino, bayas de enebro y una selección “secreta” de hierbas), que la convierte en una de las más aromáticas del mercado.