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XPEDICIONÀRIA: viajar para aprender


Cada pasajero viaja en barco por algún motivo concreto, unos lo hacen por placer, otros por visitar a su familia, por trabajo, y también hay quién lo hace para aprender. Como los 54 alumnos de primero de la E.S.O. del Instituto de Enseñanza Secundaria “Gabriel Císcar” de Oliva (València), que hace unos días se embarcaron en el fast ferry Ramon Llull para participar en el programa educativo que ofrece la Fundació Baleària, “Xpedicionària: un dia a Formentera”. Esta propuesta didáctica, que tiene como objetivo la sensibilización y educación ambiental, permite que cada año más de 500 alumnos de centros educativos de Catalunya y Comunitat Valenciana se embarquen en los ferries de la naviera para realizar actividades de concienciación y preservación del mar. Este año, el proyecto ha presentado una nueva propuesta para descubrir la pitiusa menor a través de los servicios de conexión directa entre Dénia con la isla balear. Un programa intenso, que se concentra en un día, pero que pretende, a través de una metodología totalmente práctica, motivar a los estudiantes a implicarse de una forma más activa en la conservación del medio ambiente. “Se trata de una propuesta de excursión intensa que permite conocer un territorio único por sus características medioambientales y que gracias al viaje en barco, desde Dénia lo tenemos a tiro de piedra”, declara Víctor, uno de los responsables del programa.   RUMBO A LA PITIUSA MENOR A las ocho de la mañana se citaban, alumnos y profesores, en las instalaciones de Baleària Port de Dénia. En el muelle, el Ramon Llull ya lucía amarrado, listo para ser embarcado por los pasajeros de su primer trayecto del día, el de las 9.30 horas. Justo a tiempo, el jefe de cabina del Llull, Alfonso Monfort, ordenaba el embarque de pasajeros y el grupo de estudiantes se distribuía en la primera cubierta del fast ferry, con el murmullo de chavalería que todos hemos vivido y que provoca un día de excursión. Estaban contentos, nerviosos y un poco impacientes. Es normal, para ellos era su viaje de fin de curso, y poder estar un día por Formentera para descubrir su flora y fauna y tomar el primer baño del año, era motivo suficiente de celebración. [caption id="attachment_2352" align="aligncenter" width="1000"] programa escolar de sensibilización y educación ambiental Los estudiantes, camino de embarcar en el 'Ramon Llull'.[/caption]   ¡BIENVENIDOS A FORMENTERA! Entre idas y venidas de la terraza cubierta, pasaban los alumnos olivenses una travesía que finalizaba a las 11.30 horas de la mañana, cuando el capitán Pepe Borruel atracaba el buque en el puerto de Formentera. Juntos, como un banco de peces en el Mediterráneo, los estudiantes desembarcaban y ponían pies en tierra firme. Allí les esperaba Marga Serra, guía del programa educativo y la encargada de llevarles durante toda la jornada expedicionaria por la pitiusa menor. Tras una breve bienvenida, se montaban en un autobús rumbo a Can Marroig, el centro de interpretación del Parque Natural de Ses Salines de Ibiza y Formentera. Una vez allí, “a través de actividades interactivas, se mostró a los niños participantes cómo funcionaba la Salinera y las especies protegidas que habitan en la isla. El principal objetivo es que conozcan las especies endémicas, únicas de este ecosistema, ya que no existen en otras partes del mundo”, afirma Serra, que además es bióloga marina y lleva 12 años como educadora ambiental. Tras descubrir las curiosidades de las distintas especies, como la posidonia oceánica, visitaban la playa de Ses Illetes, para conocer la importancia ecológica de su sistema dunar y aprovechar el paisaje para comer y darse un chapuzón entre sus aguas cristalinas, cita obligada cuando se visita la isla. [caption id="attachment_2349" align="aligncenter" width="1000"] programa escolar de sensibilización y educación ambiental Marga Serra da la bienvenida a los alumnos en el Puerto de la Sabina de Formentera.[/caption]   LA MOLA Y SANT FRANCESC Por la tarde vendrían las visitas a las otras postales paisajísticas características de Formentera, el Far de la Mola y su mirador, para contemplar una de las mejores panorámicas del Mediterráneo. Después, visitaban el pueblo de Sant Francesc para dar un paseo por sus casas blancas estilo mediterráneo. Con el atardecer, concluía la jornada, y los jóvenes exploradores se embarcaban de nuevo en el ‘Llull’ de regreso a casa. “Ha sido una experiencia muy enriquecedora, pues los niños, con su vivencia personal, han reconocido especies del ecosistema que habíamos estudiado en clase, como la ‘sargantana’, típica de las Baleares”, comentaba Amparo Gadea, profesora de Biología. Pese a haber estado todo el día, y desde primera hora en ruta, todavía les quedaban fuerzas para comentar durante el trayecto todo lo vivido durante el día. “Lo que más me ha gustado ha sido poder nadar en la playa de Ses Salines, ha sido muy divertido”, afirma una alumna de primero B. Ya se sabe que los niños tienen una energía inagotable. [caption id="attachment_2351" align="aligncenter" width="1000"] programa escolar de sensibilización y educación ambiental El pueblo de Sant Francesc, en Formentera.[/caption]    
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Tánger y Tetuán, la cercana esencia de Marruecos
El Marruecos más Mediterráneo
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El Marruecos más Mediterráneo

Esta región es perfecta para disfrutar de ciudades con siglos de historia y  desconectar en sus parajes naturales y playas vírgenes. De Tánger hasta Nador, diez lugares del norte de Marruecos para perderse en autocaravana. Pocos kilómetros separan España de Marruecos; en menos de una hora en ferry desde el sur de la península se abre todo un país que solo se puede descubrir sin prisa. El macizo del Rif domina esta región amazigh y ha esculpido un paisaje de pequeñas e increíbles carreteras que superan valles y bordean la costa.   1: La puerta de Marruecos Tánger Esta ciudad es la puerta de entrada y salida no solo de Marruecos, también del continente. Es una urbe situada en un punto estratégico del estrecho de Gibraltar que tiene raíces fenicias y romanas. En las calles de la medina se ve el pasado y presente árabe, pero esta arquitectura se entremezcla con los edificios del siglo XX, cuando Tánger estuvo bajo el protectorado  internacional. También se puede ver en ella la huella española, como el Teatro Cervantes.   La cerámica de Tánger refleja el color del mar 2: Con vistas al Estrecho Cabo Espartel El Cabo Espartel, a diez kilómetros de Tánger, tiene una de las mejores vistas del Estrecho. Es el punto dónde termina el Atlántico y da paso al Mediterráneo. El faro situado en este enclave fue uno de los primeros del país, en funcionamiento desde 1864. Está situado en una reserva natural que el fin de semana se llena de muchos tangerinos que desean salir de la ciudad y pasar un día en familia. Muy cerca también están las Cuevas de Hércules y las playas atlánticas de Sidi Kacem y Achakkar en las que se puede practicar surf, entre otras actividades acuáticas.   3: La costa Atlántica Assilah Las estrechas y blancas calles de Assilah se han convertido en un museo al aire libre. Muchos murales llenan de color la medina de esta pequeña ciudad Atlántica. Desde los muros del casco antiguo se divisa el océano y las playas de arena que hay en la ciudad. Es un lugar perfecto para hacer una parada y comer pescado.   La Medina de Assilah es Patrimonio Histórico por la Unesco 4: La ciudad azul Chefchauen Es la perla azul de Marruecos, sus callejuelas enamoran a muchos de los viajeros que recorren esta población situada en la ladera de una montaña. La zona antigua de la ciudad es un sinfín de calles irregulares llenas de pequeñas tiendas de recuerdos, ropa, comida o especies. Es uno de los mejores lugares donde dormir y también disfrutar de las muchas rutas de senderismo que hay en la región.   5: Desconectar en la naturaleza Parque Nacional de Talassemtane Este parque natural de casi 60.000 hectáreas es uno de los tesoros de la cordillera del Rif. Uno de los mejores sitios donde establecerse es la pequeña población de Akchour, desde allí salen diferentes rutas para recorrer esta zona montañosa a pie o en bicicleta. También se pueden ver los bosques de cedros del Atlas y la cascada que recibe el nombre de esta población.   En Talassemtane abundan los arroyos y pozas   6: La Paloma Blanca Tetuán Volviendo al Mediterráneo, Tetuán es una ciudad de visita obligada. Los edificios son de color blanco, que en la medina, se mezcla con el verde de muchas de las puertas. El casco antiguo está catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Tetuán también se conoce como «la hija de Granada», por su arquitectura hispano-morisca. A pocos kilómetros está la playa de Martil, la zona costera más cercana a la ciudad y un buen sitio para pasar la noche. 7: Mar y montañas Parque Nacional de Alhucemas Siguiendo la ruta por la carretera costera desde Oued Laou hacia Alhucemas se llega a este parque nacional. Un inmenso territorio de naturaleza y montañas que terminan en el Mediterráneo. Entre los acantilados y zonas rocosas hay pequeñas playas o calas escondidas como la de Taoussarte o Taydiwine. En estas aguas también podemos ver en acción el águila pescadora. 8: Las playas mediterráneas Oued Laou Situada entre montañas, la playa y el pequeño pueblo de pescadores de Oued Laou es uno de los mejores puntos para parar, desconectar y relajarse del viaje. La carretera desde Tetuán es una de las más bonitas del norte del país, bordea la costa superando acantilados y pequeñas calas de rocas. Cerca de este pueblo hay varios campings, tiendas y restaurantes.   El verde se asocia con el Paraíso en el islam 9: La ciudad sobre el acantilado Alhucemas Esta ciudad rifeña está en la costa, rodeada de playas y con uno de los puertos más importantes del norte del país. Está situada sobre un increíble acantilado. Entre el 1994 y 2004 sufrió dos considerables terremotos que dejaron más de 500 víctimas. Este punto también fue uno de los focos de resistencia contra la colonización española. Ahora es uno de los sitios más visitados por locales y viajeros para pasar sus vacaciones de verano y disfrutar de las tranquilas aguas  mediterráneas. 10: La costa oriental Nador Nador es la última parada, es la ciudad más importante al este de la costa marroquí, a pocos quilómetros de Melilla. La ciudad mira a la Mar Chica, una laguna salada que conecta con el mar. Siguiendo la carretera dirección al este encontramos la conocida playa Roja, de rocas, y la extensa playa de Ras El-Ma, de varios kilómetros de arena. Cerca de la frontera con Argelia, se sitúa la turística ciudad de Saïdia, en la que podemos encontrar multitud de grandes hoteles y  restaurantes. 


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