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Marisa Llopis: «Me sigo emocionando al recordar la llegada del 'Federico García Lorca'»

Marisa Llopis: «Me sigo emocionando al recordar la llegada del 'Federico García Lorca'»


Marisa Llopis - 1 (1)

Maria Luisa Llopis es técnica de Compras y se incorporó a Baleària un 10 de mayo del 2000, hace ya 23 años que nos acompaña. 

 

P. ¿Cómo recuerdas aquel momento? 

R. Lo recuerdo como si fuera ahora. Yo había dejado dos meses antes mi trabajo porque me obligaba a estar a 7 horas de coche de mis hijos y tuve que tomar una decisión. Un día, me enteré de que en Baleària estaban buscando gente. Pasaron los días y me decidí a enviarlo. El mismo día por la tarde me llamaron para ir a una entrevista al día siguiente. Después de varias preguntas y explicarme que el trabajo era para reforzar el Call Center en verano, me preguntaron si podía empezar al día siguiente y, bueno, aquí sigo después de 23 años. 

 

P. ¿Ha cambiado mucho la empresa? 

R. Si echo la vista atrás, no reconozco la Baleària de entonces con la de ahora. Todos los que estamos desde hace años hemos podido ver el crecimiento tan grande que ha tenido esta compañía. Empecé en una caseta prefabricada y con unos pocos folletos de horarios por si alguien entraba a pedir información. No había ordenadores, ni teléfonos ni nada de nada. Cuando ahora veo la estación marítima que tenemos y la nave logística, es como si no se tratara del mismo muelle y sin embargo lo es. 

 

P. ¿Qué es lo que más te sorprendió y lo que más te gustó de la empresa? 

R. Me sorprendió conocer los detalles de cómo se había fundado Balearia. En ese momento pensé y continúo pensándolo, que el grupo de personas que la fundaron fueron muy valientes porque me consta que no fue nada fácil. Sin lugar a duda lo que más cautivó fue el compañerismo que se respiraba -y que continúa existiendo-, no solo con las personas de tu departamento, sino también con el resto de los compañeros/as. 

 

P. Si no venías del sector marítimo, ¿qué percibiste como más diferente, propio de este sector en tu desempeño diario?  

R. Desde el primer día me di cuenta de que en una naviera las cosas no son tan fáciles y sencillas como la mayoría de la gente piensa. Desde fuera se ve todo muy bonito, pero realmente la salida de un buque depende de muchas cosas, la principal obviamente es del estado del mar.  
El que más me impacto fue el día en el que vi atracado el Federico García Lorca en el muelle viejo. Todavía cuando lo pienso me vuelvo a emocionar. Se veía tan grande, tan majestuoso, de verdad me impactó porque no tenía nada que ver con los barcos que en ese momento tenía Baleària. El día que lo vendieron me dio muchísima pena porque daba mucha vida a la compañía. Otro momento más reciente fue el seguimiento de la salida del astillero, travesía y llegada a Dénia del Eleanor Roosevelt. Fue todo muy emocionante. 

 


 

 

P.  ¿Por qué crees que Baleària ha crecido tanto y se ha convertido en líder del sector?  
R. Principalmente por la valentía del presidente, porque quien no arriesga no gana, y él ha sabido arriesgar y rodearse de personas y departamentos eficaces que se han sabido mover para modernizarse y no quedarse atrás. No se ha tenido miedo a construir barcos nuevos, a remotorizar varios barcos a gas natural, abrir líneas nuevas que suponían todo un reto, a invertir en tecnología y digitalización. 

 

P.  Cuéntanos alguna anécdota que ilustre la evolución de la tecnológica y organizacional de la empresa. 

R. Mi primer verano en taquilla las tarjetas de embarque eran de cartón. Cada noche había que sellar las tarjetas de embarque del día siguiente, tantas como barcos salieran ese día. Las tarjetas se daban en el mismo momento, lo que suponía que se hicieran unas colas interminables. Después de un embarque había que contar las tarjetas que nos habían quedado, imprimir los listados y que cuadrara. Sólo con que hubiera una tarjeta de diferencia entre el listado y las tarjetas que habían quedado había que puntearlo todo. Nada que ver con ahora que la gran mayoría del pasaje ya viene con sus tarjetas de embarque, físicas o en el móvil.  

 

P.  Si haces balance personal, ¿qué crees que te ha aportado Baleària en lo profesional y en lo personal? 

R. En lo profesional, he aprendido mucho en compras, ya que desde ese departamento se gestiona todo lo que pueda necesitar un barco. He aprendido de lo que es importante y hay que dar prioridad para la seguridad del buque, he aprendido de motores, de hidráulica, de habilitación…  Vamos que soy “casi” una experta en varios temas, pero todavía me queda mucho por aprender.  

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Tánger y Tetuán, la cercana esencia de Marruecos
El Marruecos más Mediterráneo
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El Marruecos más Mediterráneo

Esta región es perfecta para disfrutar de ciudades con siglos de historia y  desconectar en sus parajes naturales y playas vírgenes. De Tánger hasta Nador, diez lugares del norte de Marruecos para perderse en autocaravana. Pocos kilómetros separan España de Marruecos; en menos de una hora en ferry desde el sur de la península se abre todo un país que solo se puede descubrir sin prisa. El macizo del Rif domina esta región amazigh y ha esculpido un paisaje de pequeñas e increíbles carreteras que superan valles y bordean la costa.   1: La puerta de Marruecos Tánger Esta ciudad es la puerta de entrada y salida no solo de Marruecos, también del continente. Es una urbe situada en un punto estratégico del estrecho de Gibraltar que tiene raíces fenicias y romanas. En las calles de la medina se ve el pasado y presente árabe, pero esta arquitectura se entremezcla con los edificios del siglo XX, cuando Tánger estuvo bajo el protectorado  internacional. También se puede ver en ella la huella española, como el Teatro Cervantes.   La cerámica de Tánger refleja el color del mar 2: Con vistas al Estrecho Cabo Espartel El Cabo Espartel, a diez kilómetros de Tánger, tiene una de las mejores vistas del Estrecho. Es el punto dónde termina el Atlántico y da paso al Mediterráneo. El faro situado en este enclave fue uno de los primeros del país, en funcionamiento desde 1864. Está situado en una reserva natural que el fin de semana se llena de muchos tangerinos que desean salir de la ciudad y pasar un día en familia. Muy cerca también están las Cuevas de Hércules y las playas atlánticas de Sidi Kacem y Achakkar en las que se puede practicar surf, entre otras actividades acuáticas.   3: La costa Atlántica Assilah Las estrechas y blancas calles de Assilah se han convertido en un museo al aire libre. Muchos murales llenan de color la medina de esta pequeña ciudad Atlántica. Desde los muros del casco antiguo se divisa el océano y las playas de arena que hay en la ciudad. Es un lugar perfecto para hacer una parada y comer pescado.   La Medina de Assilah es Patrimonio Histórico por la Unesco 4: La ciudad azul Chefchauen Es la perla azul de Marruecos, sus callejuelas enamoran a muchos de los viajeros que recorren esta población situada en la ladera de una montaña. La zona antigua de la ciudad es un sinfín de calles irregulares llenas de pequeñas tiendas de recuerdos, ropa, comida o especies. Es uno de los mejores lugares donde dormir y también disfrutar de las muchas rutas de senderismo que hay en la región.   5: Desconectar en la naturaleza Parque Nacional de Talassemtane Este parque natural de casi 60.000 hectáreas es uno de los tesoros de la cordillera del Rif. Uno de los mejores sitios donde establecerse es la pequeña población de Akchour, desde allí salen diferentes rutas para recorrer esta zona montañosa a pie o en bicicleta. También se pueden ver los bosques de cedros del Atlas y la cascada que recibe el nombre de esta población.   En Talassemtane abundan los arroyos y pozas   6: La Paloma Blanca Tetuán Volviendo al Mediterráneo, Tetuán es una ciudad de visita obligada. Los edificios son de color blanco, que en la medina, se mezcla con el verde de muchas de las puertas. El casco antiguo está catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Tetuán también se conoce como «la hija de Granada», por su arquitectura hispano-morisca. A pocos kilómetros está la playa de Martil, la zona costera más cercana a la ciudad y un buen sitio para pasar la noche. 7: Mar y montañas Parque Nacional de Alhucemas Siguiendo la ruta por la carretera costera desde Oued Laou hacia Alhucemas se llega a este parque nacional. Un inmenso territorio de naturaleza y montañas que terminan en el Mediterráneo. Entre los acantilados y zonas rocosas hay pequeñas playas o calas escondidas como la de Taoussarte o Taydiwine. En estas aguas también podemos ver en acción el águila pescadora. 8: Las playas mediterráneas Oued Laou Situada entre montañas, la playa y el pequeño pueblo de pescadores de Oued Laou es uno de los mejores puntos para parar, desconectar y relajarse del viaje. La carretera desde Tetuán es una de las más bonitas del norte del país, bordea la costa superando acantilados y pequeñas calas de rocas. Cerca de este pueblo hay varios campings, tiendas y restaurantes.   El verde se asocia con el Paraíso en el islam 9: La ciudad sobre el acantilado Alhucemas Esta ciudad rifeña está en la costa, rodeada de playas y con uno de los puertos más importantes del norte del país. Está situada sobre un increíble acantilado. Entre el 1994 y 2004 sufrió dos considerables terremotos que dejaron más de 500 víctimas. Este punto también fue uno de los focos de resistencia contra la colonización española. Ahora es uno de los sitios más visitados por locales y viajeros para pasar sus vacaciones de verano y disfrutar de las tranquilas aguas  mediterráneas. 10: La costa oriental Nador Nador es la última parada, es la ciudad más importante al este de la costa marroquí, a pocos quilómetros de Melilla. La ciudad mira a la Mar Chica, una laguna salada que conecta con el mar. Siguiendo la carretera dirección al este encontramos la conocida playa Roja, de rocas, y la extensa playa de Ras El-Ma, de varios kilómetros de arena. Cerca de la frontera con Argelia, se sitúa la turística ciudad de Saïdia, en la que podemos encontrar multitud de grandes hoteles y  restaurantes. 


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Iluminando la mirada de los más pequeños
Chefchaouen: la Ciudad Azul 
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Chefchaouen: la Ciudad Azul 

Chefchaouen es una pequeña ciudad en las montañas del Rif en el noroeste, conocida como la Perla Azul de Marruecos por sus casas y calles azules.   Hay muchas teorías diferentes sobre porqué Chefchaouen está pintado de azul, algunos dicen que los tonos azules en las paredes mantienen alejados a los mosquitos, otros creen que ayuda a mantener las casas frescas durante los cálidos meses de verano y la teoría más popular es que fue pintado de azul por los judíos que huyeron a Chefchaouen para escapar de la Inquisición española en el siglo XV. Cualquiera que sea la verdadera razón del color azul, hasta el día de hoy los lugareños siguen aplicando una nueva capa de pintura en sus casas unas o dos veces al año.   ¿Qué hacer en Chefchaouen?  Piérdete en el laberinto de calles  La antigua medina es realmente el lugar perfecto para perderse. Hay tantas calles pequeñas que literalmente te perderás en algún momento. Descubrirás muchas plazas encantadoras, puertas y callejones sin salida que son muy fotogénicos.  También es una forma divertida de ver cómo viven los lugareños. Si deseas tomar algunas fotos sin tener toneladas de personas en ellas, tienes que salir a la calle antes de las 9:00 horas.   Visita el Zoco  Si te encuentras en Chefchaouen un lunes o jueves, definitivamente tienes que visitar el zoco. Durante estos días los agricultores del valle del Rif bajan a las calles de la antigua medina de Chefchaouen a vender sus productos.     Conoce la historia de Chefchaouen en el museo Kasbah  Si no solo quieres disfrutar de la estética de la ciudad azul, sino también aprender más sobre la historia, las costumbres y el arte de la región de Chefchaouen, debes visitar el Museo Kasbah.  Este museo etnográfico está ubicado en el centro de la antigua medina, justo al lado de la Plaza Uta el-Hammam y está rodeado por un hermoso y exuberante jardín.   Disfruta de la vista panorámica desde la mezquita española  El mejor lugar para disfrutar de una bonita vista panorámica de Chefchaouen es la mezquita española. Esta mezquita se encuentra en una colina al este de la ciudad y está a 45 minutos andando.  El mejor momento para ir hasta allí es un día despejado antes del amanecer o el atardecer. Así disfrutarás de una vista espectacular de la ciudad azul y los picos de las montañas del Rif.  


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Tánger y Tetuán, la cercana esencia de Marruecos

Tánger y Tetuán, la cercana esencia de Marruecos

Son apenas unos kilómetros, pero el Estrecho separa dos mundos tan similares como diferentes. Europa a un lado, África al otro. Tánger es la mejor ciudad para entender en poco tiempo qué significa Marruecos. Como si de un degradado de color se tratara, la ciudad tangerina permite viajar paso a paso por la tradición local. Y tiene ese algo especial que tanto atrae. Algo más al sur, es Tetuán un buen siguiente paso en la inmersión africana. Menos turistas, más tradición y una medina tan disparatada como apasionante hacen que esta ciudad, vieja capital del protectorado español, ocupe un lugar destacado en el itinerario marroquí. Tánger contiene huellas de las constantes invasiones sufridas a lo largo de su historia. Un vistazo rápido a sus calles, historia viva, así lo confirman. Pero si lo que se pretende es encontrar de cara su esencia, la mejor opción es la medina. Las callejas, rincones, escaleras o pasos abovedados que componen su intrincado urbanismo discurren por pequeños y preciosos barrios que forman la parte más vieja de la ciudad. Esa donde siempre hay sorpresas en forma de pequeños talleres, panaderías, farmacias bereberes, comercios inesperados, rincones mágicos. Y si en la parte más baja, cerca del viejo puerto, la Gran Mezquita ubicada junto a la puerta de Bab el-Marsa es lugar de parada obligatoria, en lo más alto lo es La Kasba, que regala una amplia vista panorámica hacia la costa española, casi a tiro de piedra. La salida de la medina hacia el oeste culmina en el Grand Socco, una amplia plaza inclinada donde la vida bulle, como privilegiadamente se puede comprobar desde la terraza del café Al Mountazah. La mezquita preside el espacio junto al viejo Cinema Rif, que hoy alberga la Cinemateca de Tánger, uno de los últimos vestigios de la vida cultural que se movió en la ciudad a mediados del siglo pasado. Junto al Grand Socco hay magníficas opciones para degustar la cocina local. El Saveur de Poisson es una de ellas. Un pequeño restaurante en el que se mezclan unos cuantos turistas con residentes tangerinos, donde almorzar es toda una experiencia, con el marisco y la pesca del día como oferta principal. A pocos pasos de allí, el Café de París ofrece un lugar ideal para el descanso y la observación. Y, algo más lejos, uno de los clásicos de Tánger: el café Hafa, una serie de terrazas con vistas al Estrecho donde el atardecer se hace inolvidable junto, como poco, a un té moruno, tal y como hacían los Rolling durante sus estancias en la ciudad. Capital del protectorado español durante más de cuatro décadas, el turismo de masas apenas ha llegado a Tetuán. Es, sin duda, su medina donde queda totalmente justificada la visita a Tetuán. Atravesar la puerta Bab er-Rouah, al oeste y junto al Palacio Real, o la situada al este, Bab el-Okla, permite entender rápidamente por qué esta zona ha sido declarada Patrimonio Mundial por la Unesco. Los arcos de acceso suponen un túnel del tiempo: cada metro que se avanza en distancia se retrocede en años. Y siglos. Recorrer el entramado de callejuelas permite disfrutar de las viejas particularidades de Marruecos, encaminarse hacia el corazón de un país maravilloso, olvidar lo superfluo para volver a lo esencial, al origen.


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También se puede ver en ella la huella española, como el Teatro Cervantes.   La cerámica de Tánger refleja el color del mar 2: Con vistas al Estrecho Cabo Espartel El Cabo Espartel, a diez kilómetros de Tánger, tiene una de las mejores vistas del Estrecho. Es el punto dónde termina el Atlántico y da paso al Mediterráneo. El faro situado en este enclave fue uno de los primeros del país, en funcionamiento desde 1864. Está situado en una reserva natural que el fin de semana se llena de muchos tangerinos que desean salir de la ciudad y pasar un día en familia. Muy cerca también están las Cuevas de Hércules y las playas atlánticas de Sidi Kacem y Achakkar en las que se puede practicar surf, entre otras actividades acuáticas.   3: La costa Atlántica Assilah Las estrechas y blancas calles de Assilah se han convertido en un museo al aire libre. Muchos murales llenan de color la medina de esta pequeña ciudad Atlántica. Desde los muros del casco antiguo se divisa el océano y las playas de arena que hay en la ciudad. Es un lugar perfecto para hacer una parada y comer pescado.   La Medina de Assilah es Patrimonio Histórico por la Unesco 4: La ciudad azul Chefchauen Es la perla azul de Marruecos, sus callejuelas enamoran a muchos de los viajeros que recorren esta población situada en la ladera de una montaña. La zona antigua de la ciudad es un sinfín de calles irregulares llenas de pequeñas tiendas de recuerdos, ropa, comida o especies. Es uno de los mejores lugares donde dormir y también disfrutar de las muchas rutas de senderismo que hay en la región.   5: Desconectar en la naturaleza Parque Nacional de Talassemtane Este parque natural de casi 60.000 hectáreas es uno de los tesoros de la cordillera del Rif. Uno de los mejores sitios donde establecerse es la pequeña población de Akchour, desde allí salen diferentes rutas para recorrer esta zona montañosa a pie o en bicicleta. También se pueden ver los bosques de cedros del Atlas y la cascada que recibe el nombre de esta población.   En Talassemtane abundan los arroyos y pozas   6: La Paloma Blanca Tetuán Volviendo al Mediterráneo, Tetuán es una ciudad de visita obligada. Los edificios son de color blanco, que en la medina, se mezcla con el verde de muchas de las puertas. El casco antiguo está catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Tetuán también se conoce como «la hija de Granada», por su arquitectura hispano-morisca. A pocos kilómetros está la playa de Martil, la zona costera más cercana a la ciudad y un buen sitio para pasar la noche. 7: Mar y montañas Parque Nacional de Alhucemas Siguiendo la ruta por la carretera costera desde Oued Laou hacia Alhucemas se llega a este parque nacional. Un inmenso territorio de naturaleza y montañas que terminan en el Mediterráneo. Entre los acantilados y zonas rocosas hay pequeñas playas o calas escondidas como la de Taoussarte o Taydiwine. En estas aguas también podemos ver en acción el águila pescadora. 8: Las playas mediterráneas Oued Laou Situada entre montañas, la playa y el pequeño pueblo de pescadores de Oued Laou es uno de los mejores puntos para parar, desconectar y relajarse del viaje. La carretera desde Tetuán es una de las más bonitas del norte del país, bordea la costa superando acantilados y pequeñas calas de rocas. Cerca de este pueblo hay varios campings, tiendas y restaurantes.   El verde se asocia con el Paraíso en el islam 9: La ciudad sobre el acantilado Alhucemas Esta ciudad rifeña está en la costa, rodeada de playas y con uno de los puertos más importantes del norte del país. Está situada sobre un increíble acantilado. Entre el 1994 y 2004 sufrió dos considerables terremotos que dejaron más de 500 víctimas. Este punto también fue uno de los focos de resistencia contra la colonización española. Ahora es uno de los sitios más visitados por locales y viajeros para pasar sus vacaciones de verano y disfrutar de las tranquilas aguas  mediterráneas. 10: La costa oriental Nador Nador es la última parada, es la ciudad más importante al este de la costa marroquí, a pocos quilómetros de Melilla. La ciudad mira a la Mar Chica, una laguna salada que conecta con el mar. Siguiendo la carretera dirección al este encontramos la conocida playa Roja, de rocas, y la extensa playa de Ras El-Ma, de varios kilómetros de arena. Cerca de la frontera con Argelia, se sitúa la turística ciudad de Saïdia, en la que podemos encontrar multitud de grandes hoteles y  restaurantes. 


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