Marta Isern Fiol aún recuerda aquel viernes al mediodía cuando recibió una llamada telefónica de la central de Baleària en Dénia «Coge mañana (¡sábado!) el Federico García Lorca en Palma a las 8 de la mañana y vente a Dénia para iniciar tu formación».
Marta tenía 25 años y hoy, 21 años después, es la supervisora de taquilla de Baleària en Alcúdia. Hoy en día recuerda aquella llamada como ejemplo del dinamismo de la naviera que lidera un sector que, destaca Marta, «nunca se detiene; la empresa trabaja de lunes a domingo 24 horas, los 12 meses del año».
Desde Alcúdia, puesto de trabajo que nunca ha abandonado, Marta ha podido ser testigo de primera mano de la evolución de Baleària. Así, recuerda la innovación que supuso la incorporación del Ramon Llull frente a los barcos que operaban hasta aquel momento en el puerto de Alcúdia, como el Isla de Ibiza o el Bahía de Málaga. «El Martín i Soler también creó mucha expectación por ser un buque más grande y nuevo», rememora. Marta Isern también recuerda que el puerto de Alcúdia, cuando ella comenzó a trabajar en la naviera, tenía unas instalaciones precarias. Todo cambió en 2010, «cuando se inauguró la nueva estación marítima en Alcúdia; fue un cambio enorme pasar del pequeño contenedor donde teníamos la taquilla al nuevo edificio», destaca.
Orgullo de pertenencia
De su trabajo en Baleària, Marta destaca especialmente la estabilidad que ha supuesto para su vida personal: «Un trabajo en mi lugar de residencia, sentir que perteneces a una empresa, ser de Baleària y sentir que no han fallado ni en los buenos ni en los malos momentos como la pandemia, ni en las crisis económicas que hemos pasado; siempre hemos podido contar con la empresa».
Para la supervisora de la taquilla de Alcúdia, es básica la percepción de pertenencia al proyecto de todo el equipo. Y ello junto al hecho de que Baleària «no tiene miedo de avanzar; se moderniza y arriesga permanentemente para estar al día». No duda en resumir todo ello en una frase rotunda: «Hemos crecido porque formamos un buen equipo».
Esta evolución a la que se refiere Marta alcanza a la tecnología que se aplica al día a día de las operaciones de taquilla: «Recuerdo las impresoras que teníamos al principio de abrir la línea en Alcúdia, de papel con copia y continuo... se atascaban, se rompía el papel, había que partir el papel a mano, si fallaban rellenábamos los billetes a mano y luego dependiendo del tipo de viaje arrancábamos más o menos copias del billete a la hora del check-in… nada comparado con las impresoras de papel térmico que tenemos ahora, que son rápidas y fallan poco o nada».
En todo caso, lo que más destaca Marta Isern de su trabajo es la confianza que la actividad de Baleària genera en los clientes que, explica, «especialmente en invierno son recurrentes, gente que, por ejemplo, va y viene de Menorca por motivos de trabajo o familiares». Y es que algunos son clientes habituales desde que se inició la línea: «Ya me saludan por el nombre... la relación termina siendo muy cercana después de tantos años», destaca.
Alcúdia es una delegación pequeña de Baleària, con picos de trabajo muy pronunciados como el que se produce coincidiendo con las fiestas de Sant Joan de Ciutadella, cuando miles de mallorquines embarcan en Alcúdia para llegar al epicentro de la fiesta. Es entonces cuando el trabajo se centra en agilizar al máximo las gestiones de embarque y las tarjetas de embarque electrónicas cobran valor.
«Todos hacemos de todo en Alcúdia, desde la atención en la taquilla, a reservas de carga, embarques, y temas más administrativos. Mi día a día es muy variado. Como responsable me encargo también de dar soporte a todo el equipo en las dudas o contratiempos que puedan surgir», explica la supervisora de taquilla de Baleària en Alcúdia.