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Fort Lauderdale, la 'Venecia Americana'

Fort Lauderdale, la 'Venecia Americana'

Por Cristina Abel. Fotos: Agencias


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Es la séptima ciudad más grande del estado de Florida, ubicada entre los condados de Miami-Dade y Palm Beach. Conocida como la ‘Venecia americana’ por su extenso e intrincado sistema de canales, que la hacen única, Fort Lauderdale se ha convertido en uno de los centros turísticos más llamativos de Estados Unidos.

Desde su puerto, Port Everglades, principal terminal de cruceros donde se ubican también las rutas de Baleària Caribbean hacia las Bahamas, sus más de 10 millones de visitantes anuales pueden disfrutar de una amplia gama de actividades culturales, naturales, deportivas, gastronómicas, de ocio y aventura en este paraíso escondido de Florida.

 

1: Paseo en barco por los canales

Fort Lauderdale es famosa por su intrincada red de canales interconectados que recorren la ciudad y sus alrededores. Una de las actividades más encantadoras que puedes disfrutar es una excursión en barco, que te ofrece una perspectiva única de la arquitectura de lujo y la naturaleza circundante. A medida que el barco se adentra en los canales, el visitante se encontrará rodeado de impresionantes casas y mansiones, pertenecientes a celebridades y figuras influyentes en muchos casos, con hermosos jardines que bordean las vías fluviales. No solo se trata de la arquitectura. Durante el paseo, también podrás apreciar la belleza natural que rodea los canales.

 

2: Playa y deportes acuáticos

Otra de las actividades obligadas es visitar sus hermosas playas, que invitan a la relajación, pero también ofertan una amplia gama de deportes acuáticos, como el esnórquel, el buceo, el paddleboarding o el jet ski. La joya de la corona es la famosa Playa de Fort Lauderdale, una franja dorada de arena que se extiende a lo largo de varios kilómetros. Sus aguas cristalinas son un paraíso para los entusiastas del esnórquel y el buceo. Los visitantes encontrarán arrecifes cercanos donde podrán explorar el fascinante mundo submarino, como peces tropicales y corales de colores.

 

La playa de Fort Lauderdale se extiende a lo largo de varios kilómetros
 

3: Las Olas Boulevard: un paseo por la elegancia

Las Olas Boulevard es mucho más que una calle: es un destino en sí mismo. Con su mezcla única de tiendas de alta gama, galerías de arte, restaurantes y bares encantadores, esta zona es el corazón cultural y gastronómico de la ciudad. Un paseo por esta emblemática calle sumerge al visitante en un ambiente vibrante y sofisticado, que combina elegancia, creatividad y delicias culinarias. Además, es un paraíso para los amantes de las compras. Desde boutiques de moda exclusivas hasta tiendas de decoración y joyerías únicas, los turistas encontrarán una variedad de opciones para satisfacer sus gustos y deseos. Si eres un amante del arte, las galerías te brindarán una oportunidad excepcional de admirar obras de artistas reconocidos y locales.

 

4: Museo y Jardines Bonnet House

Antigua residencia de artistas, Bonnet House se ha convertido en un museo gracias a su impresionante arquitectura, fascinantes colecciones y maravillosos jardines. La Casa Bonnet es una joya histórica que se remonta a la década de 1920. Esta propiedad del artista Frederic Clay Bartlett y su esposa Helen fue diseñada como un espacio creativo en medio de la exuberante naturaleza de Florida. La pareja transformó la residencia en un oasis artístico y cultural que refleja su pasión por el arte y la vida en comunidad.

Esta antigua mansión, que combina elementos coloniales, mediterráneos y caribeños, ofrece una experiencia única al unir la historia de la región, el arte y la belleza de sus jardines. Atesora una colección ecléctica de arte y objetos que narran la historia de la región y la vida de los Bartlett. Desde pinturas y esculturas hasta objetos decorativos, cada rincón del museo revela una parte de la historia y el legado artístico de la familia. Además de las colecciones permanentes, la Casa Bonnet también  presenta exposiciones temporales que exploran temas culturales y artísticos. 

 

Bonnet House

 

5: Safari por los Everglades en hidrodeslizador

Dado que Fort Lauderdale está muy cerca de los Everglades, otra de las actividades imprescindibles es una excursión en un hidrodeslizador por los pantanos para observar una vida silvestre única. Una de las atracciones más emocionantes son los cocodrilos americanos. Los amantes de la naturaleza y los animales podrán observar estos reptiles prehistóricos en su entorno natural. Asimismo, este paraíso natural es refugio para una amplia variedad de aves exóticas y autóctonas, desde garzas y águilas pescadoras hasta el majestuoso águila calva.

 

Los Everglades, que se pueden visitar en hidro-deslizador, es el hábitat de los cocodrilos
 

6: Explorar Riverwalk, el corazón de la ciudad

Con su combinación de parques, tiendas encantadoras y restaurantes acogedores, 
el Riverwalk brinda una experiencia única que encapsula la vida local, la belleza escénica y la comunidad en un solo lugar. A lo largo del Riverwalk, los visitantes se topan con una mezcla ecléctica de tiendas, boutiques y restaurantes, que reflejan la diversidad de la escena local. Asimismo, es escenario de eventos y actividades a lo largo del año. Desde conciertos y festivales hasta mercados de agricultores y proyecciones de películas al aire libre.

 

Riverwalk concentra la principal oferta de tiendas y restaurantes

 

7: Museo de Arte: un festín para los sentidos

Este destino es un lugar imprescindible para aquellos que buscan sumergirse en una variedad de obras maestras. Una de las características distintivas de este centro artístico es su compromiso con los artistas locales. Además de presentar obras de renombrados creadores internacionales, el museo también brinda una plataforma para los talentos emergentes y establecidos en la región. El museo también se dedica a la educación y la participación de la comunidad. Ofrece una variedad de programas educativos y talleres creativos que permiten a los visitantes explorar el arte desde una perspectiva interactiva y práctica.

 

8: Éxtasis de belleza en el jardín botánico Butterfly World

Como el hábitat de mariposas más grande del mundo, Butterfly World posibilita al visitante curioso una experiencia sensorial y visual diferente, permitiéndole conectar con la naturaleza. Este lugar alberga cientos de especies. Sus visitantes tienen la oportunidad de observar mariposas con patrones de colores impresionantes, alas transparentes y formas únicas. 

Cada rincón del jardín es un recordatorio del asombroso alcance de la biodiversidad en el mundo de los lepidópte.

 

9: Museo de Descubrimiento y Ciencia

Desde emocionantes exhibiciones hasta demostraciones en vivo y actividades prácticas, este museo ofrece una experiencia inmersiva que posibilita apreciar la ciencia y la innovación de una manera participativa. Cada rincón de este espacio invita a tocar, explorar y aprender de manera práctica. Asimismo, cuenta con un planetario, cuyas proyecciones permiten una inmersión en un viaje celestial, explorando galaxias lejanas y descubriendo los misterios del cosmos.

 

10: Escapada a Grand Bahama: una puerta al paraíso

Baleària Caribbean (la filial del grupo naviero en esa zona) también ofrece la oportunidad de descubrir este rincón paradisíaco del Caribe, destino accesible a solo unas horas de Miami. Bimini, conocida como la Isla de la Inspiración, y Freeport (Grand Bahama) son dos joyas del archipiélago, lugares de ensueño donde los amantes de los deportes acuáticos pueden disfrutar de sus aguas cristalinas, deleitarse en sus coloridas profundidades repletas de arrecifes de coral y peces tropicales, e incluso de nadar y bucear junto a delfines, tiburones y tortugas.

 

Bimini (Bahamas)

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Lleida desde el aire
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Lleida desde el aire

La demarcación de Lleida esconde parajes y aldeas de gran belleza visual más allá de los espacios naturales y los iconos monumentales más populares. Desde las tierras áridas y mediterráneas de las comarcas más meridionales hasta el románico más reconocido del Pirineo ribagorzano. Un reportaje que nos redescubre nuestros encantos a vista de pájaro, una mirada siempre sugerente.   Empezamos la visita por su capital, Lleida, y por la catedral más emblemática: la Seu Vella. La primera piedra de este templo se colocó en 1203 sobre los cimientos de una antigua mezquita, a pesar de que hicieron falta 200 años más para concluir la construcción. El resultado fue una de las edificaciones más representativas de la arquitectura catalana del siglo XIII y, por lo tanto, de la arquitectura medieval europea. Si subís los 238 escalones del campanario disfrutaréis del premio: poder contemplar las mejores vistas panorámicas del skyline de la ciudad.    De la comarca del Segrià seguimos hacia el Pla d'Urgell, donde encontramos el Estany d'Ivars i Vila-sana, una laguna endorreica que actualmente se llena de las aguas del canal de Urgell. A pesar de que no es lo más conocido, es el lago de más superficie de Catalunya, con un perímetro de casi seis kilómetros. Un camino muy plano y cómodo, al cual se puede acceder desde diferentes lugares y que nos permite hacer toda la vuelta al lago. A lo largo del trayecto hay varios puntos de observación situados estratégicamente para poder ver los pájaros –se han registrado más de 220 especies– que han decidido vivir- o hacer parada en sus caminos migratorios anuales.   También cuenta con una treintena de especies de mamíferos, como la nutria o los murciélagos, así como zorros, conejos o jabalíes. Bien cerca, en la comarca del Urgell, siguiendo el margen del río Corb, una serpenteante carretera zigzaguea desde Belianes hasta llegar al pueblo de Guimerà. Entre sus mayores atractivos destacan la arquitectura y el urbanismo medievales del núcleo central de la villa. Un laberinto de callejones que ascienden de forma casi poética del río hasta la iglesia gótica de Santa María o en la torre del castillo, desde donde se puede disfrutar de unas increíbles vistas del paisaje que lo circunvala.    No muy lejos, entre el valle del Corb y la sierra del Tallat, encontramos Vallbona de les Monges, donde hay uno de los monasterios con más historia del país: Santa María de Vallbona. Este cenobio femenino, que todavía mantiene una comunidad de monjas bastante activa, fue fundado hace 850 años y forma parte de la llamada Ruta del Cister, una ruta circular de 105 kilómetros entre este monasterio y los de Poblet y Santas Creus y que se puede recorrer a pie o en bicicleta.    Si seguimos hacia el nordeste, en dirección a la Catalunya central, llegamos a la Segarra para contemplar el pueblo medieval de Montfalcó Murallat, que se encuentra ensartado arriba de una colina ovalada entre el Río Sió y la Riera de Vergós con impresionantes vistas que dominan la comarca de la Segarra en las cuales destacan interminables campos de cereales entrecortados únicamente por algunas áreas boscosas de pinos y encinas, y carreteras trazadas con tiralíneas.   Montfalcó Murallat Saltamos de comarca y vamos hacia el noroeste, hacia el Noguera. Montsonís es un pintoresco pueblo medieval de solo 72 habitantes con uno de los castillos más emblemáticos de las tierras de Lleida. La construcción original, sobre la cual se han ido haciendo reformas y ampliaciones a lo largo de mil años, fecha en los alrededores del 1024 por orden del conde de Urgell para proteger las tierras recientemente conquistadas a los musulmanes. La fortaleza ha sido también el telón de fondo y escenario de otras muchas guerras y acontecimientos históricos, como el intento de algunos nobles catalanes de rebelarse contra el rey Juan II, a mediados del siglo XV.    No muy lejos, sobre todo si se va volando, encontramos la ermita de Sant Ermengol. Una capilla románica del siglo XI, sencilla y solitaria, que ha visto imperenne el paso del tiempo, y desde la cual se puede disfrutar de unas increíbles vistas del pantano de Rialb y los campos de cereales limítrofes, sobre todo al atardecer y al amanecer.  Y ahora sí, ha llegado el momento de girar hacia el norte en busca de los mejores pueblos y paisajes de nuestro Pirineo y Prepirineo, donde una de las experiencias más increíbles la encontramos en Àger, capital mundial del parapente. La zona de vuelo está situada en un lugar privilegiado, en plena sierra del Montsec, una imponente cordillera que separa de manera natural Aragón de Catalunya. Un espacio protegido, con vistas espectaculares que planean entre las paredes verticales del desfiladero de Mont-rebei, que encajona las aguas del Noguera Ribagorçana.    Àger Este desfiladero, que parece cortado con un cuchillo y que tiene una caída vertical de 500 metros, es uno de los parajes más salvajes del Prepirineo catalán. Uno se siente libre como un pájaro cuando vuela en esta zona con un parapente biplaza. La descarga de adrenalina está servida. El otro corte de la sierra es el del Noguera Pallaresa. El paso de Terradets es obligado para acceder al gran Pallars desde la llanura. Una vez superada la sierra, se abre ante nosotros la inmensa cuenca de Tremp.  Y en este Jussà impresionante, en esta zona de frontera histórica, encontramos el castillo de Mur, situado en un imponente risco a 876 metros de altura, en el extremo norte de la sierra del Montsec. De base triangular, cuando lo observamos desde las alturas, y a causa de su característica forma, da la impresión de ser un barco surcando las montañas. Cómo si en cualquier momento pudiera saltar y navegar por aguas del pantano de Terradets.   Si remontamos las aguas del Noguera Pallaresa y superamos los embalses de Sant Antoni y el de Sossís, pasamos por el desfiladero de Collegats y entramos en el Pallars Sobirà. Una comarca que con el tiempo se ha consolidado como un escenario perfecto para las actividades de aventura. El río Noguera Pallaresa es un referente europeo para el descenso de aguas bravas, ya sea con el kayak como haciendo ràfting. Sobre todo, en la primavera y en verano, gracias al deshielo y la retención y gestión que se hace desde las presas superiores, el río se convierte en uno de los más cotizados.  En lo alto del Sobirà, y ya cerca de Francia y Andorra, hay uno de los lugares más emblemáticos para hacer senderismo: la Pica d’Estats. Con sus 3.148 metros, representa el techo de Catalunya. La ascensión desde el refugio de la Vall Ferrera es la ruta más clásica y menos complicada, aunque sus más de 12 horas de recorrido resulten un arduo sacrificio para los no instruidos en la materia de andar por las montañas. El poeta Cinto Verdaguer, el rostro del cual aparecía en los billetes españoles de 500 pesetas del año 1971, fue uno de los primeros catalanes que coronó esta magnífica atalaya natural en 1883.   Pica d'Estats Cruzamos buena parte del Alto Pirineo y seguimos la ruta del puerto de La Bonaigua y, cerca de Salardú, encontramos el núcleo de Bagergue. Es uno de los pueblos más bonitos, la estampa perfecta del Alt Arán. Visto desde la distancia, esboza una postal de insólita belleza, típica de la arquitectura aranesa, con sus casas de piedra y tejados de pizarra negra, ventanas de madera y calles empinadas y laberínticos alrededor de la iglesia de San Fèlix. Con solo un centenar de habitantes censados, recibe más de 14.000 turistas cada año. Está ubicado a 1.490 metros de altitud, lo cual lo consagra como el pueblo habitado más elevado del Vall d'Arán. La paz que se respira es otro de sus reclamos. No en vano, fue el lugar elegido por Pau Donés, el vocalista de Jarabe de Palo, para pasar los últimos días de su vida. Muy cerca de Bagergue, y situado en la falda del impresionante Montardo (2.833 m) hay otro pueblo idílico del Vall d'Arán, Arties. Su medio millar de habitantes tienen la suerte de vivir en este bello paraje que pertenece al municipio de Naut Aran. Las aguas del Garona y su afluente, el Valarties, confluyen justamente en su barrio antiguo, plagado de construcciones renacentistas de los siglos XVI y XVII, como la Casa Portolà, reconvertida en Paradero Nacional. Los Portolà fueron una de las familias con más poder en el Arán entre los siglos XVI y XVII y por supuesto tenían como residencia principal un imponente caserón. De este todavía restan muy conservadas la torre de defensa, de planta cuadrada y de considerables dimensiones, y la capilla, ambos integrados al complejo hotelero. La última vuelta por la Vall d'Arán nos lleva hasta Les. Rodeado por las montañas de Sant Joan, es el último pueblo que uno se encuentra antes de atravesar la frontera entre los estados español y francés siguiendo la N-230 desde Vielha. Bosques de pino negro y abetos mecen esta villa rica en paisajes bucólicos, tranquilidad, leyendas y exquisita gastronomía tradicional. El final del viaje es hacia el sur, hacia la Ribagorça, para adentrarnos en el Vall de Boí y ver una de las estampas más icónicas del Pirineo catalán: la iglesia de Sant Climent de Taüll. Construida en 1123, es una de las diversas que forman parte del conjunto románico del valle, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Campanarios de aires lombardos que parecen auténticos rascacielos de piedra levitando sobre el resto de las edificaciones. El viaje podría continuar por otros muchos lugares, pero esta vez lo damos por acabado en Durro, uno de los pueblos más pintorescos de Catalunya y uno de los mejores conservados de todo el Vall de Boí. Sus calles medievales, las casas de piedra y los tejados de pizarra con la innegociable chimenea conforman una postal idílica para cualquier forofo a la fotografía.   Durro


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Josep Vicent Mascarell: «De Baleària se es; en el negocio se está»
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Josep Vicent Mascarell: «De Baleària se es; en el negocio se está»

Ya jubilado de Baleària pero presidiendo su Comité de Ética y Cumplimiento, Josep Vicent Mascarell leyó en la Universidad Jaume I de Castelló su tesis doctoral, en 2022, que versa sobre la gestión del capital moral en la empresa, ámbito en el que, en diversas funciones y variables, está trabajando desde hace dos décadas en la naviera, cuando en 2004 se constituyó formalmente la Fundación Baleària.   De la empresa, Mascarell destaca su capacidad de innovación y de desarrollar proyectos. «Hay una frase del filósofo Ortega y Gasset que recogimos en una de las memorias de sostenibilidad que lo expresa muy bien: la capacidad de pensar en grande y mirar a lo lejos. Y sobre todo su vocación  por ser parte de la sociedad», reflexiona. Ello, agrega, hace que la sociedad perciba que puede contar con Baleària.   Mascarell relaciona las señas de identidad de la naviera directamente con el mundo de la mar: «Es otro mundo: una permanente aventura que nunca realizas solo; rico, exuberante… con horizontes que nunca se llegan a alcanzar, pero preñados de pasado y siempre presentes. He aprendido a valorar que no somos nadie si no miramos más allá de nosotros». Momentos complicados   En la mar y en la empresa hay temporales y momentos duros. Mascarell recuerda que, tras la crisis financiera de 2008, cuando se incorporó con carácter laboral a la empresa, Adolfo Utor le dijo: «Bueno, ya está… ya formas parte de Baleària… veremos si esto acaba bien y no tienes que volver a tu plaza de profesor». Otro momento que recuerda con mucha desazón y desconcierto fue el año 2017: «Se produjeron muchos cambios, muy rápidos y todos juntos. Distintas miradas,  perspectivas, culturas… se solaparon», rememora. En todo caso, Mascarell reconoce haber vivido con mucha pasión el modelo de éxito de Baleària: «Siempre he pensado que, así como me he sentido yo durante todos estos años, se sentirían  aquellos que acompañaron a Alejandro Magno en sus aventuras por Oriente y Asia». Y ello, porque hay un liderazgo, un líder, «un proyecto ilusionante capaz de reconvertirse continuamente para no dejar de ilusionar y unos seguidores fieles», teoriza. «La figura de Adolfo, creo que es clave; y la gente. En Baleària hay y ha habido gente extraordinaria; talento joven —y ahora no tan joven—, con iniciativa, generoso… muy competente que ha compartido una cultura, una manera de trabajar, de servir a la empresa y, sobre todo, unos valores».   Informes de Sostenibilidad   Como impulsor de la memoria de sostenibilidad que año tras año presenta Baleària, Josep Vicent Mascarell recuerda: «En la elaboración de los primeros informes no había manera de saber cuánta gente formaba parte de Baleària y mucho menos cuántas culturas, nacionalidades, hombres, mujeres… Redactar la memoria nos ayudó a conocernos mucho mejor: a saber quiénes éramos, qué queríamos, cuántos éramos y dónde estábamos y dónde queríamos ir». Estas memorias, reflexiona, no solo son una manera de explicar a la sociedad como es Baleària, sino que sirven para que la organización se conozca mejor a sí misma y, en consecuencia, se puedan adoptar mejores decisiones. Todo ello lleva a Mascarell a afirmar, rotundo: «De Baleària se es; en el negocio se está. Puedes estar en el mismo negocio en otras empresas, pero no son Baleària». Y ello con un contrapeso de valor, ya que la sociedad percibe que puede contar con Baleària. En lo más personal, no duda: «Creo que he aportado a Baleària, ideas; y a los compañeros, respeto y amistad».


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