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Ceuta, escapada de fin de semana
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Ceuta, escapada de fin de semana

Por Quique Rodríguez Castillo | Periodista


 

Al otro lado de un Estrecho –que, según la mitología, Hércules abrió entre Europa y África–, nos espera Ceuta.

 

22 km² de suelo español situados en el continente que fue cuna de la humanidad y justo en el mismo lugar en el que el océano Atlántico y el mar Mediterráneo se unen, mezclándose, pero sin perder cada uno de ellos su propia esencia.

 

Viajar a Ceuta, cruzando el Estrecho de Gibraltar en barco, convierte el trayecto en un motivo más para visitarla, por su comodidad y rapidez en llegar a la orilla africana de España. La ciudad que nos encontramos al otro lado del mar es ideal para pasar un fin de semana.

 

Día 1

18 h De compras por Ceuta

Después de tomarnos un buen café en alguna de las muchas y excelentes cafeterías de la zona comercial de la ciudad tendremos las suficientes energías para recorrer el Paseo del Revellín, que se inicia en el histórico Edificio Trujillo y la Calle Real, en busca de los productos que, en Ceuta, resultan muy interesantes por su bajo precio en relación a la Península como la tienda Tax Free de Baleària.

 

22 h Cena en las Murallas Reales

El Conjunto Monumental de las Murallas Reales era el límite de la Ceuta antigua. Atravesándolo, se encuentra el Foso Real, navegable desde la época de dominación portuguesa. En su espectacular Patio de Armas, que también  alberga un interesante museo abierto, los restaurantes El Santuario y El Secreto de Yuste ofrecen las mejores delicias gastronómicas en un entorno incomparable que no pierde belleza con la oscuridad de la noche, sino todo lo contrario.

 

00 h Copas marineras

Para acabar la noche, nos dirigiremos al Poblado Marinero, lugar por excelencia del ocio nocturno caballa.

 

 

Día 2

12 h Desde el mar

No podemos perdernos el paseo en el Barco Turístico El Desnarigado, que nos ofrecerá la posibilidad de disfrutar de la belleza de la ciudad desde el mar. El paso de este barco por el Foso Real del Conjunto Monumental de las Muralles Reales es, sencillamente, espectacular.

 

13 h En la sucursal del Paraíso

El Parque Marítimo del Mediterráneo merece una especial atención. En pleno centro de la ciudad emerge un lugar idílico: 56.000 m2 ganados al mar, con espectaculares lagos azules de agua salada, cascadas, hamacas en solariums rodeados de bellas palmeras y un precioso circuito botánico. En este macro complejo, encontramos todo lo que podemos necesitar: bares de tapas, restaurantes, zonas de ocio y recreo para niños y mayores, excelentes atenciones y todas las comodidades. En definitiva, un pedacito de Paraíso que el genial artista César Manrique quiso situar en esta hermosa ciudad.

 

18 h Un paseo por la historia

Después del correspondiente descanso, dirigimos nuestros pasos al Conjunto Monumental de las Murallas Reales, para recorrer a la luz del día el Patio de Armas, los baluartes, la muralla del Foso Real y el museo abierto del Revellín de San Ignacio. Después, nos dirigimos a la Plaza de África, desde donde vamos a continuar con un largo paseo que nos permitirá conocer un poco de la milenaria historia de la ciudad. Allí, el monumento a los caídos en la guerra de África, la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y el Santuario de Nuestra Señora de África (patrona y alcaldesa perpetua de Ceuta), serán los primeros lugares que recorreremos. Ya en la conocida como Gran Vía, se erige el Palacio de la Asamblea, que fue inaugurado por el Rey Alfonso XIII y Doña Victoria Eugenia en 1927. Más adelante,  en la Basílica tardo romana, podremos tener acceso a los únicos restos cristianos en esta orilla del Mediterráneo (siglo IV).

 

Continuando hacia la zona comercial, no podemos dejar de visitar el Museo Específico de la Legión, en el Paseo de Colón y el Museo de Ceuta, en el Paseo del Revellín, donde encontraremos una sección de arqueología y salas de exposiciones itinerantes. A lo largo de este trayecto, podremos observar varias y espectaculares estatuas. La foto junto al enorme y famoso Hércules, situado en la Plaza de la Constitución, es inevitable.

 

21 h De tapeo, para abrir boca

El recorrido por parte del patrimonio histórico-cultural de la ciudad puede acabar en la preciosa Casa de los Dragones, un edificio historicista de tres plantas, muy cerca de la Plaza de los Reyes. Después nos dirigiremos a uno de los muchos mesones y bares de tapas que, en el centro de la ciudad, ofrecen una gran variedad de opciones

 

22 h Gastronomía exótica

Después de abrir boca con una buena tapa, vamos a probar la gastronomía árabe que, en Ceuta, por su peculiar situación geográfica, podemos disfrutar con una calidad excelente. Podemos escoger los restaurantes Oasis o Al Andalus, ambos ubicados en el monte Hacho. Antes de sentarnos a la mesa nos deleitaremos con la hermosa imagen de Ceuta iluminada desde el mirador de San Antonio, también en el Hacho, un santo muy popular en la ciudad cuya ermita está en este mismo lugar.

 

 

Día 3

11 h Actividades náutico-deportivas

Por la mañana nos dirigiremos a las instalaciones de Ceuta Kayak, donde nos ofertan una gran variedad de actividades náutico-deportivas: kayak, paddle surf, bautismos de buceo. La ciudad es un destino idóneo para la práctica de deportes náuticos. Es indudable que su situación geográfica, entre dos mares, la convierten en un lugar excepcional para ello. Bucear en sus impresionantes fondos marinos, por ejemplo, es un lujo que aquellos que han podido disfrutar en alguna ocasión no dudan en repetir.

 

14 h Despedida gastronómica

Las últimas horas en la ciudad las vamos a pasar saboreando de nuevo su sorprendente oferta gastronómica. No se puede abandonar la ciudad sin probar los elaborados platos y el exquisito trato del Mesón Alberto, ubicado en el Polígono Virgen de África y calificado como un restaurante de altísima calidad. Ceuta, nuestra ciudad al sur del sur, no sólo es un lugar al que hay que ir, es un lugar al que volver.

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Pedro Bailón: «En máquinas se forman familias muy fuertes»
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Pedro Bailón: «En máquinas se forman familias muy fuertes»

  A Pedro Bailón (Premià de Mar, 1992) el mar siempre le ha llamado la atención y, aunque hubo un tiempo en que dudó entre el trabajo en un buque y el de tierra, la atmósfera de la vida a bordo le cautivó. Actualmente es jefe de máquinas del Ciudad de Mahón, en el que forma parte de un equipo con un engranaje muy sólido.     P. ¿Cómo es el día a día en la sala de máquinas de un buque? R. Cada día es una nueva aventura y un nuevo reto. Siempre tienes experiencias nuevas que te hacen aprender y ser mejor día tras día. La máquina de un barco es un lugar peculiar,  donde nacen y se forman familias muy fuertes. En cada momento tienes a unos cuantos valientes luchando contra los retos que surgen. Más que hablar del día a día, realmente es un constante trabajo en equipo. Cada jornada se rige por unos trabajos de mantenimiento organizados que hacen que el corazón del barco funcione como un reloj suizo. A partir de aquí se reparte el trabajo a cada uno de los integrantes, porque todo suma y un poco de todos es mucho para el área de Máquinas y para el barco. Impera el buen estar, el buen hacer y el compañerismo; se intenta ser lo más profesional posible y estar a la altura de cada situación. En la vida a bordo también es muy importante saber gestionarse el tiempo... especialmente para la gente de Máquinas es muy importante el descanso, porque nunca sabes qué puede pasar.   P. ¿Cuáles son las cualidades de un jefe de máquinas? R. Sobre todo es imprescindible saber mantener los nervios. Si el jefe de máquinas se pone nervioso... lo contagia a todo el equipo. También es fundamental hacer equipo.   P. ¿Qué te motivó a trabajar en el mar y especializarte en Máquinas? R. Tengo una relación estrecha con el mar desde bien pequeño, cuando veraneaba con mis padres en la costa de Tarragona. La motivación de dedicarme al mar surge sobre todo de su inmensidad y de sus ‘cambios de humor’, que siempre me han fascinado. En cuanto a decantarme por  Máquinas, viene de mi inquietud... siempre me ha gustado investigar y conocer cómo funciona cualquier detalle; y qué mejor sitio que una sala de máquinas para saber el cómo, el cuándo y el porqué de todo. Soy un apasionado de la reparación en general y, además, me encanta la  mecánica.     P. ¿Alguna anécdota curiosa o momento que recordar? R. A bordo cada día es una nueva aventura. Pero si tengo que quedarme con algún momento seguro que sería mi primera vez dentro de una sala de máquinas; nunca lo olvidaré. Los olores de combustibles, que acabamos normalizando, y, por supuesto, el ruido. Evidentemente de anécdotas tengo mil y una, pero como digo, Máquinas es una familia y me quedo con todos los momentos difíciles donde entre todos se ha sacado todo adelante.   P. ¿Qué haces cuando estás desembarcado? R. Al final cuando estás en casa intentas hacer todo lo que no te ha dado tiempo durante tu embarque. Me describiría como un todoterreno; tengo varias facetas, pero la que más me define es mi afición por la pesca, a la cual dedico mucho de mi tiempo libre. También me gusta leer y practico mucho deporte. Me encanta pasar tiempo con los míos e intentar dedicarles mis mejores momentos. Además, disfruto mucho yendo a ver a mi equipo preferido al campo, el RCD Espanyol, y sufriendo con éste. También me estoy aficionando a la cocina, pero aún me falta practicar. Y por supuesto salir en moto.     Con el mar cerca Su pasión por el mar y la mecánica hizo que estudiase en la Facultad de Náutica de Barcelona. Ha trabajado en diferentes sitios, tanto a pie de muelle como a bordo, pasando por remolcadores, empresas de mantenimiento y buques de crucero. Pedro es tanto ‘de mar’, que incluso su  tiempo libre lo dedica a otra de sus pasiones, la pesca.      


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  La costa de Cádiz se enorgullece de contar con algunas de las playas más impresionantes de Europa, paisajes naturales de arena fina y virgen que invitan tanto al relax como a la emoción de deslizarse sobre las olas en una tabla de surf.     Las calas de Roche   Las calas de Roche son como el último sorbo de una buena copa de vino. La costa de Cádiz posee muchos tesoros escondidos capaces de sorprender al visitante, aunque no todos son de fácil acceso. Las calas de Roche son una sucesión de hermosas y pequeñas calas rodeadas de naturaleza y acantilados al norte de Conil. Contemplar el atardecer desde cualquiera de ellas representa una de las experiencias más maravillosas que se puede disfrutar en todo el litoral andaluz.     Una serie de senderos, que parten desde el mismo Conil, bordeando la costa, conducen hasta estas playas en forma de medialuna, difíciles de divisar a simple vista desde la carretera que discurre elevada y paralela al mar. Lo complicado de su orografía es parte de su encanto que, además, se ve fortalecido por su naturaleza efímera, ya que el hecho de poder llegar hasta ellas o gozar de su arena depende por completo del ritmo cadencioso de las mareas. Otro de sus encantos radica en que se han conservado completamente vírgenes, por lo que no disponen de chiringuitos, duchas, aseos o cualquier otro servicio; únicamente naturaleza en estado puro.     Cala Frailecillo, cala Encendida, cala Tío Juan Medina, cala Pato, cala Medina y cala Áspero son la media docena de calas que forman esta espectacular zona del litoral gaditano de apenas 600 metros de extensión. A todas ellas se accede por unas escalinatas excavadas en la roca que descienden desde los acantilados rojizos. Sus vistas son idílicas, el agua siempre cristalina y prácticamente sin oleaje, su olor inconfundible a salitre y, por supuesto, el sonido constante del vaivén de las olas como telón de fondo hacen que uno se sienta como en un cuento de hadas. Ideales para evadirse del mundo y del frenesí diario.        Dunas de Valdevaqueros   La playa de Valdevaqueros, la más bonita de Tarifa, es uno de los pocos lugares vírgenes que quedan en la Costa de la Luz, donde los valles de los ríos desembocan silenciosos en la playa y en la sierra litoral, ajenos al ajetreo de las olas mar adentro donde los amantes del windsurf y del esquí con cometa luchan por subirse a la gran ola. En primera línea de costa, en este edén natural de arena fina, 4 kilómetros de dunas móviles se desplazan al capricho de los vientos engullendo árboles, carreteras y amenazando con sepultar todo aquello que encuentren a su paso.     El médano de Valdevaqueros se formó como consecuencia de las acciones militares llevadas a cabo en la década de los cuarenta, en plena dictadura franquista, para acondicionar los terrenos que daban acceso a los cuarteles de la zona, y para cavar algunas trincheras que impidieran un posible desembarco aliado en la costa. La construcción de un foso de arena alargado paralelo a la costa entre la zona dunar y la orilla del mar, junto con los fuertes vientos de levante desplazaron la arena y provocaron un aumento de la franja dunar que aumenta, imparable, año tras año.    Actualmente, en los días de fuerte viento de levante, la arena invade totalmente la carretera A-2325, en la que habitualmente los turistas curiosos se hacen selfies con las señales de tráfico medio enterradas. 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Contemplar el atardecer frente a este baluarte histórico de 34 metros de altura representa una auténtica delicia. Solitario ante la inmensidad del océano, el faro se sitúa en una zona repleta de dunas doradas, extensas playas y una vegetación que a veces llega incluso hasta la arena. Una pasarela de madera serpentea por la costa, atravesando acantilados, desde donde se pueden observar infinitos tonos azulados que el océano dibuja según las corrientes. A lo lejos, los surfistas, windsurfistas y kitesurfistas buscan el viento de levante que les haga volar, ajenos al hecho de que hace algo más de 200 años, en este mismo escenario, se libraba la batalla de Trafalgar, un enfrentamiento naval entre la Armada Real Británica y las flotas combinadas de las Armadas francesa y española que tuvo lugar durante la guerra de la tercera coalición. La victoria, por cierto, cayó del lado inglés.     Desde el promontorio del faro, se puede bajar hasta la playa de Trafalgar, una enorme cala virgen de arena fina y dorada que se extiende a lo largo de 2 km desde el cabo hasta la playa de Zahora, al norte.       


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