Lorena Cabañero: «Un buen equipo multiplica la felicidad de los pasajeros»


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Hay veces en la vida que se presentan oportunidades que uno no puede rechazar. No sabemos dónde nos llevarán, ni cuánto tiempo ni incluso el porqué debemos ir a por ellas. Así se cruzó Baleària por la vida de Lorena Cabañero hace apenas cinco años, cuando, tras finalizar su formación en Turismo, le irrumpió la idea de sacarse los títulos básicos marítimos, hacer sus maletas en València y embarcarse en el Jaume II. Ahora es la jefa de cabina del fast ferry Ramon Llull, que opera una de las rutas de mayor demanda durante la temporada de verano, completando el triángulo Dénia–Formentera–Ibiza.

 

P. El mar: ¿pasión, vocación o casualidad?

R. El mérito se lo doy a la casualidad. Hay pasiones y vocaciones que uno descubre sobre la marcha, casi sin pensarlo ni planteárselo. Me pasó lo mismo con Baleària y el sector marítimo. Finalizaba mis estudios y anduve buscando mi proyecto, un sitio donde aprender, crecer y destilar mi pasión por la atención a las personas y el cuidado de los detalles. Un profesor me arrojó un poco de luz sobre las posibilidades laborales que había por explorar en el sector marítimo, así que me espabilé para sacarme los títulos necesarios y casi sin darme cuenta ya tenía una carta de embarque en Baleària diciéndome que me desplazaban a Palma.


P. ¿Cómo fue tu primer día a bordo?

R. Recuerdo que eran las 14 horas y embarcaba en el Jaume II para hacer la ruta Palma–Eivissa–Dénia. Por suerte, estuve rodeada por un equipo que me ayudó y asistió en todo lo necesario. Sin duda, a pesar de los mareos y el mal de tierra que tenía los primeros días, el mayor aprendizaje que saqué fue que hacer un buen equipo es fundamental, no solo para el trabajador, sino que también se transmite en la propia experiencia del pasajero.


P. ¿Cuál fue el siguiente paso?

R. Al cabo de cinco días de embarcar, nos destinaron a las conexiones con Melilla. El ritmo era distinto, y me permitía conocer el barco y su funcionamiento con mayor detalle. Fue una experiencia muy buena: por el barco, la ruta, los horarios, y por todo lo rápido que me adapté, aprendí y crecí. Después llegué al Ramon Llull, y allí fue donde experimenté esa sensación de saber que estaba en el sitio idóneo, me sentía muy autorrealizada atendiendo a los pasajeros, ayudándolos con su embarque, resolviendo dudas y coordinándome con un gran equipo de compañeros. Me sentí cómoda desde el primer momento. Más tarde, me incorporé al Marie Curie para la ruta Huelva–Canarias. Allí estuve en el restaurante, una experiencia completamente distinta que la anterior. Aprendí mucho. Y más sobre mí misma. Fue entonces cuando comencé a forjar  todavía más mi carácter, mis aptitudes y encarar mis ambiciones.


P. ¿Cómo fue la transición hacia jefa de cabina?

R. Primero me formé como supervisora y posteriormente como jefa de cabina. El pasado verano a bordo del Ramon Llull fue una una experiencia extraordinaria. La energía y la actitud que necesita este tipo de buque va muy ligado a mi personalidad y eso ha hecho que el encaje sea facilísimo. La campaña fue fenomenal. La gente tenía muchas ganas de viajar. La ruta es un reclamo en sí misma y el destino hace que los viajeros lo pongan muy fácil.

 

Lorena ha encontrado su sitio profesional en el fast ferry Ramon Llull


P. ¿Te imaginabas que llegarías a ser jefa de cabina?

R. No tenía un horizonte claro. Me abrí a todo, sin miedo a lo que pudiera deparar para descubrir si este podía ser mi camino. Sólo quería absorber el mayor conocimiento y experiencias posibles y dejar mi huella de la pasión por el trabajo bien hecho. Soy muy inquieta y empática, con ojo para los detalles.


P. ¿Cuáles son las principales virtudes de un jefe de cabina?

R. La humildad, la honestidad y la empatía. Es fundamental crear un ambiente de trabajo agradable y motivador, en el que todo el mundo se sienta partícipe. Si los engranajes funcionan, los equipos y las operativas son mucho mejores. Y los clientes lo perciben. La cohesión del equipo multiplica la felicidad de los pasajeros. Esto implica ser una persona cercana, abierta y asertiva, capaz de liderar, motivar e integrar a la vez. También es vital trabajar con planificación y organización, incluso con un sexto sentido que nos haga estar siempre en alerta de todo lo que sucede a bordo, estar predispuestos a ser resolutivos y seguros en la toma de decisiones que requiere esta posición. También tener empatía con los pasajeros, tratando de ofrecer la mejor opción posible ante cualquier necesidad o petición.


P. ¿Cómo ha cambiado la Lorena que entró en 2018 a la de ahora?

R. Las experiencias que he extraído de cada buque me han hecho ser una persona mucho más madura y segura de mi misma, consciente de mi talento, de mis virtudes. Me siento orgullosa de haber encontrado mi sitio, mi proyecto y mi ambición. Estos cinco años han sido una montaña rusa de emociones, experiencias y sentimientos. De lo que no tengo duda es de que estoy donde quiero estar. Me siento muy feliz de donde he llegado, de la responsabilidad que se me ha confiado y de haberlo hecho acompañada con grandes profesionales.


P. ¿Qué le dirías a la Lorena de hace cinco años?

R. Que esté tranquila. Que aprenda todo lo bueno de cada persona que tiene al lado. Que aproveche todas las oportunidades que le vengan, que se fíe de su instinto y que sea fiel a su personalidad. Que siga viviendo y disfrutando del día a día, que va por el camino correcto, y que estoy muy orgullosa de ella.


P. Un aprendizaje de este tiempo en Baleària

R. Juntos llegamos más lejos. La experiencia y los recuerdos los hacen las personas. Si invertimos tiempo en cuidar y atender a las personas, el tiempo nos lo acaba devolviendo por partida doble. Y sobre todo, que cada día tenemos la oportunidad de aprender algo nuevo: en cada viaje, en cada ruta, en cada buque, en cada compañero e incluso en cada pasajero.

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