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Los mejores chiringuitos de Baleares
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Los mejores chiringuitos de Baleares


 

Verano es sinónimo de playa, y playa va inevitablemente de la mano del mítico chiringuito.

 

Estos restaurantes a pie de playa ofrecen un cobijo para resguardarse del sol y se convierten en el mejor remanso gastronómico para completar un buen día playero.  Hacemos un recorrido por los mejores chiringuitos de la costa balear.

 

Ibiza

En un pequeño rincón de la costa de Sant Carles existe un establecimiento singular que constituye el polo opuesto a los beach club de moda: el restaurante Cala Mastella, más conocido como El Bigotes, por el poblado mostacho que luce Juan, el fundador. Todos los días del verano, en este antiguo refugio marinero, se cocina al aire libre y con fuego de leña un guisat de peix y un arroz caldoso, por un precio sin competencia.

 

Pero Ibiza cuenta con otros muchos chiringuitos donde comer a buen precio. La zona norte, la más abrupta, está repleta de ellos. En Cala d’en Serra, por ejemplo, hay un chiringuito con una oferta sencilla. El lugar es tan apacible que la comida, aunque está rica, es casi lo de menos. Lo mismo puede decirse del quiosco de Es Pas de S’Illa, en la bahía del Port de Sant Miquel. Su especialidad es la carne a la plancha, que se disfruta con los pies en la arena; casi en el agua. En la orilla de enfrente, el quiosco de Es Caló de Moltons sorprende por su cuidada decoración e incluso ofrece camas balinesas, aunque no faltan las tradicionales sardinadas de siempre. Incluso podemos encontrar chiringuitos que, pese a su reducido espacio, preparan platos de pescado y marisco. Cala Xuclar, en la playita del mismo nombre, o Can Colomaret, al final de Cala Nova, constituyen dos buenos ejemplos.  Ya en la costa sur, hay que hablar de Ses Eufàbies.

 

Está ubicado sobre una duna de Cala Tarida pegada a la orilla, con terrazas de arena a distinto nivel. En Cala Codolar también hay un minúsculo refugio de madera, donde Cristóbal padre y Cristóbal hijo sirven sabrosas hamburguesas y perritos, además de refrescantes mojitos.

 

 

Formentera

La pitiusa menor también conserva un largo historial de chiringuitos, aunque buena parte de ellos han derivado en lujosos restaurantes. De entre los que quedan, probablemente el más auténtico sea el Quiosco Bartolo, al final de Migjorn. Su alegre mobiliario azul y malva, su terraza volada sobre la orilla, sus huevos fritos y otros platos sencillos, y la energía positiva que siempre irradian Bartolo y Manoli, hacen de él un sitio inolvidable. Algo parecido sucede con el chiringuito de la playa de Cala Saona, ideal para la puesta de sol, y con el famoso Pirata Bus, en el Km. 11 de Migjorn.

 

 

Menorca

Al oeste de Ciutadella, encontramos uno de estos chiringuitos: Sa Cova de Cala en Blanes. Su especialidad: la brocheta de gambas. En esta misma cala de unos cuarenta metros de longitud y sobre la arena, compartiendo espacio con el magnífico palmeral, topamos con el pequeño chiringuito Pirata, que durante las noches de verano programa actuaciones en vivo. Situado en la zona de Es Migjorn, en la que se suceden formaciones rocosas y playas de arena fina, camino de Binigaus, nos tropezamos con Es Bruc, un agradable, clásico y emblemático chiringuito situado en primerísima línea de mar, especializado en carnes y pescado fresco. En la zona de levante, el símbolo de los chiringuitos es, sin duda, el veterano Los Bucaneros, situado en la playa de Binibeca, cerca de Sant Lluís, una antigua y típica caseta menorquina situada en una privilegiada ubicación que se ha adaptado a la perfección a su nuevo uso.

 

 

Mallorca

En la Playa de El Mago hay uno de los mejores. Tranquila como pocas (que no corra la voz) hace más de 40 años que el tío de Rosa, la actual propietaria, decidió abrir este chiringuito que debe su nombre a una película de Anthony Quinn y Michael Caine rodada por esos años en la misma playa. Sus bazas son que el pescado es fresco, salido de esta misma playa, y que las vistas no están contaminadas: sólo mar, cielo y un ejército de pinos.

 

En el sur hay chiringuitos como el de Cala Torta, pero también hay otros que, aunque no estén a pie de playa, también proporcionan la suma de mar y restaurante. Es el caso de Son Marroig, con unas vistas espléndidas a Na Foradada, o Ca’s Patró March, en Cala Deià, a cobijo de la piedra de una acogedora casa de pescadores.

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Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry
Planeta sostenible

Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry

Navegar por el Estrecho es un espectáculo para los sentidos. Sonoro, por las olas del mar que hacen bailar al buque a su son; olfativo, por el olor a brisa marina; pero, sobre todo, visual.   El paisaje que presenta la travesía ve incrementada su belleza por las especies marítimas que se pueden descubrir con tan solo pasar un rato mirando el horizonte desde cubierta. Delfines comunes y listados, rocuales comunes, cachalotes… son compañeros habituales de las rutas que realizan los buques de Baleària por el estrecho de Gibraltar. Un entorno que investigadores aprovechan como plataforma científica para realizar censos de especies marítimas a bordo.     Observadora avistando     Los ferries, medio para estudiar los cetáceos Gracias al acuerdo alcanzado en 2018 entre la Fundación Baleària, investigadores de la Universidad de Cádiz y la Asociación Ecolocaliza-TE, se han realizado ya 142 avistamientos de más de 3.000 cetáceos entre delfines y ballenas. Estos estudios se enmarcan dentro del proyecto común denominado 'Los ferries, medio para estudiar los cetáceos' y está coordinado por la bióloga marina Alessia Scuderi. «Es importante realizar este tipo de investigaciones ya que aumenta nuestros conocimientos sobre estas especies protegidas permitiendo un monitoreo a largo plazo que cubre todas las temporadas, llevándolo a cabo de forma sostenible a través de los ferries de Baleària», afirma.     Cría de un mes de delfín mular     Una vez finalizada la Operación Paso del Estrecho (OPE), la Asociación Ecolocaliza-TE ha reanudado los censos de monitoreo en el que participan voluntarios y voluntarias a bordo del Passió per Formentera o el Poeta López Anglada. «Queremos agradecer la implicación de los tripulantes de los buques involucrados, por la increíble acogida y el interés que demuestran cada vez que nos embarcamos», comenta Scuderi.     Delfín común


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Avistamientos de fauna marina en familia
Planeta sostenible

Avistamientos de fauna marina en familia

  Aprender a observar el mar Mediterráneo, conocer a través de la experiencia personal las diferentes especies de fauna marina que en él habitan.   Un grupo de empleados de Baleària, junto con familiares y amigos, recientemente pudieron comprobar de primera mano en qué consisten las tareas de observación y conservación del medio marino a bordo del ferry Nápoles. Para muchos jóvenes grumetes también era su primer viaje en barco, por lo que «la experiencia fue doblemente emocionante», comenta Laia Bort, responsable de Consignaciones de Barcelona.   Esta experiencia es fruto del convenio de colaboración entre la Fundació Baleària y la Generalitat de Catalunya, de tal forma que la naviera pone a disposición de dicha entidad su flota que opera desde Barcelona a Baleares para el estudio de la biodiversidad marina. Cada mes realizan un viaje de avistamiento de media. A continuación te contamos la experiencia que compartieron con empleados de la naviera.     Viaje de ida: rumbo a Ibiza La expedición partía un viernes por la noche, desde el Port de Barcelona hacia Ibiza. Los participantes fueron recibidos por el personal de a bordo y se les acomodó en diferentes camarotes. Pasaron la noche navegando y por la mañana tuvieron tiempo de almorzar en Ibiza y descubrir los encantos de Dalt Vila, el casco antiguo de la ciudad, antes de embarcar de nuevo, y aprovechar el viaje de vuelta del mismo buque para realizar la observación durante el día.     Ricard Gutiérrez, durante la charla divulgativa previa al avistamiento     Viaje de vuelta: Aprender a observar el mar Repartidos en dos turnos, los 20 participantes de este avistamiento recibieron primeramente una charla instructiva sobre la labor que realiza la Generalitat en el estudio y control del número de especies que habitan en el Mediterráneo. Además, se les explicó las diferentes características de las que comprenden el ecosistema marino autóctono. Una vez adquiridas las nociones básicas, visitaron el puente de mando del Nápoles para realizar la observación. Gracias al buen estado del mar, las medusas, peces luna, delfines rayados y aves marinas se dejaron ver fácilmente provocando el asombro de los asistentes. Pero, además, tuvieron la suerte de poder ver ejemplares que por sus características causan más admiración. Sin duda, las estrellas de la jornada fueron una tintorera (tiburón azul),  que avistó muy cerca del ferry una joven visitante, y dos ejemplares de rorcuales comunes, la segunda ballena más grande del mundo, que se dejaron ver a 30 millas náuticas de la llegada al puerto barcelonés.     Fumareles comunes migratorios fotografiados durante el avistamiento (foto: Ricard Gutiérrez)     Durante la jornada, y contando con las sesiones de los dos grupos, se observaron 4 especies de tiburones y túnidos (tintorera, marrajo, pez espada y atunes), 4 de cetáceos (2 rorcuales, 9 calderones grises, un delfín mular y 117 delfines listados), 7 especies de aves marinas (gaviota patiamarilla, pardela balear, fumarel común, gaviota enana, paíño mediterráneo, frailecillo y pardela mediterránea) y 2 aves terrestres migratorias (bisbita arbóreo y golondrina común). «El record anual. No solo por ‘la mar llana’, como se suele decir en términos marítimos, que hubo ese día, sino también por la precisión de los observadores marinos que demostraron tener conocimientos de los habitantes del Mare Nostrum», afirma Ricard Gutiérrez, técnico de fauna litoral y marina de la Xarxa de Rescat de Fauna Marina de la Generalitat.     Delfines avistados durante la jornada (foto: Ricard Gutiérrez)   Laura Sánchez, Comercial de la zona de Catalunya, quien repetía por segunda vez la expedición en familia, califica la experiencia de «muy gratificante porque ayuda a observar el mar con detenimiento y a conocer las diferentes especies a través de la experiencia vivida». Además, todos los participantes coincidieron en que es una actividad que permite relacionarse con compañeros de trabajo fuera del ámbito laboral.     Durante la jornada se avistaron un total de 115 especies


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