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Un paseo por el modernismo en Melilla
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Un paseo por el modernismo en Melilla

Por Tania Costa


 

No se sabe con certeza por qué el joven arquitecto catalán Enrique Nieto llegó a Melilla a principios del siglo XX.

 

Hay quien dice que un compatriota le vendió las bondades de subirse a un barco en Barcelona e instalarse en el norte de África para hacer fortuna. Lo cierto es que subió a ese barco y llegó a una ciudad aún por construir, donde la pujante burguesía, especialmente de origen judío, estaba haciendo muchísimo dinero con el comercio portuario y acababa de descubrir el negocio del ladrillo.

 

La expansión del modernismo en Melilla

Los comerciantes hebreos no solo encargaban edificaciones rebosantes de motivos florales y curvas para acoger a sus familias sino también para revender y, sobre todo, para alquilar porque por entonces, explica la historiadora Elena Fernández, el impago de dos meses de alquiler terminaba con los inquilinos de patitas en la calle.

 

Fue así como el Modernismo se expandió por el centro de Melilla, una ciudad de poco más de 12 kilómetros cuadrados, donde hoy quedan en pie unos 500 edificios que le dan un encanto, por desgracia desconocido para la mayoría de los españoles, y que contrasta con las murallas militares de Melilla 'La Vieja'.

 

arquitectura modernismo melilla

 

La mayor parte de los expertos coinciden en señalar que la casa del hebreo David, J. Melul (Avenida Juan Carlos I, 1) es el más grandioso de todos los edificios construidos por Enrique Nieto frente a la Plaza de España, en pleno corazón de la ciudad.

 

Pero para gustos, los colores. Mordejay Guahnich, presidente de la Asociación Mem Guímel y estudioso de la cultura sefardí, habla del edificio Melul, sin dejar de mencionar la sinagoga de la calle Ejército español, a la que Enrique Nieto le añadió unos arcos neoárabes con una singularidad que el visitante no encontrará en ningún otro rincón el mundo. Y si se decide a entrar al edificio, el viaje a Melilla bien habría valido la pena.

 

Los historiadores suelen decir que Enrique Nieto fue discípulo de Gaudí, algo que niega rotunamente Antonio Bravo, cronista oficial de la ciudad. Según explica, el joven arquitecto catalán habría trabajado en La Pedrera, pero en realidad fue discípulo de Lluís Domènech i Montaner.

 

 

modernismo en melilla

 

Hay, apunta Antonio Bravo, un abismo entre el primer edificio modernista que Enrique Nieto hizo, en las inmediaciones del Parque Cándido Lobera con Ejército español, y la casa Melul. El primero era sólo un ensayo de la magnificencia que finalmente dio a su obra maestra.

 

Melilla es la ciudad española con más edificios modernistas, sólo por detrás de Barcelona. La elegancia de su arquitectura sorprende a quienes suben a un barco en la península y creen que viajan al fin el mundo. Ni el mundo se acaba en Melilla ni éste es el lugar gris que muchos imaginan. Quizás por eso sorprende, porque siendo, como es, una ciudad muy masculina, por su relación con el Ejército, es, sobre todo, una agradable sorpresa. Pasear por la Avenida es una experiencia que los amantes de la arquitectura no se esperan. Y no tiene sólo modernismo. Tiene más, basta con embarcarse desde Málaga con un ferry de Baleària para descubrir un mundo que despierta con la llamada de las mezquitas a la oración y se abre al visitante como las ventanas de sus edificios señoriales. Es otro mundo, sí, pero bendito mundo.

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Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry
Planeta sostenible

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Navegar por el Estrecho es un espectáculo para los sentidos. Sonoro, por las olas del mar que hacen bailar al buque a su son; olfativo, por el olor a brisa marina; pero, sobre todo, visual.   El paisaje que presenta la travesía ve incrementada su belleza por las especies marítimas que se pueden descubrir con tan solo pasar un rato mirando el horizonte desde cubierta. Delfines comunes y listados, rocuales comunes, cachalotes… son compañeros habituales de las rutas que realizan los buques de Baleària por el estrecho de Gibraltar. Un entorno que investigadores aprovechan como plataforma científica para realizar censos de especies marítimas a bordo.     Observadora avistando     Los ferries, medio para estudiar los cetáceos Gracias al acuerdo alcanzado en 2018 entre la Fundación Baleària, investigadores de la Universidad de Cádiz y la Asociación Ecolocaliza-TE, se han realizado ya 142 avistamientos de más de 3.000 cetáceos entre delfines y ballenas. Estos estudios se enmarcan dentro del proyecto común denominado 'Los ferries, medio para estudiar los cetáceos' y está coordinado por la bióloga marina Alessia Scuderi. «Es importante realizar este tipo de investigaciones ya que aumenta nuestros conocimientos sobre estas especies protegidas permitiendo un monitoreo a largo plazo que cubre todas las temporadas, llevándolo a cabo de forma sostenible a través de los ferries de Baleària», afirma.     Cría de un mes de delfín mular     Una vez finalizada la Operación Paso del Estrecho (OPE), la Asociación Ecolocaliza-TE ha reanudado los censos de monitoreo en el que participan voluntarios y voluntarias a bordo del Passió per Formentera o el Poeta López Anglada. «Queremos agradecer la implicación de los tripulantes de los buques involucrados, por la increíble acogida y el interés que demuestran cada vez que nos embarcamos», comenta Scuderi.     Delfín común


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Avistamientos de fauna marina en familia
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  Aprender a observar el mar Mediterráneo, conocer a través de la experiencia personal las diferentes especies de fauna marina que en él habitan.   Un grupo de empleados de Baleària, junto con familiares y amigos, recientemente pudieron comprobar de primera mano en qué consisten las tareas de observación y conservación del medio marino a bordo del ferry Nápoles. Para muchos jóvenes grumetes también era su primer viaje en barco, por lo que «la experiencia fue doblemente emocionante», comenta Laia Bort, responsable de Consignaciones de Barcelona.   Esta experiencia es fruto del convenio de colaboración entre la Fundació Baleària y la Generalitat de Catalunya, de tal forma que la naviera pone a disposición de dicha entidad su flota que opera desde Barcelona a Baleares para el estudio de la biodiversidad marina. Cada mes realizan un viaje de avistamiento de media. A continuación te contamos la experiencia que compartieron con empleados de la naviera.     Viaje de ida: rumbo a Ibiza La expedición partía un viernes por la noche, desde el Port de Barcelona hacia Ibiza. Los participantes fueron recibidos por el personal de a bordo y se les acomodó en diferentes camarotes. Pasaron la noche navegando y por la mañana tuvieron tiempo de almorzar en Ibiza y descubrir los encantos de Dalt Vila, el casco antiguo de la ciudad, antes de embarcar de nuevo, y aprovechar el viaje de vuelta del mismo buque para realizar la observación durante el día.     Ricard Gutiérrez, durante la charla divulgativa previa al avistamiento     Viaje de vuelta: Aprender a observar el mar Repartidos en dos turnos, los 20 participantes de este avistamiento recibieron primeramente una charla instructiva sobre la labor que realiza la Generalitat en el estudio y control del número de especies que habitan en el Mediterráneo. Además, se les explicó las diferentes características de las que comprenden el ecosistema marino autóctono. Una vez adquiridas las nociones básicas, visitaron el puente de mando del Nápoles para realizar la observación. Gracias al buen estado del mar, las medusas, peces luna, delfines rayados y aves marinas se dejaron ver fácilmente provocando el asombro de los asistentes. Pero, además, tuvieron la suerte de poder ver ejemplares que por sus características causan más admiración. Sin duda, las estrellas de la jornada fueron una tintorera (tiburón azul),  que avistó muy cerca del ferry una joven visitante, y dos ejemplares de rorcuales comunes, la segunda ballena más grande del mundo, que se dejaron ver a 30 millas náuticas de la llegada al puerto barcelonés.     Fumareles comunes migratorios fotografiados durante el avistamiento (foto: Ricard Gutiérrez)     Durante la jornada, y contando con las sesiones de los dos grupos, se observaron 4 especies de tiburones y túnidos (tintorera, marrajo, pez espada y atunes), 4 de cetáceos (2 rorcuales, 9 calderones grises, un delfín mular y 117 delfines listados), 7 especies de aves marinas (gaviota patiamarilla, pardela balear, fumarel común, gaviota enana, paíño mediterráneo, frailecillo y pardela mediterránea) y 2 aves terrestres migratorias (bisbita arbóreo y golondrina común). «El record anual. No solo por ‘la mar llana’, como se suele decir en términos marítimos, que hubo ese día, sino también por la precisión de los observadores marinos que demostraron tener conocimientos de los habitantes del Mare Nostrum», afirma Ricard Gutiérrez, técnico de fauna litoral y marina de la Xarxa de Rescat de Fauna Marina de la Generalitat.     Delfines avistados durante la jornada (foto: Ricard Gutiérrez)   Laura Sánchez, Comercial de la zona de Catalunya, quien repetía por segunda vez la expedición en familia, califica la experiencia de «muy gratificante porque ayuda a observar el mar con detenimiento y a conocer las diferentes especies a través de la experiencia vivida». Además, todos los participantes coincidieron en que es una actividad que permite relacionarse con compañeros de trabajo fuera del ámbito laboral.     Durante la jornada se avistaron un total de 115 especies


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