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Tocar el mar por primera vez

Por Judit Binefa


El pasado 18 de septiembre, Baleària protagonizó un hito en la historia de la navegación: la botadura del primer fast ferry a nivel mundial propulsado por motores de combustión interna a gas natural. El Eleanor Roosevelt rozó el agua por primera vez en los astilleros Armon de Gijón, donde se empezó a construir en 2018. Como cualquier botadura, fue un momento único e irrepetible, cargado de expectación. Y no es para menos, esa aparente facilidad con que se desliza un buque hasta mar en medio del estruendo de las sirenas, esconde una enorme complejidad técnica. 

“La botadura de un buque solo sucede una vez en su vida: cuando la construcción en la grada ha finalizado y se lanza al agua para terminarlo”, explica Guillermo Alomar, director de Flota de Baleària. En ese momento, se ha cerrado la llamada obra viva del buque, la línea de ejes está montada y los propulsores instalados, pero todavía quedan los trabajos de habilitación del interior. 

Botadura del 'fast ferry Nixe'

“La principal complejidad técnica viene de transferir el peso del buque, que en la grada de construcción está soportado por los llamados picaderos, para que sea soportado por el empuje del agua de mar”, señala Alomar. Durante el deslizamiento del buque por la cama de la grada, esta transferencia del peso “es gradual e implica esfuerzos especiales sobre la estructura del buque, que deben estudiarse muy bien para evitar daños”. Una botadura entraña una serie de riesgos potenciales, y por eso otro factor muy importante es controlar tanto la velocidad del deslizamiento como el frenado del buque cuando alcanza la flotación, que se consigue mediante rastras que van parándolo mientas se desliza. En el caso del Eleanor Roosevelt, la maniobra se hizo aprovechando una de las pleamares más altas del año en Asturias.  

Botadura del 'smart ship Marie Curie' en 2018

Las botaduras propiamente dichas, que pueden ser de costado y de popa, son las que la puesta a flote se realiza por desplazamiento del buque desde la grada de construcción, como en el caso del Eleanor Roosevelt. Otros seis buques de la naviera han sido botados mediante este sistema: los fast ferries Federico García Lorca (2001) y Ramon Llull (2003) en los astilleros Rodriquez de Italia, mientras que los ferries Martín i Soler (2008), Bahama Mama (2009, con el nombre Alhucemas) y Passió per Formentera (2009) tocaron el mar por primera vez en los astilleros Barreras de Vigo. Alomar, que ha vivido varias de las botaduras, recuerda especialmente la del Martín i Soler “que marcó un hito hace más de diez años en la renovación de la flota de la compañía”, en una ceremonia a la que asistió una delegación de trabajadores de Baleària y que también fue el bautizo del buque, dos actos que no siempre se llevan a cabo conjuntamente. 

Botadura del 'ferry Bahama Mama', antes 'Alhucemas'

Existen otros métodos para la puesta a flote por primera vez de un buque, las llamadas flotaduras, que suelen ser mediante la inundación del dique seco donde se ha construido el buque, como fue el caso de los innovadores smart ships propulsados a gas natural Hypatia de Alejandría (2018) y Marie Curie (2018), en los astilleros italianos Visentini. Otra opción para barcos de menos envergadura es la flotación a través de grúas, como se hizo tanto con los dos fast ferries de la serie Nixe en Singapur como con los cuatro eco fast ferries construidos en los astilleros Gondan. 

Sea mediante el método que sea, la ceremonia que permite que un buque contacte con primera vez con su hábitat natural es un momento crucial y emotivo.

Timelapse de la botadura del 'fast ferry Eleanor Roosevelt'

Judit Binefa | Periodista

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  A Pedro Bailón (Premià de Mar, 1992) el mar siempre le ha llamado la atención y, aunque hubo un tiempo en que dudó entre el trabajo en un buque y el de tierra, la atmósfera de la vida a bordo le cautivó. Actualmente es jefe de máquinas del Ciudad de Mahón, en el que forma parte de un equipo con un engranaje muy sólido.     P. ¿Cómo es el día a día en la sala de máquinas de un buque? R. Cada día es una nueva aventura y un nuevo reto. Siempre tienes experiencias nuevas que te hacen aprender y ser mejor día tras día. La máquina de un barco es un lugar peculiar,  donde nacen y se forman familias muy fuertes. En cada momento tienes a unos cuantos valientes luchando contra los retos que surgen. Más que hablar del día a día, realmente es un constante trabajo en equipo. Cada jornada se rige por unos trabajos de mantenimiento organizados que hacen que el corazón del barco funcione como un reloj suizo. A partir de aquí se reparte el trabajo a cada uno de los integrantes, porque todo suma y un poco de todos es mucho para el área de Máquinas y para el barco. Impera el buen estar, el buen hacer y el compañerismo; se intenta ser lo más profesional posible y estar a la altura de cada situación. En la vida a bordo también es muy importante saber gestionarse el tiempo... especialmente para la gente de Máquinas es muy importante el descanso, porque nunca sabes qué puede pasar.   P. ¿Cuáles son las cualidades de un jefe de máquinas? R. Sobre todo es imprescindible saber mantener los nervios. Si el jefe de máquinas se pone nervioso... lo contagia a todo el equipo. También es fundamental hacer equipo.   P. ¿Qué te motivó a trabajar en el mar y especializarte en Máquinas? R. Tengo una relación estrecha con el mar desde bien pequeño, cuando veraneaba con mis padres en la costa de Tarragona. La motivación de dedicarme al mar surge sobre todo de su inmensidad y de sus ‘cambios de humor’, que siempre me han fascinado. En cuanto a decantarme por  Máquinas, viene de mi inquietud... siempre me ha gustado investigar y conocer cómo funciona cualquier detalle; y qué mejor sitio que una sala de máquinas para saber el cómo, el cuándo y el porqué de todo. Soy un apasionado de la reparación en general y, además, me encanta la  mecánica.     P. ¿Alguna anécdota curiosa o momento que recordar? R. A bordo cada día es una nueva aventura. Pero si tengo que quedarme con algún momento seguro que sería mi primera vez dentro de una sala de máquinas; nunca lo olvidaré. Los olores de combustibles, que acabamos normalizando, y, por supuesto, el ruido. Evidentemente de anécdotas tengo mil y una, pero como digo, Máquinas es una familia y me quedo con todos los momentos difíciles donde entre todos se ha sacado todo adelante.   P. ¿Qué haces cuando estás desembarcado? R. Al final cuando estás en casa intentas hacer todo lo que no te ha dado tiempo durante tu embarque. Me describiría como un todoterreno; tengo varias facetas, pero la que más me define es mi afición por la pesca, a la cual dedico mucho de mi tiempo libre. También me gusta leer y practico mucho deporte. Me encanta pasar tiempo con los míos e intentar dedicarles mis mejores momentos. Además, disfruto mucho yendo a ver a mi equipo preferido al campo, el RCD Espanyol, y sufriendo con éste. También me estoy aficionando a la cocina, pero aún me falta practicar. Y por supuesto salir en moto.     Con el mar cerca Su pasión por el mar y la mecánica hizo que estudiase en la Facultad de Náutica de Barcelona. Ha trabajado en diferentes sitios, tanto a pie de muelle como a bordo, pasando por remolcadores, empresas de mantenimiento y buques de crucero. Pedro es tanto ‘de mar’, que incluso su  tiempo libre lo dedica a otra de sus pasiones, la pesca.      


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