
Si un barco marcó la historia de Baleària en sus inicios, fue sin duda el fast ferry Federico García Lorca, que abrió de par en par las puertas de la alta velocidad en el transporte marítimo a Baleares.
Una innovadora revolución, cuya imponente proa formó parte del paisaje de Dénia, Ibiza y Palma durante años. En 2001, «el desembarco del Federico García Lorca fue rompedor en cuanto a velocidad, comodidad y horarios; fue un salto muy importante», recuerda el presidente de Baleària, Adolfo Utor. Y es que el Lorca marcó un antes y un después en las conexiones por mar a las Baleares. Con 40 nudos de velocidad máxima, un diseño innovador y 115 metros de eslora, se dedicó principalmente a una línea histórica: la rotación diaria Dénia-Ibiza-Palma.
El 26 de junio de 2001, a las 16 horas, el Lorca realizó su viaje inaugural de Palma a Ibiza, donde fue presentado oficialmente. El buque partió con 250 pasajeros, un tercio de su capacidad total, y dos horas después llegó a su primer destino. La reducción del tiempo de travesía fue comparada con lo que significó en su día la revolución del tren de alta velocidad, más conocido como AVE.
Desde su botadura en 2001 (en los astilleros italianos Rodriquez de Pietra Ligure) y hasta 2013, homenajeó al famoso poeta y autor teatral nacido en Fuente Vaqueros (Granada), cuya firma digitalizada lucía en la imponente proa del barco.
Antonio García, actual director de Sistemas de Negocio, recuerda el reto
que supuso atender la demanda de reservas para un buque de 880 plazas: «No existía la venta online, y tuvimos que ampliar el Call Center de 25 a 80 operadores», muchos de los cuales siguen en la compañía ocupando cargos en distintos departamentos.
Una de las personas que recuerda con más cariño a este icono del transporte marítimo es su primer capitán, Francisco Jiménez Vara. «Fue un salto muy importante en calidad y mejora, y se notó en la gran afluencia de personas que usaron nuestros servicios. Redujimos un viaje de Dénia a Palma de más de ocho horas a solo cinco», rememora. Además, también se facilitó el transporte de mercancías, «que podían estar a primera hora de la mañana en el mercado», destaca.
Un viaje confortable
En su momento, el Lorca fue el barco más avanzado en tecnología del mercado de la alta velocidad. Un producto revolucionario que, por primera vez, contaba con todas las comodidades y servicios: un salón con asientos, cambiadores para bebés, bar-cafetería, zona de juegos infantiles, taquillas para equipaje, acceso para personas con movilidad reducida, entretenimiento audiovisual y una tienda a bordo. «En aquel momento en que estábamos ‘soltando amarras’ en nuestro crecimiento, el Lorca nos ayudó a ser más fuertes, competitivos y a fidelizar a nuestros clientes», detalla Cristina Mulet, responsable de venta directa, que vivió la llegada del Lorca a la compañía.
Huella en la sociedad
Entre la tripulación del buque, estuvo durante seis años Grisel Yannace, quien dice tener un recuerdo inolvidable. «La relación con los clientes siempre fue muy cordial, incluso familiar, porque algunos de ellos pasaban mucho tiempo a bordo», recuerda. Como Vicente Costa, vecino de Ibiza y apasionado por el mar y las navieras, que asegura que en la isla todos se sabían los horarios de memoria: «Si decías me voy con el Lorca, la gente ya daba por hecho que viajabas a las 11 horas hacia Dénia».
El presidente de la naviera recuerda: «El Lorca fue una declaración de intenciones, con palabras y hechos, de una compañía comprometida con los valores de libertad y tolerancia de nuestra sociedad y con el desarrollo y bienestar de los territorios donde opera».
Dos décadas después, el fast ferry Eleanor Roosevelt ha tomado el relevo
como barco insignia de la naviera, dispuesto a seguir la revolución a todo gas. «Igual de ilusionados, nos afrontamos al reto de conquistar nuevos objetivos», concluye Utor.