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Chaouen (Marruecos): Refugio Azul
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Chaouen (Marruecos): Refugio Azul

Por Juanjo Herranz


 

Un viaje por la ciudad de las princesas y los príncipes moriscos donde el azul, que simboliza el cielo y el mar, lo envuelve todo e irradia a sus habitantes y a quienes la visitan de calma.

 

En el corazón de las montañas del Rif (al norte de Marruecos), Chaouen despliega su memorable azul, un refugio para los oídos, el gusto, el olfato. Calles celestes, aromas de especias y tés compartidos en cafés históricos invitan a la calma y al sosiego. Miradores, tajines y cuscús como emblemas marroquís. Chaouen, también conocida como Chefchaouen, es algo más que una ciudad pintada de azul: combina serenidad, historia y un ritmo de callejuelas estrechas en las que el tiempo no pasa. Su color característico, que según las leyendas simboliza el cielo y el mar, lo envuelve todo y genera una calidez en el ambiente que perciben intensamente quienes la descubren por primera vez.

 


Un lugar ajeno al tiempo
Las paredes azules de la ciudad, suavemente desgastadas por el paso del tiempo, reflejan la luz del sol, creando un espectáculo visual que tranquiliza el paseo. El ambiente relajado hace que el visitante sienta que ha viajado a un lugar fuera del tiempo, donde las preocupaciones se adormecen.


La jornada puede comenzar en la plaza Uta el-Hammam: cafés y terrazas proponen un desayuno de pan recién horneado acompañado del famoso té a la menta. La vida va y viene tranquila por los zocos, a veces bulliciosos, donde las cerámicas, tejidos y lámparas artesanales son un buen regalo para llevarse a casa. El regateo es una costumbre en estos mercados, tendrás que bailar con los números para conseguir un buen precio.

 

 


 

Sueño dorado

Para el atardecer, la mejor recomendación: la mezquita española, para admirar el clímax, el sol cayendo, los colores naranjas y púrpuras del cielo en contraste con las paredes azules de la ciudad: simplemente espectacular. Y profundamente introspectivo.


El recorrido culinario no decepciona: tajines de cordero con ciruelas y almendras, cuscús generoso y panes redondos colman la experiencia, que alimenta tanto el cuerpo como lo de más allá. Todo esto se disfruta en pequeños restaurantes familiares. Aquí la comida local la cocinan los locales, y las recetas pasan de generación en generación.


Cuando la noche cae, las luces de la ciudad transforman el azul en un sueño dorado. Es el momento ideal para caminar por las calles casi desiertas y dejarse llevar por el misterio de Chaouen, una ciudad muchas veces cantada, escrita, poetizada. Una ciudad refugio con babuchas y amapolas, con sangre andalusí y rifeña.

 

 

Conexión divina: el enigma del azul

El característico azul de Chaouen tiene raíces históricas y espirituales. En sus inicios, los tintes se elaboraban con una mezcla de índigo y pigmentos minerales locales, una práctica influida por tradiciones bereberes y judías. El azul simbolizaba el cielo, una conexión con lo divino, y también servía como protección: se creía que alejaba a los mosquitos y el mal de ojo. Hoy, aunque se emplean pinturas modernas, el ritual de renovar las paredes conserva un eco de significado ancestral, manteniendo el alma de la ciudad intacta.

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