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El Mercado de Atarazanas: una experiencia gastronómica
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El Mercado de Atarazanas: una experiencia gastronómica

Por Nacho Sánchez | Periodista


 

Adentrarse en el Mercado de Atarazanas es una aventura. Sea cual sea la hora el ajetreo es tremendo.

 

Pasear por su interior va mucho más allá de una experiencia gastronómica. También sirve para conocer la idiosincrasia local -como la de cantar el nombre de los pescados del día-, para descubrir los puestos más antiguos donde se venden almendras de Alfarnate, para conocer la sabiduría que rezuman muchas fruteras o cómo muchos negocios se han ido adaptando a la cada vez mayor presencia de turistas, cámara fotográfica en mano, ofreciendo granizadas de fruta o los deliciosos higos secos con chocolate. Es el lugar preferido por los malagueños para sus compras diarias y, ahora, también el del turista, que llega con ganas de conocer a fondo los productos con sabor a Málaga.

 

La variedad de climas de la provincia facilita la diversidad en cultivos y huertas y, a través de frutas, verduras, carnes y pescados, se puede realizar un estupendo viaje sin salir de este precioso recinto que fue, originalmente, un astillero construido en el siglo XIV. De hecho, aún conserva un arco nazarí que fue trasladado, piedra a piedra, a unos metros de su ubicación original para su conservación. Además, el edificio cuenta con un gran mosaico compuesto por 108 vidrieras donde están representados los principales símbolos de Málaga, desde su escudo a La Alcazaba, la Catedral o las jábegas.

 

 

Vidriera del mercado de Atarazanas

 

En septiembre la huerta de Coín vive uno de sus mejores momentos gracias al tomate. Allí se plantan numerosas variedades entre las que destaca el llamado 'Huevo de Toro', con forma de corazón, pocas semillas y sabor dulce. Basta un trozo acompañado de un buen aceite de oliva virgen extra para degustar uno de los mejores bocados de Málaga. A su lado, destaca el verde de la lechuga malagueña, una variedad local que también procede del Valle del Guadalhorce y ricas calabazas que, igualmente, se cultivan en las cercanías del río más importante de la provincia.

 

El final del verano es también temporada de vendimia, así que en muchos de los puestos del mercado también es fácil encontrar la sabrosa uva moscatel, que viene en su mayoría de la comarca de La Axarquía. Con estas uvas también se elaboran las pasas, que aquí tienen Denominación de Origen. Proceden principalmente de los paseros familiares de El Borge y Almáchar, dos pequeños y bonitos pueblos axárquicos. También posee Denominación de Origen la aceituna aloreña, única en España con dicha distinción. Su hueso flotante y su sabor son sus principales características, así como su tradicional aliño a base de ajo, hinojo, tomillo y pimiento rojo. En uno de los rincones del mercado, un gran puesto las vende en diversas elaboraciones junto a otras muchas más variedades de aceitunas de toda Andalucía. Muy cerca también hay higos y los escasos chumbos que quedan ya en las pocas chumberas de la provincia que han sucumbido ante la cochinilla blanca.

 

 

Aceitunas aloreñas

 

De la Axarquía también nacen algunos de los productos que más llaman la atención en los puestos de frutas del Mercado de Atarazanas. El más aplaudido es el mango. Su producción ha crecido como la espuma en los últimos años y alcanzará este año cerca de 20 millones de kilos. Málaga es la única provincia productora de esta fruta en toda Europa. Y también la principal de aguacates, otro producto básico ya de la cocina malagueña que también empieza a verse en los mostradores en la recta final del verano.

 

Quien no falta a la cita con el principio del otoño es la chirimoya, otra de las frutas tropicales de la Axarquía que impregnan de olores variados el mercado de abastos malagueño y que comparten espacio con lichis, frutas de la pasión, nísperos, guayabas, pitahayas, kumquats o papayas según el momento del año. Incluso se puede encontrar alguna caña de azúcar para saborearla a bocados.

 

 

Nísperos en el Mercado de Atarazanas

 

Cruzando entre secciones, se llega también a la carne, donde destaca el chivo lechal malagueño, primera carne caprina española asociada a una marca de calidad. También hay numerosos embutidos locales -como la bondiola, hecha en Cortes de la Frontera- y carnes ibéricas procedentes de Benaoján. Muy cerca, paseando por entre los puestos y escuchando a las vendedoras gritar las bondades de sus productos, se llega al área dedicada al pescado. "Jureeeeeles, boqueroooneees", se oye entre el rumor de la multitud. Ambos son pescados tradicionales malagueños que nunca faltan en las pescaderías del Mercado de Atarazanas.

 

Precisamente, septiembre es el mejor momento para consumir el boquerón, que procede del Mar de Alborán y al que Rincón de la Victoria, municipio cercano a Málaga, rinde homenaje durante un fin de semana a finales de mes. En puestos como los de los hermanos Belmán se pueden disfrutar de otras especies de temporada, como los salmonetes que pintan de rosa los mostradores, ejemplares de rape que parecen mirar enfadados y son perfectos para platos como el gazpachuelo malagueño o alguna sardina que aún sirve para un rico espeto aunque ya empiecen los meses con erre.

 

 

Boquerones en un puesto de pescado del mercado

 

Además de adquirirlos en las diferentes pescaderías del mercado -donde también hay exquisitos mariscos y otras variedades llegadas de la lonja de Caleta de Vélez- todos estos pescados se pueden saborear en los diferentes puestos gastronómicos que, poco a poco, han ido ganando terreno en el interior del edificio. También sirven raciones de fritura de verduras o sabrosos pinchos de atún. Es la perfecta forma de acabar la visita a un Mercado de Atarazanas que muta a lo largo del año para centrarse, mes a mes, en los mejores productos de temporada.

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Las mejores playas gaditanas
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Las mejores playas gaditanas

  La costa de Cádiz se enorgullece de contar con algunas de las playas más impresionantes de Europa, paisajes naturales de arena fina y virgen que invitan tanto al relax como a la emoción de deslizarse sobre las olas en una tabla de surf.     Las calas de Roche   Las calas de Roche son como el último sorbo de una buena copa de vino. La costa de Cádiz posee muchos tesoros escondidos capaces de sorprender al visitante, aunque no todos son de fácil acceso. Las calas de Roche son una sucesión de hermosas y pequeñas calas rodeadas de naturaleza y acantilados al norte de Conil. Contemplar el atardecer desde cualquiera de ellas representa una de las experiencias más maravillosas que se puede disfrutar en todo el litoral andaluz.     Una serie de senderos, que parten desde el mismo Conil, bordeando la costa, conducen hasta estas playas en forma de medialuna, difíciles de divisar a simple vista desde la carretera que discurre elevada y paralela al mar. Lo complicado de su orografía es parte de su encanto que, además, se ve fortalecido por su naturaleza efímera, ya que el hecho de poder llegar hasta ellas o gozar de su arena depende por completo del ritmo cadencioso de las mareas. Otro de sus encantos radica en que se han conservado completamente vírgenes, por lo que no disponen de chiringuitos, duchas, aseos o cualquier otro servicio; únicamente naturaleza en estado puro.     Cala Frailecillo, cala Encendida, cala Tío Juan Medina, cala Pato, cala Medina y cala Áspero son la media docena de calas que forman esta espectacular zona del litoral gaditano de apenas 600 metros de extensión. A todas ellas se accede por unas escalinatas excavadas en la roca que descienden desde los acantilados rojizos. Sus vistas son idílicas, el agua siempre cristalina y prácticamente sin oleaje, su olor inconfundible a salitre y, por supuesto, el sonido constante del vaivén de las olas como telón de fondo hacen que uno se sienta como en un cuento de hadas. Ideales para evadirse del mundo y del frenesí diario.        Dunas de Valdevaqueros   La playa de Valdevaqueros, la más bonita de Tarifa, es uno de los pocos lugares vírgenes que quedan en la Costa de la Luz, donde los valles de los ríos desembocan silenciosos en la playa y en la sierra litoral, ajenos al ajetreo de las olas mar adentro donde los amantes del windsurf y del esquí con cometa luchan por subirse a la gran ola. En primera línea de costa, en este edén natural de arena fina, 4 kilómetros de dunas móviles se desplazan al capricho de los vientos engullendo árboles, carreteras y amenazando con sepultar todo aquello que encuentren a su paso.     El médano de Valdevaqueros se formó como consecuencia de las acciones militares llevadas a cabo en la década de los cuarenta, en plena dictadura franquista, para acondicionar los terrenos que daban acceso a los cuarteles de la zona, y para cavar algunas trincheras que impidieran un posible desembarco aliado en la costa. La construcción de un foso de arena alargado paralelo a la costa entre la zona dunar y la orilla del mar, junto con los fuertes vientos de levante desplazaron la arena y provocaron un aumento de la franja dunar que aumenta, imparable, año tras año.    Actualmente, en los días de fuerte viento de levante, la arena invade totalmente la carretera A-2325, en la que habitualmente los turistas curiosos se hacen selfies con las señales de tráfico medio enterradas. Esos días, la vía se vuelve totalmente intransitable y los vecinos quedan incomunicados hasta que las máquinas excavadoras retiran las ingentes cantidades de arena que, a veces, llegan a alcanzar los 30 metros de altura.         Caños de Meca: Faro de Trafalgar   Caños de Meca todavía se asocia a esa imagen de la década de los sesenta en la que ostentaba el título de ser el rincón más hippie de la costa gaditana, frecuentado por bohemios, artistas y, en ocasiones, incluso por algunos de los miembros de la llamada movida madrileña, en busca de esa anhelada libertad. La misma que todavía persiguen hoy en día los que se acercan a este municipio en busca del contacto directo con la naturaleza, el mar, una dieta saludable, atardeceres de película y, sobre todo, la posibilidad de bajar las revoluciones de la vida estresada de las grandes ciudades.      El viento persistente, las dunas doradas y un pasado bucanero envuelven el faro de Trafalgar en una atmósfera misteriosa. Contemplar el atardecer frente a este baluarte histórico de 34 metros de altura representa una auténtica delicia. Solitario ante la inmensidad del océano, el faro se sitúa en una zona repleta de dunas doradas, extensas playas y una vegetación que a veces llega incluso hasta la arena. Una pasarela de madera serpentea por la costa, atravesando acantilados, desde donde se pueden observar infinitos tonos azulados que el océano dibuja según las corrientes. A lo lejos, los surfistas, windsurfistas y kitesurfistas buscan el viento de levante que les haga volar, ajenos al hecho de que hace algo más de 200 años, en este mismo escenario, se libraba la batalla de Trafalgar, un enfrentamiento naval entre la Armada Real Británica y las flotas combinadas de las Armadas francesa y española que tuvo lugar durante la guerra de la tercera coalición. La victoria, por cierto, cayó del lado inglés.     Desde el promontorio del faro, se puede bajar hasta la playa de Trafalgar, una enorme cala virgen de arena fina y dorada que se extiende a lo largo de 2 km desde el cabo hasta la playa de Zahora, al norte.       


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Un paseo por el Bosque de la Niebla en Cádiz
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Un paseo por el Bosque de la Niebla en Cádiz

  Hay escenarios de la provincia de Cádiz, concretamente del Campo de Gibraltar, que no necesitarían una decoración especial para Halloween. Uno de ellos es el sendero más tenebroso del sur de Europa. O el más bonito, según se mire.   Y que es un magnífico recurso para disfrutar del tiempo libre de la zona. Se trata del Bosque de la Niebla, un singular espacio de máxima protección por sus valores ambientales excepcionales, dentro de los límites del Parque Natural de Los Alcornocales. Situado entre los términos municipales de Algeciras, Los Barrios y Tarifa, es una de las rutas favoritas de los amantes del senderismo y la fotografía de la zona. Porque las estampas que surgen de este espacio, donde la naturaleza regala nada menos que 245 días de niebla al año, son únicas.     El Bosque de la Niebla, un singular espacio de máxima protección por sus valores ambientales excepcionales   ¿Qué hace especial este sendero? Lo que convierte en especial el Bosque de la Niebla es que cuenta con ecosistemas que no se corresponden ni con la zona donde se ubica ni con la edad geológica. La humedad que emana de su situación geográfica, entre el Atlántico y el Mediterráneo, junto al estrecho de Gibraltar,lo convierte en una verdadera cápsula del tiempo con niebla constante, casi a diario. Esto hace que mantenga preciosas y sombrías imágenes, casi fantasmagóricas, de una vegetación que no es ni de este tiempo y ni de este lugar. Nada más adentrarse, el musgo, laojaranza, los helechos y la humedad obnubilan. Como si fuera magia, el bosque de laurisilva del sur de Europa se presenta al senderista como un regalo de la naturaleza. Y de ahí que esteparaje cuente con la máxima protección ambiental.     El sendero está ubicado en los Llanos del Juncal, en el Tajo de las Escobas   ¿Cómo llegar hasta el bosque de la niebla? Llegar hasta este sendero tenebroso no es nada fácil. Primero, por su ubicación, en los Llanos del Juncal, en las inmediaciones del Tajo de las Escobas. Y segundo, por el esfuerzo físico que debes realizar para llegar hasta allí si dejas el vehículo, por ejemplo, en la zona recreativa delBujeo, en Algeciras.   Aunque no desesperes, porque la ruta también merece la pena. Según asciendas por los caminos forestales tendrás tanto vistas al mar como al continente africano. Y encontrarás ganado pastando, e incluso zonas tan singulares como un parque eólico plantado en La Ahumada, una zona donde los árboles dan buena cuenta del viento de Levante, con Tarifa a un lado y el monte Jebel Musa, al otro.    El bosque de alcornoques irá cerrándose hasta que la humedad te nuble la vista y ahí, al cruzar una verja, te estarás adentrando en el sendero más enigmático del sur de Europa.     La ubicación está catalogada como zona de Reserva A del Parque Natural de Los Alcornocales   Pide permiso para hacer la ruta La zona está catalogada con la máxima protección, como zona de Reserva A del Parque Natural de Los Alcornocales.  Por ello, debes pedir permiso al propio parque natural para ir de excursión. Basta con enviar un correo electrónico a [email protected] con la solicitud, la fecha, el número de personas que desea ir allí y, por supuesto, seguir las normas que te faciliten con la autorización para seguir manteniendo viva la magia de estesendero  que encierra los mayores misterios de la zona sur del continente europeo.


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