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Formentera, isla de molinos
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Formentera, isla de molinos


 

El origen del topónimo Formentera está vinculado al trigo, en latín frumentum. Esta es la teoría aceptada como la más probable por los expertos, teniendo en cuenta que la palabra evolucionó a Forment para terminar en Formentera.

 

Esta relación no es casual, ya que existe suficiente documentación histórica para concluir que la producción de trigo y cereales fue importante tanto durante la Edad Media y hasta el siglo XIV, como durante el segundo y definitivo repoblamiento de la isla en 1695. A principios del siglo XVIII los primeros colonos, procedentes de Eivissa, empezaron a construir una estructura social dependiente de los recursos que ofrecía la tierra y el mar. Esos pobladores se preocuparon no solo de alimentar el espíritu con la construcción de las iglesias, sino también el estómago levantando molinos.

 

 

Molino d'en Teuet (autor: Consell de Formentera)

 

Los tres primeros molinos construidos fueron: el molino d’en Teuet (1773), situado en un promontorio cerca de Sant Ferran, en el centro geográfico de la isla; el molino viejo de la Mola (1778) en la parte más alta de esta zona, y el molino d’en Bet o de ses Roques (1797), del que solo queda la antigua torre que fue integrada en una vivienda construida en los años sesenta. A lo largo del siglo XIX, fueron construidos cuatro molinos más: d’en Mateu y d’en Jeroni, cercanos entre sí y situados en la parte alta de Sant Francesc, conocida como sa Miranda. Luego llegaron los molinos d’en Botigues, construido a pocos metros del molino viejo de la Mola y el molino d’en Simó, en es Cap de Barbaria, cuya actividad terminó en 1955 y fue derrumbado por su propietario cuando trasladó su actividad a su nueva casa donde montó la harinera a motor en 1960. De esta forma prácticamente todo el territorio insular quedó marcado por estos ingenios eólicos que han dado de comer a varias generaciones de formenterenses. 

 

 

Molí d'en Mateu

 

Con el paso del tiempo estas construcciones fueron cayendo en desuso y en 1965, cuando la molienda del grano evolucionó con la llegada de los primeros motores de gasoil, la actividad de estos testigos de la historia desapareció. El último molino en funcionar con viento fue el de la Mola, corría el año 1964. Años antes, en 1958, muchos de ellos fueron desarbolados por la fuerza de un fuerte temporal de viento que los más ancianos todavía recuerdan. En la actualidad solo mantienen sus aspas el ya citado de la Mola y el molí d’en Jeroni. El de la Mola es el único que puede ser visitado, tras haber sido restaurado en 1993 por la Fundació Illes Balears, que lo compró al último molinero de Formentera, Joan Torres Mayans, encargado de devolver a la vida esa construcción recuperando todos sus elementos, velas, aspas, engranajes de madera, piedra de moler y consolidando su estructura. Ahora el visitante puede apreciar todas las piezas de esta auténtica joya de la ingeniería tradicional. Un mecanismo artesanal que, aprovechando la fuerza del viento, permitía la transformación del trigo en harina para finalmente terminar en los hornos de las casas payesas en forma de pan.

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Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry
Planeta sostenible

Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry

Navegar por el Estrecho es un espectáculo para los sentidos. Sonoro, por las olas del mar que hacen bailar al buque a su son; olfativo, por el olor a brisa marina; pero, sobre todo, visual.   El paisaje que presenta la travesía ve incrementada su belleza por las especies marítimas que se pueden descubrir con tan solo pasar un rato mirando el horizonte desde cubierta. Delfines comunes y listados, rocuales comunes, cachalotes… son compañeros habituales de las rutas que realizan los buques de Baleària por el estrecho de Gibraltar. Un entorno que investigadores aprovechan como plataforma científica para realizar censos de especies marítimas a bordo.     Observadora avistando     Los ferries, medio para estudiar los cetáceos Gracias al acuerdo alcanzado en 2018 entre la Fundación Baleària, investigadores de la Universidad de Cádiz y la Asociación Ecolocaliza-TE, se han realizado ya 142 avistamientos de más de 3.000 cetáceos entre delfines y ballenas. Estos estudios se enmarcan dentro del proyecto común denominado 'Los ferries, medio para estudiar los cetáceos' y está coordinado por la bióloga marina Alessia Scuderi. «Es importante realizar este tipo de investigaciones ya que aumenta nuestros conocimientos sobre estas especies protegidas permitiendo un monitoreo a largo plazo que cubre todas las temporadas, llevándolo a cabo de forma sostenible a través de los ferries de Baleària», afirma.     Cría de un mes de delfín mular     Una vez finalizada la Operación Paso del Estrecho (OPE), la Asociación Ecolocaliza-TE ha reanudado los censos de monitoreo en el que participan voluntarios y voluntarias a bordo del Passió per Formentera o el Poeta López Anglada. «Queremos agradecer la implicación de los tripulantes de los buques involucrados, por la increíble acogida y el interés que demuestran cada vez que nos embarcamos», comenta Scuderi.     Delfín común


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Avistamientos de fauna marina en familia
Planeta sostenible

Avistamientos de fauna marina en familia

  Aprender a observar el mar Mediterráneo, conocer a través de la experiencia personal las diferentes especies de fauna marina que en él habitan.   Un grupo de empleados de Baleària, junto con familiares y amigos, recientemente pudieron comprobar de primera mano en qué consisten las tareas de observación y conservación del medio marino a bordo del ferry Nápoles. Para muchos jóvenes grumetes también era su primer viaje en barco, por lo que «la experiencia fue doblemente emocionante», comenta Laia Bort, responsable de Consignaciones de Barcelona.   Esta experiencia es fruto del convenio de colaboración entre la Fundació Baleària y la Generalitat de Catalunya, de tal forma que la naviera pone a disposición de dicha entidad su flota que opera desde Barcelona a Baleares para el estudio de la biodiversidad marina. Cada mes realizan un viaje de avistamiento de media. A continuación te contamos la experiencia que compartieron con empleados de la naviera.     Viaje de ida: rumbo a Ibiza La expedición partía un viernes por la noche, desde el Port de Barcelona hacia Ibiza. Los participantes fueron recibidos por el personal de a bordo y se les acomodó en diferentes camarotes. Pasaron la noche navegando y por la mañana tuvieron tiempo de almorzar en Ibiza y descubrir los encantos de Dalt Vila, el casco antiguo de la ciudad, antes de embarcar de nuevo, y aprovechar el viaje de vuelta del mismo buque para realizar la observación durante el día.     Ricard Gutiérrez, durante la charla divulgativa previa al avistamiento     Viaje de vuelta: Aprender a observar el mar Repartidos en dos turnos, los 20 participantes de este avistamiento recibieron primeramente una charla instructiva sobre la labor que realiza la Generalitat en el estudio y control del número de especies que habitan en el Mediterráneo. Además, se les explicó las diferentes características de las que comprenden el ecosistema marino autóctono. Una vez adquiridas las nociones básicas, visitaron el puente de mando del Nápoles para realizar la observación. Gracias al buen estado del mar, las medusas, peces luna, delfines rayados y aves marinas se dejaron ver fácilmente provocando el asombro de los asistentes. Pero, además, tuvieron la suerte de poder ver ejemplares que por sus características causan más admiración. Sin duda, las estrellas de la jornada fueron una tintorera (tiburón azul),  que avistó muy cerca del ferry una joven visitante, y dos ejemplares de rorcuales comunes, la segunda ballena más grande del mundo, que se dejaron ver a 30 millas náuticas de la llegada al puerto barcelonés.     Fumareles comunes migratorios fotografiados durante el avistamiento (foto: Ricard Gutiérrez)     Durante la jornada, y contando con las sesiones de los dos grupos, se observaron 4 especies de tiburones y túnidos (tintorera, marrajo, pez espada y atunes), 4 de cetáceos (2 rorcuales, 9 calderones grises, un delfín mular y 117 delfines listados), 7 especies de aves marinas (gaviota patiamarilla, pardela balear, fumarel común, gaviota enana, paíño mediterráneo, frailecillo y pardela mediterránea) y 2 aves terrestres migratorias (bisbita arbóreo y golondrina común). «El record anual. No solo por ‘la mar llana’, como se suele decir en términos marítimos, que hubo ese día, sino también por la precisión de los observadores marinos que demostraron tener conocimientos de los habitantes del Mare Nostrum», afirma Ricard Gutiérrez, técnico de fauna litoral y marina de la Xarxa de Rescat de Fauna Marina de la Generalitat.     Delfines avistados durante la jornada (foto: Ricard Gutiérrez)   Laura Sánchez, Comercial de la zona de Catalunya, quien repetía por segunda vez la expedición en familia, califica la experiencia de «muy gratificante porque ayuda a observar el mar con detenimiento y a conocer las diferentes especies a través de la experiencia vivida». Además, todos los participantes coincidieron en que es una actividad que permite relacionarse con compañeros de trabajo fuera del ámbito laboral.     Durante la jornada se avistaron un total de 115 especies


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