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Ibiza y Formentera: Escapada por tres milenios de historia
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Ibiza y Formentera: Escapada por tres milenios de historia

Por JOSEP ÀNGEL COSTA - FOTOS: SERGIO CAÑIZARES


Es-PouetoBAJA

Cuentan con unas playas paradisíacas que compiten con las del Caribe, el ambiente más cosmopolita de todo el Mediterráneo y una rica gastronomía con los mejores productos del mar. Además, las Pitiüses, las más meridionales de las Islas Baleares, permiten disfrutar de estos atractivos a través de un recorrido histórico que va más allá del esplendor fenicio-púnico.

Día 1:

09:00

Desayuno junto a las murallas. Como punto de partida de la escapada por el patrimonio histórico de las Pitiüses, en una ruta programada para desplazarse en vehículo entre las poblaciones de cada isla, nada mejor que un buen desayuno con la mejor bollería artesana en Croissant Show. Su terraza se encuentra junto al mercado viejo de la ciudad de Eivissa y a los pies de la entrada principal a las murallas.

09:30

Dalt Vila. La breve subida por el Portal de Ses Taules deja atrás el barrio de La Marina para acceder a la ciudad alta (Dalt Vila), que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Sus callejuelas esconden vestigios de la ciudadela árabe, la catedral de Santa María o la gruta por la que, según la leyenda, entraron las tropas cristianas el 8 de agosto de 1235. Pero Dalt Vila destaca, sobre todo, por su ejemplar fortificación renacentista, finalizada en 1585, bajo el reinado de Felipe II. Los siete baluartes que protegen todo el perímetro sirven de inmejorable mirador de la ciudad, del sur de la isla de Ibiza y del estrecho que la separa de Formentera.


 

11:30

El cementerio fenicio-púnico. Tras salir del recinto amurallado, merece la pena recorrer el Paseo de Vara de Rey y la Plaza del Parque, con sus edificios de estilo colonial, antes de llegar al Museo de Puig des Molins. Una pequeña colina junto al núcleo histórico se usó desde el siglo VII a.C como cementerio y se erige hoy en día como la necrópolis fenicio-púnica más extensa e importante del mediterráneo occidental. Los ajuares que escondían sus más de 3.000 hipogeos nutren la amplia colección del museo monográfico.

14:00

El islote icónico. La siguiente parada, a media hora en coche, ofrece una de las panorámicas más fotografiadas de la costa mediterránea. El majestuoso islote de Es Vedrà se yergue 375 metros sobre el mar frente a la costa de Cala d'Hort, en el suroeste de la isla de Ibiza. El restaurante El Carmen, a pie de playa, es un escenario perfecto para gozar de las vistas y de un bullit de peix (guiso de pescado) con arroz a banda.

17:30

Arquitectura rural. Ses Païsses de Cala d'Hort, a un kilómetro de la costa, ofrecen otra perspectiva de Es Vedrà en medio de una antigua explotación rural con restos púnicos, romanos y bizantinos. Este yacimiento arqueológico museizado cuenta con restos desde el siglo V a.C hasta el VII de nuestra era. El conjunto se completa con una casa payesa restaurada, uno de los muchos ejemplos de la atávica arquitectura local.

19:30

El pueblo de la puesta de sol. Para terminar la jornada, nada mejor que dirigirse al norte de Cala d'Hort para llegar a Sant Antoni y la bahía de Portmany. El paseo marítimo de la villa recorre la playa de s'Arenal hasta llegar a es Pouetó, un chiringuito de toda la vida ideal para contemplar una de las puestas de sol, entre los islotes de poniente, más famosas del mundo.


 

21:30

Nueva gastronomía. Es Ventall, en el centro de Sant Antoni, es un estandarte de la cocina de raíces ibicencas adaptada a las nuevas corrientes, con versiones más ligeras y presentaciones imaginativas. Trabajan los productos de su propia huerta.

 

Día 2:

09:00

Rumbo a Formentera. El trayecto entre las dos Pitiüses se salva en apenas media hora con Baleària, así que se aconseja tomar un tentempié frugal al despertarse para desayunar sin prisas en Formentera. El Café Matinal es famoso por sus productos caseros, desde yogures y mermeladas a todo tipo de panes. Se encuentra en pleno casco histórico de Sant Francesc Xavier, así que queda a mano una vuelta por su zona peatonal y sus pequeñas tiendas.


 

11:30

Origen megalítico. Se da la circunstancia de que Formentera cuenta con huellas de la presencia humana mucho más antiguas que Eivissa. El sepulcro megalítico de Ca na Costa se remonta a la edad del Bronce, entre el 2.000 y el 1.600 a. C. Además, cuenta con una ubicación de postal, junto a un estanque (Estany Pudent) y los sistemas dunares.

12:30

El faro de Julio Verne. El trayecto hasta la Mola, como cualquier camino que se tome en la menor de las Pitiüses, es un regalo para la vista, con increíbles panorámicas sobre toda la isla y de la costa sur de Eivissa. Tras ascender a la cota más alta de Formentera, la carretera finaliza junto a su faro más emblemático, con permiso del de Cap de Barbaria. Los acantilados de más de 100 metros acaparan toda la atención del visitante, por eso no son pocos los visitantes que no advierten la presencia del monolito dedicado a Julio Verne. El visionario autor francés ubicó en Formentera parte de la acción de 'Héctor Servadac', la novela por entregas que escribió en 1877.


 

14:00

Núcleo de pescadores. A los pies del promontorio de La Mola, toca parada en Es Caló, un pequeño núcleo junto a un muelle pesquero, rodeado de los tradicionales varaderos de madera para resguardar las barcas. A un lado se encuentra la calita de Ses Platgetes y, sobre el mismo embarcadero, el restaurante Can Rafelet. Su cocina se basa en el recetario tradicional de arroces y pescados, pero su especialidad, como en buena parte de la isla, es la langosta frita con huevos y patatas.

18:30

Visita a Santa Eulària. Tras desembarcar en Eivissa, en menos de media hora se llega a Santa Eulària para aprovechar las últimas horas de la jornada. Su impresionante Puig de Missa cuenta con el mejor ejemplo de las iglesias fortificadas que, siglos atrás, protegían a los ibicencos de los ataques berberiscos. Junto al templo, se encuentra el Museo de Etnografía, en una de las casas payesas más antiguas y espectaculares de la villa.

20:00

Paseo junto al mar. La bajada de la colina del Puig de Missa deja a pocos metros de la calle Sant Jaume, conocida como la calle de los restaurantes, una vía peatonal que concentra una amplia y variada oferta gastronómica. Pero, aún queda tiempo aún para dar una vuelta por el concurrido paseo marítimo de esta localidad antes de sentarse a cenar.

21:00

De tapas. Junto a uno de los restaurantes históricos de la calle Sant Jaume, el Celler de Can Pere, sus propietarios abrieron una taberna más desenfadada para comidas y cenas de tapas. Además de los platos más clásicos para compartir, destacan especialidades locales como el frito de pulpo, las tostadas de pan payés, caracoles o la ensalada de crostes i peix sec (pan crujiente con pescado seco conservado en aceite).

 

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

UN LEGADO UNIVERSAL

El recinto amurallado de Dalt Vila mereció su distinción como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco al ser uno de los ejemplos de mayor envergadura de las fortificaciones renacentistas, además de conservar una ciudad histórica con estratos púnicos, romanos y árabes. El casco antiguo de la ciudad se completa, ya en la parte baja, con los viejos núcleos de pescadores de Sa Riba y Sa Penya y el barrio de La Marina, antaño el centro de la actividad económica de Eivissa. Esta zona extramuros cuenta con una concurrida vida nocturna durante la temporada turística, sobre todo en el puerto, con unas callejuelas repletas de pequeñas tiendas que recuerdan a un gran bazar.


 

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Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry
Planeta sostenible

Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry

Navegar por el Estrecho es un espectáculo para los sentidos. Sonoro, por las olas del mar que hacen bailar al buque a su son; olfativo, por el olor a brisa marina; pero, sobre todo, visual.   El paisaje que presenta la travesía ve incrementada su belleza por las especies marítimas que se pueden descubrir con tan solo pasar un rato mirando el horizonte desde cubierta. Delfines comunes y listados, rocuales comunes, cachalotes… son compañeros habituales de las rutas que realizan los buques de Baleària por el estrecho de Gibraltar. Un entorno que investigadores aprovechan como plataforma científica para realizar censos de especies marítimas a bordo.     Observadora avistando     Los ferries, medio para estudiar los cetáceos Gracias al acuerdo alcanzado en 2018 entre la Fundación Baleària, investigadores de la Universidad de Cádiz y la Asociación Ecolocaliza-TE, se han realizado ya 142 avistamientos de más de 3.000 cetáceos entre delfines y ballenas. Estos estudios se enmarcan dentro del proyecto común denominado 'Los ferries, medio para estudiar los cetáceos' y está coordinado por la bióloga marina Alessia Scuderi. «Es importante realizar este tipo de investigaciones ya que aumenta nuestros conocimientos sobre estas especies protegidas permitiendo un monitoreo a largo plazo que cubre todas las temporadas, llevándolo a cabo de forma sostenible a través de los ferries de Baleària», afirma.     Cría de un mes de delfín mular     Una vez finalizada la Operación Paso del Estrecho (OPE), la Asociación Ecolocaliza-TE ha reanudado los censos de monitoreo en el que participan voluntarios y voluntarias a bordo del Passió per Formentera o el Poeta López Anglada. «Queremos agradecer la implicación de los tripulantes de los buques involucrados, por la increíble acogida y el interés que demuestran cada vez que nos embarcamos», comenta Scuderi.     Delfín común


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Avistamientos de fauna marina en familia
Planeta sostenible

Avistamientos de fauna marina en familia

  Aprender a observar el mar Mediterráneo, conocer a través de la experiencia personal las diferentes especies de fauna marina que en él habitan.   Un grupo de empleados de Baleària, junto con familiares y amigos, recientemente pudieron comprobar de primera mano en qué consisten las tareas de observación y conservación del medio marino a bordo del ferry Nápoles. Para muchos jóvenes grumetes también era su primer viaje en barco, por lo que «la experiencia fue doblemente emocionante», comenta Laia Bort, responsable de Consignaciones de Barcelona.   Esta experiencia es fruto del convenio de colaboración entre la Fundació Baleària y la Generalitat de Catalunya, de tal forma que la naviera pone a disposición de dicha entidad su flota que opera desde Barcelona a Baleares para el estudio de la biodiversidad marina. Cada mes realizan un viaje de avistamiento de media. A continuación te contamos la experiencia que compartieron con empleados de la naviera.     Viaje de ida: rumbo a Ibiza La expedición partía un viernes por la noche, desde el Port de Barcelona hacia Ibiza. Los participantes fueron recibidos por el personal de a bordo y se les acomodó en diferentes camarotes. Pasaron la noche navegando y por la mañana tuvieron tiempo de almorzar en Ibiza y descubrir los encantos de Dalt Vila, el casco antiguo de la ciudad, antes de embarcar de nuevo, y aprovechar el viaje de vuelta del mismo buque para realizar la observación durante el día.     Ricard Gutiérrez, durante la charla divulgativa previa al avistamiento     Viaje de vuelta: Aprender a observar el mar Repartidos en dos turnos, los 20 participantes de este avistamiento recibieron primeramente una charla instructiva sobre la labor que realiza la Generalitat en el estudio y control del número de especies que habitan en el Mediterráneo. Además, se les explicó las diferentes características de las que comprenden el ecosistema marino autóctono. Una vez adquiridas las nociones básicas, visitaron el puente de mando del Nápoles para realizar la observación. Gracias al buen estado del mar, las medusas, peces luna, delfines rayados y aves marinas se dejaron ver fácilmente provocando el asombro de los asistentes. Pero, además, tuvieron la suerte de poder ver ejemplares que por sus características causan más admiración. Sin duda, las estrellas de la jornada fueron una tintorera (tiburón azul),  que avistó muy cerca del ferry una joven visitante, y dos ejemplares de rorcuales comunes, la segunda ballena más grande del mundo, que se dejaron ver a 30 millas náuticas de la llegada al puerto barcelonés.     Fumareles comunes migratorios fotografiados durante el avistamiento (foto: Ricard Gutiérrez)     Durante la jornada, y contando con las sesiones de los dos grupos, se observaron 4 especies de tiburones y túnidos (tintorera, marrajo, pez espada y atunes), 4 de cetáceos (2 rorcuales, 9 calderones grises, un delfín mular y 117 delfines listados), 7 especies de aves marinas (gaviota patiamarilla, pardela balear, fumarel común, gaviota enana, paíño mediterráneo, frailecillo y pardela mediterránea) y 2 aves terrestres migratorias (bisbita arbóreo y golondrina común). «El record anual. No solo por ‘la mar llana’, como se suele decir en términos marítimos, que hubo ese día, sino también por la precisión de los observadores marinos que demostraron tener conocimientos de los habitantes del Mare Nostrum», afirma Ricard Gutiérrez, técnico de fauna litoral y marina de la Xarxa de Rescat de Fauna Marina de la Generalitat.     Delfines avistados durante la jornada (foto: Ricard Gutiérrez)   Laura Sánchez, Comercial de la zona de Catalunya, quien repetía por segunda vez la expedición en familia, califica la experiencia de «muy gratificante porque ayuda a observar el mar con detenimiento y a conocer las diferentes especies a través de la experiencia vivida». Además, todos los participantes coincidieron en que es una actividad que permite relacionarse con compañeros de trabajo fuera del ámbito laboral.     Durante la jornada se avistaron un total de 115 especies


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