Aunque para muchos aún sea sinónimo de verano, Ibiza es una isla para los 365 días de año.
De hecho, fuera de la temporada estival, a medida que los días se acortan y la tranquilidad se alarga, los visitantes se sorprenden de una isla que se abre de par en par para dejarse saborear por los cuatro costados. Inmersión cultural El recinto amurallado de Dalt Vila, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999, se deja descubrir en invierno con ritmo pausado y sin el bullicio propio de los días de verano. Adentrarse en sus calles es un regalo para los sentidos. Cerca del recinto, también son de visita obligada el Museo Arqueológico de Puig des Molins y la Necrópolis, también declarada Patrimonio de la Humanidad, que cuenta con más de 3.000 hipogeos fenicios (lugar de enterramiento subterráneo).
Otros museos imprescindibles son el Centro de Interpretación Madina Yabisa (interactivo), el Museo de Arte Contemporáneo-MACE o el Museo Puget. Y para terminar el paseo cultural por Dalt Vila, una visita a la sala Es Polvorí, que gestiona la Fundació Baleària, para disfrutar de sus exposiciones artísticas y tomar un descanso en su resguardada terraza. Además, en Santa Eulària des Riu se puede visitar el Museo Etnográfico en la cima del Puig de Missa y en Sant Josep el Museo Etnográfico de Ses Païsses de Cala d’Hort.
Un regalo para el paladar
La gastronomía también juega un papel fundamental como uno de los grandes atractivos de la isla. Se pueden probar las especialidades de la cocina tradicional en numerosos restaurantes que trabajan todo el año con producto local de temporada. El ‘bullit de peix’, la ‘borrida de ratjada’, el arroz de matanzas, el ‘sofrit pagès’ o la ‘greixonera’ son imprescindibles en las mesas cuando el frío llega. Todo regado con un buen vino ‘pagès’ o una copa de Vi de la Terra Eivissa. Otra opción interesante es visitar las bodegas locales que poco a poco han conseguido que en Ibiza haya una consolidada cultura del vino (Bodega Sa Cova, Can Maymó, Can Rich o Ibizkus Wine).
De mercadillos ‘hippies’
Los populares mercadillos hippies de la isla no cierran en invierno, por lo que los amantes de las compras pueden hacerse con sus tesoros sin las prisas y gentío propios de la temporada alta. Los sábados son para Las Dalias, el mercadillo de Sant Carles más popular, y el de segunda mano de Sant Jordi, un hervidero de 'compra-venta' en la arena del Hipódromo. Los domingos es día del mercadillo de artesanía y productos ecológicos de Sant Joan y de los puestos de segunda mano de Cala Llenya, con música en directo y deliciosa paella a precio popular como añadido.
Deportes de invierno
El buen clima de la isla incluso en otoño e invierno la convierten en el destino ideal para practicar deporte en plena naturaleza como el senderismo, con rutas marcadas para todos los niveles; el ciclo turismo, ideal para descubrir la Ibiza más rural y admirar la arquitectura única de las casas payesas y las iglesias encaladas; o el kayak, que permite surcar los más de 200km de costa y aventurarse por rincones solo accesibles por mar.
Además, la isla no descansa nunca y ofrece un completo calendario de pruebas deportivas durante todo el año como la XXXII Milla urbana isla de Ibiza (www.elitechip.net), 3 dias Trail Ibiza (www.trideporteclub.com), la XIV Vuelta Cicloturista Campagnolo Ibiza 2016 (www.ibizabtt.com) o la IX Ibiza Trail Maraton (www.ibizabtt.com).