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Motores más eficientes
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Motores más eficientes

Por Javier Ortega Figueiral


 

Cuatro barcos de alta velocidad de Baleària han sido remotorizados para ganar velocidad y disminuir consumo y emisiones.

 

A principios de enero de 2017 el catamarán de alta velocidad Jaume II entró por unas horas en el océano Atlántico. Luego aminoró la marcha dejando a babor el Parque Nacional de Doñana y a estribor la ciudad de Sanlúcar de Barrameda. Desde allí emprendió un viaje poco frecuente para un barco de Baleària: remontó el Guadalquivir hasta la capital de Andalucía, un tranquilo recorrido de casi 80 kilómetros supervisado por uno de los prácticos del puerto de Sevilla, destino final de una travesía no comercial con destino a los astilleros del Guadalquivir.

 

 

Este centro industrial, que ocupa buena parte de los históricos Astilleros de Sevilla, constructores de un buen número de buques para el mercado español e internacional fue el elegido por la compañía para remotorizar al Jaume II, catamarán de 80 metros de eslora (largo) y 26 de manga (ancho) destinado actualmente a realizar las líneas entre Florida y Bahamas a través de los puertos de Fort Lauderdale, Bimini y Freeport en Grand Bahama, operando bajo la marca Baleària Caribbean.

 

Haciendo un paralelismo con una persona, la remotorización de un buque vendría a ser algo así como una operación de trasplante en la que, en lugar de un corazón u órganos vitales, se sustituyen los motores principales del barco, que en el caso de los buques de la serie Jaume son cuatro. Con esta operación, el barco ha renovado y mejorado su sistema de propulsión. Eso tiene un efecto directo: se optimiza la potencia un 10%, baja notablemente el consumo de combustible al ser motores de última generación y se reducen las emisiones contaminantes de hasta un 70% del NoX. Además de los cuatro motores, en Sevilla se hizo una importante tarea de modernización y actualización interior, lo que incluyó la sustitución de todas las butacas, redistribución de espacios, mejora de la iluminación y del transporte de mascotas, además de la mejora de los bares.

 

Las mejoras del ‘Avemar Dos’

El Avemar Dos, que ha estado prácticamente siempre operando en las rutas del estrecho desde Algeciras, también ha sido remotorizado, en los astilleros de Gibdock, en Gibraltar. A este catamarán de 82 metros de eslora y 23 de manga, se le sustituyó sus antiguos motores por cuatro de nueva generación en primavera de 2016, quedando el barco listo para navegar durante la OPE de aquel año.

 

 

Mientras los técnicos en motores trabajaban en la sala de máquinas, en el resto de las zonas del Avemar se trabajó a fondo para renovar completamente la decoración interior. Ahora, unos motores de nueva generación, más potentes, de menor consumo y una drástica reducción de emisiones, son los que conectan cada día Ceuta y Algeciras

 

A Ciutadella más rápido    

 

A falta de ferrocarril de alta velocidad en Balears y entre Menorca y la península, este verano, el Jaume III es lo más parecido a un AVE. Este transporte de altas prestaciones une actualmente los puertos de Barcelona y Ciutadella como también Alcúdia, al norte de Mallorca con Son Blanc, el puerto comercial al oeste de Menorca. Construido también en los astilleros australianos de Incat, el tercero de los 'Jaumes' viajó en primavera de este mismo año hasta Génova, en la Liguria italiana, para su operación de remotorización en los astilleros de San Giorgio del Porto donde se cambiaron los impulsores principales del barco por otros de la marca Caterpillar modelo C280 de 16 cilindros.

 

El catamarán quedó listo a primeros de julio para la campaña de verano Barcelona-Alcúdia - Ciutadella como refuerzo a la que se realiza todo el año con los ferries y quienes viajaron en el Jaume III en 2018 y repitieron este año pudieron ver mejoras notables en el interior del barco, tanto en lo más evidente como son las butacas o la decoración, como en lo menos perceptible a primera vista: una notable reducción en las vibraciones del motor, cosa que se ha conseguido con la instalación de las máquinas de última generación. 

 

 

 

Un Dénia-Formentera aún más breve  

Hay algo que es muy apreciado por quienes viajan a Formentera y también por los formenterenses: evitar la doble insularidad, esto es, poder salir o llegar del puerto de La Savina sin tener que pasar obligatoriamente por Ibiza para ir a otro destino y viajar directamente desde la Pitiusa menor a la península, entrando por Dénia, algo que Baleària realiza respondiendo al incremento de demanda que se produce de desde abril y hasta a octubre, con una desestacionalización cada vez mayor.

 

Los pasajeros de la línea Dénia – Formentera - Ibiza este año se han encontrado con un nuevo Ramon Llull, donde además del cambio de sus cuatro motores, realizado esta vez en Livorno, ciudad de la costa de la Toscana, se ha remozado totalmente el interior, capaz de transportar 500 personas en tres clases, una capacidad similar a la de un A380, aunque en el avión de Airbus no hay, por ejemplo, un bar al aire libre, como si sucede en este barco de alta velocidad de Baleària que gracias a la inversión de ocho millones de euros, además de todas las mejoras técnicas y de confort, ha conseguido bajar un 30% el tiempo de viaje directo desde y hacia La Savina, algo que hace factible que durante algunos días el barco pueda realizar una doble ida y vuelta y también llegar a Ibiza

 

 

¿Y cuánto es alta velocidad? 

Se ha mejorado el confort, se han digitalizado los interiores, los servicios y se ha dado una nueva imagen integral a todos estos monocascos o catamaranes de alta velocidad. ¿Y cuánto es esa alta velocidad sobre el mar? Con las nuevas motorizaciones, los Jaume II y III pueden alcanzar y mantener los 36 nudos, que equivale a 66 kilómetros por hora, el Avemar Dos tiene ahora capacidad para desarrollar 34 nudos o 62 km/h y el Ramon Llull ha reducido el tiempo medio de sus viajes gracias a que ahora alcanza los 32 nudos, una velocidad equivalente a los 59-60 kilómetros por hora, lo que en medio acuático podría definirse literalmente como volar sobre el mar, ahora consumiendo menos y realizando menos emisiones, cuatro operaciones realizadas con éxito.

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Pedro Bailón: «En máquinas se forman familias muy fuertes»
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  A Pedro Bailón (Premià de Mar, 1992) el mar siempre le ha llamado la atención y, aunque hubo un tiempo en que dudó entre el trabajo en un buque y el de tierra, la atmósfera de la vida a bordo le cautivó. Actualmente es jefe de máquinas del Ciudad de Mahón, en el que forma parte de un equipo con un engranaje muy sólido.     P. ¿Cómo es el día a día en la sala de máquinas de un buque? R. Cada día es una nueva aventura y un nuevo reto. Siempre tienes experiencias nuevas que te hacen aprender y ser mejor día tras día. La máquina de un barco es un lugar peculiar,  donde nacen y se forman familias muy fuertes. En cada momento tienes a unos cuantos valientes luchando contra los retos que surgen. Más que hablar del día a día, realmente es un constante trabajo en equipo. Cada jornada se rige por unos trabajos de mantenimiento organizados que hacen que el corazón del barco funcione como un reloj suizo. A partir de aquí se reparte el trabajo a cada uno de los integrantes, porque todo suma y un poco de todos es mucho para el área de Máquinas y para el barco. Impera el buen estar, el buen hacer y el compañerismo; se intenta ser lo más profesional posible y estar a la altura de cada situación. En la vida a bordo también es muy importante saber gestionarse el tiempo... especialmente para la gente de Máquinas es muy importante el descanso, porque nunca sabes qué puede pasar.   P. ¿Cuáles son las cualidades de un jefe de máquinas? R. Sobre todo es imprescindible saber mantener los nervios. Si el jefe de máquinas se pone nervioso... lo contagia a todo el equipo. También es fundamental hacer equipo.   P. ¿Qué te motivó a trabajar en el mar y especializarte en Máquinas? R. Tengo una relación estrecha con el mar desde bien pequeño, cuando veraneaba con mis padres en la costa de Tarragona. La motivación de dedicarme al mar surge sobre todo de su inmensidad y de sus ‘cambios de humor’, que siempre me han fascinado. En cuanto a decantarme por  Máquinas, viene de mi inquietud... siempre me ha gustado investigar y conocer cómo funciona cualquier detalle; y qué mejor sitio que una sala de máquinas para saber el cómo, el cuándo y el porqué de todo. Soy un apasionado de la reparación en general y, además, me encanta la  mecánica.     P. ¿Alguna anécdota curiosa o momento que recordar? R. A bordo cada día es una nueva aventura. Pero si tengo que quedarme con algún momento seguro que sería mi primera vez dentro de una sala de máquinas; nunca lo olvidaré. Los olores de combustibles, que acabamos normalizando, y, por supuesto, el ruido. Evidentemente de anécdotas tengo mil y una, pero como digo, Máquinas es una familia y me quedo con todos los momentos difíciles donde entre todos se ha sacado todo adelante.   P. ¿Qué haces cuando estás desembarcado? R. Al final cuando estás en casa intentas hacer todo lo que no te ha dado tiempo durante tu embarque. Me describiría como un todoterreno; tengo varias facetas, pero la que más me define es mi afición por la pesca, a la cual dedico mucho de mi tiempo libre. También me gusta leer y practico mucho deporte. Me encanta pasar tiempo con los míos e intentar dedicarles mis mejores momentos. Además, disfruto mucho yendo a ver a mi equipo preferido al campo, el RCD Espanyol, y sufriendo con éste. También me estoy aficionando a la cocina, pero aún me falta practicar. Y por supuesto salir en moto.     Con el mar cerca Su pasión por el mar y la mecánica hizo que estudiase en la Facultad de Náutica de Barcelona. Ha trabajado en diferentes sitios, tanto a pie de muelle como a bordo, pasando por remolcadores, empresas de mantenimiento y buques de crucero. Pedro es tanto ‘de mar’, que incluso su  tiempo libre lo dedica a otra de sus pasiones, la pesca.      


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  La costa de Cádiz se enorgullece de contar con algunas de las playas más impresionantes de Europa, paisajes naturales de arena fina y virgen que invitan tanto al relax como a la emoción de deslizarse sobre las olas en una tabla de surf.     Las calas de Roche   Las calas de Roche son como el último sorbo de una buena copa de vino. La costa de Cádiz posee muchos tesoros escondidos capaces de sorprender al visitante, aunque no todos son de fácil acceso. Las calas de Roche son una sucesión de hermosas y pequeñas calas rodeadas de naturaleza y acantilados al norte de Conil. Contemplar el atardecer desde cualquiera de ellas representa una de las experiencias más maravillosas que se puede disfrutar en todo el litoral andaluz.     Una serie de senderos, que parten desde el mismo Conil, bordeando la costa, conducen hasta estas playas en forma de medialuna, difíciles de divisar a simple vista desde la carretera que discurre elevada y paralela al mar. Lo complicado de su orografía es parte de su encanto que, además, se ve fortalecido por su naturaleza efímera, ya que el hecho de poder llegar hasta ellas o gozar de su arena depende por completo del ritmo cadencioso de las mareas. Otro de sus encantos radica en que se han conservado completamente vírgenes, por lo que no disponen de chiringuitos, duchas, aseos o cualquier otro servicio; únicamente naturaleza en estado puro.     Cala Frailecillo, cala Encendida, cala Tío Juan Medina, cala Pato, cala Medina y cala Áspero son la media docena de calas que forman esta espectacular zona del litoral gaditano de apenas 600 metros de extensión. A todas ellas se accede por unas escalinatas excavadas en la roca que descienden desde los acantilados rojizos. Sus vistas son idílicas, el agua siempre cristalina y prácticamente sin oleaje, su olor inconfundible a salitre y, por supuesto, el sonido constante del vaivén de las olas como telón de fondo hacen que uno se sienta como en un cuento de hadas. Ideales para evadirse del mundo y del frenesí diario.        Dunas de Valdevaqueros   La playa de Valdevaqueros, la más bonita de Tarifa, es uno de los pocos lugares vírgenes que quedan en la Costa de la Luz, donde los valles de los ríos desembocan silenciosos en la playa y en la sierra litoral, ajenos al ajetreo de las olas mar adentro donde los amantes del windsurf y del esquí con cometa luchan por subirse a la gran ola. En primera línea de costa, en este edén natural de arena fina, 4 kilómetros de dunas móviles se desplazan al capricho de los vientos engullendo árboles, carreteras y amenazando con sepultar todo aquello que encuentren a su paso.     El médano de Valdevaqueros se formó como consecuencia de las acciones militares llevadas a cabo en la década de los cuarenta, en plena dictadura franquista, para acondicionar los terrenos que daban acceso a los cuarteles de la zona, y para cavar algunas trincheras que impidieran un posible desembarco aliado en la costa. La construcción de un foso de arena alargado paralelo a la costa entre la zona dunar y la orilla del mar, junto con los fuertes vientos de levante desplazaron la arena y provocaron un aumento de la franja dunar que aumenta, imparable, año tras año.    Actualmente, en los días de fuerte viento de levante, la arena invade totalmente la carretera A-2325, en la que habitualmente los turistas curiosos se hacen selfies con las señales de tráfico medio enterradas. 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Contemplar el atardecer frente a este baluarte histórico de 34 metros de altura representa una auténtica delicia. Solitario ante la inmensidad del océano, el faro se sitúa en una zona repleta de dunas doradas, extensas playas y una vegetación que a veces llega incluso hasta la arena. Una pasarela de madera serpentea por la costa, atravesando acantilados, desde donde se pueden observar infinitos tonos azulados que el océano dibuja según las corrientes. A lo lejos, los surfistas, windsurfistas y kitesurfistas buscan el viento de levante que les haga volar, ajenos al hecho de que hace algo más de 200 años, en este mismo escenario, se libraba la batalla de Trafalgar, un enfrentamiento naval entre la Armada Real Británica y las flotas combinadas de las Armadas francesa y española que tuvo lugar durante la guerra de la tercera coalición. 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