De Barcelona a Alcúdia y de vuelta a la península pasando por Menorca. También de Ciutadella al norte de Mallorca y de Son Blanc (Ciutadella) a Alcúdia: ida y vuelta navegando por el canal que separa las islas. Así pasan los días. Y es que, aunque ha navegado prácticamente a todos los puertos en los que opera Baleària, incluidos los de Canarias, el ferry Martín i Soler tiene una ruta prioritaria: una amplia L que cada noche sale de Barcelona, llega de madrugada al puerto comercial del norte de Mallorca, entra al amanecer a Ciutadella y ya de día, retoma el camino hecho, volviendo a Alcudia, poniendo luego proa hacia Barcelona. En ese recorrido subo al puente de mando para hablar con quién está de capitán de este buque, que este 2019 ha cumplido 10 años.
El capitán Pedro Batista es tímido de entrada, aunque no le cuesta mucho entrar en la conversación cuando se le pregunta por detalles y curiosidades del ferry, pues posiblemente pocas personas sepan tanto de este buque construido en Vigo. De hecho, cuando el barco fue entregado a la compañía por parte de los astilleros Barreras en 2009, él ya era su primer oficial.
"Recuerdo perfectamente el primer viaje de este barco", comenta Batista en el puente de mando a unas millas de entrar en Alcúdia. "Salimos de la Ría de Vigo y pusimos rumbo al sur, navegando sin parar hasta el puerto de Ceuta por el estrecho de Gibraltar. Allí llenamos los depósitos de combustible y seguimos luego hacia Barcelona", rememora, fijando la mirada en dos puntos de un paisaje que ya le es más que familiar. En aquel viaje de estreno, el capitán fue su tocayo Pedro Puertas. Ahora este Pedro está al mando de un barco con una tripulación que ronda los 50-60 profesionales, dependiendo del momento del año y que puede llevar hasta 1.200 pasajeros, más de 300 coches y 1.200 metros lineales de remolques.
En aquel primer viaje entre Ceuta y la capital de Cataluña, una ruta muy infrecuente, el Martín i Soler paró en dos zonas diferentes del puerto de Barcelona: el muelle adosado y el de Barcelona norte, para realizar pruebas de amarre en ambos puntos. El segundo, prácticamente dentro del centro urbano, junto a la estatua de Colón, frente al Maremagnum, es un espectáculo diario para los cientos de personas que pasean por el muelle de España y ven como el buque entra, lento y solemne a la zona más antigua del puerto para quedar amarrado junto a la estación marítima de Drassanes. La visión del barco desde la Rambla de Mar es, casi involuntariamente, un atractivo anuncio de la compañía para quienes pasean por la pasarela o playa de madera.
El capitán recuerda bien la primera entrada a esa zona con un barco de 165 metros de eslora: todo un encaje perfectamente calculado y orquestado que ahora forma parte de su día a día, aunque nunca haya dos días iguales para este gaditano cuya relación familiar con el mar no se remonta a navegantes, sino a un padre que trabajaba en los astilleros de Bazán en Cádiz. Ese mundo le atrajo y acabó estudiando en la Facultad de Náutica, aunque hasta el tercer año no navegó: "Es curioso: en ese momento es cuando esto de navegar te atrapa o bien lo pruebas y luego te dedicas a otras labores íntimamente relacionadas con el mundo marítimo. Yo opté por navegar", reconoce sonriendo.
Una trayectoria profesional a bordo de los ferries de Baleària
Su primer contrato profesional lo obtuvo ya con Baleària en 2005 como oficial embarcado en el fast ferry Ramon Llull, luego llegaron otros barcos, pero al que le tiene un especial cariño, por la manera en que habla de habla de él, es el Martín i Soler.
"Como capitán estás al caso de todo, tienes que conocer perfectamente a la tripulación y tener total confianza en tus tres jefes de departamento: el director de hotel, el jefe de máquinas y el primer oficial", aclara, mientras señala al primer oficial que tiene a pocos metros. "Precisamente en el puesto de primer oficial acabas conociendo el barco hasta el último detalle, el último rincón, enchufe, depósito, puerta o hueco. Lo haces tuyo. Por eso creo que es muy importante que un capitán esté hecho al barco conociéndolo a la perfección desde ese puesto de oficial", reconoce, para acabar rematando: “Conozco tanto al Martín y Soler que le tengo un cariño muy especial. Es un barco único y muy bueno. Es perfecto para una línea como esta en la que no paramos en temporada alta y en la que tenemos un día de descanso semanal cuando baja la intensidad de verano".
A pesar de su intensa relación con el Martín i Soler, la primera vez que fue promocionado a capitán fue en el Bahama Mama en 2015. "Todo cambia mucho cuando llegas a este puesto. Como primer oficial eres quien conoce hasta el último rincón del barco, aunque siempre tienes ahí al capitán supervisando, recomendando, asesorándote...", indica haciendo un gesto de intentar recordar algo más de aquel momento. Luego reconoce que el primer momento en que fue plenamente consciente de su puesto fue cuando realizó la primera maniobra con el Bahama Mama como capitán. "Ahí era yo... y todos los años de experiencia acumulados. Con un excelente equipo en el puente, por supuesto... pero la maniobra era mi responsabilidad plena. Fue en Tánger Med, Marruecos. Un puerto que ya forma parte de mi vida", dice con una amplia sonrisa.
El capitán, con una mujer que aun siendo de interior es una completa enamorada del mar y dos hijos de cinco y tres años, chico y chica. Él quiere ser astronauta y ella capitán de barco. Aún queda mucho para saber si ambos conseguirán su propósito y si aquí continua una saga de navegantes. ¿Quizá la pequeña Batista será una futura oficial de Baleària? El tiempo lo dirá.
Javier Ortega Figueiral | @sr_JOF