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Refugios en plena naturaleza en Mallorca
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Refugios en plena naturaleza en Mallorca


 

En Mallorca, a recorrer el territorio, caminar con empuje, se le llama trescar. Es el verbo de los excursionistas, los que traspasan los límites en busca de la estricta naturaleza.

 

Para ellos, y para los que saben que sólo trescant conoceremos el espectacular patrimonio natural de las Islas, los refugios son el único alojamiento posible. Imagínate dentro del Parque Natural de la Península de Llevant, entrometiéndote por lugares cuyos nombres nos recuerdan el pasado contrabandista de la zona –Corral des Tabac, Camí des Carabiners... tierras agrestes que también fueron de pastores, yegüeros, carboneros y leñadores– hasta llegar a una de las costas mejor conservadas de Mallorca. Tras tres horas trescant, encontrarte un refugio como el de S'Arenalet, perfectamente equipado para 22 personas, y sentarte frente a su chimenea, es un final sin duda feliz.

 

El de S'Arenalet es uno de los refugios más demandados: la sensación de haber llegado a la única casa de un lugar remoto es el sentido de este tipo de alojamientos. La mayoría son de titularidad pública –del Govern balear, el Consell de Mallorca y/o los respectivos ayuntamientos– y se ubican en marcos incomparables como la Serra de Tramuntana o el Parque Natural de la Península de Llevant. A éstos, se suman los gestionados por el Obispado o el Moviment Escolta i Guiatge de Mallorca, entre otros. La mayoría de estos refugios se encuentran en los 75 kilómetros de la Serra de Tramuntana. Son edificios que fueron fincas señoriales (S'Alzina y Oguers); refugio de los nevaters, que eran las personas que se dedicaban al almacenamiento de nieve (Son Moragues); casas de pescadores (Gorg Blau) o casetas para guardar las herramientas de los campesinos (La Coma de Binifaldó). También castillos, como la hospedería de Alaró, y santuarios, como los de Cura, Lluc y Montisión, entre otros.

 

Con disparidad de servicios, desde cocina y baños hasta poco más que una mesa, cada vez hay más gente que recurre a este tipo de alojamientos, principalmente por su ubicación y porque son la única forma de conocer a fondo el territorio. Abierto en 2014, el albergue del Parque Nacional de Cabrera es ya uno de los que acumula más reservas, sólo por detrás del de s’Arenalet, en Artà. Está cerrado en diciembre y enero y dispone de 12 habitaciones dobles con baño. Este albergue es la única opción para poder pernoctar en la isla deshabitada más grande del Mediterráneo. Integrado en el Parque Nacional del archipiélago de Cabrera desde que fuera declarado en 1991, la más pequeña de las Baleares ofrece unas vistas sobrecogedoras, tanto en sus 15 km 2 de tierra como en sus aguas, protegidas y por tanto –a diferencia de la isla– pobladísimas aunque de ninguna persona. El transporte hasta y desde la isla no está incluido en el precio de la habitación.

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Talento femenino que marca el rumbo
Historias del mar

Talento femenino que marca el rumbo

  Durante años el mar ha sido territorio de hombres, y ahora cada vez son más las mujeres que desarrollan su carrera profesional en puestos de marinería y de puente en los barcos.   Ya es una realidad, las mujeres están tomando el mando de los buques. Y eso se nota al embarcar en cualquiera de los barcos de Baleària, en los que cada vez es más común ver a mujeres con uniforme dirigiendo la operativa de embarque o con mono de trabajo, herramienta en mano, listas para desempeñar su trabajo a bordo. Las carambolas del destino y de la distribución de las tripulaciones han hecho que el ferry Abel Matutes hay contado con un puente de mando y una sala de máquinas representados mayoritariamente por mujeres.   Pero los inicios de las mujeres en los puestos de Puente y Máquinas (también llamado 'Deck and Engine') no fueron fáciles. «No era usual ver mujeres en el barco. Durante mucho tiempo fui la única», nos cuenta Marga Rodríguez, jefa de máquinas y una de las pioneras en su profesión en nuestro país allá por los inicios de los 90.     Marga Rodríguez, jefa de máquinas: «Me encanta que todas las máquinas vayan al conjunto, que vayan bien y ser parte de ello» Gracias a mujeres como Marga, que han ido marcando el rumbo, las nuevas generaciones lo han tenido más fácil y muchas de ellas encuentran referentes dentro de su círculo familiar. «Mi tío es jefe de máquinas de Baleària y fue él el que me llevó a un barco. Desde que pisé el puente por primera vez supe que quería ser capitana», afirma Laura Román, capitana del ferry Abel  Matutes. Son mujeres decididas, valientes y con ganas de ir cumpliendo metas pero que, además, disfrutan con los desafíos que les presenta su día a día a bordo. «Lo que más me gusta de mi trabajo son las operativas rápidas porque suponen un gran reto en el que hay que estar muy atenta para que todo salga bien», explica Maria José Martínez, la 2ª oficial.     María José Martínez, 2ª oficial «Mi reto es seguir navegando y llegar a ser 1º oficial» Y todas estas mujeres si tienen algo en común, a parte de su pasión por el mar, es la de amar su profesión. «La mayor parte de la vida la pasa uno en el trabajo y aquí me pasa el tiempo volando porque disfruto con lo que hago», asegura Laura Abad, marinera de máquinas. Además todas coinciden en destacar la gran familia que se forma a bordo con toda la tripulación, lo que hace más llevadero sus días embarcadas. Estas cuatro mujeres representan el cambio que está viviendo el sector marítimo y en el que Baleària quiere contribuir. Con determinación, pasión y compromiso, han roto barreras y navegan con firmeza hacia un futuro donde el talento no entiende de género.     Laura Abad, marinera de máquinas: «Incluso cuando estoy desembarcada, aprovecho para salir a navegar porque el mar es mi pasión»


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Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry
Planeta sostenible

Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry

Navegar por el Estrecho es un espectáculo para los sentidos. Sonoro, por las olas del mar que hacen bailar al buque a su son; olfativo, por el olor a brisa marina; pero, sobre todo, visual.   El paisaje que presenta la travesía ve incrementada su belleza por las especies marítimas que se pueden descubrir con tan solo pasar un rato mirando el horizonte desde cubierta. Delfines comunes y listados, rocuales comunes, cachalotes… son compañeros habituales de las rutas que realizan los buques de Baleària por el estrecho de Gibraltar. Un entorno que investigadores aprovechan como plataforma científica para realizar censos de especies marítimas a bordo.     Observadora avistando     Los ferries, medio para estudiar los cetáceos Gracias al acuerdo alcanzado en 2018 entre la Fundación Baleària, investigadores de la Universidad de Cádiz y la Asociación Ecolocaliza-TE, se han realizado ya 142 avistamientos de más de 3.000 cetáceos entre delfines y ballenas. Estos estudios se enmarcan dentro del proyecto común denominado 'Los ferries, medio para estudiar los cetáceos' y está coordinado por la bióloga marina Alessia Scuderi. «Es importante realizar este tipo de investigaciones ya que aumenta nuestros conocimientos sobre estas especies protegidas permitiendo un monitoreo a largo plazo que cubre todas las temporadas, llevándolo a cabo de forma sostenible a través de los ferries de Baleària», afirma.     Cría de un mes de delfín mular     Una vez finalizada la Operación Paso del Estrecho (OPE), la Asociación Ecolocaliza-TE ha reanudado los censos de monitoreo en el que participan voluntarios y voluntarias a bordo del Passió per Formentera o el Poeta López Anglada. «Queremos agradecer la implicación de los tripulantes de los buques involucrados, por la increíble acogida y el interés que demuestran cada vez que nos embarcamos», comenta Scuderi.     Delfín común


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