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La isla de las siete torres
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La isla de las siete torres


 

Ibiza fue musulmana durante cinco siglos, hasta que las fuerzas catalanas la reconquistaron en 1235.

 

Aunque los árabes fueron expulsados para siempre, sus bucaneros, que partían de la costa argelina o turca a bordo de veloces jabeques, convirtieron esta tierra minúscula en uno de sus objetivos primordiales. Tras siglos de indiferencia, la Corona Española tomó por fin medidas para salvaguardar a la población y evitar el riesgo de que la isla pudiera caer en manos enemigas. La primera decisión fue la construcción de las murallas renacentistas, iniciada en 1555 y rematada a final de siglo. Hoy componen una de las fortalezas abaluartadas más impresionantes y mejor conservadas del Mediterráneo, declarada Patrimonio Mundial por la Unesco.

 

La segunda actuación, ya en el siglo XVIII, consistió en la instalación de siete torres defensivas. Algunas ocupan auténticos nidos de águila en lo alto de acantilados majestuosos y otras prácticamente se asientan al nivel del mar, protegiendo accesos portuarios o industrias antaño clave, como las salinas. Las torres ibicencas contaron, durante poco más de un siglo, con una plantilla habitual de dos torreros y fueron armadas con cañones, salvo las más inaccesibles. Destacan por su estructura cónica, que sostiene dos plantas. Cuando los torreros avistaban embarcaciones enemigas, alertaban a la población mediante hogueras. Entonces, los vecinos corrían a refugiarse en las iglesias o en las torres prediales del interior, adheridas a algunas casas de campo.

 

 

Torre Es Carregador

 

Hoy, extinto ya el filibusterismo, representan la mejor excusa para descubrir los rincones más sobrecogedores de la costa ibicenca. Las siete torres son Balansat (Port de Sant Miquel), Portinatx, d’en Valls (Pou des Lleó), Ses Portes (Ses Salines), Es Carregador (Platja d’en Bossa), Es Savinar (Cala d’Hort) y d’en Rovira (Platges de Comte). 

 

 

ruta por las torres de Ibiza

Torre d'en Valls

 

La más representativa, por su continua presencia en guías y reportajes sobre la isla, es la de Es Savinar, también llamada des Cap des Juez o del Pirata, ya que el escritor Vicente Blasco Ibáñez la bautizó así en su novela ‘Los muertos mandan’ (1908). Destaca por estar situada a gran altura, sobre un acantilado, con los islotes de Es Vedrà y Es Vedranell en el horizonte. Otras dos torres aguardan en el Parque Natural de Ses Salines. La des Carregador, al final de Platja d’en Bossa, es la más antigua de las siete y permitía vigilar los estanques salineros y el antiguo muelle donde se embarcaba el preciado mineral. Entre la playa de Es Cavallet y la de Ses Salines aguarda la de Ses Portes, en la punta del mismo nombre que constituye el extremo sur de la isla. Desde allí se vigilaba el paso de Es Freus entre Ibiza y Formentera

 

 

ruta por las torres de Ibiza

Torre de Ses Portes

 

Ya en el lado de poniente, frente a los islotes de Sa Conillera y des Bosc, se asienta la Torre d’en Rovira. Cada vez que un barco se asomaba entre los islotes, desde la torre se daba aviso al cercano puerto de Sant Antoni, armado con artillería, que se detonaba desde lo alto de la torre de la iglesia. Ya en el norte, otras tres torres situadas en posiciones elevadas. La de Balansat aguarda en lo alto de un precipicio que se asoma al islote de Sa Ferradura, en el Port de Sant Miquel; la d’en Valls representa el mejor mirador del islote de Tagomago, y la de Portinatx, en el extremo norte, permitía vigilar un amplio tramo de la costa más abrupta. Siete torres que, en definitiva, componen siete paisajes indispensables de Ibiza.

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Talento femenino que marca el rumbo
Historias del mar

Talento femenino que marca el rumbo

  Durante años el mar ha sido territorio de hombres, y ahora cada vez son más las mujeres que desarrollan su carrera profesional en puestos de marinería y de puente en los barcos.   Ya es una realidad, las mujeres están tomando el mando de los buques. Y eso se nota al embarcar en cualquiera de los barcos de Baleària, en los que cada vez es más común ver a mujeres con uniforme dirigiendo la operativa de embarque o con mono de trabajo, herramienta en mano, listas para desempeñar su trabajo a bordo. Las carambolas del destino y de la distribución de las tripulaciones han hecho que el ferry Abel Matutes hay contado con un puente de mando y una sala de máquinas representados mayoritariamente por mujeres.   Pero los inicios de las mujeres en los puestos de Puente y Máquinas (también llamado 'Deck and Engine') no fueron fáciles. «No era usual ver mujeres en el barco. Durante mucho tiempo fui la única», nos cuenta Marga Rodríguez, jefa de máquinas y una de las pioneras en su profesión en nuestro país allá por los inicios de los 90.     Marga Rodríguez, jefa de máquinas: «Me encanta que todas las máquinas vayan al conjunto, que vayan bien y ser parte de ello» Gracias a mujeres como Marga, que han ido marcando el rumbo, las nuevas generaciones lo han tenido más fácil y muchas de ellas encuentran referentes dentro de su círculo familiar. «Mi tío es jefe de máquinas de Baleària y fue él el que me llevó a un barco. Desde que pisé el puente por primera vez supe que quería ser capitana», afirma Laura Román, capitana del ferry Abel  Matutes. Son mujeres decididas, valientes y con ganas de ir cumpliendo metas pero que, además, disfrutan con los desafíos que les presenta su día a día a bordo. «Lo que más me gusta de mi trabajo son las operativas rápidas porque suponen un gran reto en el que hay que estar muy atenta para que todo salga bien», explica Maria José Martínez, la 2ª oficial.     María José Martínez, 2ª oficial «Mi reto es seguir navegando y llegar a ser 1º oficial» Y todas estas mujeres si tienen algo en común, a parte de su pasión por el mar, es la de amar su profesión. «La mayor parte de la vida la pasa uno en el trabajo y aquí me pasa el tiempo volando porque disfruto con lo que hago», asegura Laura Abad, marinera de máquinas. Además todas coinciden en destacar la gran familia que se forma a bordo con toda la tripulación, lo que hace más llevadero sus días embarcadas. Estas cuatro mujeres representan el cambio que está viviendo el sector marítimo y en el que Baleària quiere contribuir. Con determinación, pasión y compromiso, han roto barreras y navegan con firmeza hacia un futuro donde el talento no entiende de género.     Laura Abad, marinera de máquinas: «Incluso cuando estoy desembarcada, aprovecho para salir a navegar porque el mar es mi pasión»


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Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry
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Navegar por el Estrecho es un espectáculo para los sentidos. Sonoro, por las olas del mar que hacen bailar al buque a su son; olfativo, por el olor a brisa marina; pero, sobre todo, visual.   El paisaje que presenta la travesía ve incrementada su belleza por las especies marítimas que se pueden descubrir con tan solo pasar un rato mirando el horizonte desde cubierta. Delfines comunes y listados, rocuales comunes, cachalotes… son compañeros habituales de las rutas que realizan los buques de Baleària por el estrecho de Gibraltar. Un entorno que investigadores aprovechan como plataforma científica para realizar censos de especies marítimas a bordo.     Observadora avistando     Los ferries, medio para estudiar los cetáceos Gracias al acuerdo alcanzado en 2018 entre la Fundación Baleària, investigadores de la Universidad de Cádiz y la Asociación Ecolocaliza-TE, se han realizado ya 142 avistamientos de más de 3.000 cetáceos entre delfines y ballenas. Estos estudios se enmarcan dentro del proyecto común denominado 'Los ferries, medio para estudiar los cetáceos' y está coordinado por la bióloga marina Alessia Scuderi. «Es importante realizar este tipo de investigaciones ya que aumenta nuestros conocimientos sobre estas especies protegidas permitiendo un monitoreo a largo plazo que cubre todas las temporadas, llevándolo a cabo de forma sostenible a través de los ferries de Baleària», afirma.     Cría de un mes de delfín mular     Una vez finalizada la Operación Paso del Estrecho (OPE), la Asociación Ecolocaliza-TE ha reanudado los censos de monitoreo en el que participan voluntarios y voluntarias a bordo del Passió per Formentera o el Poeta López Anglada. «Queremos agradecer la implicación de los tripulantes de los buques involucrados, por la increíble acogida y el interés que demuestran cada vez que nos embarcamos», comenta Scuderi.     Delfín común


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