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Serie Eco: navegación sostenible para las Pitiusas
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Serie Eco: navegación sostenible para las Pitiusas

Por Ushuaïa Magazine


Ibiza y su hermana Formentera están en continua comunicación marítima. Los nuevos cuatro catamaranes de la serie Eco de la naviera, que se han incorporado en los últimos meses, las unen con travesías de 30 minutos.

De idénticas características y diseño, el Eco Aqua, Eco Lux, Eco TerraEco Aire suponen un salto cualitativo en los servicios que se ofrecen entre las Pitiusas, por su fiabilidad, comodidad, respeto por el medio ambiente y velocidad. Estos buques navegan en la ruta junto con el Formentera Direct y Posidonia, que transportan pasajeros y vehículos, y el Virot, destinado únicamente a la carga. Una flota que realiza en total más de 30 servicios diarios.

 

'Eco Lux' atracado en el puerto de Eivissa.

'Eco Lux' atracado en el puerto de Ibiza.

 

A bordo de un eco fast ferry

Para conocer de cerca las cualidades de estos novedosos Eco fast ferries que combinan innovación y sostenibilidad, nos embarcamos en uno de ellos, el Eco Lux. Antes subir a bordo, nos recibe Gabriel Batle, coordinador de la serie Eco. Le preguntamos por la característica principal de estos catamaranes. «Su ecoeficiencia», afirma Batle de forma decidida. «Cuenta con motores de última generación, placas solares para el suministro de los servicios a bordo y un casco de poliéster reforzado con fibra de vidrio que resulta más ecológico ya que no requiere pintura», añade.

 

Subimos ya al catamarán. Allí nos esperan los capitanes Marcos Alemany y Bartolo Escandell y los demás tripulantes: Tony Albert, primer oficial de Cubierta; Fernando Serrano, caldereta; David Fernández, jefe de Máquinas y el auxiliar de pasaje Fabián Escudero. El capitán Alemany nos explica las cualidades técnicas de estos fast ferries: «Se caracterizan por una proa tipo wave piercing, con túneles de desalojo de agua laterales que garantizan una mayor fiabilidad y comodidad en condiciones de mar adversas». «Están construidos en fibra de vidrio, y están preparados para navegar a velocidades de hasta 27 nudos», añade el capitán Escandell, que explica que tienen capacidad para 350 pasajeros.

 

Capitanes del 'Eco Lux', Marcos Alemany y Bartolo Escandell, y Jefe de Máquinas, David Fernández.

Capitanes del 'Eco Lux', Marcos Alemany y Bartolo Escandell, y Jefe de Máquinas, David Fernández.

 

Fernández, el jefe de Máquinas explica que sus motores reducen tanto las emisiones y el consumo como el ruido: «A veces cuesta distinguir cuando está parado», comenta. «Con una potencia de 1.500 caballos, consumen entre ambos trayectos unos 470 litros de combustible, todo un récord con estas dimensiones y prestaciones», afirma el jefe de Máquinas, mientras chequea la temperatura del motor a través de las cámaras. Y es que comparando los Ecos con los buques de la serie Maverick, que hasta hace poco operaban esta línea, estas embarcaciones reducen alrededor de un 35% las emisiones de CO 2.

 

Alemany, por su parte, bendice que todo está muy automatizado, pero explica que no suelen usar el piloto automático porque esta es una zona con mucha densidad de tráfico. El día está calimoso cuando atravesamos el paso entre S’Espalmador y el isolete de Es Penjats, donde las corrientes se intercambian en Es Freus. A veces se pueden avistar delfines, tortugas y otros ejemplares de fauna marina. Atracamos en el puerto de la Savina y el pasaje desciende ordenado. El mar brilla y la tripulación se regala la brisa de Formentera. En un rato toca regresar a Ibiza. 

 

Navegando hacia Formentera.

Navegando hacia Formentera.  

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Pedro Bailón: «En máquinas se forman familias muy fuertes»
Historias del mar

Pedro Bailón: «En máquinas se forman familias muy fuertes»

  A Pedro Bailón (Premià de Mar, 1992) el mar siempre le ha llamado la atención y, aunque hubo un tiempo en que dudó entre el trabajo en un buque y el de tierra, la atmósfera de la vida a bordo le cautivó. Actualmente es jefe de máquinas del Ciudad de Mahón, en el que forma parte de un equipo con un engranaje muy sólido.     P. ¿Cómo es el día a día en la sala de máquinas de un buque? R. Cada día es una nueva aventura y un nuevo reto. Siempre tienes experiencias nuevas que te hacen aprender y ser mejor día tras día. La máquina de un barco es un lugar peculiar,  donde nacen y se forman familias muy fuertes. En cada momento tienes a unos cuantos valientes luchando contra los retos que surgen. Más que hablar del día a día, realmente es un constante trabajo en equipo. Cada jornada se rige por unos trabajos de mantenimiento organizados que hacen que el corazón del barco funcione como un reloj suizo. A partir de aquí se reparte el trabajo a cada uno de los integrantes, porque todo suma y un poco de todos es mucho para el área de Máquinas y para el barco. Impera el buen estar, el buen hacer y el compañerismo; se intenta ser lo más profesional posible y estar a la altura de cada situación. En la vida a bordo también es muy importante saber gestionarse el tiempo... especialmente para la gente de Máquinas es muy importante el descanso, porque nunca sabes qué puede pasar.   P. ¿Cuáles son las cualidades de un jefe de máquinas? R. Sobre todo es imprescindible saber mantener los nervios. Si el jefe de máquinas se pone nervioso... lo contagia a todo el equipo. También es fundamental hacer equipo.   P. ¿Qué te motivó a trabajar en el mar y especializarte en Máquinas? R. Tengo una relación estrecha con el mar desde bien pequeño, cuando veraneaba con mis padres en la costa de Tarragona. La motivación de dedicarme al mar surge sobre todo de su inmensidad y de sus ‘cambios de humor’, que siempre me han fascinado. En cuanto a decantarme por  Máquinas, viene de mi inquietud... siempre me ha gustado investigar y conocer cómo funciona cualquier detalle; y qué mejor sitio que una sala de máquinas para saber el cómo, el cuándo y el porqué de todo. Soy un apasionado de la reparación en general y, además, me encanta la  mecánica.     P. ¿Alguna anécdota curiosa o momento que recordar? R. A bordo cada día es una nueva aventura. Pero si tengo que quedarme con algún momento seguro que sería mi primera vez dentro de una sala de máquinas; nunca lo olvidaré. Los olores de combustibles, que acabamos normalizando, y, por supuesto, el ruido. Evidentemente de anécdotas tengo mil y una, pero como digo, Máquinas es una familia y me quedo con todos los momentos difíciles donde entre todos se ha sacado todo adelante.   P. ¿Qué haces cuando estás desembarcado? R. Al final cuando estás en casa intentas hacer todo lo que no te ha dado tiempo durante tu embarque. Me describiría como un todoterreno; tengo varias facetas, pero la que más me define es mi afición por la pesca, a la cual dedico mucho de mi tiempo libre. También me gusta leer y practico mucho deporte. Me encanta pasar tiempo con los míos e intentar dedicarles mis mejores momentos. Además, disfruto mucho yendo a ver a mi equipo preferido al campo, el RCD Espanyol, y sufriendo con éste. También me estoy aficionando a la cocina, pero aún me falta practicar. Y por supuesto salir en moto.     Con el mar cerca Su pasión por el mar y la mecánica hizo que estudiase en la Facultad de Náutica de Barcelona. Ha trabajado en diferentes sitios, tanto a pie de muelle como a bordo, pasando por remolcadores, empresas de mantenimiento y buques de crucero. Pedro es tanto ‘de mar’, que incluso su  tiempo libre lo dedica a otra de sus pasiones, la pesca.      


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Lo complicado de su orografía es parte de su encanto que, además, se ve fortalecido por su naturaleza efímera, ya que el hecho de poder llegar hasta ellas o gozar de su arena depende por completo del ritmo cadencioso de las mareas. Otro de sus encantos radica en que se han conservado completamente vírgenes, por lo que no disponen de chiringuitos, duchas, aseos o cualquier otro servicio; únicamente naturaleza en estado puro.     Cala Frailecillo, cala Encendida, cala Tío Juan Medina, cala Pato, cala Medina y cala Áspero son la media docena de calas que forman esta espectacular zona del litoral gaditano de apenas 600 metros de extensión. A todas ellas se accede por unas escalinatas excavadas en la roca que descienden desde los acantilados rojizos. Sus vistas son idílicas, el agua siempre cristalina y prácticamente sin oleaje, su olor inconfundible a salitre y, por supuesto, el sonido constante del vaivén de las olas como telón de fondo hacen que uno se sienta como en un cuento de hadas. 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La construcción de un foso de arena alargado paralelo a la costa entre la zona dunar y la orilla del mar, junto con los fuertes vientos de levante desplazaron la arena y provocaron un aumento de la franja dunar que aumenta, imparable, año tras año.    Actualmente, en los días de fuerte viento de levante, la arena invade totalmente la carretera A-2325, en la que habitualmente los turistas curiosos se hacen selfies con las señales de tráfico medio enterradas. Esos días, la vía se vuelve totalmente intransitable y los vecinos quedan incomunicados hasta que las máquinas excavadoras retiran las ingentes cantidades de arena que, a veces, llegan a alcanzar los 30 metros de altura.         Caños de Meca: Faro de Trafalgar   Caños de Meca todavía se asocia a esa imagen de la década de los sesenta en la que ostentaba el título de ser el rincón más hippie de la costa gaditana, frecuentado por bohemios, artistas y, en ocasiones, incluso por algunos de los miembros de la llamada movida madrileña, en busca de esa anhelada libertad. La misma que todavía persiguen hoy en día los que se acercan a este municipio en busca del contacto directo con la naturaleza, el mar, una dieta saludable, atardeceres de película y, sobre todo, la posibilidad de bajar las revoluciones de la vida estresada de las grandes ciudades.      El viento persistente, las dunas doradas y un pasado bucanero envuelven el faro de Trafalgar en una atmósfera misteriosa. Contemplar el atardecer frente a este baluarte histórico de 34 metros de altura representa una auténtica delicia. Solitario ante la inmensidad del océano, el faro se sitúa en una zona repleta de dunas doradas, extensas playas y una vegetación que a veces llega incluso hasta la arena. Una pasarela de madera serpentea por la costa, atravesando acantilados, desde donde se pueden observar infinitos tonos azulados que el océano dibuja según las corrientes. A lo lejos, los surfistas, windsurfistas y kitesurfistas buscan el viento de levante que les haga volar, ajenos al hecho de que hace algo más de 200 años, en este mismo escenario, se libraba la batalla de Trafalgar, un enfrentamiento naval entre la Armada Real Británica y las flotas combinadas de las Armadas francesa y española que tuvo lugar durante la guerra de la tercera coalición. 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