Navegación por categorías
Siete libros para navegar sin salir de casa
Blog entreolas

Siete libros para navegar sin salir de casa

Por Marta Torres Molina


«He navegado por océanos y bibliotecas», decía Melville.

 

Esto último, navegar por bibliotecas, surcar páginas, singlar capítulos, embarcarse en libros, en definitiva, es la opción que queda para cruzar los mares en época de confinamiento. El mar (la Mar) es protagonista de un sinfín de títulos. Aquí van sólo unos pocos. ¡Buen viento y buena mar! 

 

Redburn. Su primer viaje 

Herman Melville, Alba Editorial, 520 páginas.  

Moby Dick es, sin duda, la gran aventura marinera de Melville, pero ésta, que cuenta el primer rol de un niño como grumete en el Highlander, no se queda atrás. El viaje de ida es el descubrimiento de un oficio y el de regreso, el de la miseria humana. Con tintes autobiográficos, Melville recuerda su primer viaje sin compasión ni romanticismo. 

 

El espejo del mar 

Joseph Conrad, Reino de Redonda, 380 páginas.  

Conrad lo escribió ya en tierra, pero sin dejar de mirar al mar, que para él era fascinación, pasión y necesidad, algo que queda claro al leer los textos sobre sus años de navegación que componen este volumen, de una belleza suprema. 

 

La regata 

Manuel Vicent, Alfaguara, 240 páginas. 

Partida y regreso a la costa levantina pasando por las aguas de Ibiza, Cabrera, Menorca, Cerdeña y Mallorca. Es el recorrido de los participantes en esta regata no competitiva entre amigos en la que el lector pasa de un barco a otro descubriendo las intimidades de cada tripulación. Una novela mediterránea, fresca, divertida, salada, hedonista, sensual… 

 

Gran Sol 

Ignacio Aldecoa, Alfaguara, 304 páginas.  

De lleno en un puerto del Cantábrico. Gaviotas graznando, ronroneos de motos, boniteros en el horizonte, tormenta cercana, olor a algas y el jaleo de los marinos y pescadores a punto de enrolar. Quién sabe para cuántos días. Quién sabe si volverán. Ahí planta Aldecoa al lector en las primeras páginas de este duro viaje al inhóspito caladero del Atlántico. 

 

La nave de los muertos 

B. Traven, Acantilado, 352 páginas.  

En la superficie no es más que la historia, contada con bastante gracia, de un marinero norteamericano que tras una noche de juega pierde su barco y sólo puede enrolarse en el Yorikke, que define como “la nave de los muertos”. En el fondo, es mucho más. La historia de un ‘sinpapeles’ que no puede tocar tierra. 

 

Capitán de mar y guerra 

Patrick o’Brian, Edhasa, 504 páginas.  

La primera de las apasionantes entregas del dúo formado por Jack Aubrey, capitán de la Sophie, y el médico Stephen Maturin. Batallas navales, misiones y amistad a bordo de un bergantín de la armada británica durante el periodo napoleónico. Si os sabe a poco, hay una veintena de novelas más. 

 

La Odisea 

Homero, Espasa, 496 páginas. 

El gran viaje por mar de la historia de la literatura. Ulises, castigado por los dioses, obligado a vagar por un Mediterráneo plagado de peligros, placeres y aventuras sin poder llegar a Ítaca, donde le espera, tejiendo y destejiendo, Penélope.  

 

La Odisea contada a los niños 

Eduardo Acín Dal Maschio, Shackleton Books, 208 páginas.  

Monstruos de un único ojo, sirenas, gigantes antropófagos, hechiceras… El fascinante viaje de Ulises contado a los más pequeños.

 

La lista de libros sobre el mar (la Mar) es casi interminable: Moby Dick y Billy Budd, marinero (Herman Melville), Lord Jim y El pirata (Joseph Conrad), Son de mar (Manuel Vicent), La isla del tesoro (Robert Louis Stevenson), Océano mar (Alessandro Baricco), Relato de un náufrago (Gabriel García Márquez), Las horas mangbetú: memorias de un marino mercante (Pedro A. Munar), La piel fría (Albert Sánchez Piñol), La tempestad (William Shakespeare), El viejo y el mar (Ernest Hemingway), El lobo de mar (Jack London), 20.000 leguas de viaje submarino y Un capitán de quince años (Julio Verne), Invitación a un asesinato (Carmen Posadas), El alma del mar (Philip Hoare)…

Publicador de contenidos
Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry
Planeta sostenible

Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry

Navegar por el Estrecho es un espectáculo para los sentidos. Sonoro, por las olas del mar que hacen bailar al buque a su son; olfativo, por el olor a brisa marina; pero, sobre todo, visual.   El paisaje que presenta la travesía ve incrementada su belleza por las especies marítimas que se pueden descubrir con tan solo pasar un rato mirando el horizonte desde cubierta. Delfines comunes y listados, rocuales comunes, cachalotes… son compañeros habituales de las rutas que realizan los buques de Baleària por el estrecho de Gibraltar. Un entorno que investigadores aprovechan como plataforma científica para realizar censos de especies marítimas a bordo.     Observadora avistando     Los ferries, medio para estudiar los cetáceos Gracias al acuerdo alcanzado en 2018 entre la Fundación Baleària, investigadores de la Universidad de Cádiz y la Asociación Ecolocaliza-TE, se han realizado ya 142 avistamientos de más de 3.000 cetáceos entre delfines y ballenas. Estos estudios se enmarcan dentro del proyecto común denominado 'Los ferries, medio para estudiar los cetáceos' y está coordinado por la bióloga marina Alessia Scuderi. «Es importante realizar este tipo de investigaciones ya que aumenta nuestros conocimientos sobre estas especies protegidas permitiendo un monitoreo a largo plazo que cubre todas las temporadas, llevándolo a cabo de forma sostenible a través de los ferries de Baleària», afirma.     Cría de un mes de delfín mular     Una vez finalizada la Operación Paso del Estrecho (OPE), la Asociación Ecolocaliza-TE ha reanudado los censos de monitoreo en el que participan voluntarios y voluntarias a bordo del Passió per Formentera o el Poeta López Anglada. «Queremos agradecer la implicación de los tripulantes de los buques involucrados, por la increíble acogida y el interés que demuestran cada vez que nos embarcamos», comenta Scuderi.     Delfín común


Leer más
Avistamientos de fauna marina en familia
Planeta sostenible

Avistamientos de fauna marina en familia

  Aprender a observar el mar Mediterráneo, conocer a través de la experiencia personal las diferentes especies de fauna marina que en él habitan.   Un grupo de empleados de Baleària, junto con familiares y amigos, recientemente pudieron comprobar de primera mano en qué consisten las tareas de observación y conservación del medio marino a bordo del ferry Nápoles. Para muchos jóvenes grumetes también era su primer viaje en barco, por lo que «la experiencia fue doblemente emocionante», comenta Laia Bort, responsable de Consignaciones de Barcelona.   Esta experiencia es fruto del convenio de colaboración entre la Fundació Baleària y la Generalitat de Catalunya, de tal forma que la naviera pone a disposición de dicha entidad su flota que opera desde Barcelona a Baleares para el estudio de la biodiversidad marina. Cada mes realizan un viaje de avistamiento de media. A continuación te contamos la experiencia que compartieron con empleados de la naviera.     Viaje de ida: rumbo a Ibiza La expedición partía un viernes por la noche, desde el Port de Barcelona hacia Ibiza. Los participantes fueron recibidos por el personal de a bordo y se les acomodó en diferentes camarotes. Pasaron la noche navegando y por la mañana tuvieron tiempo de almorzar en Ibiza y descubrir los encantos de Dalt Vila, el casco antiguo de la ciudad, antes de embarcar de nuevo, y aprovechar el viaje de vuelta del mismo buque para realizar la observación durante el día.     Ricard Gutiérrez, durante la charla divulgativa previa al avistamiento     Viaje de vuelta: Aprender a observar el mar Repartidos en dos turnos, los 20 participantes de este avistamiento recibieron primeramente una charla instructiva sobre la labor que realiza la Generalitat en el estudio y control del número de especies que habitan en el Mediterráneo. Además, se les explicó las diferentes características de las que comprenden el ecosistema marino autóctono. Una vez adquiridas las nociones básicas, visitaron el puente de mando del Nápoles para realizar la observación. Gracias al buen estado del mar, las medusas, peces luna, delfines rayados y aves marinas se dejaron ver fácilmente provocando el asombro de los asistentes. Pero, además, tuvieron la suerte de poder ver ejemplares que por sus características causan más admiración. Sin duda, las estrellas de la jornada fueron una tintorera (tiburón azul),  que avistó muy cerca del ferry una joven visitante, y dos ejemplares de rorcuales comunes, la segunda ballena más grande del mundo, que se dejaron ver a 30 millas náuticas de la llegada al puerto barcelonés.     Fumareles comunes migratorios fotografiados durante el avistamiento (foto: Ricard Gutiérrez)     Durante la jornada, y contando con las sesiones de los dos grupos, se observaron 4 especies de tiburones y túnidos (tintorera, marrajo, pez espada y atunes), 4 de cetáceos (2 rorcuales, 9 calderones grises, un delfín mular y 117 delfines listados), 7 especies de aves marinas (gaviota patiamarilla, pardela balear, fumarel común, gaviota enana, paíño mediterráneo, frailecillo y pardela mediterránea) y 2 aves terrestres migratorias (bisbita arbóreo y golondrina común). «El record anual. No solo por ‘la mar llana’, como se suele decir en términos marítimos, que hubo ese día, sino también por la precisión de los observadores marinos que demostraron tener conocimientos de los habitantes del Mare Nostrum», afirma Ricard Gutiérrez, técnico de fauna litoral y marina de la Xarxa de Rescat de Fauna Marina de la Generalitat.     Delfines avistados durante la jornada (foto: Ricard Gutiérrez)   Laura Sánchez, Comercial de la zona de Catalunya, quien repetía por segunda vez la expedición en familia, califica la experiencia de «muy gratificante porque ayuda a observar el mar con detenimiento y a conocer las diferentes especies a través de la experiencia vivida». Además, todos los participantes coincidieron en que es una actividad que permite relacionarse con compañeros de trabajo fuera del ámbito laboral.     Durante la jornada se avistaron un total de 115 especies


Leer más