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Capitán Giuseppe d'Urso: de Sicilia... al ‘ferry Sicilia’
La escena es para retener en la memoria: es lunes y el ferry Sicilia entra lento, suave y solemne por la bocana sur del puerto de Barcelona mientras amanece por el horizonte. El puente de mando está tranquilo, en un silencio total que solo se ve interrumpido por puntuales llamadas de radio desde la torre de control del puerto dirigido a otros ferries, cruceros gaseros y portacontenedores que también están maniobrando para llegar o salir a esa hora. Giuseppe d'Urso mira a proa y alternativamente al radar. Al lado del Capitán, el primer y el segundo oficial del buque, también serios y concentrados durante la maniobra, se van fijando en el resto de buques, grúas, torres o muelles que van quedando a ambos costados y seguimos adelante hasta que, en un momento, el oficial que no está al timón informa al capitán que abandona el puente para preparar el desembarque. Quedan pocos minutos para que se termine la travesía en su amarre habitual junto a la terminal Port Nou, en el extremo sur del Moll Adossat. En el enorme puente todo está tranquilo... y si lo está es precisamente por la concentración de todos. Contrariamente a lo que sucede en otros buques, no ha subido el práctico a bordo, pues el capitán d'Urso tiene la llamada "exención de practicaje", un certificado que asegura que quien está al mando conoce perfectamente el puerto, ha hecho un cierto número de maniobras o escalas en los últimos meses y por lo tanto, no requiere de apoyo de un segundo capitán de la Marina Mercante para navegar por las aguas interiores y atracar o desatracar. Cuando llegamos ya a la altura del muelle, el capitán da una orden clara: va a tomar los mandos desde el alerón de estribor (el saliente del puente de mando por su lado derecho) y unos momentos después recorre, a la vista del Oficial, la distancia hasta el otro alerón, donde de nuevo toma los mandos y deja el buque perfectamente encajado entre el muelle y el saliente o tacón, sobre el que se abrirá la rampa para la salida de vehículos una vez el barco quede totalmente amarrado y parado. De este modo se da por terminado un Ibiza-Barcelona más, la línea adjudicada al ferry Sicilia en los últimos meses y en la que está previsto que siga, como mínimo, hasta octubre, operando diariamente. Con el barco ya amarrado el capitán cambia el semblante serio por una sonrisa abierta seguida por una propuesta irrechazable a primera hora de la mañana: tomar un buen desayuno. Con un café en la mano y sentados en la cafetería del buque, este marino siciliano está satisfecho con su vida: "puede parecer que siempre hagamos lo mismo... pero cada travesía acaba siendo diferente, por mucho que sepa que hoy estamos en Barcelona, luego en Ibiza y regresemos otra vez a este puerto, al cabo de unas horas. Lo importante es estar siempre atento, tomarse todo muy en serio y nunca confiarse o dejarse llevar por la rutina", confiesa en un muy buen español que ha ido mejorando a medida que ha navegado con Baleària, donde llegó en primavera de 2015 con la incorporación de los dos ferries gemelos Sicilia y Nápoles a la compañía. "Son dos barcos excelentes, tienen 185 metros de eslora muy bien aprovechados y fueron construidos el mismo año, aunque lógicamente uno es algo más 'antiguo' en meses que el otro: el Nápoles es el buque número 194 de los astilleros Visentini y el Sicilia el 195", aclara d'Urso, "sin embargo, al segundo se le fueron afinando desde el astillero algunos detalles que en el primero fueron apareciendo con las pruebas de flotación y de mar. Detalles que luego se corrigen para que la navegación sea perfecta, los motores rindan bien a 22 nudos, y que los pasajeros y clientes lleguen al destino satisfechos", comenta. Al capitán, formado inicialmente en el Instituto Técnico Nautico Luigi Rizzo en Riposto, al norte de Catania, le gusta que el barco que manda lleve el nombre de su isla, a la que frecuentemente echa de menos, aunque se siente muy contento navegando entre la península y baleares: "navegar en Baleares es muy grato: estuve viajando por otras zonas del mundo desde mediados de los 90 hasta bien entrado en siglo XXI y no tiene nada que ver, tanto por la vida a bordo de otro tipo de buques como por la situación social de algunos países ", rememora. También recuerda una larga etapa en la que estuvo navegando con el ferry Sicilia y su gemelo, cuando estos se llamaban ‘Trinacria’ y ‘Partenope’, cubriendo una única línea entre Nápoles y Catania para la naviera italiana Tomasos Transport & Tourism. "Fue una época muy chula y estaba siempre cerca de mi familia, mi gente, mi isla... pero soy marino y tengo asumido que he elegido una vida que no siempre te hace estar cerca de los tuyos. Donde sí que estoy es en mi barco, que al principio estuvo fletado a Baleària hasta que pasó a ser propiedad de la misma, lo que ha sido todo un acierto: estos dos barcos son dos excelentes buques" reconoce nuevamente. El capitán d'Urso también reconoce que el buen entendimiento entre todos los tripulantes es una de las claves para que un barco navegue aún mejor: "este es un trabajo muy intenso: estamos de un lado a otro, aunque siempre en el mismo sitio. Lo que cambia son nuestros pasajeros. Para evitar la monotonía hay que tener incentivos y fuera de la época de trabajo más fuerte, que son los meses de verano, animo a la tripulación a que aprovechen el día libre y que desconecten de sus obligaciones diarias, es sanísimo... y también procuro hacerlo yo, por más que en mis días embarcado tengo al ferry en la cabeza las 24 horas" reconoce. De Sicilia al mundo, luego de regreso a Italia y actualmente en Baleària, satisfecho y feliz, Giuseppe d'Urso toma un segundo café antes de retirarse: "tengo que preparar documentación y todo lo necesario para la siguiente travesía", comenta, mientras apura la taza y regresa a su cabina para seguir trabajando. Como se diría en italiano... "E la nave va" Javier Ortega Figueiral | @Sr_Jof
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