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A bordo del 'ferry Hypatia de Alejandría'
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A bordo del 'ferry Hypatia de Alejandría'

Por Francesc Mauri


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Por mi contacto meteorológico y medioambiental con el Port de Barcelona, he podido conocer en profundidad el proyecto de implantación del gas natural licuado (GNL) en la flota de Baleària.

 

Uno de sus buques más modernos y sostenibles es el ferry Hypatia de Alejandría. Y, lo primero que se observa al subir en él, es la sostenibilidad de la que hace gala la compañía con su campaña Rumbo Verde.

De entrada, la navegación a gas me da la impresión que hace la ruta menos ruidosa y con menos vibraciones que con un motor convencional. La renovación de la flota mundial de barcos hacía combustibles más sostenibles tardará, posiblemente, bastantes años. Quizás décadas. Aunque la esperanza está en el ritmo en que avanza la tecnología, que es muy rápido.

 

¿Qué es el gas natural?

El gas natural es un combustible no renovable condenado a desaparecer por la llegada de una energía renovable y universal. Sin embargo, ahora mismo es, con diferencia, el combustible más limpio y rápido de implantar. Recordemos que el gas, a diferencia del fuel pesado, no emite partículas, reduce las emisiones de NOx en un 70% y en un 30% las de CO₂. 

 

 

El ‘Hypatia de Alejandría’ es uno de los buques más modernos y sostenibles de la flota

 

Durante una entrevista en el programa que presento en Catalunya Ràdio, GreenMeteoMauri, el presidente de la compañía, Adolfo Utor, comentó que todos los barcos de la flota serían propulsados a gas antes del 2025. Antes de finalizar el año, serán 9 buques en total los que naveguen con esta energía más limpia. Además, en el mes de marzo llegará el primer fast ferry con motores duales a gas del mundo, el Eleanor Roosevelt. Muy buenas noticias. 

Un aspecto posiblemente poco percibido por el pasaje es el aumento de la renovación del aire en los distintos compartimentos de la embarcación. Ello hace el aire interior, mucho más saludable. Los que tenemos un medidor de CO₂ en el comedor de casa y sabemos lo que supone renovar el aire interior, conocemos los beneficios para ello de la salud. 

Me acerco a uno de los mostradores y observo bolsas de patatas fritas, snacks y chocolate Fair Trade, es decir, de comercio justo. Está claro que la venta de productos más justos y sostenibles es una muy buena opción. También me fijo en una bolsa amarilla de recogida de plásticos y envases, lo que seguro supone un esfuerzo de formación en el personal de a bordo.

 

 

El café a bordo de Baleària asegura que su compramejora la vida de las personas que se dedican a este cultivo

 

Nos sentamos a comer en el restaurante, ya que la oferta, la comodidad del espacio y el precio por persona lo hace competitivo. Me fijo en las bebidas. Una botella individual de vino y de agua de cristal. El cristal es fácilmente reciclable, unas 1.000 veces. 

Acabamos de comer y al tomar el aire en cubierta, leo que Baleària colabora con campañas de observación de diversas especies con científicos a bordo. Como conclusión, un balance muy positivo. Una empresa practicante de muchos aspectos favorables con el medioambiente, pero aún con otros a mejorar. Exactamente igual como el que escribe este artículo.

 

 

El ‘Hypatia de Alejandría’ cuenta con un extenso restaurante a bordo

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Pedro Bailón: «En máquinas se forman familias muy fuertes»
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  A Pedro Bailón (Premià de Mar, 1992) el mar siempre le ha llamado la atención y, aunque hubo un tiempo en que dudó entre el trabajo en un buque y el de tierra, la atmósfera de la vida a bordo le cautivó. Actualmente es jefe de máquinas del Ciudad de Mahón, en el que forma parte de un equipo con un engranaje muy sólido.     P. ¿Cómo es el día a día en la sala de máquinas de un buque? R. Cada día es una nueva aventura y un nuevo reto. Siempre tienes experiencias nuevas que te hacen aprender y ser mejor día tras día. La máquina de un barco es un lugar peculiar,  donde nacen y se forman familias muy fuertes. En cada momento tienes a unos cuantos valientes luchando contra los retos que surgen. Más que hablar del día a día, realmente es un constante trabajo en equipo. Cada jornada se rige por unos trabajos de mantenimiento organizados que hacen que el corazón del barco funcione como un reloj suizo. A partir de aquí se reparte el trabajo a cada uno de los integrantes, porque todo suma y un poco de todos es mucho para el área de Máquinas y para el barco. Impera el buen estar, el buen hacer y el compañerismo; se intenta ser lo más profesional posible y estar a la altura de cada situación. En la vida a bordo también es muy importante saber gestionarse el tiempo... especialmente para la gente de Máquinas es muy importante el descanso, porque nunca sabes qué puede pasar.   P. ¿Cuáles son las cualidades de un jefe de máquinas? R. Sobre todo es imprescindible saber mantener los nervios. Si el jefe de máquinas se pone nervioso... lo contagia a todo el equipo. También es fundamental hacer equipo.   P. ¿Qué te motivó a trabajar en el mar y especializarte en Máquinas? R. Tengo una relación estrecha con el mar desde bien pequeño, cuando veraneaba con mis padres en la costa de Tarragona. La motivación de dedicarme al mar surge sobre todo de su inmensidad y de sus ‘cambios de humor’, que siempre me han fascinado. En cuanto a decantarme por  Máquinas, viene de mi inquietud... siempre me ha gustado investigar y conocer cómo funciona cualquier detalle; y qué mejor sitio que una sala de máquinas para saber el cómo, el cuándo y el porqué de todo. Soy un apasionado de la reparación en general y, además, me encanta la  mecánica.     P. ¿Alguna anécdota curiosa o momento que recordar? R. A bordo cada día es una nueva aventura. Pero si tengo que quedarme con algún momento seguro que sería mi primera vez dentro de una sala de máquinas; nunca lo olvidaré. Los olores de combustibles, que acabamos normalizando, y, por supuesto, el ruido. Evidentemente de anécdotas tengo mil y una, pero como digo, Máquinas es una familia y me quedo con todos los momentos difíciles donde entre todos se ha sacado todo adelante.   P. ¿Qué haces cuando estás desembarcado? R. Al final cuando estás en casa intentas hacer todo lo que no te ha dado tiempo durante tu embarque. Me describiría como un todoterreno; tengo varias facetas, pero la que más me define es mi afición por la pesca, a la cual dedico mucho de mi tiempo libre. También me gusta leer y practico mucho deporte. Me encanta pasar tiempo con los míos e intentar dedicarles mis mejores momentos. Además, disfruto mucho yendo a ver a mi equipo preferido al campo, el RCD Espanyol, y sufriendo con éste. También me estoy aficionando a la cocina, pero aún me falta practicar. Y por supuesto salir en moto.     Con el mar cerca Su pasión por el mar y la mecánica hizo que estudiase en la Facultad de Náutica de Barcelona. Ha trabajado en diferentes sitios, tanto a pie de muelle como a bordo, pasando por remolcadores, empresas de mantenimiento y buques de crucero. Pedro es tanto ‘de mar’, que incluso su  tiempo libre lo dedica a otra de sus pasiones, la pesca.      


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Lo complicado de su orografía es parte de su encanto que, además, se ve fortalecido por su naturaleza efímera, ya que el hecho de poder llegar hasta ellas o gozar de su arena depende por completo del ritmo cadencioso de las mareas. Otro de sus encantos radica en que se han conservado completamente vírgenes, por lo que no disponen de chiringuitos, duchas, aseos o cualquier otro servicio; únicamente naturaleza en estado puro.     Cala Frailecillo, cala Encendida, cala Tío Juan Medina, cala Pato, cala Medina y cala Áspero son la media docena de calas que forman esta espectacular zona del litoral gaditano de apenas 600 metros de extensión. A todas ellas se accede por unas escalinatas excavadas en la roca que descienden desde los acantilados rojizos. Sus vistas son idílicas, el agua siempre cristalina y prácticamente sin oleaje, su olor inconfundible a salitre y, por supuesto, el sonido constante del vaivén de las olas como telón de fondo hacen que uno se sienta como en un cuento de hadas. Ideales para evadirse del mundo y del frenesí diario.        Dunas de Valdevaqueros   La playa de Valdevaqueros, la más bonita de Tarifa, es uno de los pocos lugares vírgenes que quedan en la Costa de la Luz, donde los valles de los ríos desembocan silenciosos en la playa y en la sierra litoral, ajenos al ajetreo de las olas mar adentro donde los amantes del windsurf y del esquí con cometa luchan por subirse a la gran ola. En primera línea de costa, en este edén natural de arena fina, 4 kilómetros de dunas móviles se desplazan al capricho de los vientos engullendo árboles, carreteras y amenazando con sepultar todo aquello que encuentren a su paso.     El médano de Valdevaqueros se formó como consecuencia de las acciones militares llevadas a cabo en la década de los cuarenta, en plena dictadura franquista, para acondicionar los terrenos que daban acceso a los cuarteles de la zona, y para cavar algunas trincheras que impidieran un posible desembarco aliado en la costa. La construcción de un foso de arena alargado paralelo a la costa entre la zona dunar y la orilla del mar, junto con los fuertes vientos de levante desplazaron la arena y provocaron un aumento de la franja dunar que aumenta, imparable, año tras año.    Actualmente, en los días de fuerte viento de levante, la arena invade totalmente la carretera A-2325, en la que habitualmente los turistas curiosos se hacen selfies con las señales de tráfico medio enterradas. 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Contemplar el atardecer frente a este baluarte histórico de 34 metros de altura representa una auténtica delicia. Solitario ante la inmensidad del océano, el faro se sitúa en una zona repleta de dunas doradas, extensas playas y una vegetación que a veces llega incluso hasta la arena. Una pasarela de madera serpentea por la costa, atravesando acantilados, desde donde se pueden observar infinitos tonos azulados que el océano dibuja según las corrientes. A lo lejos, los surfistas, windsurfistas y kitesurfistas buscan el viento de levante que les haga volar, ajenos al hecho de que hace algo más de 200 años, en este mismo escenario, se libraba la batalla de Trafalgar, un enfrentamiento naval entre la Armada Real Británica y las flotas combinadas de las Armadas francesa y española que tuvo lugar durante la guerra de la tercera coalición. 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