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La Alpujarra, en dos días


Con más de 2.500 kilómetros cuadrados, esta región infinita se reparte entre Granada y Almería. Visitarla en 48 horas es imposible, por eso hemos seleccionado varios puntos entre Lanjarón y Trevélez, una de las zonas más accesibles y con servicios turísticos sin perder un ápice de aventura. Cumbres nevadas, gastronomía local, la huella andalusí y mucha naturaleza son solo cuatro ingredientes a saborear en La Alpujarra en dos días.

Visita La Alpujarra en 48 horas

Día 1

10:00
Café, tostadas y jamón. Desayunar en Granada es todo un arte. En La Alpujarra, aún más. Un lugar para entenderlo es el bar Molinillas, en Lanjarón. Una tostada con jamón de los secaderos locales es una delicia, como también los buñuelos y roscos caseros. Quien busque una propuesta más exótica, la puede encontrar en el café Baraka, en Órgiva.

11:00

Visita al centro budista O Sei Ling. Uno de los lugares más llamativos que se puede visitar en La Alpujarra es el centro budista O Sei Ling. Es un lugar de retiros ubicado a 1.600 metros de altura en la falda sur de Sierra Nevada, entre Soportújar y Pampaneira. También un entorno lleno de paz y tranquilidad cuyo nombre, que le fue dado por el Dalai Lama cuando lo visitó en 1982, se traduce como “lugar de luz clara”. Conocer la rueda de oraciones o pasear junto a la gran escultura de la diosa madre Tara son experiencias únicas. Como llegar hasta allí a través de un camino de tierra con infinitos baches.

Las chimeneas encaladas forman parte del paisaje alpujarreño.

14:00

Almuerzo casero. De nuevo en la carretera, ésta se va adentrando en el Parque Nacional de Sierra Nevada hasta llegar al tríptico conformado por Pampaneira, Bubión y Capileira, incluidos entre los pueblos más bonitos de España. Merece la pena recargar energías en Casa Julio, restaurante tradicional donde probar exquisitos bocados locales. Desde el potaje de hinojos al plato alpujarreño o ricas y coloridas ensaladas. Si hace sol, su terraza es ideal.

16:00

Perderse en Pampaneira. En la plaza de la Libertad, junto a la iglesia, hay diversos bares para tomar un café. También preciosas tiendas con jarapas alpujarreñas y una maraña de callejuelas por las que perderse.

17:00

Un pequeño road trip. Can Marió, a 20 kilómetros de Pampaneira se encuentra Trevélez, municipio famoso por sus secaderos de jamón. Las curvas de la carretera y el precioso paisaje aconsejan circular con calma y hacer paradas en los pueblos que van apareciendo en el camino como Pitres, Pórtugos o Busquístar. En todos hay pequeños bares donde tomar un café con dulces tradicionales para calentar el cuerpo. No hay que perderse la fuente agria, donde existe una preciosa cascada y una bonita ermita.

21:00

Cena… y mucho más, Hora de cenar. En todos los pueblos de la zona hay restaurantes de los que salir más que saciado. El Lagar en Pampaneira, el Teide en Bubión o El Corral del Castaño en Capileira son tres de ellos. Y en la aldea de Mecina Fondales hay un universo paralelo en La Cueva de Mora Luna, que se define como café piano bar y donde todo puede pasar.

Alfombras de pura lana virgen hechas a mano.

Día 2

9:00
Senderismo junto al río Poqueira. En las escapadas también se madruga. Y qué mejor idea para hacerlo que comprando pan artesanal en El Horno Artesano de Luisa o la panadería Capileira, ambas en este pueblo. Tras el desayuno llega el momento de caminar. En la zona hay numerosas rutas. Dos son las más habituales. La primera llega hasta La Cebadilla, una vieja central eléctrica junto a lo que fue el poblado donde residían sus
trabajadores. El ascenso (leve) se hace por el margen derecho del río Poqueira y, el descenso, por el izquierdo. Otra idea es caminar por el Barranco del Poqueira entre los pueblos de la zona.

14:00

Almuerzo tradicional y exótico. En Capileira hay un restaurante llegado hace poco tiempo que bien merece la pena: El Jardín de los Sabores. Su carta tiene dos caras. En uno, sabores tradicionales alpujarreños. En otro, cocina india. Su jardín, con vistas panorámicas, es perfecto para disfrutar del entorno.

16:00

Laberinto de callejuelas. En la Plaza del Calvario de Capileira se ubica El Tilo, un barecito ideal para tomar café. Desde allí, varias callecitas descienden hasta la zona sur del pueblo, con preciosos recovecos, casas en las que te gustaría vivir y zonas que recuerdan la historia local como los antiguos lavaderos.

18:00

Recuerdos del viaje. Antes de irse hay que pasar, sí o sí, por varios establecimientos de la zona. La bodega La Moralea, en Pampaneira, cuenta con una increíble densidad de productos locales: desde cervezas artesanales y vinos alpujarreños hasta dulces o artesanías. La Abuela Ily tiene tantos sabores de chocolates que siempre es difícil elegir. Y no hay que olvidar las excelentes mermeladas de El Jardín, para decir hasta luego a La Alpujarra con el mejor sabor de boca.

OFERTA DÍA DE ANDALUCÍA

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Pedro Bailón: «En máquinas se forman familias muy fuertes»
Historias del mar

Pedro Bailón: «En máquinas se forman familias muy fuertes»

  A Pedro Bailón (Premià de Mar, 1992) el mar siempre le ha llamado la atención y, aunque hubo un tiempo en que dudó entre el trabajo en un buque y el de tierra, la atmósfera de la vida a bordo le cautivó. Actualmente es jefe de máquinas del Ciudad de Mahón, en el que forma parte de un equipo con un engranaje muy sólido.     P. ¿Cómo es el día a día en la sala de máquinas de un buque? R. Cada día es una nueva aventura y un nuevo reto. Siempre tienes experiencias nuevas que te hacen aprender y ser mejor día tras día. La máquina de un barco es un lugar peculiar,  donde nacen y se forman familias muy fuertes. En cada momento tienes a unos cuantos valientes luchando contra los retos que surgen. Más que hablar del día a día, realmente es un constante trabajo en equipo. Cada jornada se rige por unos trabajos de mantenimiento organizados que hacen que el corazón del barco funcione como un reloj suizo. A partir de aquí se reparte el trabajo a cada uno de los integrantes, porque todo suma y un poco de todos es mucho para el área de Máquinas y para el barco. Impera el buen estar, el buen hacer y el compañerismo; se intenta ser lo más profesional posible y estar a la altura de cada situación. En la vida a bordo también es muy importante saber gestionarse el tiempo... especialmente para la gente de Máquinas es muy importante el descanso, porque nunca sabes qué puede pasar.   P. ¿Cuáles son las cualidades de un jefe de máquinas? R. Sobre todo es imprescindible saber mantener los nervios. Si el jefe de máquinas se pone nervioso... lo contagia a todo el equipo. También es fundamental hacer equipo.   P. ¿Qué te motivó a trabajar en el mar y especializarte en Máquinas? R. Tengo una relación estrecha con el mar desde bien pequeño, cuando veraneaba con mis padres en la costa de Tarragona. La motivación de dedicarme al mar surge sobre todo de su inmensidad y de sus ‘cambios de humor’, que siempre me han fascinado. En cuanto a decantarme por  Máquinas, viene de mi inquietud... siempre me ha gustado investigar y conocer cómo funciona cualquier detalle; y qué mejor sitio que una sala de máquinas para saber el cómo, el cuándo y el porqué de todo. Soy un apasionado de la reparación en general y, además, me encanta la  mecánica.     P. ¿Alguna anécdota curiosa o momento que recordar? R. A bordo cada día es una nueva aventura. Pero si tengo que quedarme con algún momento seguro que sería mi primera vez dentro de una sala de máquinas; nunca lo olvidaré. Los olores de combustibles, que acabamos normalizando, y, por supuesto, el ruido. Evidentemente de anécdotas tengo mil y una, pero como digo, Máquinas es una familia y me quedo con todos los momentos difíciles donde entre todos se ha sacado todo adelante.   P. ¿Qué haces cuando estás desembarcado? R. Al final cuando estás en casa intentas hacer todo lo que no te ha dado tiempo durante tu embarque. Me describiría como un todoterreno; tengo varias facetas, pero la que más me define es mi afición por la pesca, a la cual dedico mucho de mi tiempo libre. También me gusta leer y practico mucho deporte. Me encanta pasar tiempo con los míos e intentar dedicarles mis mejores momentos. Además, disfruto mucho yendo a ver a mi equipo preferido al campo, el RCD Espanyol, y sufriendo con éste. También me estoy aficionando a la cocina, pero aún me falta practicar. Y por supuesto salir en moto.     Con el mar cerca Su pasión por el mar y la mecánica hizo que estudiase en la Facultad de Náutica de Barcelona. Ha trabajado en diferentes sitios, tanto a pie de muelle como a bordo, pasando por remolcadores, empresas de mantenimiento y buques de crucero. Pedro es tanto ‘de mar’, que incluso su  tiempo libre lo dedica a otra de sus pasiones, la pesca.      


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Las mejores playas gaditanas
Guías de viajes

Las mejores playas gaditanas

  La costa de Cádiz se enorgullece de contar con algunas de las playas más impresionantes de Europa, paisajes naturales de arena fina y virgen que invitan tanto al relax como a la emoción de deslizarse sobre las olas en una tabla de surf.     Las calas de Roche   Las calas de Roche son como el último sorbo de una buena copa de vino. La costa de Cádiz posee muchos tesoros escondidos capaces de sorprender al visitante, aunque no todos son de fácil acceso. Las calas de Roche son una sucesión de hermosas y pequeñas calas rodeadas de naturaleza y acantilados al norte de Conil. Contemplar el atardecer desde cualquiera de ellas representa una de las experiencias más maravillosas que se puede disfrutar en todo el litoral andaluz.     Una serie de senderos, que parten desde el mismo Conil, bordeando la costa, conducen hasta estas playas en forma de medialuna, difíciles de divisar a simple vista desde la carretera que discurre elevada y paralela al mar. Lo complicado de su orografía es parte de su encanto que, además, se ve fortalecido por su naturaleza efímera, ya que el hecho de poder llegar hasta ellas o gozar de su arena depende por completo del ritmo cadencioso de las mareas. Otro de sus encantos radica en que se han conservado completamente vírgenes, por lo que no disponen de chiringuitos, duchas, aseos o cualquier otro servicio; únicamente naturaleza en estado puro.     Cala Frailecillo, cala Encendida, cala Tío Juan Medina, cala Pato, cala Medina y cala Áspero son la media docena de calas que forman esta espectacular zona del litoral gaditano de apenas 600 metros de extensión. A todas ellas se accede por unas escalinatas excavadas en la roca que descienden desde los acantilados rojizos. Sus vistas son idílicas, el agua siempre cristalina y prácticamente sin oleaje, su olor inconfundible a salitre y, por supuesto, el sonido constante del vaivén de las olas como telón de fondo hacen que uno se sienta como en un cuento de hadas. Ideales para evadirse del mundo y del frenesí diario.        Dunas de Valdevaqueros   La playa de Valdevaqueros, la más bonita de Tarifa, es uno de los pocos lugares vírgenes que quedan en la Costa de la Luz, donde los valles de los ríos desembocan silenciosos en la playa y en la sierra litoral, ajenos al ajetreo de las olas mar adentro donde los amantes del windsurf y del esquí con cometa luchan por subirse a la gran ola. En primera línea de costa, en este edén natural de arena fina, 4 kilómetros de dunas móviles se desplazan al capricho de los vientos engullendo árboles, carreteras y amenazando con sepultar todo aquello que encuentren a su paso.     El médano de Valdevaqueros se formó como consecuencia de las acciones militares llevadas a cabo en la década de los cuarenta, en plena dictadura franquista, para acondicionar los terrenos que daban acceso a los cuarteles de la zona, y para cavar algunas trincheras que impidieran un posible desembarco aliado en la costa. La construcción de un foso de arena alargado paralelo a la costa entre la zona dunar y la orilla del mar, junto con los fuertes vientos de levante desplazaron la arena y provocaron un aumento de la franja dunar que aumenta, imparable, año tras año.    Actualmente, en los días de fuerte viento de levante, la arena invade totalmente la carretera A-2325, en la que habitualmente los turistas curiosos se hacen selfies con las señales de tráfico medio enterradas. Esos días, la vía se vuelve totalmente intransitable y los vecinos quedan incomunicados hasta que las máquinas excavadoras retiran las ingentes cantidades de arena que, a veces, llegan a alcanzar los 30 metros de altura.         Caños de Meca: Faro de Trafalgar   Caños de Meca todavía se asocia a esa imagen de la década de los sesenta en la que ostentaba el título de ser el rincón más hippie de la costa gaditana, frecuentado por bohemios, artistas y, en ocasiones, incluso por algunos de los miembros de la llamada movida madrileña, en busca de esa anhelada libertad. La misma que todavía persiguen hoy en día los que se acercan a este municipio en busca del contacto directo con la naturaleza, el mar, una dieta saludable, atardeceres de película y, sobre todo, la posibilidad de bajar las revoluciones de la vida estresada de las grandes ciudades.      El viento persistente, las dunas doradas y un pasado bucanero envuelven el faro de Trafalgar en una atmósfera misteriosa. Contemplar el atardecer frente a este baluarte histórico de 34 metros de altura representa una auténtica delicia. Solitario ante la inmensidad del océano, el faro se sitúa en una zona repleta de dunas doradas, extensas playas y una vegetación que a veces llega incluso hasta la arena. Una pasarela de madera serpentea por la costa, atravesando acantilados, desde donde se pueden observar infinitos tonos azulados que el océano dibuja según las corrientes. A lo lejos, los surfistas, windsurfistas y kitesurfistas buscan el viento de levante que les haga volar, ajenos al hecho de que hace algo más de 200 años, en este mismo escenario, se libraba la batalla de Trafalgar, un enfrentamiento naval entre la Armada Real Británica y las flotas combinadas de las Armadas francesa y española que tuvo lugar durante la guerra de la tercera coalición. La victoria, por cierto, cayó del lado inglés.     Desde el promontorio del faro, se puede bajar hasta la playa de Trafalgar, una enorme cala virgen de arena fina y dorada que se extiende a lo largo de 2 km desde el cabo hasta la playa de Zahora, al norte.       


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