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Cayetana Guillén-Cuervo: «Viajar forma parte de mi vida; me alimenta el alma y me enriquece»

Por PAULA NIETO


Con el legado de sus apellidos por bandera, Cayetana Guillén-Cuervo es una mujer perseverante que defiende la cultura del esfuerzo como única forma de lograr sus objetivos. Para desconectar de la saturación del día a día y conectar consigo misma, la actriz se refugia en las Baleares. En la isla de Ibiza, encuentra el equipaje que le hace feliz: playas, atardeceres y recuerdos únicos con su familia y amigos.

P. Con una larga trayectoria como actriz, periodista y presentadora, ¿con qué proyecto has podido disfrutar más?

R. Hay varios proyectos en mi vida que valoro especialmente. Versión española es algo fundamental que se ha transformado en una manera de vivir. Fue una decisión muy temprana que se ha convertido en un activismo cultural motivado por el legado de mis padres, quienes me enseñaron el valor de la cultura para el ser humano. En teatro, El malentendido fue realmente importante porque era un homenaje a mi padre. Con El abuelo, que estuvo nominada a mejor película de habla no inglesa en los Óscar, me dieron el premio del Círculo de Escritores Cinematográficos. En televisión destacaría El Ministerio del Tiempo como serie en la que he podido realizar un personaje con el que he sido plenamente feliz como ser humano y profesional. 

P. Rodeada de una familia de artistas, ¿alguna vez te has sentido presionada en el mundo de la cultura?  

R. Nunca. He llevado siempre mis apellidos con muchísimo orgullo e ilusión, y he sentido que son un legado maravilloso con el que debía estar a la altura. Estoy tan orgullosa de ese Guillén-Cuervo que incluso lo he unido legalmente en honor a toda la labor que hicieron mis padres en una España muy difícil. Durante la dictadura estrenaron los autores prohibidos por este régimen mientras luchaban por hacer reflexionar a los espectadores a través de los textos de Estudio 1, su compañía. 

P. Tu papel de Irene Larra en la serie El Ministerio del Tiempo ha sido un 'boom' que te ha abierto horizontes en las redes sociales. ¿Te sientes arropada en la nube?  

R. El personaje de Irene Larra ha sido un ‘boom’ en todos los sentidos. Me siento muy afortunada de haberlo podido interpretar. Se ha convertido en un referente para el mundo LGTB, sobre todo para las lesbianas. Ser un referente de ficción en un mundo tan machacado y que sigue necesitando reivindicar su dignidad y su diversidad tiene mucha coherencia con mi forma de vida. Por ello, me siento arropada en la nube, sí. Me gusta estar activa, me gustan las redes sociales y para mí son un brazo de mi profesión; las considero algo muy importante. 

P. Hace dos años publicaste un libro muy especial motivado por la enfermedad de tu padre, ¿volverás a coger la pluma?  

R. El proyecto de mi libro Los abandonos partió del momento en que viví la pérdida de mi padre. Este hecho me hizo reflexionar sobre los abandonos que vivimos a lo largo de la vida y cómo estos nos van convirtiendo en otras personas. Son pruebas que vamos superando y que nos van cambiando, y hay que intentar que nos hagan mejores personas. ¿Volveré a coger la pluma? Eso espero, me gusta muchísimo escribir. 

P. Sueles hablar de la cultura del esfuerzo. ¿De dónde viene ese empeño? 

R. La cultura del esfuerzo viene de mi legado, de ese Guillén-Cuervo. Realmente, solo con el esfuerzo, la perseverancia y la constancia se consigue tener resultados con una base sólida. No se trata de ir a lo fácil, sino a lo coherente contigo mismo y a algo que realmente te de unos frutos estables y a largo plazo, es decir, una carrera sostenible.

La actriz y periodista Cayetana Guillén-Cuervo visita el puente de mando del buque
Cecilia Payne. Fuente: Omar Ayyashi

P. Con la cantidad de trabajo que tienes, debes necesitar pequeños momentos de desconexión. ¿Cuál es tu lugar predilecto para reiniciar?

R. Para mí es importantísimo desconectar de la saturación y conectar contigo mismo. La isla de Ibiza para mí es eso. Allí tengo muchos amigos, me encanta salir a comer y cenar, ir en barquito... Amo Ibiza, es mi segunda casa. Me casé allí y llevo en ese lugar toda la vida. 

P. ¿Qué significa para ti poder viajar? ¿Qué te gusta de hacerlo en barco?  

R. Poder viajar es poder sentirme libre, salir de unos esquemas y distraer mi mente. Viajar forma parte de mi vida; me alimenta el alma y me enriquece. Además, para el trayecto a Ibiza me gusta mucho coger el barco, meter el coche y sentir que empiezan unas vacaciones largas. Me gusta mucho hacerlo con Baleària porque me siento muy segura, lo relaciono con que empiezan las vacaciones, el verano y un momento familiar y de amistades intenso. Un momento dulce de cargar las pilas para poder dar lo mejor de mí misma el resto del año. Esa experiencia empieza en ese barco de Baleària, en ese trayecto entre Dénia e Ibiza que ya forma parte del sueño, porque es muy importante hacerlo bien, cómoda y segura. 

P. ¿Qué encuentras en Ibiza para sentirla como tu hogar?  

R. En la isla encuentro amigos, recuerdos de toda una vida, ganas de vivir, tiempo de descanso y libertad. Ahora mismo, con la pandemia, me recuerda a la Ibiza de hace veinte años: una isla más de naturaleza, de chiringuitos en la playa, de atardeceres, de luna llena. En Ibiza encuentro todo lo que me hace feliz. 

P. ¿Cuál es ese rincón favorito que nunca te puede faltar en una escapada a Ibiza?  

R. Tengo algún rincón secreto que no puedo decir porque si lo cuento no mola (risas). Entre los sitios que más me gustan se encuentra La Escollera, uno de mis rincones favoritos en el mundo con Dani de mi alma. Es Xarcu también es uno de mis preferidos, amo ese sitio y a su dueña, Cari, y también Can Pau con Alba Pau. La gente de la isla es lo mejor del mundo.

Cayetana Guillén-Cuervo posa en el puerto de Dénia junto a Lobo. Fuente: Omar Ayyashi

P. Desde hace varios años, Cayetana Guillén-Cuervo y la moda Adlib van de la mano. ¿Te sientes identificada con el estilo ibicenco?  

R. Sí, me gusta mucho la moda Adlib. Los diseños de Charo Ruiz y Virgina Abal son mis favoritos, y los de Vintage Ibiza también. Hay diseñadores realmente chulos en la moda Adlib. Yo voy vestida con estilo ibicenco todo el verano porque son prendas de buen algodón y con diseños muy monos. No necesitas otra cosa que un vestido cortito y de algún color suave para moverte por la playa; es una moda muy adecuada para la vida que se hace en la isla. 

P. ¿En qué empleas tu tiempo libre?

R. A estar con la familia y los amigos. Para mí, los amigos son de primera necesidad en la vida, tan importantes como la familia. Además, me gusta leer, ver películas, hacer yoga y estar en la naturaleza. Aunque, sobre todo, viajar.

TEXTO: PAULA NIETO
FOTOS: OMAR AYYASHI

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Callejones empedrados, fachadas blancas, puertas de colores y flores que cuelgan de cada balcón. Subir a la catedral lleva su tiempo, pero el esfuerzo tiene su recompensa: una vista panorámica y sin filtros sobre el puerto, los barcos que zarpan hacia Formentera y las azoteas encaladas. Cada rincón de Dalt Vila pide una foto, pero también una pausa.   2. Un balcón al sol del atardecer Mirador de Sa Foradada (Mallorca) Desde Son Marroig, una histórica finca situada entre Valldemossa y Deià, parte el sendero que lleva a uno de los miradores más celebrados de la isla. Sa Foradada, con su emblemático templete de mármol de Carrara, ofrece un contraluz casi teatral al atardecer, un lugar convertido en templo para los creadores de contenidos e instagrammers, sobre todo para los interesados en fotografías de viaje, estilo de vida y bodas. La combinación del mar abierto, el perfil rocoso y el cielo incendiado convierte cada fotografía en una promesa de eternidad. Muchos optan por sentarse en el pequeño bar-mirador y ver el espectáculo con una copa de vino local. Otros bajan hasta el nivel del mar en una ruta más exigente, pero también más íntima. Sea cual sea tu opción, la cámara es casi un requisito.     Valldemossa (Mallorca)     3. Calas hermanas Cala Macarella y Macarelleta (Menorca) Reserva de la Biosfera desde 1993, Menorca guarda rincones donde la huella humana apenas es visible. Macarella y Macarelleta, dos calas vecinas enmarcadas por acantilados calizos y un frondoso pinar, parecen sacadas de una postal. Su entorno bien conservado y sus aguas turquesa las han convertido en iconos del litoral menorquín. El acceso requiere una caminata de unos 40 minutos desde Cala Galdana. Cada paso vale la pena, especialmente si el objetivo es disfrutar y captar la luz, el azul de sus aguas y la arena blanca y fina. Para los amantes de la fotografía, el juego de luces y sombras por la mañana ofrece un espectáculo visual en constante cambio.     Cala Macarella (Menorca)   4. El acantilado al azul infinito Ses Balandres (Ibiza) En la costa noroeste de Ibiza, entre Santa Agnès de Corona y el mar, se esconde un lugar con vistas de ensueño. Este mirador natural, conocido como Ses Balandres, ofrece una de las panorámicas más espectaculares de la isla. Frente al visitante, el azul infinito del Mediterráneo; bajo sus pies, una caída vertiginosa hacia acantilados escarpados y un puñado de islotes que salpican el horizonte. En este espacio singular se respira una tranquilidad que lo convierte en santuario para quienes buscan una Ibiza más salvaje y silenciosa. El mejor momento del día para dejarse hipnotizar por su magia, sin duda, es al atardecer, cuando el cielo se tiñe de fuego.   5. Nostalgia rural Molinos de viento en Sant Francesc (Formentera) Formentera, la más pequeña de las Pitiusas, cuenta con playas infinitas, pero también con un paisaje rural que ha resistido el paso del tiempo. En los alrededores de Sant Francesc, capital pintoresca, silenciosa y luminosa de la isla, los molinos de viento son testigos de otras épocas. Construidos principalmente entre los siglos XVIII y XIX en la zona de Sa Miranda, estos emblemáticos edificios desempeñaron un papel crucial en la molienda de cereales, en una época en la que la agricultura era la base de la economía local. El Molí Vell de la Mola, por ejemplo, ofrece visitas guiadas y una visión muy completa de la antigua vida isleña. Es al amanecer cuando estas construcciones reflejan su mejor luz: las aspas recortadas contra el cielo, los colores suaves del campo y esa atmósfera tranquila que hace que cada foto parezca pensada para tu feed.     Molino de viento en Sant Francesc (Formentera)   6. La cala escondida que todos sueñan Cala Varques (Mallorca) Hay calas que parecen creadas para una imagen única y Cala Varques es uno de esos lugares que quedarán en tu memoria. Alejada de urbanizaciones y del bullicioso ruido, protegida por un bosque y flanqueada por acantilados, esta playa virgen situada en la costa este de Mallorca (Manacor) conserva su esencia más salvaje. Los visitantes no encontrarán chiringuitos, tampoco hamacas o caminos asfaltados, solo un paisaje natural para tu deleite a media hora de caminata entre pinos y tierra rojiza. Una vez allí, quedarás atrapado por la belleza de un entorno irrepetible. Con aproximadamente 70 metros de longitud y 50 metros de anchura, esta playa de arena blanca y aguas cristalinas está rodeada de acantilados bajos y un frondoso bosque de pinos, lo que le confiere un entorno natural y aislado. Puedes capturarla desde la arena, buscando encuadres íntimos entre pinos y rocas; desde el mar, accediendo en barco para obtener panorámicas únicas del litoral; o incluso a vista de dron, donde la cala revela toda su geometría natural y su contraste de colores.   7. Un salto al vacío y al horizonte Pont d’en Gil (Menorca) En la costa oeste de Menorca, cerca de Ciutadella, se encuentra esta formación rocosa que parece trazada con escuadra y compás. Un arco natural de piedra caliza que se precipita sobre el mar como si fuera una pasarela secreta hacia el infinito. El lugar ha ganado popularidad entre los que buscan atardeceres menos convencionales. Los últimos rayos de sol se cuelan bajo el arco y tiñen el agua de reflejos dorados. Accesible en coche y luego a pie, también se puede explorar en kayak. Un rincón perfecto para los que quieren sorprender a sus seguidores.   8. El Caribe sin pasaporte Playa de Ses Illetes (Formentera) Ses Illetes es una de esas playas que no necesita filtros. Arena fina y blanca, aguas de color turquesa y una lengua de tierra que parece flotar entre dos mares. No en vano es considerada entre las mejores playas del mundo. Está situada en el Parque Natural de Ses Salines, y su acceso está regulado para proteger el entorno. Lo ideal es llegar en bicicleta o a pie desde el puerto de La Savina. El paseo es, sin duda, parte de la experiencia. Desde el extremo de la playa, se pueden tomar fotos que parecen montajes: horizonte azul, barquitos dispersos y el islote de Espalmador de fondo.     Playas de Ses Illetes (Formentera)     9. Belleza de piedra y silencio Valldemossa (Mallorca) El alma de la sierra de Tramuntana es Valldemossa. Este pequeño pueblo mallorquín, de piedra dorada y calles empedradas, es pura poesía arquitectónica. Sus fachadas adornadas con macetas y azulejos devocionales, las persianas verdes, las puertas robustas y los tejados de teja antigua conforman un escenario que atrapa. Valldemossa fue refugio de artistas, escritores y músicos como Frédéric Chopin, George Sand, Rubén Darío, Unamuno y Azorín, y su legado aún resuena entre los muros de su Cartuja, mandada construir por el rey Sancho I en el siglo XIII. Para los fotógrafos, el momento mágico llega con las primeras luces de la mañana o justo antes del anochecer, cuando el pueblo se vacía y recupera la calma.     10. El fin del mundo balear Faro de Cap de Barbaria (Formentera) En el sur de Formentera, la carretera se estrecha hasta convertirse en una línea que se pierde en el horizonte. Al final, sobre un promontorio que cae al mar, se levanta el faro de Cap de Barbaria. El camino es tan fotogénico como el faro mismo: una recta flanqueada por campos secos, muros de piedra y silencio. Al atardecer, la luz lo cambia todo: el cielo se llena de color, los contornos se suavizan y cada ángulo pide una instantánea. Es uno de esos momentos en los que solo tienes que apretar el botón de la cámara de tu móvil y dejar que el paisaje haga el resto.     Faro de Cap de Barbaria (Formentera)  


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  Carlos Arrillaga Rejano ha cumplido la mayoría de edad a bordo de Baleària como Coordinador de Embarque de nuestra nueva ruta entre Tarifa y Tánger Ville.   A lo largo de 18 años, nos ha acompañado a través de los departamentos de Operaciones, Taquillas y control de vehículos en Algeciras. Hoy queremos conocer un poco más cómo ha vivido el reto mayúsculo de abrir una nueva línea tan esperada como esta.   P. ¿Qué ha supuesto a nivel personal y profesional la apertura de la línea Tarifa-Tánger Ville? Profesionalmente está suponiendo un reto importante para mí, el cual estoy asumiendo con muchas ganas e ilusión. Es una gran oportunidad y me siento muy afortunado de poder estar trabajando para que todo salga bien. En el ámbito personal, resido en Tarifa y poder trabajar cerca de casa es muy gratificante.    P. ¿Cuál ha sido el mayor desafío logístico en la puesta en marcha de esta nueva ruta en el puerto de Tarifa? Coordinar la operativa propia de los embarques y funcionamiento diario, con la formación simultánea del personal de nueva incorporación y atender todas las necesidades propias de la delegación. Gracias al esfuerzo y colaboración de todas las personas y departamentos implicados está saliendo todo bien. En muy pocos días se ha conseguido tener completamente operativa la delegación.   P. ¿Cómo se coordina el trabajo entre el equipo en tierra, el barco y los servicios portuarios para que cada escala sea eficiente? Es muy importante y necesaria la comunicación y la previsión. Este es un puerto pequeño, pero con gran afluencia de pasajeros. Por eso es imprescindible que la comunicación sea constante y fluida. Existe mucha implicación por parte de todos los actores involucrados, colaborando en el buen funcionamiento de todos los servicios portuarios, así como las escalas de los buques.   P. ¿Qué aprendizajes te llevas de esta puesta en marcha que podrían aplicarse a futuras aperturas de rutas? Lo importante que es el trabajo en equipo, la colaboración de todos los departamentos implicados y la comunicación. Así como poder dar oportunidad a las personas de implicarse en nuevos proyectos.   P. ¿Qué sensación tienes al ver esta ruta ya operativa después del trabajo de preparación? Estoy muy contento y orgulloso. Hemos conseguido en poco tiempo hacer un buen equipo de personas. Y esperando que sigamos creciendo en esta nueva ruta para alcanzar, o incluso superar, los objetivos depositados en esta nueva línea.  


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