Categories Navigation
Chimeneas: la distinción de las navieras
Blog entreolas

Chimeneas: la distinción de las navieras

Por Javier Ortega Figueiral


23564311378_577fc90448_obaja

Durante décadas, la mayor parte de barcos mercantes y de pasaje tenían su casco pintado de negro. El motivo era simple: se trataba de un color más sufrido en tiempos en que el carbón era el combustible más utilizado para alimentar las calderas. A su vez, la superestructura solía pintarse de blanco para que las zonas de pasaje no fueran innecesariamente calurosas en los meses de verano. 

En contraste con ese negro y ese blanco, en la parte más alta de los barcos estaban las chimeneas a las que compañías como la histórica Cunard Line Ltd., naviera británica fundada en 1839 por el magnate Samuel Cunard, empezaron a sacarle partido pintándolas con colores como el rojo para distinguir sus barcos de los de otras compañías. Esa fue una costumbre que luego se extendió por otras compañías, que jugaban con colores corporativos propios o bien escudos, logotipos o contraseñas pintados en la salida de humos, a modo de imagen corporativa.

 


La Cunard empezó a pintar de rojo sus chimeneas para distinguirse de sus competidores.

 

Algunas navieras acabaron asociadas de forma tan clara con los colores de sus chimeneas que sus nombres oficiosos se comieron a los reales y se convirtieron en nombres de facto de estas sociedades. Por ejemplo, la naviera cuyo nombre en el registro era 'Alfred Holt & Company' acabó siendo más conocida como Blue Funnel Line (la línea de la chimenea azul). Algo muy parecido pasó con la Royal Mail Steam Packet Company de Southampton que unía esta ciudad con la isla de Wight: el nombre por el que ha sido conocida durante más de 150 años como la Red Funnel (chimenea roja).

 

Cuestión de número y prestigio

A finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del XX, el número de chimeneas que llevaban los barcos se asoció con conceptos como potencia, velocidad y fiabilidad, pues se entendía que, de cara a la galería, a más chimeneas, el buque tenía más motores. Por esta razón, varios de los grandes transatlánticos históricos llevaban más chimeneas de las necesarias, ya fuera por cuestiones estéticas, pues llevar cuatro parecía más equilibrado que tres, o bien por destacarse de nuevo de la competencia.

 


Las chimeneas del Isla de Botafoc, barco que firmó parte de la flota de Baleària hasta 2010, estaban pintadas en azul y naranja.

 

Uno de los ejemplos más conocidos de esta estrategia era el célebre RMS Titanic de White Star Line: las tres chimeneas delanteras eran útiles, mientras que la cuarta era una enorme estructura vacía. También el SS Imperator de la Hamburg America Line tenía una chimenea más de las necesarias en coincidencia con el Normandie, de la Compagnie Générale Transatlantique: tenía tres chimeneas, aunque solo necesitaba dos. En este último caso, en lugar de ser una estructura vacía, se aprovechó para ser la acomodación para los perros y animales de compañía durante las travesías transatlánticas.

Esos tiempos ya quedaron atrás y hoy son muy raras las navieras que tienen en mente encargar a un arquitecto naval más escapes de gases y humos de los necesarios. Una excepción a ello es la naviera Disney Cruise Line: sus barcos, que pretenden rememorar a grandes transatlánticos, solo necesitan una chimenea, aunque haciendo un guiño al pasado, estos llevan dos chimeneas gemelas: ambas son rojas y llevan un escudo el logotipo de las orejas del ratón Mickey. En su interior, la de de proa es un club para jóvenes con forma ovalada.

 

Las chimeneas de Baleària

En los primeros tiempos de la compañía, las chimeneas de Baleària eran de tres colores: azul con naranja en la base, además de en el perfil del barco-logotipo y blanco con el nombre de la naviera. En una versión posterior tanto el perfil del barco como el nombre de la empresa se unificaron en blanco y el azul siguió siendo el color principal, prescindiendo del color naranja.

 


El anterior diseño de las chimeneas de Baleària, en blanco y azul, con el perfil de un barco y el nombre de la naviera.

 

En la última versión, la B de Baleària, justo en el centro de la chimenea, es el logo que distingue a los barcos de la compañía además del característico verde con el que está pintado parte del casco en la parte de popa y las enormes letras con el nombre de la sociedad en ambos costados salvo en el buque que opera en conjunto con Fred Olsen Express para la línea con canarias: por babor luce el nombre  de una naviera y por estribor, otro igual que en la chimenea, repartida al 50% en este caso.

 


Otra versión de las chimeneas de la compañía, luciendo únicamente el nombre.

Asset Publisher
Pedro Bailón: «En máquinas se forman familias muy fuertes»
Historias del mar

Pedro Bailón: «En máquinas se forman familias muy fuertes»

  A Pedro Bailón (Premià de Mar, 1992) el mar siempre le ha llamado la atención y, aunque hubo un tiempo en que dudó entre el trabajo en un buque y el de tierra, la atmósfera de la vida a bordo le cautivó. Actualmente es jefe de máquinas del Ciudad de Mahón, en el que forma parte de un equipo con un engranaje muy sólido.     P. ¿Cómo es el día a día en la sala de máquinas de un buque? R. Cada día es una nueva aventura y un nuevo reto. Siempre tienes experiencias nuevas que te hacen aprender y ser mejor día tras día. La máquina de un barco es un lugar peculiar,  donde nacen y se forman familias muy fuertes. En cada momento tienes a unos cuantos valientes luchando contra los retos que surgen. Más que hablar del día a día, realmente es un constante trabajo en equipo. Cada jornada se rige por unos trabajos de mantenimiento organizados que hacen que el corazón del barco funcione como un reloj suizo. A partir de aquí se reparte el trabajo a cada uno de los integrantes, porque todo suma y un poco de todos es mucho para el área de Máquinas y para el barco. Impera el buen estar, el buen hacer y el compañerismo; se intenta ser lo más profesional posible y estar a la altura de cada situación. En la vida a bordo también es muy importante saber gestionarse el tiempo... especialmente para la gente de Máquinas es muy importante el descanso, porque nunca sabes qué puede pasar.   P. ¿Cuáles son las cualidades de un jefe de máquinas? R. Sobre todo es imprescindible saber mantener los nervios. Si el jefe de máquinas se pone nervioso... lo contagia a todo el equipo. También es fundamental hacer equipo.   P. ¿Qué te motivó a trabajar en el mar y especializarte en Máquinas? R. Tengo una relación estrecha con el mar desde bien pequeño, cuando veraneaba con mis padres en la costa de Tarragona. La motivación de dedicarme al mar surge sobre todo de su inmensidad y de sus ‘cambios de humor’, que siempre me han fascinado. En cuanto a decantarme por  Máquinas, viene de mi inquietud... siempre me ha gustado investigar y conocer cómo funciona cualquier detalle; y qué mejor sitio que una sala de máquinas para saber el cómo, el cuándo y el porqué de todo. Soy un apasionado de la reparación en general y, además, me encanta la  mecánica.     P. ¿Alguna anécdota curiosa o momento que recordar? R. A bordo cada día es una nueva aventura. Pero si tengo que quedarme con algún momento seguro que sería mi primera vez dentro de una sala de máquinas; nunca lo olvidaré. Los olores de combustibles, que acabamos normalizando, y, por supuesto, el ruido. Evidentemente de anécdotas tengo mil y una, pero como digo, Máquinas es una familia y me quedo con todos los momentos difíciles donde entre todos se ha sacado todo adelante.   P. ¿Qué haces cuando estás desembarcado? R. Al final cuando estás en casa intentas hacer todo lo que no te ha dado tiempo durante tu embarque. Me describiría como un todoterreno; tengo varias facetas, pero la que más me define es mi afición por la pesca, a la cual dedico mucho de mi tiempo libre. También me gusta leer y practico mucho deporte. Me encanta pasar tiempo con los míos e intentar dedicarles mis mejores momentos. Además, disfruto mucho yendo a ver a mi equipo preferido al campo, el RCD Espanyol, y sufriendo con éste. También me estoy aficionando a la cocina, pero aún me falta practicar. Y por supuesto salir en moto.     Con el mar cerca Su pasión por el mar y la mecánica hizo que estudiase en la Facultad de Náutica de Barcelona. Ha trabajado en diferentes sitios, tanto a pie de muelle como a bordo, pasando por remolcadores, empresas de mantenimiento y buques de crucero. Pedro es tanto ‘de mar’, que incluso su  tiempo libre lo dedica a otra de sus pasiones, la pesca.      


Read more
Las mejores playas gaditanas
Guías de viajes

Las mejores playas gaditanas

  La costa de Cádiz se enorgullece de contar con algunas de las playas más impresionantes de Europa, paisajes naturales de arena fina y virgen que invitan tanto al relax como a la emoción de deslizarse sobre las olas en una tabla de surf.     Las calas de Roche   Las calas de Roche son como el último sorbo de una buena copa de vino. La costa de Cádiz posee muchos tesoros escondidos capaces de sorprender al visitante, aunque no todos son de fácil acceso. Las calas de Roche son una sucesión de hermosas y pequeñas calas rodeadas de naturaleza y acantilados al norte de Conil. Contemplar el atardecer desde cualquiera de ellas representa una de las experiencias más maravillosas que se puede disfrutar en todo el litoral andaluz.     Una serie de senderos, que parten desde el mismo Conil, bordeando la costa, conducen hasta estas playas en forma de medialuna, difíciles de divisar a simple vista desde la carretera que discurre elevada y paralela al mar. Lo complicado de su orografía es parte de su encanto que, además, se ve fortalecido por su naturaleza efímera, ya que el hecho de poder llegar hasta ellas o gozar de su arena depende por completo del ritmo cadencioso de las mareas. Otro de sus encantos radica en que se han conservado completamente vírgenes, por lo que no disponen de chiringuitos, duchas, aseos o cualquier otro servicio; únicamente naturaleza en estado puro.     Cala Frailecillo, cala Encendida, cala Tío Juan Medina, cala Pato, cala Medina y cala Áspero son la media docena de calas que forman esta espectacular zona del litoral gaditano de apenas 600 metros de extensión. A todas ellas se accede por unas escalinatas excavadas en la roca que descienden desde los acantilados rojizos. Sus vistas son idílicas, el agua siempre cristalina y prácticamente sin oleaje, su olor inconfundible a salitre y, por supuesto, el sonido constante del vaivén de las olas como telón de fondo hacen que uno se sienta como en un cuento de hadas. Ideales para evadirse del mundo y del frenesí diario.        Dunas de Valdevaqueros   La playa de Valdevaqueros, la más bonita de Tarifa, es uno de los pocos lugares vírgenes que quedan en la Costa de la Luz, donde los valles de los ríos desembocan silenciosos en la playa y en la sierra litoral, ajenos al ajetreo de las olas mar adentro donde los amantes del windsurf y del esquí con cometa luchan por subirse a la gran ola. En primera línea de costa, en este edén natural de arena fina, 4 kilómetros de dunas móviles se desplazan al capricho de los vientos engullendo árboles, carreteras y amenazando con sepultar todo aquello que encuentren a su paso.     El médano de Valdevaqueros se formó como consecuencia de las acciones militares llevadas a cabo en la década de los cuarenta, en plena dictadura franquista, para acondicionar los terrenos que daban acceso a los cuarteles de la zona, y para cavar algunas trincheras que impidieran un posible desembarco aliado en la costa. La construcción de un foso de arena alargado paralelo a la costa entre la zona dunar y la orilla del mar, junto con los fuertes vientos de levante desplazaron la arena y provocaron un aumento de la franja dunar que aumenta, imparable, año tras año.    Actualmente, en los días de fuerte viento de levante, la arena invade totalmente la carretera A-2325, en la que habitualmente los turistas curiosos se hacen selfies con las señales de tráfico medio enterradas. Esos días, la vía se vuelve totalmente intransitable y los vecinos quedan incomunicados hasta que las máquinas excavadoras retiran las ingentes cantidades de arena que, a veces, llegan a alcanzar los 30 metros de altura.         Caños de Meca: Faro de Trafalgar   Caños de Meca todavía se asocia a esa imagen de la década de los sesenta en la que ostentaba el título de ser el rincón más hippie de la costa gaditana, frecuentado por bohemios, artistas y, en ocasiones, incluso por algunos de los miembros de la llamada movida madrileña, en busca de esa anhelada libertad. La misma que todavía persiguen hoy en día los que se acercan a este municipio en busca del contacto directo con la naturaleza, el mar, una dieta saludable, atardeceres de película y, sobre todo, la posibilidad de bajar las revoluciones de la vida estresada de las grandes ciudades.      El viento persistente, las dunas doradas y un pasado bucanero envuelven el faro de Trafalgar en una atmósfera misteriosa. Contemplar el atardecer frente a este baluarte histórico de 34 metros de altura representa una auténtica delicia. Solitario ante la inmensidad del océano, el faro se sitúa en una zona repleta de dunas doradas, extensas playas y una vegetación que a veces llega incluso hasta la arena. Una pasarela de madera serpentea por la costa, atravesando acantilados, desde donde se pueden observar infinitos tonos azulados que el océano dibuja según las corrientes. A lo lejos, los surfistas, windsurfistas y kitesurfistas buscan el viento de levante que les haga volar, ajenos al hecho de que hace algo más de 200 años, en este mismo escenario, se libraba la batalla de Trafalgar, un enfrentamiento naval entre la Armada Real Británica y las flotas combinadas de las Armadas francesa y española que tuvo lugar durante la guerra de la tercera coalición. La victoria, por cierto, cayó del lado inglés.     Desde el promontorio del faro, se puede bajar hasta la playa de Trafalgar, una enorme cala virgen de arena fina y dorada que se extiende a lo largo de 2 km desde el cabo hasta la playa de Zahora, al norte.       


Read more