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Las Baleares: plató natural
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Las Baleares: plató natural

Por Jesús Torné


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Desde que en 1926 se rodara en Mallorca El secreto de la pedriza, la primera película filmada en las Islas, muchos han sido los cineastas que han inmortalizado en el celuloide el variado paisaje y edificios históricos de las Baleares.

 

1:

El Verdugo
(Luis García Berlanga, 1963)

Las Cuevas del Drach y Palma en una obra maestra

Las imágenes de Nino Manfredi, Pepe Isbert y Emma Penella en Mallorca fueron inmortalizadas en esta obra maestra del cine español. Toda ella. Desde que los tres llegan al puerto de Palma, banda de música incluida, su estancia en el barrio de Can Bárbara, y hasta esa mítica escena en la que un guardia civil llama en pleno espectáculo turístico de las Cuevas del Drach a Manfredi para que se incorpore a su nuevo oficio de verdugo. Berlanga tenía claro que la cinta debía rodarse en gran medida en la isla y la convirtió así en un personaje más en este cáustico retrato del franquismo y de la España del boom turístico.


2:
Muerte bajo el sol
(Guy Hamilton, 1982)

Raixa como escenario del crimen

Guy Hamilton, director de célebres películas de James Bond, estaba enamorado de Mallorca hasta el punto de que se retiró y murió aquí. No es extraño, pues, que rodara en la isla esta adaptación de Muerte bajo el sol, de Agatha Christie. Cala Fornells, Formentor, Dragonera, Cala Deià y sobre todo la finca de Raixa son algunos de los escenarios donde se rodó este éxito de público. Debido, en parte, al gran y británico elenco, con nombres como Peter Ustinov, James Mason y Maggie Smith.

 

Cala Deià, escenario de 'Muerte bajo el sol'. Foto: Tolo Balaguer

 

3:
El atlas de las nubes
(Tom Tykwer, Lilly Wachowski, Lana Wachowski, 2012)

El Torrent de Pareis en la gran pantalla

La potencia de las imágenes de esta superproducción de los directores de Matrix es indiscutible. Entre saltos en el tiempo aparecen paisajes de Mallorca como Sa Calobra, el Puig Major, Formentor o s’Agulla des Frare. Tom Hanks y Hale Berry rodaron algunas de las escenas en la isla.

 

S'Agulla des Frares aparece en 'El Atlas de las nubes'. Foto: Tolo Balaguer


4:
Yo
(Rafa Cortés, 2007)

La idiosincrasia mallorquina

Nadie mejor que un mallorquín para dirigir esta película sobre un alemán que llega a Estellencs y que tiene que defenderse de algo que no ha cometido. Ahora que el cine español recibe premios por películas pequeñas con actores y actrices no profesionales (Alcarrás, Seis días corrientes…) es una buena ocasión para redescubrir esta laureada película.


5:
El mar
(Agustí Villaronga, 2000)

El aislamiento en el sanatorio de Caubet

En un recorrido cinematográfico por las Islas no podía faltar Agustí Villaronga. Esta adaptación de una novela del también mallorquín Blai Bonet rodada íntegramente en la isla contiene todos los ingredientes de su cinematografía: angustia, crueldad, dilemas morales… El escenario principal es el sanatorio para tuberculosos de Caubet, en Bunyola, actualmente Hospital Joan March.

 

En el Sanatorio de Caubet se rodó 'El mar'. Foto: Tolo Balaguer

 

6:
Lucía y el sexo
(Julio Medem, 2001)

La belleza de Formentera

Este éxito del director vasco Julio Medem es un claro ejemplo de promoción turística a través del cine. Muchos descubrieron en ella la belleza de esta joya del Mediterráneo. En gran medida, este éxito de crítica y taquilla se debe a un Medem en estado de gracia y a la emblemática banda sonora de Alberto Iglesias. Paz Vega dirigiéndose en moto al faro de Barbaria es un icono.

 

7:
Quién puede matar a un niño
(Narciso Ibáñez Serrador, 1976)

El terror de Chicho en Menorca

Chicho rodó en varias localizaciones españolas esta terrorífica historia en la que los niños se  vengan de las injusticias de los adultos. Todos los que hayan estado en Fornells lo reconocerán cuando la pareja de turistas, ella embarazada, llegan a una isla ante la inquietante mirada de unos niños. “No os hagáis daño”, les dice ella, pobre ingenua, cuando les ayudan a atracar el bote.

 

8:
F for fake
(Orson Welles, 1973)

Eivissa en la metacopia de Orson Welles

Esta obra de culto del autor de Ciudadano Kane es una de las precursoras del falso documental. Welles parte de Clifford Irving, acusado de plagiar un libro, y del falsificador de cuadros Elmyr d’Hory, quien vivió en Eivissa, para hacer este (¿falso?) documental. El mismo Welles describe a Eivissa en la película. Consta, dice, de una parte “tranquila y española” y de otra propia de “una isla al sol”.


9:
El vent de l’illa
(Gerard Gormezano, 1988)

La Menorca de la ocupación británica

Este proyecto personal del director de fotografía Gerard Gormezano ambientado en el siglo XVIII se enmarca durante la ocupación británica de Menorca y lo protagoniza John Armstrong, autor del primer estudio sobre la isla. Este oficial y científico es uno de los vértices de un triángulo amoroso. Lo completa una pintora inglesa y una mujer de Ciutadella.

 

Ciutadella es protagonista en 'El vent de l'illa'. Foto: Bep Al·lès


10:
Eivissa Occidente
(Günter Schwaiger, 2011)

La meca de la música dance

Documental del director austríaco afincado en España Günter Schwaiger sobre la noche ibicenca y más concretamente sobre la escena dance y los motivos que han convertido a la isla en la meca de la música tecno, algo así como el Hollywood de este género.

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Pedro Bailón: «En máquinas se forman familias muy fuertes»
Historias del mar

Pedro Bailón: «En máquinas se forman familias muy fuertes»

  A Pedro Bailón (Premià de Mar, 1992) el mar siempre le ha llamado la atención y, aunque hubo un tiempo en que dudó entre el trabajo en un buque y el de tierra, la atmósfera de la vida a bordo le cautivó. Actualmente es jefe de máquinas del Ciudad de Mahón, en el que forma parte de un equipo con un engranaje muy sólido.     P. ¿Cómo es el día a día en la sala de máquinas de un buque? R. Cada día es una nueva aventura y un nuevo reto. Siempre tienes experiencias nuevas que te hacen aprender y ser mejor día tras día. La máquina de un barco es un lugar peculiar,  donde nacen y se forman familias muy fuertes. En cada momento tienes a unos cuantos valientes luchando contra los retos que surgen. Más que hablar del día a día, realmente es un constante trabajo en equipo. Cada jornada se rige por unos trabajos de mantenimiento organizados que hacen que el corazón del barco funcione como un reloj suizo. A partir de aquí se reparte el trabajo a cada uno de los integrantes, porque todo suma y un poco de todos es mucho para el área de Máquinas y para el barco. Impera el buen estar, el buen hacer y el compañerismo; se intenta ser lo más profesional posible y estar a la altura de cada situación. En la vida a bordo también es muy importante saber gestionarse el tiempo... especialmente para la gente de Máquinas es muy importante el descanso, porque nunca sabes qué puede pasar.   P. ¿Cuáles son las cualidades de un jefe de máquinas? R. Sobre todo es imprescindible saber mantener los nervios. Si el jefe de máquinas se pone nervioso... lo contagia a todo el equipo. También es fundamental hacer equipo.   P. ¿Qué te motivó a trabajar en el mar y especializarte en Máquinas? R. Tengo una relación estrecha con el mar desde bien pequeño, cuando veraneaba con mis padres en la costa de Tarragona. La motivación de dedicarme al mar surge sobre todo de su inmensidad y de sus ‘cambios de humor’, que siempre me han fascinado. En cuanto a decantarme por  Máquinas, viene de mi inquietud... siempre me ha gustado investigar y conocer cómo funciona cualquier detalle; y qué mejor sitio que una sala de máquinas para saber el cómo, el cuándo y el porqué de todo. Soy un apasionado de la reparación en general y, además, me encanta la  mecánica.     P. ¿Alguna anécdota curiosa o momento que recordar? R. A bordo cada día es una nueva aventura. Pero si tengo que quedarme con algún momento seguro que sería mi primera vez dentro de una sala de máquinas; nunca lo olvidaré. Los olores de combustibles, que acabamos normalizando, y, por supuesto, el ruido. Evidentemente de anécdotas tengo mil y una, pero como digo, Máquinas es una familia y me quedo con todos los momentos difíciles donde entre todos se ha sacado todo adelante.   P. ¿Qué haces cuando estás desembarcado? R. Al final cuando estás en casa intentas hacer todo lo que no te ha dado tiempo durante tu embarque. Me describiría como un todoterreno; tengo varias facetas, pero la que más me define es mi afición por la pesca, a la cual dedico mucho de mi tiempo libre. También me gusta leer y practico mucho deporte. Me encanta pasar tiempo con los míos e intentar dedicarles mis mejores momentos. Además, disfruto mucho yendo a ver a mi equipo preferido al campo, el RCD Espanyol, y sufriendo con éste. También me estoy aficionando a la cocina, pero aún me falta practicar. Y por supuesto salir en moto.     Con el mar cerca Su pasión por el mar y la mecánica hizo que estudiase en la Facultad de Náutica de Barcelona. Ha trabajado en diferentes sitios, tanto a pie de muelle como a bordo, pasando por remolcadores, empresas de mantenimiento y buques de crucero. Pedro es tanto ‘de mar’, que incluso su  tiempo libre lo dedica a otra de sus pasiones, la pesca.      


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Las mejores playas gaditanas
Guías de viajes

Las mejores playas gaditanas

  La costa de Cádiz se enorgullece de contar con algunas de las playas más impresionantes de Europa, paisajes naturales de arena fina y virgen que invitan tanto al relax como a la emoción de deslizarse sobre las olas en una tabla de surf.     Las calas de Roche   Las calas de Roche son como el último sorbo de una buena copa de vino. La costa de Cádiz posee muchos tesoros escondidos capaces de sorprender al visitante, aunque no todos son de fácil acceso. Las calas de Roche son una sucesión de hermosas y pequeñas calas rodeadas de naturaleza y acantilados al norte de Conil. Contemplar el atardecer desde cualquiera de ellas representa una de las experiencias más maravillosas que se puede disfrutar en todo el litoral andaluz.     Una serie de senderos, que parten desde el mismo Conil, bordeando la costa, conducen hasta estas playas en forma de medialuna, difíciles de divisar a simple vista desde la carretera que discurre elevada y paralela al mar. Lo complicado de su orografía es parte de su encanto que, además, se ve fortalecido por su naturaleza efímera, ya que el hecho de poder llegar hasta ellas o gozar de su arena depende por completo del ritmo cadencioso de las mareas. Otro de sus encantos radica en que se han conservado completamente vírgenes, por lo que no disponen de chiringuitos, duchas, aseos o cualquier otro servicio; únicamente naturaleza en estado puro.     Cala Frailecillo, cala Encendida, cala Tío Juan Medina, cala Pato, cala Medina y cala Áspero son la media docena de calas que forman esta espectacular zona del litoral gaditano de apenas 600 metros de extensión. A todas ellas se accede por unas escalinatas excavadas en la roca que descienden desde los acantilados rojizos. Sus vistas son idílicas, el agua siempre cristalina y prácticamente sin oleaje, su olor inconfundible a salitre y, por supuesto, el sonido constante del vaivén de las olas como telón de fondo hacen que uno se sienta como en un cuento de hadas. Ideales para evadirse del mundo y del frenesí diario.        Dunas de Valdevaqueros   La playa de Valdevaqueros, la más bonita de Tarifa, es uno de los pocos lugares vírgenes que quedan en la Costa de la Luz, donde los valles de los ríos desembocan silenciosos en la playa y en la sierra litoral, ajenos al ajetreo de las olas mar adentro donde los amantes del windsurf y del esquí con cometa luchan por subirse a la gran ola. En primera línea de costa, en este edén natural de arena fina, 4 kilómetros de dunas móviles se desplazan al capricho de los vientos engullendo árboles, carreteras y amenazando con sepultar todo aquello que encuentren a su paso.     El médano de Valdevaqueros se formó como consecuencia de las acciones militares llevadas a cabo en la década de los cuarenta, en plena dictadura franquista, para acondicionar los terrenos que daban acceso a los cuarteles de la zona, y para cavar algunas trincheras que impidieran un posible desembarco aliado en la costa. La construcción de un foso de arena alargado paralelo a la costa entre la zona dunar y la orilla del mar, junto con los fuertes vientos de levante desplazaron la arena y provocaron un aumento de la franja dunar que aumenta, imparable, año tras año.    Actualmente, en los días de fuerte viento de levante, la arena invade totalmente la carretera A-2325, en la que habitualmente los turistas curiosos se hacen selfies con las señales de tráfico medio enterradas. Esos días, la vía se vuelve totalmente intransitable y los vecinos quedan incomunicados hasta que las máquinas excavadoras retiran las ingentes cantidades de arena que, a veces, llegan a alcanzar los 30 metros de altura.         Caños de Meca: Faro de Trafalgar   Caños de Meca todavía se asocia a esa imagen de la década de los sesenta en la que ostentaba el título de ser el rincón más hippie de la costa gaditana, frecuentado por bohemios, artistas y, en ocasiones, incluso por algunos de los miembros de la llamada movida madrileña, en busca de esa anhelada libertad. La misma que todavía persiguen hoy en día los que se acercan a este municipio en busca del contacto directo con la naturaleza, el mar, una dieta saludable, atardeceres de película y, sobre todo, la posibilidad de bajar las revoluciones de la vida estresada de las grandes ciudades.      El viento persistente, las dunas doradas y un pasado bucanero envuelven el faro de Trafalgar en una atmósfera misteriosa. Contemplar el atardecer frente a este baluarte histórico de 34 metros de altura representa una auténtica delicia. Solitario ante la inmensidad del océano, el faro se sitúa en una zona repleta de dunas doradas, extensas playas y una vegetación que a veces llega incluso hasta la arena. Una pasarela de madera serpentea por la costa, atravesando acantilados, desde donde se pueden observar infinitos tonos azulados que el océano dibuja según las corrientes. A lo lejos, los surfistas, windsurfistas y kitesurfistas buscan el viento de levante que les haga volar, ajenos al hecho de que hace algo más de 200 años, en este mismo escenario, se libraba la batalla de Trafalgar, un enfrentamiento naval entre la Armada Real Británica y las flotas combinadas de las Armadas francesa y española que tuvo lugar durante la guerra de la tercera coalición. La victoria, por cierto, cayó del lado inglés.     Desde el promontorio del faro, se puede bajar hasta la playa de Trafalgar, una enorme cala virgen de arena fina y dorada que se extiende a lo largo de 2 km desde el cabo hasta la playa de Zahora, al norte.       


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