Los más de 1.500 yacimientos talayóticos que salpican Menorca, una isla de apenas 700 km2, constituyen un tesoro monumental tan significativo que incluso aspira a ser Patrimonio de la Humanidad. Y no solo por la cantidad, que equivale a dos monumentos por kilómetro cuadrado, sino especialmente por su estado de conservación y autenticidad. Se han registrado hasta quince construcciones diferentes, algunas de ellas únicas de la isla.
Se entiende como talayótica la civilización que habitó Menorca y Mallorca, islas a las que los griegos llamarían Gimnesias, originaria de finales del II milenio a.C. Y toma el nombre de una de las construcciones más importantes de este periodo: el talayot.
[gallery type="slideshow" size="full" link="none" ids="1068,1073,1072,1071,1070,1069"]Los de Menorca corresponden a la técnica ciclópea, con piedras de grandes dimensiones que son colocadas en seco, sin argamasa, y cuya singularidad los hace únicos. El patrimonio talayótico no solo tiene valor cultural por su mera existencia; también ha servido y sirve para trazar los modelos de vida socio-económicos, las organizaciones en torno al territorio, los rituales y defensas de una civilización que ha dejado su huella en la isla para siempre. Se estima que hubo hasta 75 asentamientos repartidos a lo largo y ancho de la isla, especialmente en la mitad sur, donde las características eran más propicias: terreno más blando que en el norte y accesos a agua dulce, sin olvidar el resguardo del azote de la Tramontana. Hoy, la Menorca Talayótica es uno de los motivos por los que vale la pena visitar la isla, donde destacan navetas como des Tudons o Rafal Rubí; poblados como Talatí de Dalt, Torre d'en Galmés, Torretrencada o Trepucó; y necrópoplis como Cala Morell o Calescoves. Estos y más tesoros patrimoniales te esperan en la más oriental de las Baleares. Sin duda uno de los motivos de peso para visitarla.
Fundació Destí Menorca