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Sant Joan, las fiestas para recibir el verano


Para vivir las fiestas de Sant Joan “com toca”, es decir, de “pe a pa” y en primera persona, hay que dejarse caer por Ciutadella (Menorca) unos días antes del solsticio de verano. La cuenta atrás empieza el Diumenge des Be, que es el domingo anterior al 24 de junio. El día empieza con la llegada de S’Homo des Be, representación de San Juan Bautista, a la casa del caixer senyor. A las 9 horas se oye por primera vez el toc de fabiol (aviso ya: vais a necesitar un diccionario santjoaner). Les espera una dura jornada: más de un centenar de visitas por toda la ciudad con el animal, manso después de toda una noche en vela, a cuestas. Entre este día, que marca el pistoletazo de salida, y el darrer toc, que suena el 24 de junio al finalizar los Jocs des Pla (aunque formalmente la clausura la da la despedida dl caixer capellà), se sucederán los grandes momentos de la fiesta. Sin duda alguna, el más emotivo será el primer toc de tambor i fabiol. El día 23, poco antes de las 14 horas, decenas de personas, entre las que me he contado un par de veces, aguardan en silencio a las puertas de la casa del caixer senyor a que el fabioler toque la tradicional melodía. “- Bones tardes. Senyor caixer, em donau vós permís per començar el replec? - Sí, ja pots començar. - Així ho faré”. Y en ese momento suena el fabiol, la alegría se desata y con ella la fiesta.     Solo tres horas después, con todos los caixers juntos, es decir, con la colcada al completo, se vive uno de los momentos más épicos de Sant Joan (doy fe de ello): la entrada al galope del caixer senyor en la Plaça des Born. Un pasillo humano que se abre casi instintivamente nos indica el camino que siguen bestia y jinete. Y tras ellos, los demás. Juntos escenifican el primer caragol, acto consistente en pasar tres veces por un determinado circuito de calles. Esa misma tarde los más santjoaners viven intensamente la celebración de las completes en la ermita de Sant Joan de Missa, a las afueras de la ciudad, camino a las paradisíacas Macarella y Cala en Turqueta. A la misma hora, centenares de personas se meten de lleno en la “batalla de las avellanas”. [caption id="attachment_2320" align="aligncenter" width="1000"] Vivir las fiestas de Sant Joan de Ciutadella en primera persona (foto: David Arquimbau).[/caption]   Tras una corta noche de fiesta, porque Sant Joan es el día más largo y la noche más corta, nos adentramos a la mañana siguiente en el barrio de Santa Clara, donde se vive uno de los caragols más queridos por ciutadellencs y visitantes, y por una servidora. Aquí es normal ver los caballos entrar en las casas, algunas de ellas abiertas para recibir y avituallar a la colcada. Y ya que hablamos de avituallamiento no podemos ignorar la bebida más popular de Menorca: el gin amb llimonada o pomada. Seguro que ya conocerás la historia, pero nunca está de más recordarla: en Ciutadella la pomada es, como mucho, un ungüento, nunca una bebida. Así que si quieres evitarte el comentario chistoso ya sabes lo que tienes que pedir: gin-amb-lli-mo-na-da.   [caption id="attachment_2319" align="aligncenter" width="1000"] Port de Ciutadella (foto: Pedro Coll).[/caption]   Antes del caragol de Santa Clara se puede ver en Es Pla, en el puerto de Ciutadella, un avance de lo que serán los Jocs des Pla de la tarde, y con menos gente. Pero ya que estamos, lo que toca es mezclarse con la multitud y vivir en vivo y en directo este espectáculo ecuestre que simula los juegos medievales. Lo mejor: ver cabalgar a dos caixers cogidos por los hombros o que uno se lleve la deseada ensortilla. Al final, como todo, Sant Joan también acaba. Será el fabioler, responsable de la apertura y el cierre de las fiestas, el que ponga el broche final con el emotivo darrer toc.   Pepa Ferri | Island Mood
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Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry
Planeta sostenible

Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry

Navegar por el Estrecho es un espectáculo para los sentidos. Sonoro, por las olas del mar que hacen bailar al buque a su son; olfativo, por el olor a brisa marina; pero, sobre todo, visual.   El paisaje que presenta la travesía ve incrementada su belleza por las especies marítimas que se pueden descubrir con tan solo pasar un rato mirando el horizonte desde cubierta. Delfines comunes y listados, rocuales comunes, cachalotes… son compañeros habituales de las rutas que realizan los buques de Baleària por el estrecho de Gibraltar. Un entorno que investigadores aprovechan como plataforma científica para realizar censos de especies marítimas a bordo.     Observadora avistando     Los ferries, medio para estudiar los cetáceos Gracias al acuerdo alcanzado en 2018 entre la Fundación Baleària, investigadores de la Universidad de Cádiz y la Asociación Ecolocaliza-TE, se han realizado ya 142 avistamientos de más de 3.000 cetáceos entre delfines y ballenas. Estos estudios se enmarcan dentro del proyecto común denominado 'Los ferries, medio para estudiar los cetáceos' y está coordinado por la bióloga marina Alessia Scuderi. «Es importante realizar este tipo de investigaciones ya que aumenta nuestros conocimientos sobre estas especies protegidas permitiendo un monitoreo a largo plazo que cubre todas las temporadas, llevándolo a cabo de forma sostenible a través de los ferries de Baleària», afirma.     Cría de un mes de delfín mular     Una vez finalizada la Operación Paso del Estrecho (OPE), la Asociación Ecolocaliza-TE ha reanudado los censos de monitoreo en el que participan voluntarios y voluntarias a bordo del Passió per Formentera o el Poeta López Anglada. «Queremos agradecer la implicación de los tripulantes de los buques involucrados, por la increíble acogida y el interés que demuestran cada vez que nos embarcamos», comenta Scuderi.     Delfín común


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Avistamientos de fauna marina en familia
Planeta sostenible

Avistamientos de fauna marina en familia

Aprender a observar el mar Mediterráneo, conocer a través de la experiencia personal las diferentes especies de fauna marina que en él habitan. Un grupo de empleados de Baleària, junto con familiares y amigos, recientemente pudieron comprobar de primera mano en qué consisten las tareas de observación y conservación del medio marino a bordo del ferry Nápoles. Para muchos jóvenes grumetes también era su primer viaje en barco, por lo que “la experiencia fue doblemente emocionante”, comenta Laia Bort, responsable de Consignaciones de Barcelona.   Esta experiencia es fruto del convenio de colaboración entre la Fundació Baleària y la Generalitat de Catalunya, de tal forma que la naviera pone a disposición de dicha entidad su flota que opera desde Barcelona a Baleares para el estudio de la biodiversidad marina. Cada mes realizan un viaje de avistamiento de media. A continuación te contamos la experiencia que compartieron con empleados de la naviera. Viaje de ida: rumbo a Ibiza La expedición partía un viernes por la noche, desde el Port de Barcelona hacia Ibiza. Los participantes fueron recibidos por el personal de a bordo y se les acomodó en diferentes camarotes. Pasaron la noche navegando y por la mañana tuvieron tiempo de almorzar en Ibiza y descubrir los encantos de Dalt Vila, el casco antiguo de la ciudad, antes de embarcar de nuevo, y aprovechar el viaje de vuelta del mismo buque para realizar la observación durante el día. [caption id="attachment_2145" align="aligncenter" width="1000"] Ricard Gutiérrez, durante la charla divulgativa previa al avistamiento.[/caption] Viaje de vuelta: Aprender a observar el mar. Repartidos en dos turnos, los 20 participantes de este avistamiento recibieron primeramente una charla instructiva sobre la labor que realiza la Generalitat en el estudio y control del número de especies que habitan en el Mediterráneo.  Además, se les explicó las diferentes características de las que comprenden el ecosistema marino autóctono. Una vez adquiridas las nociones básicas, visitaron el puente de mando del Nápoles para realizar la observación. Gracias al buen estado del mar, las medusas, peces luna, delfines rayados y aves marinas se dejaron ver fácilmente provocando el asombro de los asistentes. Pero, además, tuvieron la suerte de poder ver ejemplares que por sus características causan más admiración. Sin duda, las estrellas de la jornada fueron una tintorera (tiburón azul),  que avistó muy cerca del ferry una joven visitante, y dos ejemplares de rorcuales comunes, la segunda ballena más grande del mundo, que se dejaron ver a 30 millas náuticas de la llegada al puerto barcelonés. [caption id="attachment_2154" align="aligncenter" width="1000"] Fumareles comunes migratorios fotografiados durante el avistamiento (foto: Ricard Gutiérrez).[/caption] Durante la jornada, y contando con las sesiones de los dos grupos, se observaron 4 especies de tiburones y túnidos (tintorera, marrajo, pez espada y atunes), 4 de cetáceos (2 rorcuales, 9 calderones grises, un delfín mular y 117 delfines listados), 7 especies de aves marinas (gaviota patiamarilla, pardela balear, fumarel común, gaviota enana, paíño mediterráneo, frailecillo y pardela mediterránea) y 2 aves terrestres migratorias (bisbita arbóreo y golondrina común). “El record anual. No sólo por ‘la mar llana’, como se suele decir en términos marítimos, que hubo ese día, sino también por la precisión de los observadores marinos que demostraron tener conocimientos de los habitantes del Mare Nostrum”, afirma Ricard Gutiérrez, técnico de fauna litoral y marina de la Xarxa de Rescat de Fauna Marina de la Generalitat. [caption id="attachment_2152" align="aligncenter" width="1000"] Delfines avistados durante la jornada (foto: Ricard Gutiérrez).[/caption] Laura Sánchez, Comercial de la zona de Catalunya, quien repetía por segunda vez la expedición en familia, califica la experiencia de “muy gratificante porque ayuda a observar el mar con detenimiento y a conocer las diferentes especies a través de la experiencia vivida”. Además, todos los participantes coincidieron en que es una actividad que permite relacionarse con compañeros de trabajo fuera del ámbito laboral. [caption id="attachment_2150" align="aligncenter" width="1000"] Durante la jornada se avistaron un total de 115 especies.[/caption]


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