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Helados tradicionales en Mallorca


Si en Mallorca existe uno de los establecimientos más antiguos de Europa, Can Joan de s'Aigo, que lleva desde 1.700 elaborando unos deliciosos helados y quemuyars, es porque en la isla hay una sólida tradición respecto a este producto que antes tomábamos sólo en verano. Los de almendra cruda y de avellana tostada son los típicos pero no hay que olvidar los bombones o, en el terreno de las bebidas, el aigo amb neu y la horchata de almendra y las múltiples maneras de acompañarlos con bollería. [caption id="attachment_775" align="alignnone" width="1000"] Can Joan de s’Aigo (autor: Tolo Balaguer) Can Joan de s’Aigo (autor: Tolo Balaguer)[/caption] Nieve ' y 'aigo amb neu' El quiosco Can Calent está en el centro de Sa Pobla. Cada día del año, Fina abre este cubículo donde elabora aigo amb neu de forma más moderna a como lo hacía su abuelo hace cien años. Entonces los helados dependían de que los nevaters bajaran nieve desde la Serra de Tramuntana y se realizara la mágica mezcla en una bomba, habitualmente de cobre. Afortunadamente, ahora todo es más sencillo y con idénticos resultados. Así que vale la pena, si estáis en Sa Pobla, uno de los pueblos más calurosos de la isla, acercaros a Can Calent y probar esta cremosa y refrescante bebida de limón. [caption id="attachment_778" align="alignleft" width="400"] Can Calent (autor: Tolo Balaguer) Can Calent (autor: Tolo Balaguer)[/caption] Si Can Calent es el único sitio de Mallorca donde hacen aigo amb neu, la isla está llena de lugares donde poder degustar otros helados tradicionales. Hay cinco fábricas que los elaboran, muchas heladerías a pie de calle y restaurantes que se lo guisan ellos mismos. Hablamos básicamente del típico helado de almendra cruda acompañado de una ensaimada rasa, que sigue siendo el tentempié por excelencia de los mallorquines junto con el gató (un pastel de almendra) con mantecado. Para hacer el trabajo de campo, uno siempre puede ir a Valldemossa y tomar la emblemática coca de patata con helado o bien a Palma donde, si encuentra mesa en uno de los dos locales de Can Joan de s'Aigo, comprobará por qué esta granja se ha convertido en un emblema de la ciudad. Ningún helado sin ‘quemuyar’ Lo del cucurucho es relativamente nuevo. El helado siempre se había tomado solo o acompañado de un quemuyar (algo para mojar). En el Fornet de la Soca llevan tiempo recuperando recetas de las antiguas casas señoriales de Palma, donde aparecen todas las variedades de bollos que complementaban el chocolate caliente y, en verano, los helados. Hablamos de pasteles populares como la ensaimada, el gató, la coca de patata o el quarto, pero también de otros menos conocidos: el cojín imperial (una mezcla de ensaimada y coca de patata con barniz de yema de huevo), el serafí (un brioche parecido al suizo que se hacía sólo en verano), el cubellet (un gató individual), el congret (similar al quarto pero el azúcar glas se pone antes de hornear) o el madritxo (una especie de bizcocho de soletilla más seco). [caption id="attachment_777" align="alignright" width="400"] Fornet de la Soca (autor: Tolo Balaguer)[/caption] Los bombones Además de un piropo, un bombón mallorquín es una canción de Joan Miquel Oliver y uno de los helados más típicos de la isla. En JOP llevan 50 años elaborando, casi artesanalmente, el cubanito (un almendrado con helado de vainilla), al que se ha sumado el bombón campaner (una especie de stracciatella de nata montada cubierta con más chocolate). Además, en esta fábrica de Campos han decidido convertir la pomada maonesa (la emblemática bebida de ginebra y limonada) en helado. Y no os cortéis: si queréis probar el único helado industrial con un 85% de almendra mallorquina, en JOP son los más proteccionistas.  
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Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry
Planeta sostenible

Avistamiento de cetáceos a bordo de un ferry

Navegar por el Estrecho es un espectáculo para los sentidos. Sonoro, por las olas del mar que hacen bailar al buque a su son; olfativo, por el olor a brisa marina; pero, sobre todo, visual.   El paisaje que presenta la travesía ve incrementada su belleza por las especies marítimas que se pueden descubrir con tan solo pasar un rato mirando el horizonte desde cubierta. Delfines comunes y listados, rocuales comunes, cachalotes… son compañeros habituales de las rutas que realizan los buques de Baleària por el estrecho de Gibraltar. Un entorno que investigadores aprovechan como plataforma científica para realizar censos de especies marítimas a bordo.     Observadora avistando     Los ferries, medio para estudiar los cetáceos Gracias al acuerdo alcanzado en 2018 entre la Fundación Baleària, investigadores de la Universidad de Cádiz y la Asociación Ecolocaliza-TE, se han realizado ya 142 avistamientos de más de 3.000 cetáceos entre delfines y ballenas. Estos estudios se enmarcan dentro del proyecto común denominado 'Los ferries, medio para estudiar los cetáceos' y está coordinado por la bióloga marina Alessia Scuderi. «Es importante realizar este tipo de investigaciones ya que aumenta nuestros conocimientos sobre estas especies protegidas permitiendo un monitoreo a largo plazo que cubre todas las temporadas, llevándolo a cabo de forma sostenible a través de los ferries de Baleària», afirma.     Cría de un mes de delfín mular     Una vez finalizada la Operación Paso del Estrecho (OPE), la Asociación Ecolocaliza-TE ha reanudado los censos de monitoreo en el que participan voluntarios y voluntarias a bordo del Passió per Formentera o el Poeta López Anglada. «Queremos agradecer la implicación de los tripulantes de los buques involucrados, por la increíble acogida y el interés que demuestran cada vez que nos embarcamos», comenta Scuderi.     Delfín común


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Avistamientos de fauna marina en familia
Planeta sostenible

Avistamientos de fauna marina en familia

Aprender a observar el mar Mediterráneo, conocer a través de la experiencia personal las diferentes especies de fauna marina que en él habitan. Un grupo de empleados de Baleària, junto con familiares y amigos, recientemente pudieron comprobar de primera mano en qué consisten las tareas de observación y conservación del medio marino a bordo del ferry Nápoles. Para muchos jóvenes grumetes también era su primer viaje en barco, por lo que “la experiencia fue doblemente emocionante”, comenta Laia Bort, responsable de Consignaciones de Barcelona.   Esta experiencia es fruto del convenio de colaboración entre la Fundació Baleària y la Generalitat de Catalunya, de tal forma que la naviera pone a disposición de dicha entidad su flota que opera desde Barcelona a Baleares para el estudio de la biodiversidad marina. Cada mes realizan un viaje de avistamiento de media. A continuación te contamos la experiencia que compartieron con empleados de la naviera. Viaje de ida: rumbo a Ibiza La expedición partía un viernes por la noche, desde el Port de Barcelona hacia Ibiza. Los participantes fueron recibidos por el personal de a bordo y se les acomodó en diferentes camarotes. Pasaron la noche navegando y por la mañana tuvieron tiempo de almorzar en Ibiza y descubrir los encantos de Dalt Vila, el casco antiguo de la ciudad, antes de embarcar de nuevo, y aprovechar el viaje de vuelta del mismo buque para realizar la observación durante el día. [caption id="attachment_2145" align="aligncenter" width="1000"] Ricard Gutiérrez, durante la charla divulgativa previa al avistamiento.[/caption] Viaje de vuelta: Aprender a observar el mar. Repartidos en dos turnos, los 20 participantes de este avistamiento recibieron primeramente una charla instructiva sobre la labor que realiza la Generalitat en el estudio y control del número de especies que habitan en el Mediterráneo.  Además, se les explicó las diferentes características de las que comprenden el ecosistema marino autóctono. Una vez adquiridas las nociones básicas, visitaron el puente de mando del Nápoles para realizar la observación. Gracias al buen estado del mar, las medusas, peces luna, delfines rayados y aves marinas se dejaron ver fácilmente provocando el asombro de los asistentes. Pero, además, tuvieron la suerte de poder ver ejemplares que por sus características causan más admiración. Sin duda, las estrellas de la jornada fueron una tintorera (tiburón azul),  que avistó muy cerca del ferry una joven visitante, y dos ejemplares de rorcuales comunes, la segunda ballena más grande del mundo, que se dejaron ver a 30 millas náuticas de la llegada al puerto barcelonés. [caption id="attachment_2154" align="aligncenter" width="1000"] Fumareles comunes migratorios fotografiados durante el avistamiento (foto: Ricard Gutiérrez).[/caption] Durante la jornada, y contando con las sesiones de los dos grupos, se observaron 4 especies de tiburones y túnidos (tintorera, marrajo, pez espada y atunes), 4 de cetáceos (2 rorcuales, 9 calderones grises, un delfín mular y 117 delfines listados), 7 especies de aves marinas (gaviota patiamarilla, pardela balear, fumarel común, gaviota enana, paíño mediterráneo, frailecillo y pardela mediterránea) y 2 aves terrestres migratorias (bisbita arbóreo y golondrina común). “El record anual. No sólo por ‘la mar llana’, como se suele decir en términos marítimos, que hubo ese día, sino también por la precisión de los observadores marinos que demostraron tener conocimientos de los habitantes del Mare Nostrum”, afirma Ricard Gutiérrez, técnico de fauna litoral y marina de la Xarxa de Rescat de Fauna Marina de la Generalitat. [caption id="attachment_2152" align="aligncenter" width="1000"] Delfines avistados durante la jornada (foto: Ricard Gutiérrez).[/caption] Laura Sánchez, Comercial de la zona de Catalunya, quien repetía por segunda vez la expedición en familia, califica la experiencia de “muy gratificante porque ayuda a observar el mar con detenimiento y a conocer las diferentes especies a través de la experiencia vivida”. Además, todos los participantes coincidieron en que es una actividad que permite relacionarse con compañeros de trabajo fuera del ámbito laboral. [caption id="attachment_2150" align="aligncenter" width="1000"] Durante la jornada se avistaron un total de 115 especies.[/caption]


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