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Seis libros para saborear en tu próxima escapada
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Seis libros para saborear en tu próxima escapada

Por Nacho Sánchez | Periodista


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En la playa o la montaña, la piscina, tu habitación, la cubierta de un ferry, la terraza de un bar o en un banco del parque. Cualquier lugar es el mejor para participar en la aventura que significa leer un libro.

Sus páginas nos llevan a mundos imaginarios, a aprender del pasado, a empatizar con personajes que desconocíamos, a enamorarnos, a viajar a otros planetas… O incluso nos sirven de guía para nuestra próxima escapada. Todos los días son el Día del Libro, pero este 23 de abril lo es aún más. Si aún no sabes cuál será tu próxima lectura, ahí van un puñado de variopintas recomendaciones. ¡Buen provecho!

 

Vida y muerte de un pueblo español · Elliot Paul 

«Nunca he visto una vida mejor en ninguna otra parte, una vida más adecuada a las limitaciones y las capacidades humanas, un ritmo más de acuerdo con el entorno natural benéfico: un paisaje subtropical verde y el mar». Cuando el escritor norteamericano Elliot Paul se asentó en Santa Eularia Des Riu en los años 30 del siglo pasado, se encontró un paraíso mediterráneo. Fruto de aquella estancia publicó Vida y muerte de un pueblo español en 1937, al que pertenece la frase inicial y que se divide en dos partes. Una, describe las peripecias diarias del pueblo y sus habitantes; otra, narra el verano de 1936, con la llegada de la Guerra Civil y su obligado abandono de la isla. Una delicia para conocer la esencia ibicenca, sus paisajes, sus personajes y algunos escenarios que hoy siguen ahí, como Can Cosmi.

 

Seis libros pasa saborear en tu próxima escapada.

 

Miss Marte · Manuel Jabois 

La misteriosa Mai Lavinia, que apareció un verano cualquiera por Xaxebe, en la Costa da Morte gallega, es la protagonista de Miss Marte, novela firmada por el periodista y escritor Manuel Jabois. Un verano de juventud, un amor a primera vista, una boda urgente y una desaparición inesperada marcan este libro que se bebe a morro. Un atracón de 200 páginas con el que saciarse durante cualquier viaje, en cualquier lugar, mejor en buena compañía y sin nada que hacer durante horas. Recuérdalo: no querrás separarte del libro. 

 

Balearic · Luis Costa y Christian Len  

Hay libros que se leen a chupitos, trago a trago, quizá porque no quieres que acaben nunca. Luis Costa y Christian Len han escrito uno de ellos: Balearic. Historia oral de la cultura de club en Ibiza. A partir de los testimonios de ocho decenas de protagonistas y centenares de horas de conversación, los autores repasan el auge y caída de los grandes clubes de Ibiza y el movimiento musical de la isla: de Amnesia a Pachá, del Café del Mar a Las Dalias, del Pikes Hotel a Delta Records. En el libro hay historias, anécdotas y recuerdos que, probablemente, te hubiera gustado haber vivido en primera persona.  

 


Libro Balearic, de Luis Costa y Christian Len.

 
La uruguaya · Pedro Mairal 

Por mucho que tratamos de escapar de la realidad, ésta siempre nos acaba alcanzando. Es lo que ocurre a Lucas Pereyra, un escritor, casado y con un hijo, que atraviesa la crisis de los 40 y al que las cosas no le salen tal y cómo esperaba. La Uruguaya, de Pedro Mairal, sucede entre Buenos Aires y Montevideo, alrededor del Mar del Plata, pero también entre lo que querríamos ser y lo que realmente somos. Otra novela que atrapa, otra lectura de un golpe, otro placer ideal para un trayecto sobre el mar.  

 

When the water speaks · Bonnie Cullen 

La norteamericana Bonnie Cullen llegó a Ibiza en el año 1976 en busca de una vida más auténtica. Se enamoró de la isla de tal manera que su hija se llama Vedrá. En 2015 publicó las memorias de su vida en esta tierra, el turismo frente a la vida en los pueblos, las relaciones entre vecinos o los cambios que sufrió la sociedad con la llegada de la democracia. When the water speaksMemoir of Ibiza es un canto a un lugar que ya no existe, pero del que aún quedan restos escondidos. Solo hace falta buscarlos. Una pista: están en el norte. La novela, eso sí, solo está disponible en inglés.  

 

Bike Life · Belén Castelló y Tristan Bogaard 

La vida de Belén Castelló y Tristan Bogaard cambió en 2017. Ese año se lanzaron a un viaje por Noruega en bicicleta. Cuatro meses y 2.000 kilómetros después entendieron que esa sería su manera de vivir. Es lo que cuentan en Bike Life, un libro que sale a la luz el próximo 6 de mayo donde repasan las rutas que han realizado desde aquel año por Asia Central, Estados Unidos y Europa, con un apartado especial para las Islas Canarias. Experiencias, sostenibilidad y pasión para unas páginas repletas de mágicas fotografías que invitan a salir en bici. Quizá, por qué no, sea una estupenda manera de conocer también islas como Mallorca -habitual entre ciclistas profesionales-, Menorca -el Camí de Cavalls es idóneo- o Ibiza, con sus exquisitas carreteras repletas de curvas.

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Los diez sitios más instagrameables de las Baleares
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Los diez sitios más instagrameables de las Baleares

  Pocos archipiélagos son tan instagrameables como el de Balears. Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera ofrecen rincones de postal, el paraíso para los instagrammers.   Entre acantilados que resguardan calas escondidas, faros que vigilan el horizonte y pueblos detenidos en el tiempo, Balears despliega un encanto difícil de explicar solo con palabras. En estos paisajes, la cámara del móvil deja de ser un simple accesorio tecnológico para capturar instantes que se guardarán para siempre en nuestra memoria. La luz, protagonista  silenciosa, ilumina estas escenas, pero también cuenta una historia y revela la esencia mágica de este  archipiélago mediterráneo.   1. La joya amurallada Dalt Vila (Ibiza) La ciudad alta de Ibiza, declarada Patrimonio de la Humanidad, es un regalo para los amantes de la historia, la arquitectura y el encuadre perfecto. Entrar por el Portal de Ses Taules es abrir la puerta de acceso a siglos de historia y tradición ibicenca. Callejones empedrados, fachadas blancas, puertas de colores y flores que cuelgan de cada balcón. Subir a la catedral lleva su tiempo, pero el esfuerzo tiene su recompensa: una vista panorámica y sin filtros sobre el puerto, los barcos que zarpan hacia Formentera y las azoteas encaladas. Cada rincón de Dalt Vila pide una foto, pero también una pausa.   2. Un balcón al sol del atardecer Mirador de Sa Foradada (Mallorca) Desde Son Marroig, una histórica finca situada entre Valldemossa y Deià, parte el sendero que lleva a uno de los miradores más celebrados de la isla. Sa Foradada, con su emblemático templete de mármol de Carrara, ofrece un contraluz casi teatral al atardecer, un lugar convertido en templo para los creadores de contenidos e instagrammers, sobre todo para los interesados en fotografías de viaje, estilo de vida y bodas. La combinación del mar abierto, el perfil rocoso y el cielo incendiado convierte cada fotografía en una promesa de eternidad. Muchos optan por sentarse en el pequeño bar-mirador y ver el espectáculo con una copa de vino local. Otros bajan hasta el nivel del mar en una ruta más exigente, pero también más íntima. Sea cual sea tu opción, la cámara es casi un requisito.     Valldemossa (Mallorca)     3. Calas hermanas Cala Macarella y Macarelleta (Menorca) Reserva de la Biosfera desde 1993, Menorca guarda rincones donde la huella humana apenas es visible. Macarella y Macarelleta, dos calas vecinas enmarcadas por acantilados calizos y un frondoso pinar, parecen sacadas de una postal. Su entorno bien conservado y sus aguas turquesa las han convertido en iconos del litoral menorquín. El acceso requiere una caminata de unos 40 minutos desde Cala Galdana. Cada paso vale la pena, especialmente si el objetivo es disfrutar y captar la luz, el azul de sus aguas y la arena blanca y fina. Para los amantes de la fotografía, el juego de luces y sombras por la mañana ofrece un espectáculo visual en constante cambio.     Cala Macarella (Menorca)   4. El acantilado al azul infinito Ses Balandres (Ibiza) En la costa noroeste de Ibiza, entre Santa Agnès de Corona y el mar, se esconde un lugar con vistas de ensueño. Este mirador natural, conocido como Ses Balandres, ofrece una de las panorámicas más espectaculares de la isla. Frente al visitante, el azul infinito del Mediterráneo; bajo sus pies, una caída vertiginosa hacia acantilados escarpados y un puñado de islotes que salpican el horizonte. En este espacio singular se respira una tranquilidad que lo convierte en santuario para quienes buscan una Ibiza más salvaje y silenciosa. El mejor momento del día para dejarse hipnotizar por su magia, sin duda, es al atardecer, cuando el cielo se tiñe de fuego.   5. Nostalgia rural Molinos de viento en Sant Francesc (Formentera) Formentera, la más pequeña de las Pitiusas, cuenta con playas infinitas, pero también con un paisaje rural que ha resistido el paso del tiempo. En los alrededores de Sant Francesc, capital pintoresca, silenciosa y luminosa de la isla, los molinos de viento son testigos de otras épocas. Construidos principalmente entre los siglos XVIII y XIX en la zona de Sa Miranda, estos emblemáticos edificios desempeñaron un papel crucial en la molienda de cereales, en una época en la que la agricultura era la base de la economía local. El Molí Vell de la Mola, por ejemplo, ofrece visitas guiadas y una visión muy completa de la antigua vida isleña. Es al amanecer cuando estas construcciones reflejan su mejor luz: las aspas recortadas contra el cielo, los colores suaves del campo y esa atmósfera tranquila que hace que cada foto parezca pensada para tu feed.     Molino de viento en Sant Francesc (Formentera)   6. La cala escondida que todos sueñan Cala Varques (Mallorca) Hay calas que parecen creadas para una imagen única y Cala Varques es uno de esos lugares que quedarán en tu memoria. Alejada de urbanizaciones y del bullicioso ruido, protegida por un bosque y flanqueada por acantilados, esta playa virgen situada en la costa este de Mallorca (Manacor) conserva su esencia más salvaje. Los visitantes no encontrarán chiringuitos, tampoco hamacas o caminos asfaltados, solo un paisaje natural para tu deleite a media hora de caminata entre pinos y tierra rojiza. Una vez allí, quedarás atrapado por la belleza de un entorno irrepetible. Con aproximadamente 70 metros de longitud y 50 metros de anchura, esta playa de arena blanca y aguas cristalinas está rodeada de acantilados bajos y un frondoso bosque de pinos, lo que le confiere un entorno natural y aislado. Puedes capturarla desde la arena, buscando encuadres íntimos entre pinos y rocas; desde el mar, accediendo en barco para obtener panorámicas únicas del litoral; o incluso a vista de dron, donde la cala revela toda su geometría natural y su contraste de colores.   7. Un salto al vacío y al horizonte Pont d’en Gil (Menorca) En la costa oeste de Menorca, cerca de Ciutadella, se encuentra esta formación rocosa que parece trazada con escuadra y compás. Un arco natural de piedra caliza que se precipita sobre el mar como si fuera una pasarela secreta hacia el infinito. El lugar ha ganado popularidad entre los que buscan atardeceres menos convencionales. Los últimos rayos de sol se cuelan bajo el arco y tiñen el agua de reflejos dorados. Accesible en coche y luego a pie, también se puede explorar en kayak. Un rincón perfecto para los que quieren sorprender a sus seguidores.   8. El Caribe sin pasaporte Playa de Ses Illetes (Formentera) Ses Illetes es una de esas playas que no necesita filtros. Arena fina y blanca, aguas de color turquesa y una lengua de tierra que parece flotar entre dos mares. No en vano es considerada entre las mejores playas del mundo. Está situada en el Parque Natural de Ses Salines, y su acceso está regulado para proteger el entorno. Lo ideal es llegar en bicicleta o a pie desde el puerto de La Savina. El paseo es, sin duda, parte de la experiencia. Desde el extremo de la playa, se pueden tomar fotos que parecen montajes: horizonte azul, barquitos dispersos y el islote de Espalmador de fondo.     Playas de Ses Illetes (Formentera)     9. Belleza de piedra y silencio Valldemossa (Mallorca) El alma de la sierra de Tramuntana es Valldemossa. Este pequeño pueblo mallorquín, de piedra dorada y calles empedradas, es pura poesía arquitectónica. Sus fachadas adornadas con macetas y azulejos devocionales, las persianas verdes, las puertas robustas y los tejados de teja antigua conforman un escenario que atrapa. Valldemossa fue refugio de artistas, escritores y músicos como Frédéric Chopin, George Sand, Rubén Darío, Unamuno y Azorín, y su legado aún resuena entre los muros de su Cartuja, mandada construir por el rey Sancho I en el siglo XIII. Para los fotógrafos, el momento mágico llega con las primeras luces de la mañana o justo antes del anochecer, cuando el pueblo se vacía y recupera la calma.     10. El fin del mundo balear Faro de Cap de Barbaria (Formentera) En el sur de Formentera, la carretera se estrecha hasta convertirse en una línea que se pierde en el horizonte. Al final, sobre un promontorio que cae al mar, se levanta el faro de Cap de Barbaria. El camino es tan fotogénico como el faro mismo: una recta flanqueada por campos secos, muros de piedra y silencio. Al atardecer, la luz lo cambia todo: el cielo se llena de color, los contornos se suavizan y cada ángulo pide una instantánea. Es uno de esos momentos en los que solo tienes que apretar el botón de la cámara de tu móvil y dejar que el paisaje haga el resto.     Faro de Cap de Barbaria (Formentera)  


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Carlos Arrillaga: «Queremos alcanzar e incluso superar los objetivos depositados en esta nueva línea»
Historias del mar

Carlos Arrillaga: «Queremos alcanzar e incluso superar los objetivos depositados en esta nueva línea»

  Carlos Arrillaga Rejano ha cumplido la mayoría de edad a bordo de Baleària como Coordinador de Embarque de nuestra nueva ruta entre Tarifa y Tánger Ville.   A lo largo de 18 años, nos ha acompañado a través de los departamentos de Operaciones, Taquillas y control de vehículos en Algeciras. Hoy queremos conocer un poco más cómo ha vivido el reto mayúsculo de abrir una nueva línea tan esperada como esta.   P. ¿Qué ha supuesto a nivel personal y profesional la apertura de la línea Tarifa-Tánger Ville? Profesionalmente está suponiendo un reto importante para mí, el cual estoy asumiendo con muchas ganas e ilusión. Es una gran oportunidad y me siento muy afortunado de poder estar trabajando para que todo salga bien. En el ámbito personal, resido en Tarifa y poder trabajar cerca de casa es muy gratificante.    P. ¿Cuál ha sido el mayor desafío logístico en la puesta en marcha de esta nueva ruta en el puerto de Tarifa? Coordinar la operativa propia de los embarques y funcionamiento diario, con la formación simultánea del personal de nueva incorporación y atender todas las necesidades propias de la delegación. Gracias al esfuerzo y colaboración de todas las personas y departamentos implicados está saliendo todo bien. En muy pocos días se ha conseguido tener completamente operativa la delegación.   P. ¿Cómo se coordina el trabajo entre el equipo en tierra, el barco y los servicios portuarios para que cada escala sea eficiente? Es muy importante y necesaria la comunicación y la previsión. Este es un puerto pequeño, pero con gran afluencia de pasajeros. Por eso es imprescindible que la comunicación sea constante y fluida. Existe mucha implicación por parte de todos los actores involucrados, colaborando en el buen funcionamiento de todos los servicios portuarios, así como las escalas de los buques.   P. ¿Qué aprendizajes te llevas de esta puesta en marcha que podrían aplicarse a futuras aperturas de rutas? Lo importante que es el trabajo en equipo, la colaboración de todos los departamentos implicados y la comunicación. Así como poder dar oportunidad a las personas de implicarse en nuevos proyectos.   P. ¿Qué sensación tienes al ver esta ruta ya operativa después del trabajo de preparación? Estoy muy contento y orgulloso. Hemos conseguido en poco tiempo hacer un buen equipo de personas. Y esperando que sigamos creciendo en esta nueva ruta para alcanzar, o incluso superar, los objetivos depositados en esta nueva línea.  


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